3ª SEMANA ADVIENTO

3a SEMANA de ADVIENTO:

Lecturas: según la Biblia de la Conferencia Episcopal Española.
Oraciones: según el Nuevo Misal español.


SEMANA 3a ADVIENTO
ANTES DEL 17 DE DICIEMBRE


DOMINGO 3o de ADVIENTO:
1a Vísperas

Laudes

2a Vísperas

LUNES 3o
Laudes | Vísperas

MARTES 3o
Laudes | Vísperas

MIÉRCOLES 3o
Laudes | Vísperas

JUEVES 3o
Laudes | Vísperas

VIERNES 3o
Laudes | Vísperas




SEMANA 3a ADVIENTO
A PARTIR DEL 17 DE DICIEMBRE

DOMINGO 3o de ADVIENTO:
1a Vísperas

Laudes

2a Vísperas

LUNES 3o
Laudes | Vísperas

MARTES 3o
Laudes | Vísperas

MIÉRCOLES 3o
Laudes | Vísperas

JUEVES 3o
Laudes | Vísperas

VIERNES 3o
Laudes | Vísperas

SÁBADO 3o
Laudes




DOMINGO 3o DE ADVIENTO.

SEMANA 3a DEL SALTERIO

PRIMERAS VÍSPERAS.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.

Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.

Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.

Con María la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.

Salmodia:

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Alégrate, Jerusalén, porque viene a ti el Salvador. Aleluya.

Salmo 112.
Alabado sea el nombre del Señor.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Alégrate, Jerusalén, porque viene a ti el Salvador. Aleluya.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Yo soy el Señor: mi hora está cerca, mi salvación no tardará.

Salmo 115.
Acción de gracias en el templo.

Por medio de Jesús ofrezcamos
continuamente a Dios un sacrificio
de alabanza. (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos».

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Yo soy el Señor: mi hora está cerca, mi salvación no tardará.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Envía, Señor, al Cordero que dominará la tierra, desde la peña del desierto al monte de Sión.

Cántico de Filipenses 2, 6-11.
Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual.

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Envía, Señor, al Cordero que dominará la tierra, desde la peña del desierto al monte de Sión.

Lectura breve: 1a Carta a los Tesalonicenses 5, 23-24.

Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fiel, y él lo realizará.

Responsorio breve:

V. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

V. Danos tu salvación.

R. Tu misericordia.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

Antífona Magníficat: No hay otro Dios fuera de mí, ni nadie será mi semejante; ante mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda lengua.

Año A: Antes de mí no existía ningún dios, y después de mí ninguno habrá; ante mí se doblará toda rodilla y me alabará toda lengua.

Año B: Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía para dar testimonio de la luz.

Año C: La gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?». Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: No hay otro Dios fuera de mí, ni nadie será mi semejante; ante mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda lengua.

Año A: Antes de mí no existía ningún dios, y después de mí ninguno habrá; ante mí se doblará toda rodilla y me alabará toda lengua.

Año B: Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía para dar testimonio de la luz.

Año C: La gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?». Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Preces:

Invoquemos a Cristo, alegría y júbilo de cuantos esperan su llegada, y digámosle:
¡Ven, Señor, y no tardes más!

Esperamos alegres tu venida:

ven, Señor Jesús.

Tú que existes antes de los tiempos,

ven y salva a los que viven en el tiempo.

Tú que creaste el mundo y a todos los que en él habitan,

ven a restaurar la obra de tus manos.

Tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal,

ven y arráncanos del dominio de la muerte.

Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante,

ven y danos tu vida eterna.

Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino,

ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.


LAUDES DOMINGO.

Si hoy domingo es 17 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

Preparemos los caminos
—ya se acerca el Salvador—
y salgamos, peregrinos,
al encuentro del Señor.

Ven, Señor, a libertarnos,
ven tu pueblo a redimir;
purifica nuestras vidas
y no tardes en venir.

El rocío de los cielos
sobre el mundo va a caer,
el Mesías prometido,
hecho niño, va a nacer.

De los montes la dulzura,
de los ríos leche y miel,
de la noche será aurora
la venida de Emmanuel.

Te esperamos anhelantes
y sabemos que vendrás;
deseamos ver tu rostro
y que vengas a reinar.

Consolaos y alegraos,
desterrados de Sión,
que ya viene, ya está cerca,
Él es nuestra salvación. Amén.

Salmodia:

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.

Salmo 92.
Gloria al Dios creador.

Reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo, alegrémonos y gocemos
y démosle gracias. (Ap 19, 6. 7)

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Los montes y las colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará; ven, Señor, no tardes. Aleluya.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor, sus
siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Los montes y las colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará; ven, Señor, no tardes. Aleluya.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.

Salmo 148.
Alabanza del Dios creador.

Al que se sienta en el trono y al Cordero
la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. (Ap 5, 13)

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.

Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,

rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,

montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,

fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,

alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.

Lectura breve: Carta a los Romanos 13, 11b-12.

Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.

Responsorio breve:

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.

V. Tú que has de venir al mundo.

R. Ten piedad de nosotros.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Cristo, Hijo de Dios vivo, Ten piedad de nosotros.

Antífona Benedictus: Juan, habiendo oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».

Si hoy es 17 de diciembre: Sabed que está cerca el reino de Dios; os aseguro que no tardará.

Año A: Juan, habiendo oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».

Año B: Sa

Año C: Juan dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Juan, habiendo oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».

Si hoy es 17 de diciembre: Sabed que está cerca el reino de Dios; os aseguro que no tardará.

Año A: Juan, habiendo oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?».

Año B: Sa

Año C: Juan dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Preces:

Oremos a Dios Padre, que nos concede la gracia de esperar la revelación de nuestro Señor Jesucristo, y digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Santifica, Señor, todo nuestro espíritu, alma y cuerpo,

y guárdanos sin reproche hasta el día de la venida de tu Hijo.

Haz que durante este día caminemos en santidad,

y llevemos una vida sobria, honrada y religiosa.

Ayúdanos a vestirnos del Señor Jesucristo,

y a llenarnos del Espíritu Santo.

Haz, Señor, que estemos preparados

el día de la manifestación gloriosa de tu Hijo.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEGUNDAS VÍSPERAS
3o DOMINGO DE ADVIENTO.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Marana tha!
¡Ven, Señor, Jesús!

Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.

El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!».
Quien lo oiga diga: «¡Ven, Señor!».

Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.

Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

Salmodia:

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono de gloria.

Salmo 109, 1-5. 7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.

Cristo tiene que reinar hasta que
Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. (1 Cor 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono de gloria.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con poder viene el Señor, luz del mundo.

Salmo 110.
Grandes son las obras del Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente. (Ap 15, 3)

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza.
Su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con poder viene el Señor, luz del mundo.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos, la venida del Señor.

Cántico de Apocalipsis 19, 1-7.
Las bodas del Cordero.

Aleluya. La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. Aleluya.

Aleluya. Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que lo teméis, pequeños y grandes. Aleluya.

Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias. Aleluya.

Aleluya. Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos, la venida del Señor.

Lectura breve: Carta a los Filipenses 4, 4-5.

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.

Responsorio breve:

V. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

V. Danos tu salvación.

R. Tu misericordia.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

Antífona Magníficat: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia». Aleluya.

Si hoy es 17 diciembre: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación

Año A: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia». Aleluya.

Año B: Oh …

Año C: Juan tomó la palabra y dijo: «Viene el que puede más que yo; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia». Aleluya.

Si hoy es 17 diciembre: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación

Año A: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia». Aleluya.

