L-III-PAR-12-23

MISAL ROMANO

LECCIONARIO III (par)

PARA LAS FERIAS DEL TIEMPO ORDINARIO
AÑOS PARES

SEMANAS

121314151617
18 – 19 – 20 – 21 – 22 – 23





12ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XII semana del tiempo ordinario

Martes de la XII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XII semana del tiempo ordinario

13ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XIII semana del tiempo ordinario

Martes de la XIII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XIII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XIII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XIII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XIII semana del tiempo ordinario

14ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XIV semana del tiempo ordinario

Martes de la XIV semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XIV semana del tiempo ordinario

Jueves de la XIV semana del tiempo ordinario

Viernes de la XIV semana del tiempo ordinario

Sábado de la XIV semana del tiempo ordinario

15ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XV semana del tiempo ordinario

Martes de la XV semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XV semana del tiempo ordinario

Jueves de la XV semana del tiempo ordinario

Viernes de la XV semana del tiempo ordinario

Sábado de la XV semana del tiempo ordinario

16ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XVI semana del tiempo ordinario

Martes de la XVI semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XVI semana del tiempo ordinario

Jueves de la XVI semana del tiempo ordinario

Viernes de la XVI semana del tiempo ordinario

Sábado de la XVI semana del tiempo ordinario

17ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XVII semana del tiempo ordinario

Martes de la XVII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XVII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XVII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XVII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XVII semana del tiempo ordinario

18ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XVIII semana del tiempo ordinario

Martes de la XVIII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XVIII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XVIII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XVIII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XVIII semana del tiempo ordinario

19ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XIX semana del tiempo ordinario

Martes de la XIX semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XIX semana del tiempo ordinario

Jueves de la XIX semana del tiempo ordinario

Viernes de la XIX semana del tiempo ordinario

Sábado de la XIX semana del tiempo ordinario

20ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XX semana del tiempo ordinario

Martes de la XX semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XX semana del tiempo ordinario

Jueves de la XX semana del tiempo ordinario

Viernes de la XX semana del tiempo ordinario

Sábado de la XX semana del tiempo ordinario

21ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XXI semana del tiempo ordinario

Martes de la XXI semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XXI semana del tiempo ordinario

Jueves de la XXI semana del tiempo ordinario

Viernes de la XXI semana del tiempo ordinario

Sábado de la XXI semana del tiempo ordinario

22ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XXII semana del tiempo ordinario

Martes de la XXII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XXII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XXII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XXII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XXII semana del tiempo ordinario

23ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes de la XXIII semana del tiempo ordinario

Martes de la XXIII semana del tiempo ordinario

Miércoles de la XXIII semana del tiempo ordinario

Jueves de la XXIII semana del tiempo ordinario

Viernes de la XXIII semana del tiempo ordinario

Sábado de la XXIII semana del tiempo ordinario


APÉNDICE I: Aleluya para las ferias del tiempo ordinario

APÉNDICE II: Textos musicalizados


Tiempo Ordinario
(AÑO PAR)


SEMANA XII (Año Par)

LUNES DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Re 17, 5-8. 13-15a. 18

El Señor apartó a Israel de su presencia y sólo quedó la tribu de Judá.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos dí­as, avanzó Salmanasar, rey de Asiria, contra todo el paí­s, comenzando por Samarí­a, a la que puso sitio durante tres años, hasta que, el año noveno de Oseas, el rey de Asiria la conquistó. Deportó a Israel a Asiria y lo estableció en Jalaj, en el Jabor, rí­o de Gozán, así­ como en las ciudades de los medos.

Esto sucedió porque los hijos de Israel habí­an pecado contra el Señor, su Dios, que los habí­a sacado de la tierra de Egipto, sustrayéndolos a la mano del faraón, rey de Egipto; porque dieron culto a otros dioses y siguieron las costumbres de aquellas naciones que el Señor habí­a expulsado ante ellos.

Pues el Señor habí­a advertido a Israel y a Judá, por boca de todos los profetas y videntes:

«Convertí­os de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y decretos, conforme a la ley que prescribí­ a vuestros padres y que les transmití­ por mano de mis siervos los profetas».

Pero no hicieron caso, manteniendo dura la cerviz como habí­an hecho sus padres, que no confiaron en el Señor, su Dios.

Despreciaron así­ sus leyes y la alianza que estableció con sus padres, tanto como las exigencias que les impuso.

