TIEMPO de NAVIDAD – EPIFANÍA.
Lecturas:
según la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
Oraciones: según el Nuevo Misal español.
Días de enero.
| 6 (antes de Epifanía) |
| 7 (antes de Epifanía) |
| 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 |
El
Domingo siguiente a la Epifanía se celebra la Fiesta del BAUTISMO DEL SEÑOR.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: A partir del 2o DOMINGO DE NAVIDAD.
2. 1a semana salterio: Los días anteriores al 2o Domingo de Navidad o si éste está impedido.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: A partir del 2o DOMINGO DE NAVIDAD.
2. 1a semana salterio: Los días anteriores al 2o Domingo de Navidad o si éste está impedido.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: A partir del 2o DOMINGO DE NAVIDAD.
2. 1a semana salterio: Los días anteriores al 2o Domingo de Navidad o si éste está impedido.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: A partir del 2o DOMINGO DE NAVIDAD.
2. 1a semana salterio: Los días anteriores al 2o Domingo de Navidad o si éste está impedido.
2 posibilidades:
1. Si hoy es se celebra la EPIFANÍA del SEÑOR.
2. 2a semana salterio: A partir del 2o DOMINGO DE NAVIDAD.
3 posibilidades:
2. Si hoy es DOMINGO en que se celebra la EPIFANÍA del SEÑOR.
3. Si hoy es DOMINGO en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR.
3 posibilidades:
2. Si hoy es DOMINGO en que se celebra la EPIFANÍA del SEÑOR.
3. Si hoy es DOMINGO en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR.
2 posibilidades:
2. Si hoy es DOMINGO, o LUNES en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR, lo cual sucede cuando Epifanía se celebra el DOMINGO 7 u 8 de enero
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: Si es día entre semana.
2. Si hoy es DOMINGO, en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: Si es día entre semana.
2. Si hoy es DOMINGO, en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR.
2 posibilidades:
1. 2a semana salterio: Si es día entre semana.
2. Si hoy es DOMINGO, en que se celebra el BAUTISMO DEL SEÑOR.
(1a
semana
salterio):
Los días ANTERIORES al 2o Domingo de Navidad o (si
éste queda
impedido), desde el día 2 hasta el Bautismo del Señor.
Elegir
el día de semana de esta tabla
(1a semana del salterio)
LUNES
MARTES
MIÉRCOLES
JUEVES
VIERNES
SÁBADO
2o
DOMINGO
NAVIDAD
(2a
semana
salterio):
Si es DESPUÉS del 2o Domingo de Navidad; o (si éste
queda
impedido) DESPUÉS de Santa María Madre de Dios.
Elegir el día de
semana de esta tabla
(2a semana del salterio)
LUNES
MARTES
MIÉRCOLES
JUEVES
VIERNES
SÁBADO
TIEMPO DE NAVIDAD.
— SEMANA 1a DEL SALTERIO —
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio
94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Pues en tu natividad
te quema la caridad,
en tu varonil edad,
¿quién sufrirá su calor?
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Será tan vivo tu fuego
que, con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego
te dará mortal dolor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Arderá tanto tu gana
que por la natura humana
querrás pagar su manzana
con muerte de malhechor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
¡Oh amor, digno de espanto!,
pues que en este niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres niño y has amor:
¿qué farás cuando mayor? Amén.
Salmodia:
Antífona 1: A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5,
2-10. 12-13.
Oración de la mañana de un justo perseguido.
Se
alegrarán eternamente los que
acogieron al Verbo en su interior.
El Verbo habita en ellos.
Señor, escucha
mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te
suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un
Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los
malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por
tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame
con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no
hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren
los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú,
Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Antífona 2: Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cántico 1o
Crónicas 29, 10-13.
Sólo a Dios honor y gloria.
Bendito
sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo. (Ef 1, 3)
Bendito eres,
Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son,
Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la
riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios
nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Antífona 3: Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28.
Manifestación de Dios en la tempestad.
Vino
una voz del cielo que decía:
«Éste es mi Hijo, el amado,
mi predilecto» (Mt 3, 17)
Hijos de Dios,
aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del
Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del
Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar
al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del
Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del
Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!».
El Señor se
sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Lunes 1a Semana: antes de Epifanía).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque subáis vos,
ya están hombre y Dios
en un solo hombre.
Ya muere el recelo
y el llanto se cierra:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene,
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El Señor se complace en el pobre.
Salmo 10.
El Señor, esperanza del justo.
Dichosos
los que tienen hambre
y sed de la justicia, porque ellos
quedarán saciados. (Mt 5, 6)
Al Señor me
acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?».
Pero el Señor
está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo,
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.
El Señor
examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.
Porque el
Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El Señor se complace en el pobre.
Antífona 2: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Salmo 14.
¿Quién es justo ante el Señor?
Os
habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo. (Hb 12, 22)
Señor, ¿quién
puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede
honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace
mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no
retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Antífona 3: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Cántico de
Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.
Bendito sea
Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió
en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo,
por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Mirad qué aposentadores
tuvo la divina cámara:
verdín por tapicerías
y por cortinajes zarzas.
Pobre, desnudo, sin fuego,
quien con fuegos nos abasta,
está aquí el Niño. Un pesebre
de humildes bestias por cama.
Ved, puro Amor, que sois fuego
y estáis sobre un haz de pajas.
La Virgen, llanto en los ojos:
a incendio tal, tales aguas.
José, que goza y que gime
agridulces de naranja,
rindiéndose ya ha quedado
dormido bajo su capa. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Salmo 23.
Entrada solemne de Dios en el templo.
Las
puertas del cielo se abren
ante Cristo que, como hombre,
sube al cielo. (S. Ireneo)
Del Señor es
la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
— ¿Quién puede
subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
— El hombre de
manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
— Éste es el
grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
— ¿Quién es
ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
— ¿Quién es
ese
Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos;
él es el Rey de la gloria.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.
Antífona 2: Ensalzad con vuestras obras al Rey de los siglos.
Cántico de
Tobías 13, 1-10a.
Dios castiga y salva.
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que en su gran misericordia
nos ha hecho nacer de nuevo
para una esperanza viva (1 Pe 1, 3)
Bendito sea
Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias,
israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes,
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro padre por todos los siglos.
Él nos azota
por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre las naciones
por donde estáis dispersados.
Si volvéis a
él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que
hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Yo le doy
gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.
Convertíos,
pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi
Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Que todos alaben al Señor
y le den gracias en Jerusalén.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Antífona 3: El Señor merece la alabanza de los buenos.
Salmo 32.
Himno al poder y a la providencia de Dios.
Por
medio de la Palabra
se hizo todo. (Jn 1, 3)
Aclamad,
justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al
Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones:
Que la palabra
del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del
Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor
la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó y surgió.
El Señor
deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira
desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el
rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salvan.
Los ojos del
Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros
aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: El Señor merece la alabanza de los buenos.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Martes 1a Semana: antes de Epifanía).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Temblando estaba de frío
el mayor fuego del cielo,
y el que hizo el tiempo mismo
sujeto al rigor del tiempo.
Su virgen Madre lo mira,
ya llorando, ya riendo,
que, como es su espejo el Niño,
hace los mismos efectos.
No lejos, el casto esposo
mirándole está encogido,
y de los ojos atentos
llueve al revés de las nubes
porque llora sobre el cielo. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El Señor da la victoria a su Ungido.
Salmo 19.
Oración por la victoria del Rey.
Cuantos
invoquen el nombre
del Señor se salvarán. (Hch 2, 21)
Que te escuche
el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.
Que se acuerde
de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
Que podamos
celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.
Ahora
reconozco que el Señor
da la victoria a su ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían
en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
Ellos cayeron
derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la
victoria al Rey
y escúchanos cuando te invocamos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El Señor da la victoria a su Ungido.
Antífona 2: Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Salmo 20,
2-8. 14.
Acción de gracias por la victoria del rey.
El
Señor resucitado recibió la vida,
años que se prolongan sin término.
(S. Ireneo)
Señor, el rey
se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste
a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
Tu victoria ha
engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.
Levántate,
Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Antífona 3: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico de
Apocalipsis 4, 11; 5, 9. 10. 12.
Himno de los redimidos.
Eres digno,
Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de
tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el
Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Decid a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen santa.
Ángeles del cielo vienen,
de luz son las bellas alas,
y un canto divino traen
para estas nupcias sagradas.
Y, al amanecer, las aves
y el alba que se levanta,
con silbos del universo
cantadle vuestra alabanza.
Del Padre eterno nacido,
nace en carne la Palabra,
con nosotros vida y muerte,
y una muerte ensangrentada.
Al Hijo de Dios cantemos,
¡ay, gracia desenfrenada!,
ni los cielos sospecharon
que el mismo Dios se encarnara.
¡Oh gracia para adorar,
que nunca cupo más alta!
Tú, para hacernos divinos,
humano a nosotros bajas.
Cantad, criaturas todas,
que todas estáis salvadas,
y con la boca quedaos
al Padre diciendo: «¡Gracias!». Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo 35.
Depravación del malvado y bondad de Dios.
El
que me sigue no camina en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8, 12)
El malvado
escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios, ni en su presencia».
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.
Las palabras
de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.
Señor, tu
misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes;
tu justicia hasta las altas cordilleras,
tus sentencias son como el océano inmenso.
Tú socorres a
hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!,
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de
lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva,
y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu
misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.
Han fracasado
los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Antífona 2: Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico de
Judit 16, 1-2. 13-15.
Dios, creador del mundo y protector de su pueblo.
Entonaron un cántico nuevo. (Ap 5, 9)
¡Alabad a mi
Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
Porque el Señor es un Dios
quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
Cantaré a mi
Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva
toda la creación,
porque tú lo mandaste, y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las
olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Antífona 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Salmo 46.
El Señor es rey de todas las cosas.
Está
sentado a la derecha del Padre,
y su reino no tendrá fin.
Pueblos todos,
batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
Él nos somete
los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende
entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es
el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes
de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Miércoles 1a Semana: antes de Epifanía).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.
Niño de jazmines,
rosas y azucenas,
niño de la niña
después dél más bella,
que tan buenos años,
que tan buenas nuevas,
que tan buenos días
ha dado a la tierra;
parabién merece,
parabienes tenga,
aunque tantos bienes
como Dios posea.
Mientras os tardasteis,
dulce gloria nuestra,
estábamos todos,
llenos de mil penas;
mas, ya que vinisteis,
y a la tierra alegra
ver que su esperanza
cumplida en vos sea,
digan los pastores,
respondan las sierras,
pues hombre os adoran
y Dios os contemplan:
Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? †
Salmo 26.
Confianza ante el peligro.
I
Ésta
es la morada de Dios
con los hombres. (Ap 21, 3)
El Señor es mi
luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
† El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me
asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército
acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido
al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Él me
protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
y así
levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Antífona 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
II
Algunos,
poniéndose en pie, daban
testimonio contra Jesús. (Mc 14, 57)
Escúchame,
Señor,
que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi
corazón:
«Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor.
No me escondas tu rostro.
No rechaces
con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y
mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor,
enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
No me
entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
Espero gozar
de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el
Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
Cf. Cántico
de Colosenses 1, 12-20.
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de
entre los muertos.