Año B: Oh …

Año C: Juan tomó la palabra y dijo: «Viene el que puede más que yo; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero».

Preces:

Oremos a Jesucristo, nuestro Redentor, que es Camino, Verdad y Vida de los hombres, y digámosle:
Ven, Señor, y quédate con nosotros.

Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a María Virgen,

ven a reinar para siempre sobre tu pueblo.

Santo de Dios, ante cuya venida el Precursor saltó de gozo en el seno de Isabel,

ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación.

Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José,

ven a salvar al pueblo de sus pecados.

Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos,

ven a consolar a tu pueblo.

Sol naciente que nos visitará de lo alto, como profetizó Zacarías,

ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.


DOMINGO
(si coincide con el 17 diciembre).

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

¡Cielos, lloved vuestra justicia!
¡Ábrete, tierra!
¡Haz germinar al Salvador!

Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que conduces a tu pueblo,
ven a rescatarnos por el poder de tu brazo.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sabiduría, salida de la boca del Padre,
anunciada por profetas,
ven a enseñarnos el camino de la salvación.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Hijo de David, estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
tú que reinas sobre el mundo,
ven a libertar a los que en tinieblas te esperan.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sol naciente, esplendor de la luz eterna
y sol de justicia,
ven a iluminar a los que yacen en sombras de muerte.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia,
tú que unes a los pueblos,
ven a libertar a los hombres que has creado.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Emmanuel, nuestro Rey, Salvador de las naciones,
esperanza de los pueblos,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Salmodia:

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.

Salmo 92.
Gloria al Dios creador.

Reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo, alegrémonos y gocemos
y démosle gracias. (Ap 19, 6. 7)

El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Los montes y las colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará; ven, Señor, no tardes. Aleluya.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor, sus
siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Los montes y las colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y lo escabroso se igualará; ven, Señor, no tardes. Aleluya.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.

Salmo 148.
Alabanza del Dios creador.

Al que se sienta en el trono y al Cordero
la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por los siglos de los siglos. (Ap 5, 13)

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.

Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,

rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,

montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,

fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,

los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,

alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.

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A partir de aquí se continúa con el formulario del día 17 DE DICIEMBRE, excepto la oración, que será la propia del Domingo.

17 diciembre Laudes

Oración Domingo 3o Adviento:

Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEGUNDAS VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(si coincide con el 17 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

La pena que la tierra soportaba
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso,
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno baja de los cielos,
con nuestra débil carne se desposa.

¡Oh misterio que sólo la fe alcanza!,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en su presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
y al Hijo suyo amado, Jesucristo,
el que quiso nacer para nosotros
para darnos su Espíritu divino. Amén.

Salmodia:

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono de gloria.

Salmo 109, 1-5. 7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.

Cristo tiene que reinar hasta que
Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. (1 Cor 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1 Domingo III de Adviento: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono de gloria.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con poder viene el Señor, luz del mundo.

Salmo 110.
Grandes son las obras del Señor.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente. (Ap 15, 3)

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza.
Su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2 Domingo III de Adviento: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con poder viene el Señor, luz del mundo.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos, la venida del Señor.

Cántico de Apocalipsis 19, 1-7.
Las bodas del Cordero.

Aleluya. La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. Aleluya.

Aleluya. Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que lo teméis, pequeños y grandes. Aleluya.

Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias. Aleluya.

Aleluya. Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3 Domingo III de Adviento: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos, la venida del Señor.

– * – * – * – * – * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día 17 DE DICIEMBRE, excepto la oración, que será la propia del Domingo.


17 diciembre Vísperas

Oración Domingo 3o Adviento:

Oh, Dios, que contemplas cómo tu pueblo espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo.


LUNES 3a SEMANA ADVIENTO.

Si este lunes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

Preparemos los caminos
—ya se acerca el Salvador—
y salgamos, peregrinos,
al encuentro del Señor.
Ven, Señor, a libertarnos,
ven tu pueblo a redimir;
purifica nuestras vidas
y no tardes en venir.

El rocío de los cielos
sobre el mundo va a caer,
el Mesías prometido,
hecho niño, va a nacer.
De los montes la dulzura,
de los ríos leche y miel,
de la noche será aurora
la venida de Emmanuel.

Te esperamos anhelantes
y sabemos que vendrás;
deseamos ver tu rostro
y que vengas a reinar.
Consolaos y alegraos,
desterrados de Sión,
que ya viene, ya está cerca,
Él es nuestra salvación. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

Salmo 83.
Añoranza del templo.

Aquí no tenemos ciudad permanente,
sino que andamos en busca
de la futura. (Hb 13, 14)

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:

Cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

Antífona 2: Venid, subamos al monte del Señor.

Cántico de Isaías 2, 2-5.
El monte de la casa del Señor en la cima de los montes.

Vendrán todas las naciones y se postrarán
en tu acatamiento. (Ap 15, 4)

Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.

Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob;

él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor».

Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.

Casa de Jacob, ven,
caminemos a la luz del Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Venid, subamos al monte del Señor.

Antífona 3: Cantad al Señor, bendecid su nombre.

Salmo 95.
El Señor, rey y juez del mundo.

Cantaban un cántico nuevo delante del trono,
en presencia del Cordero. (cf. Ap 14, 3)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Cantad al Señor, bendecid su nombre.

Lectura breve: Isaías 2, 3.

Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: Vendrá del cielo el Señor de los ejércitos; en su mano, el honor y el imperio.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Vendrá del cielo el Señor de los ejércitos; en su mano, el honor y el imperio.

Preces:

El Señor Jesucristo, Luz de Luz e Hijo de Dios vivo, nos sacará de las tinieblas en que nos encontramos, para que podamos contemplar su gloria; acudamos, pues, a él, y digámosle confiadamente:
Ven, Señor Jesús.

Oh Luz indestructible que vienes a iluminar nuestras tinieblas,

despierta nuestra fe aletargada.

Haz que andemos con seguridad durante el día,

guiados por el resplandor de tu claridad.

Concédenos la mansedumbre en todo tiempo,

y haz que sea notoria a todos los hombres.

Ven a crear la nueva tierra que anhelamos,

en la que habite la justicia y la paz.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Escucha con piedad nuestras súplicas, Señor, ilumina las tinieblas de nuestro corazón con la gracia de tu Hijo, que viene a visitarnos. Él, que vive y reina contigo.


VÍSPERAS LUNES
3o DE ADVIENTO.

Si este lunes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Marana tha!
¡Ven, Señor, Jesús!

Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.

El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!».
Quien lo oiga diga: «¡Ven, Señor!».

Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.

Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

Salmodia:

Antífona 1: Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.

Salmo 122.
El Señor, esperanza del pueblo.

Dos ciegos& se pusieron a gritar:
«¡Ten compasión de nosotros, Señor,
Hijo de David!». (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.

Antífona 2: Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Salmo 123.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Dijo el Señor a Pablo: «No temas,
que yo estoy contigo». (Hch 18, 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa a sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Antífona 3: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.

Lectura breve: Carta a los Filipenses 3, 20b-21.

Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios miró a su humilde esclava.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios miró a su humilde esclava.

Preces:

Oremos al Señor, que vendrá y nos salvará, y digámosle:
Ven, Señor, y sálvanos.

Señor Jesús, ungido del Padre y Salvador de los hombres,

ven pronto a salvarnos.

Tú que viniste al mundo,

líbranos del pecado del mundo.

Tú que viniste del Padre,

muéstranos el camino para ir al Padre.

Tú que fuiste concebido por obra del Espíritu Santo,

renuévanos a nosotros con la fuerza de este mismo Espíritu Santo.