Y se encolerizó el Señor sobremanera contra Israel, apartándolos de su presencia.

Sólo quedó la tribu de Judá.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 59, 3. 4-5. 12-14 (R.: 7b)

R. Que tu mano salvadora, Señor, nos responda.

V. Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas
estabas airado, pero restáuranos. R.

V. Has sacudido y agrietado el paí­s:
repara sus grietas, que se desmorona.
Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo,
dándole a beber un vino de vértigo. R.

V. Oh, Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas.
Auxí­lianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos. R.


Aleluya

Heb 4, 12ad

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.


EVANGELIO

Mt 7, 1-5

Sácate primero la viga del ojo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discí­pulos:

«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque seréis juzgados como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo», teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».


Palabra del Señor.



MARTES DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Re 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36

Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos dí­as, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequí­as a decirle:

«Así­ hablaréis a Ezequí­as, rey de Judá: Que tu Dios, en el que confí­as, no te engañe diciendo: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. Tú mismo has oí­do cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los paí­ses entregándolos al anatema, ¿y vas a librarte tú solo?».

Ezequí­as tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Subió al templo del Señor y abrió la carta ante el Señor. Y elevó esta plegaria ante él:

«Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines:
Tú solo eres el Dios para todos los reinos de la tierra.
Tú formaste los cielos y la tierra.

¡Inclina tu oí­do, Señor, y escucha!
¡Abre tus ojos, Señor, y mira!
Escucha las palabras de Senaquerib enviadas
para insulto del Dios vivo.

Es verdad, Señor, los reyes asirios han exterminado las naciones,
han arrojado sus dioses al fuego y los han destruido.
Pero no eran dioses, sino hechura de mano humana,
de piedra, de madera.

Pero ahora, Señor, Dios nuestro, lí­branos de sus manos
y sepan todos los reinos de la tierra
que sólo tú eres Señor Dios».

Entonces Isaí­as, hijo de Amós, envió a Ezequí­as este mensaje:

«Así­ dice el Señor, Dios de Israel: “He escuchado tu plegaria acerca de Senaquerib, rey de Asiria”.

Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:

“Te desprecia, se burla de ti la doncella, hija de Sión,
menea la cabeza a tu espalda la hija de Jerusalén.

Ha de brotar de Jerusalén un resto,
y supervivientes del monte Sión.

El celo del Señor del universo lo realizará.

Por eso, esto dice el Señor acerca del rey de Asiria:

‘No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella ni una flecha,
no avanzará contra ella con escudos,
ni levantará una rampa contra ella.
Regresará por el camino por donde vino
y no entrará en esta ciudad —palabra del Señor—.

Yo haré de escudo a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo’”».

Aquella misma noche el ángel del Señor avanzó y golpeó en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres.

Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y regresó a Ní­nive, quedándose allí­.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 47, 2. 3-4. 10-11 (R.: cf. 9d)

R. Dios ha fundado su ciudad para siempre.

V. Grande es el Señor
y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegrí­a de toda la tierra. R.

V. El monte Sión, confí­n del cielo
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R.

V. Oh, Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu nombre, oh, Dios,
tu alabanza llega al confí­n de la tierra.
Tu diestra está llena de justicia. R.


Aleluya

Cf. Jn 8, 12b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy la luz del mundo dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.


EVANGELIO

Mt 7, 6. 12-14

Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discí­pulos:

«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.

Así­, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues ésta es la Ley y los Profetas.

Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.

¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Re 22, 8-13; 23, 1-3

El rey leyó al pueblo las palabras del libro de la Alianza hallado en el templo del Señor, y, en presencia del Señor, estableció la alianza.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos dí­as, el sumo sacerdote, Jilquí­as, dijo al secretario Safán:

«He hallado en el templo del Señor un libro de la ley».

Jilquí­as entregó el libro a Safán, que lo leyó. El secretario Safán presentándose al rey, le informó:

«Tus servidores han fundido el dinero depositado en el templo y lo han entregado a los capataces encargados del templo del Señor».

El secretario Safán añadió también:

«El sumo sacerdote Jilquí­as me ha entregado un libro».

Y Safán lo leyó ante el rey.

Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras. Y dirigiéndose al sacerdote Jilquí­as, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al secretario Safán y a Asaí­as, ministro del rey, les ordenó:

«Id a consultar al Señor por mí­, por el pueblo y por todo Judá, a propósito de las palabras de este libro que ha sido encontrado, porque debe de ser grande la ira del Señor encendida contra nosotros, ya que nuestros padres no obedecieron las palabras de este libro haciendo lo que está escrito para nosotros».