Damos gracias
a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha
sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen
de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior
a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él
quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal».
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56.
Oración matutina de un afligido.
Este
salmo canta la pasión
del Señor. (S. Agustín)
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios
altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme;
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado
entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre
el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido
una red a mis pasos,
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón
está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré
gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre
el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Antífona 2: «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico de
Jeremías 31, 10-14.
Felicidad del pueblo redimido.
Jesús
iba a morir… para reunir a los hijos
de Dios dispersos. (Jn 11, 51. 52)
Escuchad,
pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con
aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se
alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con enjundia,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Antífona 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. †
Salmo 47.
Himno a la gloria de Dios en Jerusalén.
Me
transportó en éxtasis a un monte altísimo,
y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén. (Ap 22, 10)
Grande es el
Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
† su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión,
vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los
reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos.
Allí los
agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que
habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
Oh Dios,
meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra
está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta
en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder
decirle a la próxima generación:
«Éste es el Señor, nuestro Dios».
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Jueves 1a Semana: antes de Epifanía).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Blanco lirio, florecido
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario
¡cómo te deshojarán!
El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña con sus lágrimas.
Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte,
renacen las almas.
Salmodia:
Antífona 1: Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Salmo 29.
Acción de gracias por la curación de un enfermo en peligro de muerte.
Cristo,
después de su gloriosa
resurrección, da gracias
al Padre. (Casiano)
Te ensalzaré,
Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios
mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el
Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy
seguro:
«No vacilaré jamás».
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor,
llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar
gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme».
Cambiaste mi
luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Antífona 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo 31.
Acción de gracias de un pecador perdonado.
David
llama dichoso al hombre
a quien Dios otorga la justificación
prescindiendo de sus obras. (Rm 4, 6)
Dichoso el que
está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé
se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se había vuelto un fruto seco.
Había pecado,
lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que
todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi
refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y
te enseñaré
el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis
irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados
sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos,
justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Cántico de
Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12a.
El juicio de Dios.
Gracias te
damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo
vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron;
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Pues en tu natividad
te quema la caridad,
en tu varonil edad,
¿quién sufrirá su calor?
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Será tan vivo tu fuego
que, con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego
te dará mortal dolor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Arderá tanto tu gana
que por la natura humana
querrás pagar su manzana
con muerte de malhechor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
¡Oh amor, digno de
espanto!,
pues que en este niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor? Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Salmo 50.
Misericordia, Dios mío.
Renovaos
en la mente y en el espíritu
y vestíos de la nueva condición humana.
(Ef 4, 23-24)
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo
reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la
sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el
gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea
en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la
sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los
sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu
bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Antífona 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Cántico de
Isaías 45, 15-25.
Que los pueblos todos se conviertan al Señor.
Al
nombre de Jesús
toda rodilla se doble. (Flp 2, 10)
Es verdad: tú
eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.
Así dice el
Señor, creador del cielo
—él es Dios—,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor, y no hay otro».
No te hablé a
escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío».
Yo soy el
Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declarad,
aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
—No hay otro Dios fuera de mí—.
Yo soy un Dios
justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia
mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios, y no hay otro.
Yo juro por mi
nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»;
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder».
A él vendrán
avergonzados
los que se enardecían contra él;
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Antífona 3: Entrad con vítores en la presencia del Señor.
Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.
El
Señor manda que los redimidos
entonen un himno de victoria.
(S. Atanasio)
Aclama al
Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el
Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus
puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es
bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Entrad con vítores en la presencia del Señor.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Viernes 1a Semana: antes de Epifanía).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque subáis vos,
ya están hombre y Dios
en un solo hombre.
Ya muere el recelo
y el llanto se cierra:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene,
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Salmo 40.
Oración de un enfermo.
Uno
de vosotros me va a entregar,
uno que está comiendo conmigo.
(Mc 14, 18)
Dichoso el que
cuida del pobre;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo
guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo
sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije:
«Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti».
Mis enemigos
me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido».
El que viene a
verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.
Mis
adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse».
Incluso mi
amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú,
Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto
conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en
cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el
Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Antífona 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Salmo 45.
Dios refugio y fortaleza de su pueblo.
Le
pondrá por nombre Emmanuel,
que significa «Dios-con-nosotros».
(Mt 1, 23)
Dios es
nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no
tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y
bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de
los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de
las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a
Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se
amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de
los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver
las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la
guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos,
reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra».
El Señor de
los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico de
Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no
temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Decid a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen santa.
Ángeles del cielo vienen,
de luz son las bellas alas,
y un canto divino traen
para estas nupcias sagradas.
Y, al amanecer, las aves
y el alba que se levanta,
con silbos del universo
cantadle vuestra alabanza.
Del Padre eterno nacido,
nace en carne la Palabra,
con nosotros vida y muerte,
y una muerte ensangrentada.
Al Hijo de Dios cantemos,
¡ay, gracia desenfrenada!,
ni los cielos sospecharon
que el mismo Dios se encarnara.
¡Oh gracia para adorar,
que nunca cupo más alta!
Tú, para hacernos divinos,
humano a nosotros bajas.
Cantad, criaturas todas,
que todas estáis salvadas,
y con la boca quedaos
al Padre diciendo: «¡Gracias!». Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118,
145-152.
XIX (Qof).
Te invoco de
todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se
adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor,
estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Antífona 2: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico de
Éxodo 15, 1-4. 8-13. 17-18.
Himno a Dios, después de la victoria del mar Rojo.
Los
que habían vencido a la fiera
cantaban el cántico de Moisés,
el siervo de Dios. (Ap 15, 2-3)
Cantaré al
Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios:
yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «El Señor».
Los carros del
faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu
nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el
enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano».
Pero sopló tu
aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como
tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu
diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Los introduces
y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Antífona 3: Alabad al Señor, todas las naciones. †
Salmo 116.
Invitación universal a la alabanza divina.
Los
gentiles alaban a Dios
por su misericordia. (Rm 15, 9)
Alabad al
Señor, todas las naciones,
† aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su
misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Alabad al Señor, todas las naciones.
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
7 enero: LAUDES
(Si se celebra la Epifanía el DOMINGO 8 de enero)
DOMINGO 2o después de NAVIDAD.
PRIMERAS
VÍSPERAS
(2o Domingo de Navidad).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: La Virgen concibió por la palabra de Dios, permaneció virgen, dio a luz al Rey de reyes.
Salmo 118,
105-112.
XIV (Nun.
Himno a la ley divina.
Éste
es mi mandamiento:
que os améis unos a otros. (Jn 15, 12)
Lámpara es tu
palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor,
los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos
son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: La Virgen concibió por la palabra de Dios, permaneció virgen, dio a luz al Rey de reyes.
Antífona 2: Festejad a Jerusalén; el Señor ha derivado hacia ella, como un río, la paz.
Salmo 15.
El Señor es el lote de mi heredad.
Dios
resucitó a Jesús rompiendo
las ataduras de la muerte. (Hch 2, 24)
Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican
las estatuas
de dioses extraños,
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el
lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
Me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al
Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me
alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás
el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Festejad a Jerusalén; el Señor ha derivado hacia ella, como un río, la paz.
Antífona 3: Nos ha nacido Cristo, Dios de Dios, Luz de Luz, el que era en el principio.
Cántico de
Filipenses 2, 6-11.
Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual.
Antífona 3: Nos ha nacido Cristo, Dios de Dios, Luz de Luz, el que era en el principio.
Lectura breve: 1a Carta de Juan 5, 20.
Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: La gracia del cielo ha penetrado en las entrañas de una madre virgen: el vientre de una doncella encierra misterios que superan su conocimiento.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: La gracia del cielo ha penetrado en las entrañas de una madre virgen: el vientre de una doncella encierra misterios que superan su conocimiento.
Preces:
Adoremos a
Cristo, que se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo,
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, y
supliquémosle con fe ardiente, diciendo:
Por tu nacimiento, socorre, Señor, a quienes has redimido.
Tú que al entrar en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas,
— haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre.
Tú que asumiste las debilidades de los hombres,
— dígnate ser luz para los ciegos, fuerza para los débiles, consuelo para los tristes.
Tú que naciste pobre y humilde,
— mira con amor a los pobres y dígnate consolarlos.
Tú que por tu nacimiento terreno anuncias a todos la alegría de una vida sin fin,
— alegra a los agonizantes con la esperanza de un nacimiento eterno.
Tú que descendiste al mundo para que los hombres pudieran ascender al cielo,
— admite en tu gloria a todos los difuntos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, esplendor de los que en ti creen, dígnate,
propicio, llenar de tu gloria el mundo y que el resplandor de tu luz se
manifieste a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES
(2o Domingo de Navidad).
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio
94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Himno:
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal».
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: En las tinieblas brilla una luz, porque ha nacido el Salvador de todos los hombres. Aleluya.
Salmo 117.
Himno de acción de gracias después de la victoria.
Jesús
es la piedra que desechasteis vosotros,
los arquitectos, y que se ha convertido
en piedra angular. (Hch 4, 11)
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa
de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa
de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los
fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro
grité al Señor,
y me escuchó poniéndome a salvo.
El Señor está
conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es
refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los
pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas;
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y
empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad, hay
cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa».
No he de
morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las
puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
— Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
— Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día
en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
— Bendito el que viene en nombre del
Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
— Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi
Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: En las tinieblas brilla una luz, porque ha nacido el Salvador de todos los hombres. Aleluya.
Antífona 2: Ensalcemos con himnos al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Cántico de
Daniel 3, 52-57.
Que la creación entera alabe al Señor.
¡Bendito
el Creador
por siempre! (Rm 1, 25)
Bendito eres,
Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu
nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres
en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres
sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres
tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres
en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor.
Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Ensalcemos con himnos al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
Antífona 3: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.
Salmo 150.
Alabad al Señor.
Salmodiad
con el espíritu,
salmodiad con toda vuestra mente,
es decir, glorificad a Dios con el cuerpo
y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al
Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por
sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo
tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con
tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con
platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.
Lectura breve: Carta a los Hebreos 1, 1-2.
En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.
Responsorio breve:
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
V. Tú que naciste de la Virgen María.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
Antífona Benedictus: La virgen siempre fiel dio a luz a la Palabra de Dios hecha carne, pero permaneció virgen aun después del parto; alabémosla, pues, diciendo todos: «Bendita tú entre las mujeres».
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: La virgen siempre fiel dio a luz a la Palabra de Dios hecha carne, pero permaneció virgen aun después del parto; alabémosla, pues, diciendo todos: «Bendita tú entre las mujeres».
Preces:
Glorifiquemos
a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y
nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémosle, diciendo:
Que se goce la tierra, Señor, ante tu venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra,
— alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios,
— haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro Bautismo.
Rey del cielo, y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres,
— conserva nuestras vidas en tu paz.
Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de la vida,
— haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, esplendor de los que en ti creen, dígnate,
propicio, llenar de tu gloria el mundo y que el resplandor de tu luz se
manifieste a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
SEGUNDAS VÍSPERAS
(2o Domingo de Navidad).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Ver a Dios en la criatura,
ver a Dios hecho mortal,
ver en humano portal
la celestial hermosura.