Tú que tomaste carne en el seno de la Virgen María,

líbranos de la corrupción de la carne.

Acuérdate, Señor, de todos los hombres

que, desde el comienzo del mundo, esperaron en ti.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Escucha con piedad nuestras súplicas, Señor, ilumina las tinieblas de nuestro corazón con la gracia de tu Hijo, que viene a visitarnos. Él, que vive y reina contigo.


LUNES entre el 17 y 23 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

¡Cielos, lloved vuestra justicia!
¡Ábrete, tierra!
¡Haz germinar al Salvador!

Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que conduces a tu pueblo,
ven a rescatarnos por el poder de tu brazo.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sabiduría, salida de la boca del Padre,
anunciada por profetas,
ven a enseñarnos el camino de la salvación.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Hijo de David, estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
tú que reinas sobre el mundo,
ven a libertar a los que en tinieblas te esperan.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sol naciente, esplendor de la luz eterna
y sol de justicia,
ven a iluminar a los que yacen en sombras de muerte.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia,
tú que unes a los pueblos,
ven a libertar a los hombres que has creado.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Emmanuel, nuestro Rey, Salvador de las naciones,
esperanza de los pueblos,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Salmodia:

Antífona 1: Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

Salmo 83.
Añoranza del templo.

Aquí no tenemos ciudad permanente,
sino que andamos en busca
de la futura. (Hb 13, 14)

¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:

Cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

Antífona 2: Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

Cántico de Isaías 2, 2-5.
El monte de la casa del Señor en la cima de los montes.

Vendrán todas las naciones y se postrarán
en tu acatamiento. (Ap 15, 4)

Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.

Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob;

él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor».

Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.

Casa de Jacob, ven,
caminemos a la luz del Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

Antífona 3: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

Salmo 95.
El Señor, rey y juez del mundo.

Cantaban un cántico nuevo delante del trono,
en presencia del Cordero. (cf. Ap 14, 3)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

– * – * – * – * –

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17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes


VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(Lunes entre el 17 y 23 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

Ven, ven, Señor, no tardes.
Ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas tú. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

Salmo 122.
El Señor, esperanza del pueblo.

Dos ciegos se pusieron a gritar:
«¡Ten compasión de nosotros, Señor,
Hijo de David!». (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Mirad, vendrá el Señor, príncipe de los reyes de la tierra; ¡dichosos los que están preparados para salir a su encuentro!

Antífona 2: Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

Salmo 123.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Dijo el Señor a Pablo: «No temas,
que yo estoy contigo». (Hch 18, 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa a sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió,
y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Cantad al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza hasta el confín de la tierra.

Antífona 3: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?

– * – * – * – * –

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17 diciembre Vísperas

18 diciembre Vísperas

19 diciembre Vísperas

20 diciembre Vísperas

21 diciembre Vísperas

22 diciembre Vísperas

23 diciembre Vísperas


MARTES 3a SEMANA ADVIENTO.

Si este martes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.

El amor hizo nuevas las cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.

Ya la tierra reclama su fruto,
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.

Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo,
y a su reino nos ha destinado. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.

Salmo 84.
Nuestra salvación está cerca.

Dios bendijo nuestra tierra cuando
le envió el Salvador. (Orígenes)

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos,
y a los que se convierten de corazón».

La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan.

La fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.

Antífona 2: Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.

Cántico de Isaías 26, 1-4. 7-9. 12.
Himno después de la victoria sobre el enemigo.

La muralla de la ciudad tenía
doce basamentos. (cf. Ap 21, 14)

Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes.

Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.

Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.

La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.

Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden la justicia los habitantes del orbe.

Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Mi alma te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.

Antífona 3: Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.

Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.

Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia;
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Ilumina, Señor, tu rostro sobre nosotros.

Lectura breve: Génesis 49, 10.

No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: ¡Despierta, despierta, Jerusalén! Desata las correas de tu cuello, Sión cautiva.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: ¡Despierta, despierta, Jerusalén! Desata las correas de tu cuello, Sión cautiva.

Preces:

El Señor, Padre todopoderoso, tenderá otra vez su mano, para rescatar al resto de su pueblo; supliquémosle, pues, confiados:
Venga a nosotros tu reino, Señor.

Concédenos, Señor, dar aquel fruto que pide la conversión,

para que podamos recibir tu reino que se acerca.

Prepara, Señor, en nuestros corazones, un camino para tu Palabra que ha de venir;

así tu gloria se manifestará al mundo por medio de nosotros.

Abaja los montes y las colinas de nuestro orgullo

y levanta los valles de nuestros desánimos y de nuestras cobardías.

Destruye los muros del odio que divide a las naciones

y allana los caminos de la concordia entre los hombres.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que por medio de tu Unigénito has hecho de nosotros criaturas nuevas, mira con amor esta obra de tu misericordia y, por la venida de tu Hijo, límpianos de todas las manchas de nuestra antigua vida de pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS MARTES
3o DE ADVIENTO.

Si este martes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.

Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.

Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.

Con María la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: El Señor rodea a su pueblo.

Salmo 124.
El Señor vela por su pueblo.

Paz sobre el Israel de Dios. (Ga 6, 16)

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor rodea a su pueblo.

Antífona 2: Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Salmo 130.
Abandono confiado en los brazos del Señor.

Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón. (Mt 11, 29)

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Antífona 3: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico de Apocalipsis 4, 11; 5, 9. 10. 12.
Himno de los redimidos.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Lectura breve: Cf. 1a Carta a los Corintios 1,7b-9.

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Antes de vivir juntos resultó que María esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. Aleluya.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Antes de vivir juntos resultó que María esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. Aleluya.

Preces:

Cristo, Palabra eterna, ha inaugurado un camino nuevo y vivo, a través del velo de su propia carne, para entrar en el santuario. Pidámosle, pues, con humildad:
Ven, Señor, y sálvanos.

Oh Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos,

ven a revelarnos que somos estirpe tuya.

Tú que no estás lejos de ninguno de nosotros,

muéstrate en seguida a todos los que te buscan.

Padre de los pobres y consuelo de los afligidos,

da la libertad a los cautivos y la alegría a los tristes.

Tú que destruyes la muerte y haces brillar la vida,

líbranos a nosotros y a todos los difuntos de la muerte eterna.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que por medio de tu Unigénito has hecho de nosotros criaturas nuevas, mira con amor esta obra de tu misericordia y, por la venida de tu Hijo, límpianos de todas las manchas de nuestra antigua vida de pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.


MARTES entre el 17 y 24 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

Ya muy cercano, Emmanuel,
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.

Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.

Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.

Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.

Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar, libre su vía,
con la esperanza del gran día.

Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.

Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Salmo 84.
Nuestra salvación está cerca.

Dios bendijo nuestra tierra cuando
le envió el Salvador. (Orígenes)

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?

¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos,
y a los que se convierten de corazón».

La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan.

La fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Antífona 2: Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

Cántico de Isaías 26, 1-4. 7-9. 12.
Himno después de la victoria sobre el enemigo.

La muralla de la ciudad tenía
doce basamentos. (cf. Ap 21, 14)

Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes.

Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.

Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.

La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.

Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden la justicia los habitantes del orbe.

Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

Antífona 3: Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.

Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia;
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

– * – * – * – * –

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17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes

19 diciembre Laudes



VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(Martes entre el 17 y 23 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

La pena que la tierra soportaba
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso,
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno baja de los cielos,
con nuestra débil carne se desposa.

¡Oh misterio que sólo la fe alcanza!,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en su presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
y al Hijo suyo amado, Jesucristo,
el que quiso nacer para nosotros
para darnos su Espíritu divino. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Salmo 124.
El Señor vela por su pueblo.