El rey convocó a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén y se reunieron ante él.

Subió el rey al templo del Señor con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén; los sacerdotes, profetas y todo el pueblo, desde el menor al mayor, y leyó a sus oí­dos todas las palabras del libro de la Alianza hallado en el templo del Señor.

Se situó el rey de pie junto a la columna y, en presencia del Señor, estableció la alianza, con el compromiso de caminar tras el Señor y guardar sus mandamientos, testimonios y preceptos, con todo el corazón y con toda el alma, y poner en vigor las palabras de la alianza escritas en el libro.

Todo el pueblo confirmó la alianza.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 118, 33. 34. 35. 36. 37. 40 (R.: 33a)

R. Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente.

V. Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón. R.

V. Guí­ame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo. R.

V. Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés. R.

V. Aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra. R.

V. Mira cómo ansí­o tus mandatos:
dame vida con tu justicia. R.


Aleluya

Jn 15, 4a. 5b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Permaneced en mí­, y yo en vosotros dice el Señor;
el que permanece en mí­ da fruto abundante. R.


EVANGELIO

Mt 7, 15-20

Por sus frutos los conoceréis.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discí­pulos:

«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así­, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».

 

Palabra del Señor.

 

JUEVES DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Re 24, 8-17

Llevó deportados a Babilonia a Joaquí­n y a todos los hombres pudientes.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

DIECIOCHO años tení­a Joaquí­n cuando inició su reinado y reinó tres meses en Jerusalén.

El nombre de su madre era Nejustá, hija de Elnatán, de Jerusalén.

Hizo el mal a los ojos del Señor exactamente lo mismo que habí­a hecho su padre.

En aquel tiempo las gentes de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la ciudad fue asediada. Vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la ciudad, mientras sus servidores la estaban asediando.

Entonces Joaquí­n, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia, que hizo prisioneros a él, a su madre, a sus servidores, a sus jefes y eunucos.

Era el año octavo de su reinado.

Luego se llevó de allí­ todos los tesoros del templo del Señor y los del palacio real y deshizo todos los objetos de oro que habí­a fabricado Salomón, rey de Israel, para el santuario del Señor, según la palabra del Señor.

Deportó a todo Jerusalén, todos los jefes y notables diez mil deportados; a todos los herreros y cerrajeros, no dejando más que a la gente pobre del paí­s.

Deportó a Babilonia a Joaquí­n, a la madre del rey y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los notables del paí­s; los hizo partir al destierro, de Jerusalén a Babilonia.

También llevó deportados a Babilonia a todos los hombres pudientes en número de siete mil; los herreros y cerrajeros, un millar; así­ como a todos los aptos para la guerra.

Y, en lugar de Joaquí­n, puso por rey a su tí­o Mataní­as, cambiando su nombre por el de Sedecí­as.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 78, 1b-2. 3-5. 8. 9 (R.: 9b)

R. Por el honor de tu nombre, Señor, lí­branos.

V. Dios mí­o, los gentiles han entrado en tu heredad,
han profanado tu santo templo,
han reducido Jerusalén a ruinas.
Echaron los cadáveres de tus siervos
en pasto a las aves del cielo,
y la carne de tus fieles a las fieras de la tierra. R.

V. Derramaron su sangre como agua
en torno a Jerusalén,
y nadie la enterraba.
Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera? R.

V. No recuerdes contra nosotros las culpas
de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.

V. Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
lí­branos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.


Aleluya

Cf. Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El que me ama guardará mi palabra dice el Señor,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.


EVANGELIO

Mt 7, 21-29

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discí­pulos:

«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel dí­a muchos dirán: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?». Entonces yo les declararé: «Nunca os he conocido. Alejaos de mí­, los que obráis la iniquidad».

El que escucha estas palabras mí­as y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los rí­os, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.

El que escucha estas palabras mí­as y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los rí­os, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Re 25, 1-12

Marchó Judá al destierro.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EL año noveno de su reinado, el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén. Acampó contra ella y la cercaron con una empalizada. Y la ciudad estuvo sitiada hasta el año once de Sedecí­as.

El mes cuarto, el dí­a noveno del mes, cuando arreció el hambre dentro de la ciudad y no habí­a pan para la gente del pueblo, abrieron una brecha en la ciudad; todos los hombres de guerra huyeron durante la noche por el camino de la puerta, entre los dos muros que están sobre el parque del rey, mientras los caldeos estaban apostados alrededor de la ciudad; y se fueron por el camino de la Arabá.