¡Gran merced y gran ventura
a quien verlo mereció!
¡Quién lo viera y fuera yo!
Ver llorar a la alegría,
ver tan pobre a la riqueza,
ver tan baja la grandeza
y ver que Dios lo quería.
¡Gran merced fue en aquel día
la que el hombre recibió!
¡Quién lo viera y fuera yo!
Poner paz en tanta guerra,
calor donde hay tanto frío,
ser de todos lo que es mío,
plantar un cielo en la tierra.
¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió!
¡Quién lo hiciera y fuera yo! Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Nos ilumina el día de la nueva redención, del cumplimiento de las antiguas promesas, del anuncio de la felicidad eterna.
Salmo 109,
1-5.7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo
tiene que reinar hasta que
Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. (1 Cor 15, 25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Nos ilumina el día de la nueva redención, del cumplimiento de las antiguas promesas, del anuncio de la felicidad eterna.
Antífona 2: Enseñó el Señor su gracia y su lealtad.
Salmo 113 B.
Himno al Dios verdadero.
Abandonando
los ídolos, os volvisteis a Dios,
para servir al Dios vivo y verdadero. (1 Ts 1, 9)
No a nosotros,
Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios?».
Nuestro Dios
está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
Tienen boca, y
no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
Tienen manos,
y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía
en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor
se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor
os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
bendito seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya
no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Enseñó el Señor su gracia y su lealtad.
Antífona 3: El Señor, el rey de los reyes, ha nacido por nosotros en la tierra: mirad, ha llegado ya la salvación del mundo y la redención de los hombres. Aleluya.
Cántico de
Apocalipsis 19, 1-7.
Las bodas del Cordero.
Aleluya. La
salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que lo teméis, pequeños y grandes. Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias. Aleluya.
Aleluya. Llegó
la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido. Aleluya.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: El Señor, el rey de los reyes, ha nacido por nosotros en la tierra: mirad, ha llegado ya la salvación del mundo y la redención de los hombres. Aleluya.
Lectura breve: 1 a Carta de Juan 1, 5b. 7.
Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Regocijémonos en el Señor y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo la salvación eterna. Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Regocijémonos en el Señor y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo la salvación eterna. Aleluya.
Preces:
Con la
llegada de Cristo, floreció y echó brotes el pueblo santo de Dios.
Jubilosamente, digamos a nuestro Salvador:
Que tu nacimiento llene de gozo al mundo entero.
Cristo, vida nuestra, que viniste para ser cabeza de la Iglesia,
— sigue promoviendo el crecimiento de tu cuerpo, para que se edifique en el amor.
Tú que quieres ser adorado en una doble naturaleza,
— haznos partícipes de tu divinidad.
Tú que por la encarnación te hiciste nuestro mediador,
— haz que los ministros de la Iglesia se unan más eficazmente a tu ministerio, por la santidad de sus vidas.
Tú que al venir a este mundo instauraste un nuevo orden entre los hombres,
— conduce a todos los pueblos a tu salvación.
Tú que al nacer rompiste las cadenas de la muerte,
— libra a los difuntos de todas sus ataduras.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, esplendor de los que en ti creen, dígnate,
propicio, llenar de tu gloria el mundo y que el resplandor de tu luz se
manifieste a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES | VÍSPERAS
Lectura breve: Isaías 49, 8-9a.
Te he constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: «Salid», a los que están en tinieblas: «Venid a la luz».
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: Yacía en el pesebre y resplandecía en el cielo; venía a nosotros y permanecía con el Padre.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Yacía en el pesebre y resplandecía en el cielo; venía a nosotros y permanecía con el Padre.
Preces:
Dirijamos
nuestras súplicas a Cristo, el hombre celeste, nuevo Adán y espíritu
que da vida, y digámosle con fe:
Señor, ten piedad.
Oh Cristo, sol de justicia, que manifestaste tu gloria al hacerte hombre como nosotros para llevar a su plena realización la alianza inaugurada con los patriarcas,
— te pedimos que nos concedas la abundancia de tu luz.
Oh Cristo, que fuiste glorificado por los ángeles, anunciado a los pastores y proclamado por Simeón y Ana,
— haz que el pueblo heredero de las promesas reciba tu Evangelio.
Oh Cristo, en cuyo nacimiento los ángeles anunciaron la gloria en el cielo y la paz en la tierra,
— te pedimos que tu paz se extienda por todo el mundo.
Oh Cristo, nuevo Adán, que renovaste al hombre caduco y nos preparaste una mansión en tu reino,
— te pedimos que levantes la esperanza de los que se sienten oprimidos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Concede,
Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos
confiesan que tu Unigénito, eterno contigo en tu gloria, nació de Madre
Virgen en la realidad de nuestro cuerpo, líbralos de los males de esta
vida y hazles alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Lectura breve: Carta a los Colosenses 1, 13-15.
Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su Amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Oh dichosa Infancia, que ha restaurado la vida humana; Cristo, como sale el esposo de su alcoba, ha salido del seno de María.
Preces:
Dios, que de
muchas maneras habló antiguamente a nuestros padres por los profetas,
ahora, en la etapa final, nos ha hablado por el Hijo. Imploremos, pues,
su misericordia, diciendo:
Señor, ten piedad.
Por tu Iglesia santa:
— que todos tus hijos
proclamen con fidelidad y valentía que Cristo es el Salvador.
Señor, ten piedad.
Por los que proclaman el Evangelio:
— que los ministros de la
palabra anuncien con coraje el nombre del Salvador a todo el mundo.
Señor, ten piedad.
Por nuestros hermanos enfermos:
— que, al invocar el
nombre del Salvador, obtengan la salud.
Señor, ten piedad.
Por los cristianos que sufren persecución:
— que acepten con
paciencia los insultos e injusticias por el nombre del Salvador.
Señor, ten piedad.
Por nuestros hermanos que han muerto por culpa de los hombres:
— que por tu misericordia
obtengan la vida.
Señor, ten piedad.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Concede,
Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos
confiesan que tu Unigénito, eterno contigo en tu gloria, nació de Madre
Virgen en la realidad de nuestro cuerpo, líbralos de los males de esta
vida y hazles alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor
Jesucristo.
LAUDES | VÍSPERAS
Lectura breve: Isaías 62, 11-12.
Decid a la hija de Sión: «Mira a tu Salvador que llega, el premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede; los llamarán “Pueblo santo”, “Redimidos del Señor”».
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, llena de gracia y de verdad; y de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, llena de gracia y de verdad; y de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Aleluya.
Preces:
Acudamos
alegres a nuestro Redentor, el Hijo de Dios hecho hombre para renovar
al hombre, y digámosle confiados:
Quédate con nosotros, oh Emmanuel.
Oh Jesús, Hijo del Dios vivo, esplendor del Padre, luz increada, rey de la gloria, sol de justicia e hijo de la Virgen María,
— ilumina con la luz de tu encarnación el día que ahora empezamos.
Oh Jesús, maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre perpetuo, Príncipe de la paz,
— haz que los ejemplos de tu humanidad santa sean norma para nuestra vida.
Oh Jesús, todopoderoso y paciente, humilde de corazón y obediente,
— manifiesta a todos los hombres el poder de la humildad.
Oh Jesús, padre de los pobres, gloria de los fieles, pastor bueno, luz indeficiente, sabiduría y bondad inmensa, camino y vida para todos,
— concede a tu Iglesia el espíritu de pobreza.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que, por el feliz alumbramiento de la santa Virgen, has hecho
que, en tu Hijo, la humanidad no quedara sometida a la condena, concede
a quienes hemos recibido el ser criaturas nuevas, vernos libres del
influjo del antiguo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura breve 1a Juan 1, 5b. 7.
Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Regocijémonos en el Señor y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo la salvación eterna. Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Regocijémonos en el Señor y alegrémonos con júbilo espiritual, porque apareció en el mundo la salvación eterna. Aleluya.
Preces:
Con la llegada
de Cristo, floreció y echó brotes el pueblo santo de Dios.
Jubilosamente, digamos a nuestro Salvador:
Que tu nacimiento llene de gozo al mundo entero.
Cristo, vida nuestra, que viniste para ser cabeza de la Iglesia,
— sigue promoviendo el crecimiento de tu cuerpo, para que se edifique en el amor.
Tú que quieres ser adorado en una doble naturaleza,
— haznos partícipes de tu divinidad.
Tú que por la encarnación te hiciste nuestro mediador,
— haz que los ministros de la Iglesia se unan más eficazmente a tu ministerio, por la santidad de sus vidas.
Tú que al venir a este mundo instauraste un nuevo orden entre los hombres,
— conduce a todos los pueblos a tu salvación.
Tú que al nacer rompiste las cadenas de la muerte,
— libra a los difuntos de todas sus ataduras.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que, por el feliz alumbramiento de la santa Virgen, has hecho
que, en tu Hijo, la humanidad no quedara sometida a la condena, concede
a quienes hemos recibido el ser criaturas nuevas, vernos libres del
influjo del antiguo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES | VÍSPERAS
Lectura breve: Isaías 45, 22-23.
Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: «Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua».
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: Cristo, nuestro Dios, en quien habita la plenitud de la divinidad, ha tomado nuestra carne y, al nacer como hombre, ha renovado la humanidad. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Cristo, nuestro Dios, en quien habita la plenitud de la divinidad, ha tomado nuestra carne y, al nacer como hombre, ha renovado la humanidad. Aleluya.
Preces:
Glorifiquemos
a Cristo, Palabra eterna del Padre, manifestado en la carne,
contemplado por los ángeles y predicado a los paganos, y digámosle
devotamente:
Te adoramos, Hijo unigénito de Dios.
Libertador del género humano, que naciendo de la Virgen has venido a renovar el mundo,
— líbranos por intercesión de María de toda corrupción de la carne.
Tú que desde el cielo hiciste brillar en la tierra la justicia increada,
— ilumina con la claridad de tu luz el día que empezamos y toda nuestra vida.
Hijo de Dios, que nos has revelado el amor del Padre,
— haz que también nuestra caridad manifieste a los hombres el amor de Dios.
Tú que quisiste acampar entre nosotros,
— haznos dignos de morar contigo en tu reino.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso, concédenos que tu salvación, que llegó con una luz nueva
del cielo para la redención del mundo, amanezca en nuestros corazones y
los renueve siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura breve: Carta a los Romanos 8, 3-4.
Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Yo procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Yo procedo y vengo de Dios, no de mí mismo. Mi Padre es el que me ha enviado.
Preces:
Cristo vino a
nosotros y se entregó por nosotros para prepararse un pueblo
purificado, dedicado a las buenas obras. Invoquémosle con devoción
ardiente:
Señor, ten piedad.
Por tu santa Iglesia:
— para que todos sus
hijos renazcan a una nueva vida.
Señor, ten piedad.
Por los pobres, los cautivos y los exiliados:
— para que a través de
nuestra caridad te encuentren a ti, Hijo de Dios hecho hombre.
Señor, ten piedad.
Para que nuestro gozo sea pleno,
— y nos maravillemos ante
el don que el Padre nos ha dado en ti.
Señor, ten piedad.
Que tus fieles difuntos, iluminados por la luz de tu Natividad, contemplen tu rostro,
— y las tinieblas se
disipen para ellos.