Paz sobre el Israel de Dios. (Ga 6, 16)

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.

Antífona 2: Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

Salmo 130.
Abandono confiado en los brazos del Señor.

Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón. (Mt 11, 29)

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ella murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.

Antífona 3: Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Cántico de Apocalipsis 4, 11; 5, 9. 10. 12.
Himno de los redimidos.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

– * – * – * – * –

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17 diciembre Vísperas

18 diciembre Vísperas

19 diciembre Vísperas



MIÉRCOLES 3a SEMANA ADVIENTO.

Si este miércoles coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí aquí para rezar con este otro formulario.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está.
La noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.

Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.

Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor,
serían un día su gracia y su don.

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Salmo 85.
Oración de un pobre ante las adversidades.

Bendito sea Dios, que nos alienta
en nuestras luchas. (2 Co 1, 3. 4)

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Antífona 2: Dichoso el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.

Cántico de Isaías 33, 13-16.
Dios juzgará con justicia.

La promesa vale para vosotros
y para vuestros hijos y para todos
los que están lejos. (Hch 2, 39)

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Dichoso el hombre que camina por sendas de justicia y habla con rectitud.

Antífona 3: Aclamad al Rey y Señor.

Salmo 97.
El Señor, juez vencedor.

Este salmo canta la primera venida del Señor
y la conversión de las naciones. (S. Atanasio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

Tañed la cítara para el Señor
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Aclamad al Rey y Señor.

Lectura breve: Isaías 7, 14b-15.

Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel. Comerá requesón con miel, para que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: «Consolad, consolad a mi pueblo», dice vuestro Dios.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: «Consolad, consolad a mi pueblo», dice vuestro Dios.

Preces:

Cristo, Palabra de Dios, ha querido acampar entre nosotros para que contemplemos su gloria; alegres, pues, con esta esperanza, digamos:
Quédate con nosotros, oh Emmanuel.

Príncipe de la justicia y de la rectitud,

haz justicia a los pobres y desamparados.

Rey de la paz, que de las espadas forjas arados, y de las lanzas, podaderas,

convierte nuestras envidias en amor y nuestra hambre de venganza en deseos de perdón.

Tú que no juzgas por apariencias,

discierne quiénes son los que realmente te pertenecen.

Cuando vengas en una nube con gran poder y gloria,

haz que nos podamos mantener en pie delante de ti.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta, ya cercana, de la venida de tu Hijo nos reconforte en esta vida y nos conceda los premios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS MIÉRCOLES
3o DE ADVIENTO.

Si este miércoles coincide entre los días 17 y 23 de diciembre, haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Marana tha!
¡Ven, Señor, Jesús!

Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.

El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!».
Quien lo oiga diga: «¡Ven, Señor!».

Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.

Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

Salmodia:

Antífona 1: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Salmo 125.
Dios, alegría y esperanza.

Si sois compañeros en el sufrir,
también lo sois en el buen ánimo.
(2 Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Antífona 2: Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Cf. Cántico de Colosenses 1, 12-20.
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Él es el primogénito de toda criatura, es el primero en todo.

Lectura breve: 1a Carta a los Corintios 4, 5.

No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Señor, tú eres el que esperamos, el que ha de venir para salvar a tu pueblo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Señor, tú eres el que esperamos, el que ha de venir para salvar a tu pueblo.

Preces:

Invoquemos a Dios Padre, que nos envió a su Hijo para que nos trajera una paz sin límites, y digámosle:
Venga a nosotros tu reino, Señor.

Mira, Padre santo, a tu Iglesia

y ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó.

Oh Señor, siempre fiel a tus promesas, acuérdate de los hijos de Abrahán

y cumple las promesas que hiciste a sus padres.

Mira, Dios de clemencia a los paganos, y llámalos, por tu misericordia,

para que también ellos te alaben y te glorifiquen.

Visita, Pastor eterno, las ovejas de tu rebaño

y reúnelas a todas en tus verdes praderas.

Acuérdate también de los que han salido de este mundo en tu paz

y recíbelos en el reino de tu Hijo.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta, ya cercana, de la venida de tu Hijo nos reconforte en esta vida y nos conceda los premios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.


MIÉRCOLES entre el 17 y 23 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está.
La noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.

Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.

Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor,
serían un día su gracia y su don.

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Salmo 85.
Oración de un pobre ante las adversidades.

Bendito sea Dios, que nos alienta
en nuestras luchas. (2 Co 1, 3. 4)

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Antífona 2: Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca como una aurora su Justo.

Cántico de Isaías 33, 13-16.
Dios juzgará con justicia.

La promesa vale para vosotros
y para vuestros hijos y para todos
los que están lejos. (Hch 2, 39)

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor agarra a los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión,
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca como una aurora su Justo.

Antífona 3: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

Salmo 97.
El Señor, juez vencedor.

Este salmo canta la primera venida del Señor
y la conversión de las naciones. (S. Atanasio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

Tañed la cítara para el Señor
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

– * – * – * – * –

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17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes

19 diciembre Laudes

20 diciembre Laudes



VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(Miércoles entre el 17 y 23 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

Alegría de nieve
por los caminos.
Todo espera la gracia
del bien nacido.

En desgracia los hombres,
dura la tierra.
Cuanta más nieve cae,
más cielo cerca.

La tierra tan dormida
ya se despierta.
Y hasta el hombre más muerto
se despereza.

Ya los montes se allanan
y las colinas,
y el corazón del hombre
vuelve a la vida. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Salmo 125.
Dios, alegría y esperanza.

Si sois compañeros en el sufrir,
también lo sois en el buen ánimo.
(2 Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Desde Sión vendrá el Señor todopoderoso a salvar a su pueblo.

Antífona 2: Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca como una aurora su Justo.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Por amor de Sión no callaré, hasta que amanezca como una aurora su Justo.

Antífona 3: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

Cf. Cántico de Colosenses 1, 12-20.
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.

– * – * – * – * –

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17 diciembre Vísperas

18 diciembre Vísperas

19 diciembre Vísperas

20 diciembre Vísperas



JUEVES 3a SEMANA ADVIENTO.

Si este jueves coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

Preparemos los caminos
—ya se acerca el Salvador—
y salgamos, peregrinos,
al encuentro del Señor.
Ven, Señor, a libertarnos,
ven tu pueblo a redimir;
purifica nuestras vidas
y no tardes en venir.

El rocío de los cielos
sobre el mundo va a caer,
el Mesías prometido,
hecho niño, va a nacer.
De los montes la dulzura,
de los ríos leche y miel,
de la noche será aurora
la venida de Emmanuel.

Te esperamos anhelantes
y sabemos que vendrás;
deseamos ver tu rostro
y que vengas a reinar.
Consolaos y alegraos,
desterrados de Sión,
que ya viene, ya está cerca,
Él es nuestra salvación. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Salmo 86.
Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos.

La Jerusalén de arriba es libre;
ésa es nuestra madre. (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado».

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Antífona 2: El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.

Cántico de Isaías 40, 10-17.
El buen pastor es el Dios altísimo y sapientísimo.

Mira, llego en seguida y
traigo conmigo mi salario. (Ap 22, 12)

Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.

¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?

¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?

Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.

En su presencia, las naciones todas
como si no existieran,
valen para él nada y vacío.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: El Señor llega con poder, y su recompensa lo precede.

Antífona 3: Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.

Salmo 98.
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Tú, Señor, que estás sentado sobre querubines,
restauraste el mundo caído, cuando te hiciste
semejante a nosotros. (S. Atanasio)

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante su monte santo:
¡Santo es el Señor, nuestro Dios!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies.