Las tropas caldeas persiguieron al rey, dándole alcance en los llanos de Jericó. Entonces todo el ejército se dispersó, abandonándolo.

Capturaron al rey Sedecí­as y lo subieron a Riblá, adonde estaba el rey de Babilonia, que lo sometió a juicio.

Sus hijos fueron degollados a su vista, y a Sedecí­as le sacó los ojos. Luego lo encadenaron con doble cadena de bronce y lo condujeron a Babilonia.

En el mes quinto, el dí­a séptimo del mes, el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nabuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, vino a Jerusalén. E incendió el templo del Señor y el palacio real y la totalidad de las casas de Jerusalén.

Todas las tropas caldeas que estaban con el jefe de la guardia demolieron las murallas que rodeaban Jerusalén.

En cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habí­an pasado al rey de Babilonia y el resto de la gente, los deportó Nabuzardán, jefe de la guardia.

El jefe de la guardia dejó algunos de los pobres del paí­s para viñadores y labradores.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 136, 1-2. 3. 4-5. 6 (R.: 6ab)

R. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti.

V. Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cí­taras. R.

V. Allí­ los que nos deportaron
nos invitaban a cantar,
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». R.

V. ¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierras extranjeras!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R.

V. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrí­as. R.


Aleluya

Mt 8, 17b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades. R.


EVANGELIO

Mt 8, 1-4

Si quieres, puedes limpiarme.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

AL bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.

En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo:

«Señor, si quieres, puedes limpiarme».

Extendió la mano y lo tocó, diciendo:

«Quiero, queda limpio».

Y en seguida quedó limpio de la lepra.

Jesús le dijo:

«No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Lam 2, 2. 10-14. 18-19

Sus corazones claman al Señor sobre la muralla de la hija de Sión.

Lectura del libro de las Lamentaciones.

HA destruido el Señor, sin piedad,
todas las moradas de Jacob;
ha destrozado, lleno de cólera,
las fortalezas de la hija de Judá;
echó por tierra y profanó
el reino y a sus prí­ncipes.

Se sientan silenciosos en el suelo
los ancianos de la hija de Sión;
cubren de polvo su cabeza
y se ciñen con saco;
humillan hasta el suelo su cabeza
las doncellas de Jerusalén.

Se consumen en lágrimas mis ojos,
se conmueven mis entrañas;
muy profundo es mi dolor
por la ruina de la hija de mi pueblo;
los niños y lactantes desfallecen
por las plazas de la ciudad.

Preguntan a sus madres:
«¿Dónde hay pan y vino?»,
mientras agonizan, como los heridos,
por las plazas de la ciudad,
exhalando su último aliento
en el regazo de sus madres.

¿A quién te compararé,
a quién te igualaré, hija de Jerusalén?;
¿con quién te equipararé para consolarte,
doncella, hija de Sión?;
pues es grande como el mar tu desgracia:
¿quién te podrá curar?

Tus profetas te ofrecieron
visiones falsas y vanas;
no denunciaron tu culpa
para que cambiara tu suerte,
sino que te anunciaron
oráculos falsos y seductores.

Sus corazones claman al Señor.
Muralla de la hija de Sión,
¡derrama como un torrente
tus lágrimas dí­a y noche;
no te des tregua,
no descansen tus ojos!

Levántate, grita en la noche,
al relevo de la guardia;
derrama como agua tu corazón
en presencia del Señor;
levanta tus manos hacia él
por la vida de tus niños,
que desfallecen de hambre
por las esquinas de las calles.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 73, 1b-2. 3-4. 5-7. 20-21 (R.: 19b)

R. No olvides sin remedio la vida de los pobres.

V. ¿Por qué, oh, Dios, nos rechazas para siempre
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?
Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada. R.

V. Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugí­an los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes. R.

V. Como quien se abre paso
entre la espesa arboleda,
todos juntos derribaron sus puertas,
las abatieron con hachas y mazas.
Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron
la morada de tu nombre. R.

V. Piensa en tu alianza: que los rincones del paí­s
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre. R.


Aleluya

Mt 8, 17b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades. R.


EVANGELIO

Mt 8, 5-17

Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:

«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralí­tico y sufre mucho».