Señor, ten piedad.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso, concédenos que tu salvación, que llegó con una luz nueva
del cielo para la redención del mundo, amanezca en nuestros corazones y
los renueve siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES | VÍSPERAS
Lectura breve: Sabiduría 7, 26-27.
La Sabiduría es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Aun siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas.
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
Preces:
Alabemos a
Cristo, que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia,
santificación y redención, y supliquémosle confiados, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, nos salve.
Rey del universo, a quien los pastores encontraron envuelto en pañales,
— ayúdanos a imitar siempre tu pobreza y tu sencillez.
Señor del cielo, que desde tu solio real bajaste a lo más humilde de la tierra,
— enséñanos a honrar siempre a nuestros hermanos de condición más humilde.
Oh Cristo, luz eterna, que al asumir nuestra carne no fuiste contaminado por nuestro pecado,
— haz que tus fieles, al usar de los bienes de este mundo, no se vean embrutecidos por ellos.
Esposo divino de la Iglesia, que eres para ella torre de fortaleza,
— haz que todos tus fieles perseveren unidos a ella y en ella encuentren la salvación.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que con el nacimiento de tu Unigénito has comenzado de modo
admirable la redención de tu pueblo, te pedimos que concedas a tus
fieles una fe tan sólida que, guiados por él, alcancemos el premio
prometido de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
VÍSPERAS (Día 5).
(Si no se celebra la Epifanía el día 6).
Lectura breve: 1a Carta de Juan 5, 20.
Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret.
Preces:
Bendigamos a
Cristo, el «Dios-con-nosotros», a quien María concibió y dio a luz, y
supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, escúchanos.
Tú que diste a María el gozo de la maternidad,
— concede a todos los padres y madres de familia poder alegrarse en sus hijos.
Tú que quisiste ser niño,
— da a los niños la sabiduría y la gracia.
Tú que viniste para hacer del género humano el pueblo de Dios,
— haz que todas las naciones alcancen la concordia mutua y vivan como una sola familia.
Tú que al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares,
— haz que las familias vean crecer su unidad.
Tú que quisiste nacer en el tiempo,
— concede a los difuntos nacer a tu eternidad.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que con el nacimiento de tu Unigénito has comenzado de modo
admirable la redención de tu pueblo, te pedimos que concedas a tus
fieles una fe tan sólida que, guiados por él, alcancemos el premio
prometido de la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
DÍA 6 DE ENERO.
(Si no se celebra la Epifanía el día 6).
LAUDES | VÍSPERAS
Lectura breve: Isaías 61, 1-2a.
El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor.
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo, nuestro Señor.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo, nuestro Señor.
Preces:
Glorifiquemos
a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y
nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémosle, diciendo:
Que se goce la tierra, Señor, ante tu venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra,
— alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios,
— haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.
Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres,
— conserva nuestras vidas en tu paz.
Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de vida,
— haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Ilumina
con bondad a tus fieles, Señor, y enciende siempre sus corazones con la
luz de tu gloria, para que en todo momento reconozcan a su Salvador y
se adhieran sinceramente a él. Que vive y reina contigo.
VÍSPERAS (Día 6).
(Si no se celebra la Epifanía el día 6).
Lectura breve: Hechos de los Apóstoles10, 37-38.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Responsorio breve:
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y acampó entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
Antífona Magníficat: Se oyó una voz desde el cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, mi predilecto».
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Se oyó una voz desde el cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, mi predilecto».
Preces:
Aclamemos
alegres a Cristo, ante cuyo nacimiento los ángeles anunciaron la paz a
la tierra, y supliquémosle, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a todos los hombres.
Tú que con el misterio de Navidad consuelas a la Iglesia,
— cólmala también de todos tus bienes.
Tú que has vivido entre nosotros, participando de todas las vicisitudes humanas,
— atrae a ti todas las cosas, Dios y salvador nuestro.
Tú que, esperado durante largos siglos, viniste en el momento culminante de la historia,
— manifiesta tu presencia a los que aún te están esperando.
Tú que viniste como salvador de todos,
— concede la gracia del bautismo a todos los hombres.
Tú que, hecho carne, restauraste la naturaleza humana corrompida por la muerte,
— concede la plena salvación a los difuntos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Ilumina
con bondad a tus fieles, Señor, y enciende siempre sus corazones con la
luz de tu gloria, para que en todo momento reconozcan a su Salvador y
se adhieran sinceramente a él. Que vive y reina contigo.
DÍA 7 DE ENERO.
(Si se celebra la Epifanía el DOMINGO 8 de enero).
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 9, 5.
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Responsorio breve:
V. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
V. Su salvación.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha revelado, Aleluya, aleluya.
Antífona Benedictus: De éste dice la Escritura: «Cristo ha nacido en Israel, y su reino no tendrá fin».
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: De éste dice la Escritura: «Cristo ha nacido en Israel, y su reino no tendrá fin».
Preces:
Aclamemos a
Cristo, Salvador enviado por Dios, a quien han contemplado los confines
de la tierra, y digámosle:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Redentor de todos los pueblos, que al venir al mundo destruiste el muro que separaba a Israel de las naciones paganas,
— haz que desaparezcan del mundo todas las discriminaciones que atentan contra la dignidad humana.
Tú que por tu encarnación y tu nacimiento quisiste habitar entre nosotros,
— enséñanos a descubrir tu presencia en la Iglesia y en todos los hombres.
Tú que nos has dado el pleno conocimiento de Dios, nuestro Padre,
— ayúdanos a vivir plenamente de tu palabra por nuestra fe y por nuestras obras.
Tú que eres el «Dios-con-nosotros» que has renovado maravillosamente la creación entera,
— haz que en nosotros todo se renueve también: el corazón, las palabras y las obras.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que has querido manifestarte con una luz nueva
por medio de la venida de tu Unigénito, concédenos que, así como
merecimos que él participara, por su nacimiento de la Virgen, de
nuestra existencia corporal, nosotros merezcamos ser coherederos en su
reino de gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.
TIEMPO DE EPIFANÍA.
— SEMANA 2a DEL SALTERIO —
EPIFANÍA DEL SEÑOR.
(6 de enero).
PRIMERAS VÍSPERAS.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha manifestado al mundo.
Salmo 134.
Himno a Dios, realizador de maravillas.
Vosotros
sois un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas del que os llamó
a salir de la tiniebla y a entrar
en su luz maravillosa. (1 Pe 2, 9)
I
Alabad el
nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al
Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el
Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las
nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.
Él hirió a los
primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios,
—en medio de ti, Egipto—,
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de
muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán;
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro Salvador, hoy se ha manifestado al mundo.
Antífona 2: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
II
Señor, tu
nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de
los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas
y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de
Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en
Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Antífona 3: Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
Cántico Cf.
1a Timoteo 3, 16.
El misterio y la gloria de Cristo.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
manifestado en la carne,
justificado en el Espíritu.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
contemplado por los ángeles,
predicado a los paganos.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, creído
en el mundo,
llevado a la gloria.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Antífona 3: Esta estrella resplandece como llama viva y revela al Dios, Rey de reyes; los magos la contemplaron y ofrecieron sus dones al gran Rey.
Lectura breve: 2a Carta a Timoteo 1, 9-10.
Dios nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vamos a su encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra». Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Los magos, al ver la estrella, se dijeron: «Éste es el signo del gran Rey; vamos a su encuentro y ofrezcámosle nuestros dones: oro, incienso y mirra». Aleluya.
Preces:
Veneremos, con
grandísimo gozo, a nuestro Salvador, que en este día fue adorado por
los magos, y digámosle:
Salva, Señor, la vida de los pobres.
Oh Rey de las naciones, que llamaste a los magos, como primicia de los pueblos gentiles, para que te adoraran,
— danos el espíritu de adoración y servicio.
Rey de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
— concede a los hombres paz abundante.
Rey eterno, que subsistes por los siglos,
— haz que tu palabra penetre en nuestros corazones como la llovizna que empapa la tierra.
Rey de justicia, que quieres librar al pobre que no tiene protector,
— ten piedad de los desgraciados y afligidos.
Oh Señor, cuyo nombre es bendito por los siglos,
— haz partícipes a nuestros hermanos difuntos de las maravillas de tu salvación.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Te
rogamos, Señor, que el resplandor de tu majestad ilumine nuestros
corazones, para que podamos atravesar las tinieblas de este mundo y
lleguemos a la patria de la claridad eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo.
O bien:
Oh,
Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por
medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos
por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno:
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro, incienso y mirra. Aleluya.
Salmo 62,
2-9.
El alma sedienta de Dios.
Madruga
por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú
eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida
te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Los magos, abriendo sus cofres, ofrecieron regalos al Señor: oro, incienso y mirra. Aleluya.
Antífona 2: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.
Cántico de
Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.
Alabad
al Señor, sus
siervos todos. (Ap 19, 5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del
Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del
espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y
rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y
nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y
tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la
tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y
cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y
peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y
ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y
espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el
Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
(No se dice Gloria al Padre).
Antífona 2: Mares y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios. Aleluya.
Antífona 3: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.
Salmo 149.
Alegría de los santos.
Los
hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su
nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Llega tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor amanece sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz. Aleluya.
Lectura breve: Isaías 52, 7-10.
Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.
Preces:
Veneremos a
nuestro Salvador, adorado hoy por los magos, y aclamémosle con alegría,
diciendo:
Luz de luz, ilumina nuestro día.
Oh Cristo, manifestado en la carne,
— santifícanos por la palabra de Dios y la oración.
Oh Cristo, justificado en el Espíritu,
— líbranos de todo error.
Oh Cristo, contemplado por los ángeles,
— danos a gustar ya en la tierra de los bienes de tu reino.
Oh Cristo, predicado a los paganos,
— ilumina el corazón de todos los hombres con la luz de tu Espíritu.
Oh Cristo, creído en el mundo,
— renueva la fe de cuantos creen en ti.
Oh Cristo, llevado a la gloria,
— enciende en nosotros el deseo de tu reino.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por
medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos
por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo.
SEGUNDAS VÍSPERAS
EPIFANÍA DEL SEÑOR.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El Rey de la paz ha sido glorificado por encima de todos los reyes de la tierra.
Salmo 109,
1-5. 7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo
tiene que reinar hasta que
Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. (1 Cor 15, 25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El Rey de la paz ha sido glorificado por encima de todos los reyes de la tierra.
Antífona 2: En las tinieblas brilla como una luz; el Señor es justo, clemente y compasivo.
Salmo 111.
Felicidad del justo.
Caminad
como hijos de la luz: toda bondad,
justicia y verdad son fruto de la luz. (Ef 5, 8-9)
Dichoso quien
teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa
habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que
se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las
malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte
limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al
verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: En las tinieblas brilla como una luz; el Señor es justo, clemente y compasivo.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico de
Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no
temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Lectura breve: Carta a Tito 3, 4-5.
Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya.
Preces:
Veneremos, con
grandísimo gozo, a nuestro Salvador, que en este día fue adorado por
los magos, y digámosle:
Salva, Señor, la vida de los pobres.
Oh Rey de las naciones, que llamaste a los magos, como primicia de los pueblos gentiles, para que te adoraran,
— danos el espíritu de adoración y servicio.