Lectura breve: Isaías 45, 8.

Cielos, destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: Despierta, despierta; revístete de fuerza, brazo del Señor.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Despierta, despierta; revístete de fuerza, brazo del Señor.

Preces:

Invoquemos confiados a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, cuyo gozo es estar con los hijos de los hombres, y digámosle:
Quédate junto a nosotros, Señor.

Señor Jesucristo, que nos has llamado al reino de tu luz,

haz que nuestra vida sea agradable a Dios Padre.

Tú que, desconocido por el mundo, has acampado entre nosotros,

manifiesta tu rostro a todos los hombres.

Tú que estás más cerca de nosotros que nosotros mismos,

fortalece nuestros corazones con la esperanza de la salvación.

Tú que eres la fuente de toda santidad,

consérvanos santos y sin tacha hasta el día de tu venida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Te pedimos, Señor, que nosotros, indignos siervos tuyos, afligidos por las propias culpas, nos alegremos en la venida salvadora de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.


VÍSPERAS JUEVES
3o DE ADVIENTO.

Si este jueves coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Marana tha!
¡Ven, Señor, Jesús!

Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.

El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!».
Quien lo oiga diga: «¡Ven, Señor!».

Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.

Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

Salmodia:

Antífona 1: Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

Salmo 131.
Promesas a la casa de David.

El Señor Dios le dará el trono
de David, su padre. (Lc, 1, 32)

I

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el fuerte de Jacob».

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Que tus fieles, Señor, vitoreen al entrar en tu morada.

Antífona 2: El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

II

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono».

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan,
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: El Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en ella.

Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Cántico de Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12a.
El juicio de Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron;
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Lectura breve: Carta de Santiago 5, 7-8. 9b.

Esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. Mirad: el juez está ya a las puertas.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Festejad a Jerusalén, gozad con ella siempre, todos los que la amáis.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Festejad a Jerusalén, gozad con ella siempre, todos los que la amáis.

Preces:

Imploremos a Cristo, luz resplandeciente, que prometieron los profetas a los que habitan en tierra de sombras, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.

Cristo, Palabra de Dios, que en el principio creaste todas las cosas, y en la etapa final del mundo tomaste nuestra naturaleza humana,

ven y arráncanos de la muerte.

Luz verdadera que alumbra a todo hombre,

ven y disipa las tinieblas de nuestra ignorancia.

Hijo único que estás en el seno del Padre,

ven y danos a conocer el amor de Dios.

Cristo Jesús, que viniste a nosotros como hijo del hombre,

concede a cuantos te reciben el poder de ser hijos de Dios.

Tú que abres las puertas de todas las cárceles,

admite en el festín de tus bodas a cuantos aguardan a la puerta.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Te pedimos, Señor, que nosotros, indignos siervos tuyos, afligidos por las propias culpas, nos alegremos en la venida salvadora de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.


JUEVES entre el 17 y 23 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

¡Cielos, lloved vuestra justicia!
¡Ábrete, tierra!
¡Haz germinar al Salvador!

Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que conduces a tu pueblo,
ven a rescatarnos por el poder de tu brazo.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sabiduría, salida de la boca del Padre,
anunciada por profetas,
ven a enseñarnos el camino de la salvación.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Hijo de David, estandarte de los pueblos y los reyes,
a quien clama el mundo entero,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
tú que reinas sobre el mundo,
ven a libertar a los que en tinieblas te esperan.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Sol naciente, esplendor de la luz eterna
y sol de justicia,
ven a iluminar a los que yacen en sombras de muerte.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia,
tú que unes a los pueblos,
ven a libertar a los hombres que has creado.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Oh Emmanuel, nuestro Rey, Salvador de las naciones,
esperanza de los pueblos,
ven a libertarnos, Señor, no tardes ya.
Ven pronto, Señor. ¡Ven, Salvador!

Salmodia:

Antífona 1: A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, en ti confío.

Salmo 86.
Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos.

La Jerusalén de arriba es libre;
ésa es nuestra madre. (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado».

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, en ti confío.

Antífona 2: Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados veraces.

Cántico de Isaías 40, 10-17.
El buen pastor es el Dios altísimo y sapientísimo.

Mira, llego en seguida y
traigo conmigo mi salario. (Ap 22, 12)

Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.

¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?

¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?

Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.

En su presencia, las naciones todas
como si no existieran,
valen para él nada y vacío.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados veraces.

Antífona 3: Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.

Salmo 98.
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Tú, Señor, que estás sentado sobre querubines,
restauraste el mundo caído, cuando te hiciste
semejante a nosotros. (S. Atanasio)

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante su monte santo:
¡Santo es el Señor, nuestro Dios!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes más en venir.

– * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día de mes correspondiente según la siguiente lista:

17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes

19 diciembre Laudes

20 diciembre Laudes

21 diciembre Laudes



VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(Jueves entre el 17 y 23 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

Ven, ven, Señor, no tardes.
Ven, ven, que te esperamos.
Ven, ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.

El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,
el mundo, sin paz, no ve;
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas tú. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.

Salmo 131.
Promesas a la casa de David.

El Señor Dios le dará el trono
de David, su padre. (Lc, 1, 32)

I

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el fuerte de Jacob».

Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: A ti, Señor, levanto mi alma; ven y líbrame, Señor, que en ti confío.

Antífona 2: Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados veraces.

II

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.

Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono».

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.

Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan,
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.

Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Da su paga, Señor, a los que esperan en ti, para que tus profetas sean hallados veraces.

Antífona 3: Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes en venir.

Cántico de Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12a.
El juicio de Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos lo vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron;
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Vuélvete, Señor, a nosotros y no tardes en venir.

– * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día de mes correspondiente según la siguiente lista:

17 diciembre Vísperas

18 diciembre Vísperas

19 diciembre Vísperas

20 diciembre Vísperas

21 diciembre Vísperas


VIERNES 3a SEMANA ADVIENTO.

Si este viernes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

LAUDES VIERNES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno:

Preparemos los caminos
—ya se acerca el Salvador—
y salgamos, peregrinos,
al encuentro del Señor.

Ven, Señor, a libertarnos,
ven tu pueblo a redimir;
purifica nuestras vidas
y no tardes en venir.

El rocío de los cielos
sobre el mundo va a caer,
el Mesías prometido,
hecho niño, va a nacer.

De los montes la dulzura,
de los ríos leche y miel,
de la noche será aurora
la venida de Emmanuel.

Te esperamos anhelantes
y sabemos que vendrás;
deseamos ver tu rostro
y que vengas a reinar.

Consolaos y alegraos,
desterrados de Sión,
que ya viene, ya está cerca,
Él es nuestra salvación. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.

Salmo 50.
Misericordia, Dios mío.

Renovaos en la mente y en el espíritu
y vestíos de la nueva condición humana.
(Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.

Antífona 2: Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.

Cántico de Jeremías 14, 17-21.
Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y guerra.

Está cerca el reino de Dios: convertíos
y creed en el Evangelio. (Mc 1, 15)

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.

Antífona 3: El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.

El Señor manda que
los redimidos entonen
un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Lectura breve: Jeremías 30, 21. 22.

Esto dice el Señor: «De Jacob surgirá un príncipe, su gobernante saldrá de entre ellos; lo acercaré y estará junto a mí. Y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios».

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar.

Preces:

Por medio de su Hijo, Dios ha manifestado su gloria a los hombres; démosle gracias con gozo, diciendo:
Glorificado sea tu nombre, Señor.

Señor, haz que sepamos recibirnos mutuamente,

como Cristo nos recibió a nosotros para dar gloria a Dios.

Cólmanos de alegría y paz en nuestra fe,

para que rebosemos de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo.

Con tu bondad y tu inmensa compasión, ven, Señor, en ayuda de todos,

y sal al encuentro de los que te desean aun sin saberlo.

Tú que llamas y santificas a los que eliges,

llévanos a nosotros, pecadores, a tu felicidad y corónanos en tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso, que tu gracia nos preceda y acompañe siempre, para que quienes anhelamos de todo corazón la venida de tu Unigénito encontremos auxilio para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS VIERNES
3o DE ADVIENTO.

Si este viernes coincide entre los días 17 y 23 de diciembre,
haz click aquí para rezar con este otro formulario.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Marana tha!
¡Ven, Señor, Jesús!

Yo soy la Raíz y el Hijo de David,
la Estrella radiante de la mañana.

El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven, Señor!».
Quien lo oiga diga: «¡Ven, Señor!».

Quien tenga sed, que venga; quien lo desee,
que tome el don del agua de la vida.

Sí, yo vengo pronto.
¡Amén! ¡Ven, Señor, Jesús!

Salmodia:

Antífona 1: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Salmo 134.
Himno a Dios, realizador de maravillas.

Vosotros sois un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas del que os llamó
a salir de la tiniebla y a entrar
en su luz maravillosa. (1 Pe 2, 9)

I

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios,
—en medio de ti, Egipto—,
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán;
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.

Antífona 2: Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

II

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Casa de Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable.

Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Cántico de Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

Lectura breve: 2a Carta de Pedro 3, 8b-9.

Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Éste es el testimonio de Juan: «El que viene detrás de mí existía antes que yo».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Éste es el testimonio de Juan: «El que viene detrás de mí existía antes que yo».

Preces:

Invoquemos confiados a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, y digámosle:
Favorécenos, Señor, por tu bondad.

Buen Pastor del rebaño de Dios,

ven a reunir a todos los hombres en tu Iglesia.

Ayuda, Señor, a los pastores de tu pueblo peregrino,

para que apacienten sin desfallecer a tu grey hasta que vuelvas.

Elige de entre nosotros pregoneros de tu palabra

para que anuncien tu Evangelio hasta los confines del mundo.

Ten compasión de los que en su trabajo desfallecen a mitad del camino;

haz que encuentren un amigo que los levante.

Muestra tu gloria en el gozo de tu reino

a los que en este destierro escucharon tu voz.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso, que tu gracia nos preceda y acompañe siempre, para que quienes anhelamos de todo corazón la venida de tu Unigénito encontremos auxilio para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor Jesucristo.


VIERNES entre el 17 y 23 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

Ya muy cercano, Emmanuel,
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.

Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.

Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.

Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.

Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar, libre su vía,
con la esperanza del gran día.

Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.

Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.

Salmo 50.
Misericordia, Dios mío.

Renovaos en la mente
y en el espíritu y vestíos de la nueva
condición humana. (Ef 4, 23-24)

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.

Antífona 2: Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.

Cántico de Jeremías 14, 17-21.
Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y guerra.

Está cerca el reino de Dios: convertíos
y creed en el Evangelio. (Mc 1, 15)

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.

Antífona 3: Yo miro atento al Señor; espero en Dios, mi salvador.

Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.

El Señor manda que
los redimidos entonen
un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Yo miro atento al Señor; espero en Dios, mi salvador.

– * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día de mes correspondiente según la siguiente lista:

17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes

19 diciembre Laudes

20 diciembre Laudes

21 diciembre Laudes

22 diciembre Laudes


VÍSPERAS
3o DE ADVIENTO.

(Viernes entre el 17 y 23 diciembre).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

La pena que la tierra soportaba
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso,
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno baja de los cielos,
con nuestra débil carne se desposa.

¡Oh misterio que sólo la fe alcanza!,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en su presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
y al Hijo suyo amado, Jesucristo,
el que quiso nacer para nosotros
para darnos su Espíritu divino. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.

Salmo 134.
Himno a Dios, realizador de maravillas.

Vosotros sois un pueblo adquirido por Dios
para proclamar las hazañas del que os llamó
a salir de la tiniebla y a entrar
en su luz maravillosa. (1 Pe 2, 9)

I

Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios,
—en medio de ti, Egipto—,
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán;
a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.

Antífona 2: Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.

II

Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.

Antífona 3: Yo miro atento al Señor; espero en Dios, mi salvador.

Cántico de Apocalipsis 15, 3-4.
Himno de adoración.

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Yo miro atento al Señor; espero en Dios, mi salvador.

– * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día de mes correspondiente según la siguiente lista:

17 diciembre Vísperas

18 diciembre Vísperas

19 diciembre Vísperas

20 diciembre Vísperas

21 diciembre Vísperas

22 diciembre Vísperas


SÁBADO entre el 17 y 23 diciembre.

LAUDES.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

Himno:

Ruega por nosotros,
Madre de la Iglesia.

Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.

Madre de los hombres,
de la mar estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.

Eres, Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.

Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: El Señor viene del Líbano, su brillo es como el día.

Salmo 118, 145-152.
XIX (Qof).

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Señor viene del Líbano, su brillo es como el día.

Antífona 2: Cielos, dejad caer el rocío; que las nubes lluevan al Justo, y la tierra germine al Salvador.

Cántico de Sabiduría 9, 1-6. 9-11.
Dame, Señor, la sabiduría.

Os daré palabras y sabiduría
a las que no podrá hacer frente…
ningún adversario vuestro. (Lc 21, 15)

Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

Pues, aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.

Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.

Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Cielos, dejad caer el rocío; que las nubes lluevan al Justo, y la tierra germine al Salvador.

Antífona 3: Prepárate, Israel, y sal al encuentro de tu Salvador que se acerca.

Salmo 116.
Invitación universal a la alabanza divina.

Los gentiles alaban a Dios
por su misericordia. (cf. Rm 15, 9)

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Prepárate, Israel, y sal al encuentro de tu Salvador que se acerca.

– * – * – * – * –

A partir de aquí se continúa con el formulario del día de mes correspondiente según la siguiente lista:

17 diciembre Laudes

18 diciembre Laudes

19 diciembre Laudes

20 diciembre Laudes

21 diciembre Laudes

22 diciembre Laudes

23 diciembre Laudes



FORMULARIOS PARA LOS DÍAS 17 AL 23 DE DICIEMBRE.

DÍA 17 DE DICIEMBRE:

LAUDES.

Lectura breve: Isaías 11, 1-3a.

Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: Sabed que está cerca el reino de Dios; os aseguro que no tardará.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Sabed que está cerca el reino de Dios; os aseguro que no tardará.

Preces:

Oremos a Dios Padre, que trazó desde antiguo un plan de salvación para su pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.

Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago que haría justicia,

vela por la santidad de tu Iglesia.

Inclina, oh Dios, el corazón de los hombres a tu palabra

y afianza la santidad de tus fieles.

Por tu Espíritu consérvanos en el amor,

para que podamos recibir la misericordia de tu Hijo que se acerca.

Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,

hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, creador y redentor de la naturaleza humana, que has querido que tu Verbo se encarnase en el seno de María, siempre virgen, escucha complacido nuestras súplicas, para que tu Unigénito, hecho hombre, nos haga partícipes de su divinidad. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS.

17 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: 1a Tesalonicenses 5, 23-24.

Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que os llama es fiel, y él lo realizará.

Responsorio breve:

V. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

V. Danos tu salvación.

R. Tu misericordia.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

Antífona Magníficat: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.