Rey de la gloria, que riges a tu pueblo con justicia,
— concede a los hombres paz abundante.
Rey eterno, que subsistes por los siglos,
— haz que tu palabra penetre en nuestros corazones como la llovizna que empapa la tierra.
Rey de justicia, que quieres librar al pobre que no tiene protector,
— ten piedad de los desgraciados y afligidos.
Oh Señor, cuyo nombre es bendito por los siglos,
— haz partícipes a nuestros hermanos difuntos de las maravillas de tu salvación.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por
medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos
por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria. Por
nuestro Señor Jesucristo.
BAUTISMO DEL SEÑOR
(Domingo siguiente a la Epifanía)
PRIMERAS VÍSPERAS.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y él lo quiere inaugurar.
Juan es gracia y tiene tantas,
que confiesa el mundo de él,
que hombre no nació mayor
ni delante, ni después.
Y, para que hubiera alguno
mayor que él, fue menester
que viniera a hacerse hombre
la Palabra que Dios es.
Esta Palabra hecha carne
que ahora Juan tiene a sus pies,
esperando que la lave
sin haber hecho por qué.
Y se rompe todo el cielo,
y entre las nubes se ve
una paloma que viene
a posarse sobre él.
Y se oye la voz del Padre
que grita: «Tratadlo bien;
escuchadle, es el Maestro,
mi hijo querido es».
Y así Juan, al mismo tiempo,
vio a Dios en personas tres,
voz y paloma en los cielos,
y al Verbo eterno a sus pies. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados.
Salmo 134.
Himno a Dios, realizador de maravillas.
Vosotros
sois un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas del que os llamó
a salir de la tiniebla y a entrar
en su luz maravillosa. (1 Pe 2, 9)
I
Alabad el
nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al
Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el
Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las
nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.
Él hirió a los
primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios,
—en medio de ti, Egipto—,
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de
muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán;
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados.
Antífona 2: Yo os bautizo con agua; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
II
Señor, tu
nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de
los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas
y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de
Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en
Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Yo os bautizo con agua; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Antífona 3: Apenas se bautizó Jesús, salió del agua y se abrió el cielo.
Cántico Cf.
1a Timoteo 3, 16.
El misterio y la gloria de Cristo.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
manifestado en la carne,
justificado en el Espíritu.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo,
contemplado por los ángeles,
predicado a los paganos.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Cristo, creído
en el mundo,
llevado a la gloria.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
R. Alabad al Señor, todas las naciones.
Antífona 3: Apenas se bautizó Jesús, salió del agua y se abrió el cielo.
Lectura breve: Hechos de los Apóstoles10, 37-38.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Responsorio breve:
V. Escucha, Señor, La voz de tu pueblo.
R. Escucha, Señor, La voz de tu pueblo.
V. Y ábreles una fuente de agua viva.
R. La voz de tu pueblo.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Escucha, Señor, La voz de tu pueblo.
Antífona Magníficat: El Salvador vino a ser bautizado para renovar al hombre envejecido; quiso restaurar por el agua nuestra naturaleza corrompida y nos vistió con su incorruptibilidad.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: El Salvador vino a ser bautizado para renovar al hombre envejecido; quiso restaurar por el agua nuestra naturaleza corrompida y nos vistió con su incorruptibilidad.
Preces:
Roguemos a
nuestro Redentor, bautizado por Juan en el Jordán, y supliquémosle,
diciendo:
Envía, Señor, tu Espíritu sobre nosotros.
Oh Cristo, servidor de Dios, en quien el Padre tiene todo su gozo,
— envía tu Espíritu sobre nosotros.
Oh Cristo, elegido de Dios, tú que no quebraste la caña cascada ni apagaste el pábilo vacilante,
— compadécete de cuantos te buscan con sinceridad.
Oh Cristo, Hijo de Dios, a quien el Padre ha elegido como alianza del pueblo y luz de las naciones,
— abre por el bautismo los ojos de los que no ven.
Oh Cristo, salvador de los hombres, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo y envió para salvación del mundo,
— haz que todos los hombres te conozcan y crean en ti, para que así obtengan la vida eterna.
Oh Cristo, esperanza nuestra, que llevas la luz de la salvación a los pueblos que yacen en las tinieblas de la ignorancia,
— recibe junto a ti, en tu reino, a nuestros difuntos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, al
enviar sobre él tu Espíritu Santo, quisiste revelar solemnemente a tu
Hijo amado, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del
Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro
Señor Jesucristo.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio: A Cristo, el Hijo amado, en quien el Padre se ha complacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio: A Cristo, el Hijo amado, en quien el Padre se ha complacido, venid, adorémosle.
Himno:
A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.
Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.
Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.
Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y él lo quiere inaugurar. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: El soldado bautiza a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador; el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara: «Éste es mi Hijo».
Salmo 62,
2-9.
El alma sedienta de Dios.
Madruga
por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú
eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida
te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me
acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: El soldado bautiza a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador; el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara: «Éste es mi Hijo».
Antífona 2: Al manifestarse al mundo la gloria de Cristo, las aguas del Jordán son santificadas: sacad aguas con gozo de las fuentes del Salvador; Cristo, el Señor, ha santificado la creación entera.
Cántico de
Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.
Alabad
al Señor, sus
siervos todos. (Ap 19, 5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del
Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del
espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y
rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor,
bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y
nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y
tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la
tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y
cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y
peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y
ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y
espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el
Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
(No se dice Gloria al Padre).
Antífona 2: Al manifestarse al mundo la gloria de Cristo, las aguas del Jordán son santificadas: sacad aguas con gozo de las fuentes del Salvador; Cristo, el Señor, ha santificado la creación entera.
Antífona 3: Te glorificamos, Señor, Dios y redentor, a ti que con el Espíritu y el fuego purificas el pecado de los hombres.
Salmo 149.
Alegría de los santos.
Los
hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su
nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles
festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la
sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Te glorificamos, Señor, Dios y redentor, a ti que con el Espíritu y el fuego purificas el pecado de los hombres.
Lectura breve: Isaías 61, 1-2a.
El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor.
Responsorio breve:
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
V. Tú que te has manifestado hoy.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.
Antífona Benedictus: Cristo es bautizado y el universo entero se purifica; el Señor nos obtiene el perdón de los pecados: limpiémonos todos por el agua y el Espíritu.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Cristo es bautizado y el universo entero se purifica; el Señor nos obtiene el perdón de los pecados: limpiémonos todos por el agua y el Espíritu.
Preces:
Roguemos a
nuestro Redentor, bautizado por Juan en el Jordán, y digámosle:
Señor, ten piedad.
Oh Cristo que, al manifestarte al mundo, has iluminado a todos los hombres,
— concede luz abundante a cuantos hoy se relacionen con nosotros.
Oh Cristo, que para enseñarnos un camino de humildad te abajaste recibiendo el bautismo de Juan,
— danos un espíritu de humilde servicio a todos los hombres.
Oh Cristo, que por tu bautismo nos purificaste de todo pecado y nos hiciste hijos del Padre,
— concede el espíritu de adopción a todos los que buscan a Dios con sinceridad.
Oh Cristo, que en tu bautismo abriste una puerta de salvación para los cristianos y santificaste la creación entera,
— haz de todos nosotros ministros de tu Evangelio en el mundo.
Oh Cristo, que en tu bautismo nos revelaste a la Trinidad,
— renueva el espíritu de adopción y el sacerdocio real de los bautizados.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, al
enviar sobre él tu Espíritu Santo, quisiste revelar solemnemente a tu
Hijo amado, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del
Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro
Señor Jesucristo.
SEGUNDAS VÍSPERAS
BAUTISMO DEL SEÑOR.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno:
Una voz se levanta en el
llano:
«Convertíos y haced penitencia»;
el Señor se sumerge en las aguas
para darnos la vida por ellas.
En Caná manifiesta su gloria
con el cambio del agua en el vino,
esperando la hora fijada
en que habrá de explicar este signo.
Escuchando tu voz, Padre amado,
veneramos a tu único Hijo,
sobre el cual el Espíritu Santo
descendió para ser tu testigo. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Vino una voz del cielo y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto; escuchadlo».
Salmo 109,
1-5. 7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.
Cristo
tiene que reinar hasta que
Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. (1 Cor 15, 25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe
desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu
derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Vino una voz del cielo y se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto; escuchadlo».
Antífona 2: En el río Jordán aplastó nuestro Salvador la cabeza del antiguo dragón y nos libró a todos de su esclavitud.
Salmo 111.
Felicidad del justo.
Caminad
como hijos de la luz: toda bondad,
justicia y verdad son fruto de la luz. (Ef 5, 8-9)
Dichoso quien
teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.
En su casa
habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que
se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.
No temerá las
malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte
limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al
verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: En el río Jordán aplastó nuestro Salvador la cabeza del antiguo dragón y nos libró a todos de su esclavitud.
Antífona 3: Hoy se nos revela un gran misterio, porque el Creador de los hombres purifica en el Jordán nuestros pecados.
Cántico de
Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no
temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Hoy se nos revela un gran misterio, porque el Creador de los hombres purifica en el Jordán nuestros pecados.
Lectura breve: Hechos de los Apóstoles10, 37-38.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Responsorio breve:
V. Éste es el que vino Con agua y con sangre.
R. Éste es el que vino Con agua y con sangre.
V. Jesucristo, nuestro Señor.
R. Con agua y con sangre.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Éste es el que vino Con agua y con sangre.
Antífona Magníficat: Cristo Jesús nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Cristo Jesús nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Preces:
Roguemos a
nuestro Redentor, bautizado por Juan en el Jordán, y supliquémosle,
diciendo:
Envía, Señor, tu Espíritu sobre nosotros.
Oh Cristo, servidor de Dios, en quien el Padre tiene todo su gozo,
— envía tu Espíritu sobre nosotros.
Oh Cristo, elegido de Dios, tú que no quebraste la caña cascada ni apagaste el pábilo vacilante,
— compadécete de cuantos te buscan con sinceridad.
Oh Cristo, Hijo de Dios, a quien el Padre ha elegido como alianza del pueblo y luz de las naciones,
— abre por el bautismo los ojos de los que no ven.
Oh Cristo, salvador de los hombres, a quien el Padre ungió con el Espíritu Santo y envió para salvación del mundo,
— haz que todos los hombres te conozcan y crean en ti para que así obtengan la vida eterna.
Oh Cristo, esperanza nuestra, que llevas la luz de la salvación a los pueblos que yacen en las tinieblas de la ignorancia,
— recibe junto a ti, en tu reino, a nuestros difuntos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, al
enviar sobre él tu Espíritu Santo, quisiste revelar solemnemente a tu
Hijo amado, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del
Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia. Por nuestro
Señor Jesucristo.
LUNES 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Pues en tu natividad
te quema la caridad,
en tu varonil edad,
¿quién sufrirá su calor?
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Será tan vivo tu fuego
que, con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego
te dará mortal dolor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Arderá tanto tu gana
que por la natura humana
querrás pagar su manzana
con muerte de malhechor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
¡Oh amor, digno de
espanto!,
pues que en este niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor? Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Ayer, en leve centella,
te vio Moisés sobre el monte;
hoy no basta el horizonte
para contener tu estrella.