Preces:

Invoquemos a Cristo, alegría y júbilo de cuantos esperan su llegada, y digámosle:
¡Ven, Señor, y no tardes más!

Esperamos, alegres, tu venida:

ven, Señor Jesús.

Tú que existes antes de los tiempos,

ven y salva a los que viven en el tiempo.

Tú que creaste el mundo y a todos los que en él habitan,

ven a restaurar la obra de tus manos.

Tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal,

ven y arráncanos del dominio de la muerte.

Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante,

ven y danos tu vida eterna.

Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino,

ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, creador y redentor de la naturaleza humana, que has querido que tu Verbo se encarnase en el seno de María, siempre virgen, escucha complacido nuestras súplicas, para que tu Unigénito, hecho hombre, nos haga partícipes de su divinidad. Por nuestro Señor Jesucristo.


DÍA 18 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Carta a los Romanos 13, 11b-12.

Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.

Preces:

Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que viniste a salvar a los pecadores,

líbranos de caer en la tentación.

Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,

muestra en nosotros tu poder salvador.

Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,

para que podamos esperar tu venida sin temor.

Tú que eres bendito por los siglos,

concédenos por tu misericordia, que, llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa, esperemos con gozo tu gloriosa aparición.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso, concede a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.


VÍSPERAS.

18 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: Carta a los Filipenses 4, 4-5.

Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.

Responsorio breve:

V. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

V. Danos tu salvación.

R. Tu misericordia.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Muéstranos, Señor, Tu misericordia.

Antífona Magníficat: Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que viene a salvar a todos los hombres, y digámosle confiadamente:
Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que por el misterio de la encarnación manifestaste al mundo la gloria de tu divinidad,

vivifica al mundo con tu venida.

Tú que participaste de nuestra debilidad,

concédenos tu misericordia.

Tú que viniste humildemente para salvar al mundo de sus pecados,

cuando vuelvas de nuevo con gloria y majestad, absuélvenos de todas las culpas.

Tú que lo gobiernas todo con tu poder,

ayúdanos, por tu bondad, a alcanzar la herencia eterna.

Tú que estás sentado a la derecha del Padre,

alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso, concede a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Unigénito. Él, que vive y reina contigo.


DÍA 19 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Isaías 2, 3.

Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente, y como la lluvia que empapa la tierra descenderá al seno de la Virgen. Aleluya.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: El Salvador del mundo aparecerá como el sol naciente, y como la lluvia que empapa la tierra descenderá al seno de la Virgen. Aleluya.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, el redentor, que viene a librar del poder de la muerte a los que se convierten a él, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.

Que al anunciar tu venida, Señor,

nuestro corazón se sienta libre de toda vanidad.

Que la Iglesia, que tú fundaste,

glorifique, Señor, tu nombre por todo el mundo.

Que tu ley, Señor, sea luz para nuestros ojos

y sirva de protección a los pueblos que confiesan tu nombre.

Tú que por la Iglesia nos anuncias el gozo de tu venida,

concédenos también el deseo de recibirte.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que has querido revelar al mundo el resplandor de tu gloria por el parto de la Virgen santa, concédenos proclamar con fe íntegra y celebrar con piedad sincera el gran misterio de la Encarnación. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS.

19 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: Carta a los Filipenses 3, 20b-21.

Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.

Preces:

Supliquemos, hermanos, a Cristo, juez de vivos y muertos, y digámosle confiados:
Ven, Señor Jesús.

Haz, Señor, que tu justicia, que pregonan los cielos, también la reconozca el mundo:

para que tu gloria habite en nuestra tierra.

Tú que por nosotros quisiste ser débil en tu humanidad,

fortalece a los hombres con la fuerza de tu divinidad.

Ven, Señor, y con la luz de tu palabra

ilumina a los que viven sumergidos en las tinieblas de la ignorancia.

Tú que con tu humillación borraste nuestros pecados,

por tu glorificación llévanos a la felicidad eterna.

Tú que vendrás a juzgar al mundo con gloria y majestad,

lleva a nuestros hermanos difuntos al reino de los cielos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que has querido revelar al mundo el resplandor de tu gloria por el parto de la Virgen santa, concédenos proclamar con fe íntegra y celebrar con piedad sincera el gran misterio de la Encarnación. Por nuestro Señor Jesucristo.


DÍA 20 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Génesis 49, 10.

No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, luz que alumbra a todo hombre, y digámosle con gozo:
Ven, Señor Jesús.

Que la luz de tu presencia disipe, Señor, nuestras tinieblas

y nos haga dignos de recibir tus dones.

Sálvanos, Señor, Dios nuestro,

y durante todo el día daremos gracias a tu santo nombre.

Enciende nuestros corazones en tu amor,

para que deseemos ardientemente tu venida y anhelemos vivir íntimamente unidos a ti.

Tú que quisiste experimentar nuestras dolencias,

socorre a los enfermos y a los que morirán en el día de hoy.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios de eterna grandeza, ya que la Virgen Inmaculada, por el anuncio del ángel, acogió tu Verbo inefable y, transformada en templo de tu divinidad, se llenó con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, a ejemplo suyo, aceptemos humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS.

20 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: Cf. 1a Carta a los Corintios 1, 7b-9.

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, nuestro Señor y nuestro Redentor, que vendrá con gloria al fin de los tiempos, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.

Señor y Redentor nuestro, que al nacer en la carne nos libraste del yugo de la ley,

completa en nosotros los beneficios de tu amor.

Tú que tomaste de nuestra humanidad todo lo que no repugnaba a tu divinidad,

danos de tu naturaleza los dones de los que la nuestra está sedienta.

Con tu presencia da cumplimiento a nuestros deseos,

y con la fuerza de tu amor inflama nuestros corazones.

Danos la gracia de alegrarnos contigo en la gloria,

pues ya en este mundo nuestra fe sincera te confiesa.

Derrama, Señor, el rocío de tu amor

sobre las almas de todos los difuntos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios de eterna grandeza, ya que la Virgen Inmaculada, por el anuncio del ángel, acogió tu Verbo inefable y, transformada en templo de tu divinidad, se llenó con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, a ejemplo suyo, aceptemos humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.


DÍA 21 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Isaías 7, 14b-15.

Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel. Comerá requesón con miel, para que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: No temáis, dentro de cinco días vendrá a vosotros el Señor.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: No temáis, dentro de cinco días vendrá a vosotros el Señor.

Preces:

Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, que en su misericordia nos visita, y digámosle con insistencia:
Ven, Señor Jesús.

Tú que viniste del seno del Padre para revestirte de nuestra carne mortal,

libra de toda corrupción a nuestra naturaleza caída.

Tú que cuando vengas al final de los tiempos aparecerás glorioso entre tus elegidos,

al venir ahora muéstrate clemente y compasivo con los pecadores.

Nuestra gloria, oh Cristo, es alabarte;

visítanos, pues, con tu salvación.

Tú que por la fe nos has llevado a la luz,

haz que te agrademos también con nuestras obras.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Escucha con bondad, Señor, las oraciones de tu pueblo, para que, alegres por la venida de tu Unigénito en nuestra carne, consigamos la recompensa de la vida eterna cuando vuelva en la majestad de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS.

21 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: 1a Carta a los Corintios 4, 5.

No juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Preces:

Roguemos, amados hermanos, a Jesucristo, que nos salvó de la tiniebla de nuestros pecados, y con humildad invoquémosle, diciendo:
Ven, Señor Jesús.

Congrega, Señor, a todos los pueblos de la tierra

y establece con todos tu alianza eterna.