Los magos preguntan; y ella
de un Dios infante responde
que en duras pajas se acuesta
y más se nos manifiesta
cuanto más hondo se esconde. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Salmo 41.
Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo.
El
que tenga sed, y quiera,
que venga a beber
el agua viva. (Ap 22, 17)
Como busca la
cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de
Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas
son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?».
Recuerdo otros
tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
Cuando mi alma
se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita
a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios:
«Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?».
Se me rompen
los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?».
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Antífona 2: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Cántico de
Eclesiástico 36, 1-5. 10-13.
Súplica en favor de la ciudad santa de Jerusalén.
Ésta
es la vida eterna:
que te conozcan a ti,
único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo. (Jn 17, 3)
Sálvanos, Dios
del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les
mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos;
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los
prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas
las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión
del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión
de tu majestad,
y al templo, de tu gloria.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Antífona 3: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
Salmo 18 A,
2-7.
Alabanza al Dios creador del universo.
Nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz. (Lc 1, 78. 79)
El cielo
proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que
hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha
puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un
extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se continúa con del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno (para antes de Epifanía):
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
por que subáis vos,
ya están hombre y Dios
en un solo hombre.
Ya muere el recelo
y el llanto se cierra:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene,
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Eres el más bello de los hombres; en tus labios se derrama la gracia.
Salmo 44.
Las nupcias del Rey.
I
¡Que
llega el Esposo,
salid a recibirlo! (Mt 26, 5)
Me brota del
corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más
bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al
flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, oh
Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe
y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Eres el más bello de los hombres; en tus labios se derrama la gracia.
Antífona 2: Que llega el Esposo, salid a recibirlo.
II
Escucha, hija,
mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la
princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de
tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».
Quiero hacer
memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Que llega el Esposo, salid a recibirlo.
Antífona 3: Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
Cántico de
Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.
Bendito sea
Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió
en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha
destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo,
por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Cuando llegó el momento culminante, Dios recapituló todas las cosas en Cristo.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
MARTES 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Mirad qué aposentadores
tuvo la divina cámara:
verdín por tapicerías
y por cortinajes zarzas.
Pobre, desnudo, sin fuego,
quien con fuegos nos abasta,
está aquí el Niño. Un pesebre
de humildes bestias por cama.
Ved, puro Amor, que sois fuego
y estáis sobre un haz de pajas.
La Virgen, llanto en los ojos:
a incendio tal, tales aguas.
José, que goza y que gime
agridulces de naranja,
rindiéndose ya ha quedado
dormido bajo su capa. Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42.
Deseo del templo.
Yo
he venido al mundo
como luz. (Jn 12, 46)
Hazme
justicia, oh Dios, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi
Dios y protector,
¿por qué me rechazas?,
¿por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y
tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me
acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.
¿Por qué te
acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico de
Isaías 38, 10-14. 16d-20.
Angustias de un moribundo y alegría de la curación.
Yo
soy el que vive; estaba muerto,
y tengo las llaves de la muerte. (Ap 1, 18)
Yo pensé: «En
medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años».
Yo pensé: «Ya
no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y
enrollan mi vida,
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama».
Día y noche me
estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
Estoy piando
como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado,
me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no
te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los
vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame,
Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Antífona 3: Oh Dios, tú mereces un himno en Sión. †
Salmo 64.
Solemne acción de gracias.
Cuando
se habla de Sión debe entenderse
de la ciudad eterna. (Orígenes)
Oh Dios, tú
mereces un himno en Sión,
† y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude
todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que
tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos
de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
tú que
afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes
del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de
la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los
surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los
pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses
que aclaman y cantan.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Oh Dios, tú mereces un himno en Sión.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se continúa con del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno (para antes de Epifanía):
Temblando estaba de frío
el mayor fuego del cielo,
y el que hizo el tiempo mismo
sujeto al rigor del tiempo.
Su virgen Madre lo mira,
ya llorando, ya riendo,
que, como es su espejo el Niño,
hace los mismos efectos.
No lejos, el casto esposo
mirándole está encogido,
y de los ojos atentos
llueve al revés de las nubes
porque llora sobre el cielo. Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Ayer, en leve centella,
te vio Moisés sobre el monte;
hoy no basta el horizonte
para contener tu estrella.
Los magos preguntan; y ella
de un Dios infante responde
que en duras pajas se acuesta
y más se nos manifiesta
cuanto más hondo se esconde. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48.
Vanidad de las riquezas.
Difícilmente
entrará un rico
en el reino de los cielos. (Mt 19, 23)
I
Oíd esto,
todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca
hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré
de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el
rescate de la vida,
que nunca les bastará para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los
sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es
su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no
perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: No podéis servir a Dios y al dinero.
Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
II
Éste es el
camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa.
Pero a mí,
Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te
preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida
se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico
e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.
Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico de
Apocalipsis 4, 11; 5, 9. 10. 12.
Himno de los redimidos.
Eres digno,
Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de
tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el
Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
MIÉRCOLES 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Decid a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen santa.
Ángeles del cielo vienen,
de luz son las bellas alas,
y un canto divino traen
para estas nupcias sagradas.
Y, al amanecer, las aves
y el alba que se levanta,
con silbos del universo
cantadle vuestra alabanza.
Del Padre eterno nacido,
nace en carne la Palabra,
con nosotros vida y muerte,
y una muerte ensangrentada.
Al Hijo de Dios cantemos,
¡ay, gracia desenfrenada!,
ni los cielos sospecharon
que el mismo Dios se encarnara.
¡Oh gracia para adorar,
que nunca cupo más alta!
Tú, para hacernos divinos,
humano a nosotros bajas.
Cantad, criaturas todas,
que todas estáis salvadas,
y con la boca quedaos
al Padre diciendo: «¡Gracias!». Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
Salmo 76.
Recuerdo del pasado glorioso de Israel.
Nos
aprietan por todos lados,
pero no nos aplastan. (2 Co 4, 8)
Alzo mi voz a
Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia
te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los
párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
«¿Es que el
Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?».
Y me digo:
«¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!».
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus
caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, oh Dios,
haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar,
oh Dios,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes
descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el
estruendo de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste
camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras
guiabas a tu pueblo,
como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es tan grande como nuestro Dios?
Antífona 2: Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Cántico de
1o Samuel 2, 1-10.
Alegría de los humildes en Dios.
Derriba
del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes; a los hambrientos
los colma de bienes. (Lc 1, 52-53)
Mi corazón se
regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No
multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
Se rompen los
arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.
El Señor da la
muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del
polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los
pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor
desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
Él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.
Antífona 3: El Señor reina, la tierra goza. †
Salmo 96.
Gloria al Señor, rey de justicia.
Este
salmo canta la salvación del mundo
y la conversión de todos los pueblos.
(S. Atanasio)
El Señor
reina, la tierra goza,
† se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él
avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se
derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran
estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y
se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú
eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama
al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz
para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: El Señor reina, la tierra goza.
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A partir de aquí se continúa con del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Miércoles 2a semana).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno (para antes de Epifanía):
Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.
Niño de jazmines,
rosas y azucenas,
niño de la niña
después dél más bella,
que tan buenos años,
que tan buenas nuevas,
que tan buenos días
ha dado a la tierra;
parabién merece,
parabienes tenga,
aunque tantos bienes
como Dios posea.
Mientras os tardasteis,
dulce gloria nuestra,
estábamos todos,
llenos de mil penas;
mas, ya que vinisteis,
y a la tierra alegra
ver que su esperanza
cumplida en vos sea,
digan los pastores,
respondan las sierras,
pues hombre os adoran
y Dios os contemplan:
Norabuena vengáis al mundo,
niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena. Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
Salmo 61.
La paz en Dios.
Que
el Dios de la esperanza
colme vuestra fe de paz. (Rm 15, 13)
Sólo en Dios
descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
¿Hasta cuándo
arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
Sólo piensan
en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
Descansa sólo
en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene
mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo,
confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
Los hombres no
son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
No confiéis en
la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
Dios ha dicho
una cosa,
y dos cosas que he escuchado:
«Que Dios
tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras».
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador.
Antífona 2: Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.
Sabed
que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)
El Señor tenga
piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que
te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de
alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que
te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha
dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.
Antífona 3: Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.
Cf. Cántico
de Colosenses 1, 12-20.
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de
entre los muertos.
Damos gracias
a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha
sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen
de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior
a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él
quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se toma del día de mes correspondiente:
2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
5 enero: VÍSPERAS
6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
JUEVES 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal».
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó.
Un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Salmo 79.
Ven, Señor, a visitar tu viña.
Ven, Señor Jesús. (Ap 22, 20)
Pastor de
Israel, escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraín, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.
Oh Dios,
restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Señor, Dios de
los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?
Les diste a
comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.
Dios de los
ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Sacaste una
vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno, y echó raíces
hasta llenar el país;
su sombra
cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.
¿Por qué has
derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?
Dios de los
ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
La han talado
y le han prendido fuego;
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor, Dios de
los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.
Antífona 2: Anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas.
Cántico de
Isaías 12, 1-6.
Acción de gracias del pueblo salvado.
El
que tenga sed, que venga a mí,
y que beba. (Jn 7, 37)
Te doy
gracias, Señor,
porque estabas airado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
Él es mi Dios
y Salvador:
confiaré, y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
Aquel día
diréis:
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el
Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel”».
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Anunciad a toda la tierra que el Señor hizo proezas.
Antífona 3: Aclamad a Dios, nuestra fuerza. †
Salmo 80.
Solemne renovación de la alianza.
Que
ninguno de vosotros tenga
un corazón malo e incrédulo. (Hb 3, 12)
Aclamad a
Dios, nuestra fuerza;
† dad vítores al Dios de Jacob:
acompañad,
tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.
Porque es una
ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.
Oigo un
lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la
aflicción, y te libré,
te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha,
pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
No tendrás un
dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto;
abre la boca que te la llene».
Pero mi pueblo
no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
¡Ojalá me
escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios;
los que
aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se continúa con del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno (para antes de Epifanía):
Blanco lirio, florecido
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario
¡cómo te deshojarán!
El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña con sus lágrimas.
Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte,
renacen las almas.
Himno (para después de Epifanía):
Ayer, en leve centella,
te vio Moisés sobre el monte;
hoy no basta el horizonte
para contener tu estrella.
Los magos preguntan; y ella
de un Dios infante responde
que en duras pajas se acuesta
y más se nos manifiesta
cuanto más hondo se esconde. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Salmo 71.
Poder real del Mesías.
Abriendo
sus cofres, le ofrecieron regalos:
oro, incienso y mirra. (Mt 2, 11)
I
Dios mío,
confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes
traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto
como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus
días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su
presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes
de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.
Antífona 2: Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.
II
Él librará al
pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Que viva y que
le traigan el oro de Saba,
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.
Que haya trigo
abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.
Que su nombre
sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Bendito sea el
Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.
Antífona 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico de
Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12a.
El juicio de Dios.
Gracias te
damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se
encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos lo
vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron;
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
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2 enero: VÍSPERAS
3 enero: VÍSPERAS
4 enero: VÍSPERAS
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6 enero: VÍSPERAS
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
VIERNES 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Pues en tu natividad
te quema la caridad,
en tu varonil edad,
¿quién sufrirá su calor?
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Será tan vivo tu fuego
que, con importuno ruego,
por salvar el mundo ciego
te dará mortal dolor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
Arderá tanto tu gana
que por la natura humana
querrás pagar su manzana
con muerte de malhechor.
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor?
¡Oh amor, digno de
espanto!,
pues que en este niño santo
has de pregonarte tanto,
cantemos a su loor:
Eres niño y has
amor:
¿qué farás cuando mayor? Amén.
Himno (para después de Epifanía):
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50.
Misericordia, Dios mío.
Renovaos
en la mente
y en el espíritu y vestíos de la nueva
condición humana. (Ef 4, 23-24)
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo
reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la
sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el
gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea
en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la
sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los
sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu
bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Antífona 2: En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico de
Habacuc 3, 2-4. 13a. 15-19.
Juicio de Dios.
Levantaos,
alzad la cabeza:
se acerca vuestra liberación.
(Lc 21, 28)
Señor, he oído
tu fama,
me ha impresionado tu obra.
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto, acuérdate de la misericordia.
El Señor viene
de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar
a tu pueblo,
a salvar a tu ungido.
Pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y
temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar;
gimo ante el día de angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la
higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios, mi salvador.
El Señor
soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Antífona 3: Glorifica al Señor, Jerusalén. †
Salmo 147.
Acción de gracias por la restauración de Jerusalén.
Ven
acá, voy a mostrarte a la novia,
a la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)
Glorifica al
Señor, Jerusalén;
† alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su
mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
Hace caer el
hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su
palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Glorifica al Señor, Jerusalén.
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2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
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6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
VÍSPERAS.
(Viernes 2a semana).
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.
Himno (antes de Epifanía):
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el mundo es trasunto
del eterno bien,
pues está en Belén
todo el cielo junto.
Ya no habrá más guerra
entre cielo y suelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya baja a ser hombre
porque subáis vos,
ya están hombre y Dios
en un solo hombre.
Ya muere el recelo
y el llanto se cierra:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Ya el hombre no tiene
sueños de grandeza,
porque el Dios que viene,
viene en la pobreza.
Ya nadie se encierra
en su propio miedo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo. Amén.
Himno (después de Epifanía):
Confiada mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114.
Himno a la grandeza de Dios.
Hay
que pasar mucho para entrar
en el reino de Dios. (Hch 14, 22)
Amo al Señor,
porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían
redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».
El Señor es
benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía,
recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en
presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Arranca, Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Antífona 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 120.
El guardián del pueblo.
Ya
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el sol
ni el bochorno. (Ap 7, 16)
Levanto mis
ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá
que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te
guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te
guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico de
Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no
temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
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(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA)
SÁBADO 2a Semana de NAVIDAD o de EPIFANÍA.
LAUDES.
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (antes de Epifanía): A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |
| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |
Antífona Invitatorio (después de Epifanía): A Cristo, que se nos ha manifestado, venid, adorémosle.
Himno (para antes de Epifanía):
Decid a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen santa.
Ángeles del cielo vienen,
de luz son las bellas alas,
y un canto divino traen
para estas nupcias sagradas.
Y, al amanecer, las aves
y el alba que se levanta,
con silbos del universo
cantadle vuestra alabanza.
Del Padre eterno nacido,
nace en carne la Palabra,
con nosotros vida y muerte,
y una muerte ensangrentada.
Al Hijo de Dios cantemos,
¡ay, gracia desenfrenada!,
ni los cielos sospecharon
que el mismo Dios se encarnara.
¡Oh gracia para adorar,
que nunca cupo más alta!
Tú, para hacernos divinos,
humano a nosotros bajas.
Cantad, criaturas todas,
que todas estáis salvadas,
y con la boca quedaos
al Padre diciendo: «¡Gracias!». Amén.
Himno (después de Epifanía):
Ayer, en leve centella,
te vio Moisés sobre el monte;
hoy no basta el horizonte
para contener tu estrella.
Los magos preguntan; y ella
de un Dios infante responde
que en duras pajas se acuesta
y más se nos manifiesta
cuanto más hondo se esconde. Amén.
Salmodia:
Antífona 1: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Salmo 91.
Alabanza del Dios Creador.
Este
salmo canta las maravillas
realizadas en Cristo. (S. Atanasio)
Es bueno dar
gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones,
Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque
germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus
enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo
crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez
seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Antífona 2: Dad gloria a nuestro Dios.
Cántico del
Deuteronomio 32, 1-12.
Beneficios de Dios para con su pueblo.
¡Cuántas
veces he querido reunir a tus hijos
como la clueca reúne a sus pollitos
bajo las alas! (Mt 23, 37)
Escuchad,
cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.
Voy a
proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos
degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de
los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el
Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.
Lo encontró en
una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila
incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo
los condujo,
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Dad gloria a nuestro Dios.
Antífona 3: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8.
Majestad del Señor y dignidad del hombre.
Todo
lo puso bajo sus pies,
y lo dio a la Iglesia, como cabeza,
sobre todo. (Ef 1, 22)
Señor, dueño
nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu
majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando
contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste
poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de
ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.
Señor, dueño
nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
-*-*-*-*-*-*-*-*-
A partir de aquí se continúa con del día de mes correspondiente:
2 enero: LAUDES
3 enero: LAUDES
4 enero: LAUDES
5 enero: LAUDES
6 enero: LAUDES
(Si el día 6 no se celebra la EPIFANÍA).
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 9, 5.
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: «Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Desde oriente vinieron unos magos a Belén para adorar al Señor; y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, como a rey soberano; incienso, como a Dios verdadero; y mirra, para su sepultura. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Desde oriente vinieron unos magos a Belén para adorar al Señor; y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, como a rey soberano; incienso, como a Dios verdadero; y mirra, para su sepultura. Aleluya.
Preces:
Aclamemos a
Cristo, Salvador enviado por Dios, a quien han contemplado los confines
de la tierra, y digámosle:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Redentor de todos los pueblos, que al venir al mundo destruiste el muro que separaba a Israel de las naciones
— haz que desaparezcan del mundo todas las discriminaciones que atentan contra la dignidad humana.
Tú que por tu encarnación y tu nacimiento quisiste habitar entre nosotros,
— enséñanos a descubrir tu presencia en la Iglesia y en todos los hombres.
Tú que nos has dado el pleno conocimiento de Dios, nuestro Padre,
— ayúdanos a vivir plenamente de tu palabra por nuestra fe y por nuestras obras.
Tú que eres el «Dios-con-nosotros» que has renovado maravillosamente la creación entera,
— haz que en nosotros todo se renueve también: el corazón, las palabras y las obras.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, cuyo Verbo eterno, embelleció la faz del cielo y recibió de la
Virgen María la fragilidad de nuestra carne, te pedimos que actúe con
la plenitud de su poder para la redención del mundo aquel que apareció
entre nosotros como esplendor de la verdad. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Lectura breve: Cf. 2a Carta de Pedro 1, 3-4.
El poder divino de Cristo nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento del que nos ha llamado con su propia gloria y potencia, con las cuales se nos han concedido las preciosas y sublimes promesas, para que, por medio de ellas, seáis partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que reina en el mundo por la ambición.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Al ver la estrella, los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa, ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Al ver la estrella, los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa, ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.
Preces:
Bendito sea el
Señor Jesucristo, que ha visitado a los que vivían en tinieblas y en
sombra de muerte a fin de iluminarlos; supliquémosle, diciendo:
Oh Cristo, sol que naces de lo alto, ilumínanos con tu luz.
Señor Jesucristo, que al venir al mundo diste nacimiento a la Iglesia, tu cuerpo,
— haz que esta Iglesia crezca y se construya en la caridad.
Tú que con tu poder gobiernas el cielo y la tierra,
— haz que los pueblos y sus gobernantes reconozcan y confiesen tu soberanía divina.
Tú que, al hacerte hombre, has sido constituido sacerdote eterno,
— haz que todos los sacerdotes sean ministros idóneos de tu redención.
Tú que, en el seno de María Virgen, desposaste místicamente la humanidad con la divinidad,
— bendice a las vírgenes que se han consagrado a ti para ser tus esposas.
Tú que, al unirte a nuestra naturaleza mortal, destruiste la muerte introducida por el pecado,
— transforma en vida eterna la muerte de nuestros difuntos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, cuyo Verbo eterno, embelleció la faz del cielo y recibió de la
Virgen María la fragilidad de nuestra carne, te pedimos que actúe con
la plenitud de su poder para la redención del mundo aquel que apareció
entre nosotros como esplendor de la verdad. Por nuestro Señor
Jesucristo.
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 4, 2-3.
Aquel día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel. A los que queden en Sión y al resto en Jerusalén los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Tres son los regalos que ofrecieron los magos al Señor, al Hijo de Dios, al gran Rey: oro, incienso y mirra. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Tres son los regalos que ofrecieron los magos al Señor, al Hijo de Dios, al gran Rey: oro, incienso y mirra. Aleluya.
Preces:
Celebremos la
misericordia de Cristo, que ha venido al mundo para que la creación se
viera liberada de la esclavitud de la corrupción y pudiera entrar en la
libertad gloriosa de los hijos de Dios. Seguros, pues, de este amor que
Dios nos tiene, digamos:
Por tu nacimiento, líbranos, Señor, de todo mal.
Tú, Señor, que existiendo desde siempre has querido asumir una vida nueva al hacerte hombre,
— renuévanos a nosotros por el misterio de tu nacimiento.
Tú que, sin dejar de ser Dios como el Padre, quisiste hacerte hombre como nosotros,
— haz que nuestra vida alcance su plenitud por la participación en tu vida divina.
Tú que al venir al mundo has querido ser luz de los paganos y maestro de todos los hombres,
— haz que tu palabra sea lámpara para nuestros pasos.
Palabra de Dios, que te hiciste carne en el seno de María Virgen y viniste al mundo,
— dígnate habitar siempre por la fe en nuestros corazones.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que por tu Unigénito nos hiciste para ti nuevas
criaturas, concédenos, por tu gracia, ser semejantes a aquel, en quien
nuestra naturaleza está unida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo.
(8 de enero)
Lectura breve: Carta a los Efesios 2, 3b-5.
Por naturaleza, estábamos destinados a la ira, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo —estáis salvados por pura gracia—.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Como luz de luz te mostraste, Cristo, y los magos te ofrecieron regalos. Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Como luz de luz te mostraste, Cristo, y los magos te ofrecieron regalos. Aleluya.
Preces:
Unidos a todos
los cristianos en la oración y la alabanza, roguemos al Señor:
Escucha a tus hijos, Padre santo.
Socorre, Señor, a los que te desconocen y te buscan a tientas;
— oriéntalos con la luz vivificante de Cristo.
Mira con amor a los que te adoran como único Dios y te esperan como juez en el último día;
— sé propicio con ellos, Señor, y con nosotros.
Acuérdate de aquellos a quienes das la vida, la luz y todos los bienes;
— que nunca se encuentren lejos de ti.
Guarda bajo la protección de tus ángeles a cuantos van de camino,
— y líbralos de la muerte imprevista y repentina.