Cordero de Dios, que viniste para quitar el pecado del mundo,

purifícanos de nuestras faltas y pecados.

Tú que viniste a salvar lo que se había perdido,

ven de nuevo para que no perezcan los que salvaste.

Cuando vengas, danos parte en tu gozo eterno,

pues ya desde ahora en ti hemos puesto nuestra fe.

Tú que has de venir a juzgar a los vivos y a los muertos,

recibe, entre tus elegidos, a nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Escucha con bondad, Señor, las oraciones de tu pueblo, para que, alegres por la venida de tu Unigénito en nuestra carne, consigamos la recompensa de la vida eterna cuando vuelva en la majestad de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.


DÍA 22 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Isaías 45, 8.

Cielos, destilad desde lo alto la justicia, las nubes la derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Aleluya.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Aleluya.

Preces:

Imploremos, hermanos, a Dios Padre, que ha enviado a su Hijo para salvar al mundo, y digámosle suplicantes:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Padre lleno de amor, no permitas que nuestra vida y nuestras obras rechacen a Cristo, tu enviado,

pues nuestra lengua lo proclama con fe plena.

Tú que enviaste a tu Hijo para salvación de los hombres,

aleja de nuestra nación y del mundo entero toda desgracia y todo dolor.

Que la tierra entera, que se alegra por la venida de tu Hijo,

experimente más aún el júbilo de poseerte plenamente.

Concédenos, por tu misericordia, llevar ya desde ahora una vida sobria y religiosa,

mientras aguardamos la dichosa esperanza, la aparición gloriosa de Jesucristo.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que, al ver al hombre caído en la muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Unigénito, concede a quienes profesan humildemente la fe en su encarnación participar también en los bienes del Redentor. Él, que vive y reina contigo.


VÍSPERAS.

22 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: Carta de Santiago 5, 7-8. 9b.

Esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. Mirad: el juez está ya a las puertas.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que por nosotros se despojó de su rango, y digámosle confiados:
Ven, Señor Jesús.

Señor Jesús, que con tu encarnación has salvado al mundo,

purifica nuestras almas y nuestros cuerpos de todo pecado.

No permitas que aquellos a quienes llamas hermanos por tu encarnación

se alejen de ti por el pecado.

No permitas que aquellos a quienes has salvado con tu venida

merezcan ser castigados en el día de tu juicio.

Cristo Jesús, que nunca alejas de nosotros tu bondad y tu amor,

haz que alcancemos la corona inmarcesible de gloria.

Te encomendamos, Señor, a nuestros hermanos que han sido separados temporalmente de su cuerpo;

haz que, muertos para el mundo, vivan eternamente para ti.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que, al ver al hombre caído en la muerte, quisiste redimirlo con la venida de tu Unigénito, concede a quienes profesan humildemente la fe en su encarnación participar también en los bienes del Redentor. Él, que vive y reina contigo.


DÍA 23 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Jeremías 30, 21. 22.

Esto dice el Señor: «De Jacob surgirá un príncipe, su gobernante saldrá de entre ellos; lo acercaré y estará junto a mí. Y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios».

Responsorio breve:

V. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, Amanecerá el Señor.

Antífona Benedictus: Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Se ha cumplido ya todo lo que el ángel dijo de la Virgen María.

Preces:

Oremos, hermanos, a Cristo, nuestro redentor, que ha venido para darnos la justificación, y digámosle con júbilo:
Ven, Señor Jesús.

Señor, cuya venida en la carne anunciaron los profetas,

haz germinar en nosotros la semilla de las virtudes.

Concede a los que anunciamos al mundo tu salvación,

que la encontremos también en ti.

Tú que viniste a librar a los oprimidos,

cura las dolencias de los que sufren.

Tú que reconciliaste al mundo con Dios en tu primera venida,

absuélvenos de toda condenación cuando vengas como juez.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne, te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos, recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro, que se ha dignado encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS.

23 DE DICIEMBRE.

Lectura breve: 2a Carta de Pedro 3, 8b-9.

Para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.

Responsorio breve:

V. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Despierta tu poder y ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

Antífona Magníficat: Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh Emmanuel, Rey y Legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

Preces:

Roguemos a nuestro Redentor, que viene a dar la Buena Noticia a los pobres, y digámosle:
Manifiesta, Señor, tu gloria a los hombres.

Manifiéstate, Señor, a todos los que no te conocen

para que también ellos vean tu salvación.

Que tu nombre, Señor, se anuncie hasta el confín de la tierra

y que todos los hombres descubran el camino que conduce a ti.

Tú que viniste por vez primera para salvar al mundo,

ven de nuevo para salvar a los que en ti creen.

Aquella libertad que tu venida dio a los redimidos,

consérvala, Señor, con tu poder, y defiéndela siempre.

Tú que ya viniste en la carne y vendrás de nuevo a juzgar al mundo,

da en tu venida el premio eterno a los difuntos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, al ver que se acerca el nacimiento de tu Hijo según la carne, te pedimos que nosotros, indignos siervos tuyos, recibamos la misericordia del Verbo, Jesucristo, Señor nuestro, que se ha dignado encarnarse en la Virgen María y habitar entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.


DÍA 24 DE DICIEMBRE.

LAUDES.

Lectura breve: Isaías 11, 1-3a.

Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor.

Responsorio breve:

V. Mañana Quedará borrada la iniquidad de la tierra.

R. Mañana Quedará borrada la iniquidad de la tierra.

V. Y sobre nosotros reinará el Salvador del mundo.

R. Quedará borrada la iniquidad de la tierra.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Mañana Quedará borrada la iniquidad de la tierra.

Antífona Benedictus: A María le llegó el tiempo de dar a luz a su Hijo primogénito.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: A María le llegó el tiempo de dar a luz a su Hijo primogénito.

Preces:

Oremos, hermanos, con todo nuestro espíritu a Cristo redentor, que vendrá con gran poder y gloria, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que vendrás con poder desde el cielo,

mira nuestra pequeñez y haznos dignos de tus dones.

Tú que viniste a anunciar la Buena Noticia a los hombres,

danos fuerza para que también nosotros anunciemos el Evangelio a nuestros hermanos.

Tú que desde el trono del Padre todo lo gobiernas,

haz que aguardemos con alegría la dicha que esperamos, tu aparición gloriosa.

Consuela, Señor, con los dones de tu divinidad,

a los que anhelamos la gracia de tu venida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que lo esperan todo de tu amor. Tú, que vives y reinas con el Padre.



Las Vísperas que se celebren en este día ya serán

Las Primeras Vísperas de Navidad.




INVITATORIO:

Salmo 94.
Venid, aclamemos al Señor.

Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3, 13)

Se anuncia la antífona.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Se repite la antífona.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Se repite la antífona.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Se repite la antífona.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Se repite la antífona.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso”».

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

También se pueden pronunciar éstos salmos, en lugar del Salmo 94.

Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.

El Señor manda que
los redimidos entonen
un himno de victoria. (S. Atanasio)

Se anuncia la antífona.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.

Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)

Se anuncia la antífona.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Se repite la antífona.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.

Se repite la antífona.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 23.
Entrada solemne de Dios en el templo.

Las puertas del cielo se abren
ante Cristo que, como hombre,
sube al cielo. (S. Ireneo)

Se anuncia la antífona.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

— ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

— El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

— Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos;
él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


CÁNTICO EVANGÉLICO PARA LAUDES:

— BENEDICTUS —

Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.


CÁNTICO EVANGÉLICO PARA VÍSPERAS:

— MAGNÍFICAT —

Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

















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