Tú que manifestaste tu verdad a los fieles difuntos mientras vivieron en la tierra,
— condúcelos a contemplar la hermosura de tu rostro.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que por tu Unigénito nos hiciste para ti nuevas
criaturas, concédenos, por tu gracia, ser semejantes a aquel, en quien
nuestra naturaleza está unida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 49, 8-9a.
Te he constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: «Salid», a los que están en tinieblas: «Venid a la luz».
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Preces:
El Verbo
eterno, Hijo del Padre, cuando se cumplió el tiempo, nació como niño
para nuestro bien, y nos fue dado como hijo; aclamémosle jubilosos:
Bendito seas, Señor.
Hijo de Dios vivo, que existes antes que el mundo fuese hecho y que viniste a la tierra para salvar a los hombres,
— haznos testigos de tu Evangelio.
Sol de justicia, que brillas desde el seno del Padre e iluminas al mundo entero,
— sé luz para todos los que se hallan en las tinieblas de la muerte.
Tú que te hiciste niño y fuiste recostado en un pesebre,
— renueva en nosotros la sencillez de los niños.
Tú que por nosotros te hiciste pan vivo para la vida eterna,
— alegra nuestros corazones con el sacramento de tu altar.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que iluminas a todas las naciones, concede a tu pueblo gozar de
una paz estable e infunde en nuestras almas aquella luz espléndida que
derramaste en los corazones de nuestros padres. Por nuestro Señor
Jesucristo.
(9 de enero)
Lectura breve: Carta a los Colosenses 1, 13-15.
Dios nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su Amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Herodes preguntó a los magos: «¿Qué señal habéis visto sobre el nacimiento del Rey?» «Vimos una estrella resplandeciente cuyo fulgor ilumina al mundo».
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Herodes preguntó a los magos: «¿Qué señal habéis visto sobre el nacimiento del Rey?» «Vimos una estrella resplandeciente cuyo fulgor ilumina al mundo».
Preces:
Alabemos a
Cristo, el Verbo de Dios, que ha venido para arrojar al mar todos
nuestros pecados; fortalecidos con esta certeza, roguémosle, diciendo:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Sacerdote eterno, que al entrar en el mundo has instituido la plenitud del culto,
— haz que todos los hombres participen de él por medio de tu Iglesia.
Médico de las almas y de los cuerpos, que viniste a visitar a los que estábamos enfermos,
— da salud y vigor a los débiles.
Tú que en tu nacimiento nos diste un motivo de común alegría,
— socorre a los indigentes y a los pecadores, para que se alegren en ti.
Rey poderoso, que quebrantaste las ataduras de la antigua servidumbre,
— libra a los prisioneros y vela por los encarcelados.
Tú que al venir a nosotros te convertiste en puerta abierta del cielo,
— haz que los difuntos tengan, por ti, acceso al Padre.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que iluminas a todas las naciones, concede a tu pueblo gozar de
una paz estable e infunde en nuestras almas aquella luz espléndida que
derramaste en los corazones de nuestros padres. Por lo nuestro Señor
Jesucristo.
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 62, 11-12.
«Decid a la hija de Sión: Mira a tu salvador, que llega, el premio de su victoria lo acompaña, la recompensa lo precede». Los llamarán «Pueblo santo», «Redimidos del Señor».
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Todas las naciones vienen de lejos trayendo regalos. Aleluya.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Todas las naciones vienen de lejos trayendo regalos. Aleluya.
Preces:
Celebremos las
maravillas del Señor, que nos ha traído la consolación en el nacimiento
de su Hijo, y aclamémosle llenos de alegría:
Gloria a Dios en el cielo.
Con los ángeles, los patriarcas y los profetas,
— te alabamos, Señor.
Con la Virgen María, madre de Dios,
— nuestras almas proclaman tu grandeza, Señor.
Con los apóstoles y evangelistas,
— te damos gracias, Señor.
Con todos los santos mártires de Cristo,
— te presentamos nuestros cuerpos como una hostia santa.
Con todos los santos, que han sido testigos de la Iglesia,
— te consagramos nuestra vida de todo corazón.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que por medio de tu Hijo has hecho aparecer ante todas las
naciones la luz de tu eternidad, concede a tu pueblo reconocer la
plenitud espléndida de su Redentor para llegar con su ayuda a la
claridad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
(10 de enero).
Lectura breve 1a Carta de Juan 1, 5b. 7.
Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Vienen todos de Saba trayendo incienso y oro. Aleluya.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Vienen todos de Saba trayendo incienso y oro. Aleluya.
Preces:
Unidos en
oración con todos los hermanos, bendigamos a Dios y supliquémosle,
diciendo:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Padre santo, te rogamos por aquellos que sólo tienen de ti un conocimiento natural;
— haz que sean también iluminados con la luz del Evangelio de tu Hijo.
Mira con piedad a todos aquellos que, fuera de la Iglesia, buscan liberarse de las angustias de la condición humana,
— para que encuentren a Cristo, que es camino, verdad y vida.
Ayuda a los que practican de buena voluntad su religión,
— para que lleguen a la admirable luz de Cristo.
Purifica siempre los corazones de tus fieles,
— para que te conozcan cada vez más claramente.
Manifiesta tu misericordia con los difuntos,
— revístelos de la gloria de tus elegidos.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Oh,
Dios, que por medio de tu Hijo has hecho aparecer ante todas las
naciones la luz de tu eternidad, concede a tu pueblo reconocer la
plenitud espléndida de su Redentor para llegar con su ayuda a la
claridad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES.
Lectura breve: Isaías 45, 22-24.
Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro. Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: «Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua».
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Vendrán a ti los que te calumniaban, y besarán las huellas de tus pies.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Vendrán a ti los que te calumniaban, y besarán las huellas de tus pies.
Preces:
Honor y gloria
a Cristo, que ha venido para crear un hombre nuevo de corazón y de
espíritu. Invoquémosle, diciendo:
Renuévanos por tu nacimiento.
Tú que, al revestirte de la naturaleza humana, nos has regalado el sacramento de la divinidad,
— haz que te reconozcamos en el misterio de tu palabra y de tu cuerpo, que has querido entregar a tu Iglesia.
Creador del género humano, que te has hecho hombre entre los hombres por medio de la Virgen inmaculada,
— concédenos, por su intercesión, la gracia de llegar salvos a la posesión de tu divinidad.
Redentor nuestro, que has descendido sobre la tierra como el rocío sobre el vellón,
— riega nuestras almas con el agua que brota para la vida eterna.
A quienes celebramos los primeros pasos de tu vida terrena,
— concédenos llegar al estado del hombre perfecto, a la madurez de tu plenitud.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso, concédenos que el nacimiento del Salvador del mundo,
anunciado por una estrella, se manifieste y crezca siempre en nuestros
corazones. Por nuestro Señor Jesucristo.
(11 de enero)
Lectura breve: Carta a los Romanos 8, 3-4.
Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu.
Responsorio breve:
V. Será la bendición de Todos los pueblos.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
V. Lo proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R. Todos los pueblos.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Será la bendición de Todos los pueblos.
Antífona Magníficat: Habiendo recibido en sueños un oráculo, los magos se marcharon a su tierra por otro camino.
Cántico
Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Magníficat: Habiendo recibido en sueños un oráculo, los magos se marcharon a su tierra por otro camino.
Preces:
Oremos al
Padre, que ha constituido a Cristo luz de las naciones:
Padre nuestro, escúchanos.
Haz, Señor, que tu Iglesia se extienda por toda la tierra
— para que se manifieste la gloria de tu Hijo.
Padre eterno, que guiaste hasta tu Hijo a los sabios de oriente,
— manifiéstalo también a todos los que buscan la verdad.
Atrae a las naciones hacia tu luz admirable,
— para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla.
Envía trabajadores a tu mies,
— para que los pobres sean evangelizados y se proclame el tiempo de la misericordia.
Concede a los difuntos la plena redención de sus culpas,
— para que gocen de la victoria que nos ha conseguido tu Hijo Jesucristo.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso, concédenos que el nacimiento del Salvador del mundo,
anunciado por una estrella, se manifieste y crezca siempre en nuestros
corazones. Por nuestro Señor Jesucristo.
LAUDES.
Lectura breve: Sabiduría 7, 26-27.
La Sabiduría es irradiación de la luz eterna, espejo límpido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Aun siendo una sola, todo lo puede; sin salir de sí misma, todo lo renueva y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas.
Responsorio breve:
V. Se postrarán ante él Todos los reyes.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
V. Todos los pueblos le servirán.
R. Todos los reyes.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Se postrarán ante él Todos los reyes.
Antífona Benedictus: Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, y manifestó su gloria.
Cántico
Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona Benedictus: Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, y manifestó su gloria.
Preces:
Glorifiquemos
a Cristo, que es imagen de Dios, y pidamos con fe:
Cristo, hijo de Dios, escúchanos.
Hijo de Dios, que nos has manifestado el amor del Padre,
— manifiéstalo a los hombres por medio de nuestra caridad fraterna.
Tú que te has mostrado como señor de la vida,
— concédenos la plenitud de tu vida.
Haz que manifestemos tu vida en nuestros cuerpos,
— llevando en nuestra carne tus padecimientos.
Ilumina nuestros corazones,
— para que brille en nosotros el luminoso conocimiento de la gloria de Dios.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Oración:
Dios
todopoderoso y eterno, que por tu Unigénito nos hiciste para ti nuevas
criaturas, concédenos, por tu gracia, ser semejantes a aquel, en quien
nuestra naturaleza está unida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo.
Salmo 94.
Venid, aclamemos al Señor.
Animaos
los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3, 13)
Se anuncia la antífona.
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Se repite la antífona.
Porque el
Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Se repite la antífona.
Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Se repite la antífona.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Se repite la antífona.
Durante
cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso”».
Se repite la antífona.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
También se pueden pronunciar éstos salmos, en lugar del Salmo 94.
Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.
El
Señor manda que los redimidos entonen
un himno de victoria. (S. Atanasio)
Se anuncia la antífona.
Aclama al
Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Se repite la antífona.
Sabed que el
Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Se repite la antífona.
Entrad por sus
puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Se repite la antífona.
«El Señor es
bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».
Se repite la antífona.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.
Sabed
que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)
Se anuncia la antífona.
El Señor tenga
piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Se repite la antífona.
Oh Dios, que
te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Se repite la antífona.
Que canten de
alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
Se repite la antífona.
Oh Dios, que
te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Se repite la antífona.
La tierra ha
dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Se repite la antífona.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 23.
Entrada solemne de Dios en el templo.
Las
puertas del cielo se abren
ante Cristo que, como hombre,
sube al cielo. (S. Ireneo)
Se anuncia la antífona.
Del Señor es
la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
Se repite la antífona.
— ¿Quién puede
subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
Se repite la antífona.
— El hombre de
manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Se repite la antífona.
— Éste es el
grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
Se repite la antífona.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
— ¿Quién es
ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
Se repite la antífona.
¡Portones!,
alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
— ¿Quién es
ese Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos;
él es el Rey de la gloria.
Se repite la antífona.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
CÁNTICO EVANGÉLICO PARA LAUDES:
Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño,
te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
CÁNTICO EVANGÉLICO PARA VÍSPERAS:
— MAGNÍFICAT —
Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace
proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.