Le contestó:

«Voy yo a curarlo».

Pero el centurión le replicó:

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le dijo a uno: Ve y va; al otro: Ven, y viene; a mi criado: Haz esto, y lo hace».

Al oí­rlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguí­an:

«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí­ será el llanto y el rechinar de dientes».

Y dijo al centurión:

«Vete; que te suceda según has creí­do».

Y en aquel momento se puso bueno el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra en cama con fiebre; le tocó su mano y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirle.

Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espí­ritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaí­as:

«Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».


Palabra del Señor.


SEMANA XIII (Año Par)

LUNES DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 2, 6-10. 13-16

Pisotean en el polvo de la tierra la cabeza de los pobres.

Lectura de la profecí­a de Amós.

ESTO dice el Señor:

«Por tres crí­menes de Israel,
y por cuatro,
no revocaré mi sentencia:
por haber vendido al inocente por dinero
y al necesitado por un par de sandalias;
pisoteando en el polvo de la tierra
la cabeza de los pobres,
tuercen el proceso de los débiles;
porque padre e hijo se llegan juntos
a una misma muchacha,
profanando así­ mi santo nombre;
sobre ropas tomadas en prenda
se echan junto a cualquier altar,
beben en el templo de su Dios
el vino de las multas.

Yo habí­a exterminado
a los amorreos delante de Israel,
altos como cedros, fuertes como encinas;
destruí­ su fruto por arriba,
sus raí­ces por abajo.

Yo os habí­a sacado de Egipto
y conducido por el desierto cuarenta años,
hasta ocupar la tierra del amorreo.

Pues bien, yo hundiré el suelo bajo vosotros
como lo hunde una carreta cargada de gavillas.

El más veloz no podrá huir,
ni el más fuerte valerse de su fuerza,
ni el guerrero salvar su propia vida.

El arquero no resistirá,
ni el de pies ligeros podrá salvarse,
ni el jinete salvará su vida.

El más intrépido entre los guerreros
huirá desnudo aquel dí­a»
—oráculo del Señor—.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 49, 16bc-17. 18-19. 20-21. 22-23 (R.: 22a)

R. Atención, los que olvidáis a Dios.

V. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?». R.

V. Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño». R.

V. Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara». R.

V. Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R.


Aleluya

Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No endurezcáis vuestro corazón;
Escuchad la voz del Señor. R.


EVANGELIO

Mt 8, 18-22

Sí­gueme.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de cruzar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo:

«Maestro, te seguiré adonde vayas».

Jesús le respondió:

«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».

Otro, que era de los discí­pulos, le dijo:

«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre».

Jesús le replicó:

«Tú, sí­gueme y deja que los muertos entierren a sus muertos».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 3, 1-8; 4, 11-12

El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?

Lectura de la profecí­a de Amós.

ESCUCHAD esta palabra que el Señor ha pronunciado contra vosotros, hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto:

«Sólo a vosotros he escogido
de entre todas las tribus de la tierra.
Por eso os pediré cuentas
de todas vuestras transgresiones».

¿Acaso dos caminan juntos
sin haberse puesto de acuerdo?

¿Acaso ruge el león en la foresta
si no tiene una presa?
¿Deja el cachorro oí­r su voz desde el cubil
si no ha apresado nada?

¿Acaso cae el pájaro en la red,
a tierra, si no hay un lazo?
¿Salta la trampa del suelo
si no tiene una presa?

¿Se toca el cuerno en una ciudad
sin que se estremezca la gente?
¿Sucede una desgracia en una ciudad
sin que el Señor la haya causado?

Ciertamente, nada hace el Señor Dios
sin haber revelado su designio
a sus servidores los profetas.

Ha rugido el león,
¿quién no temerá?
El Señor Dios ha hablado,
¿quién no profetizará?

Os trastorné
como Dios trastornó a Sodoma y Gomorra,
y quedasteis como tizón sacado del incendio.
Pero no os convertisteis a mí­ —oráculo del Señor—.

Por eso, así­ voy a tratarte, Israel.
Sí­, así­ voy a tratarte:
prepárate al encuentro con tu Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 5, 5-6a. 6b-7. 8 (R.: 9a)

R. Tengo ante los ojos tu bondad, Señor.

V. Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R.

V. Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R.

V. Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con todo temor. R.


Aleluya

Cf. Sal 129, 5

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Espero en el Señor, espero en su palabra. R.


EVANGELIO

Mt 8, 23-27

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discí­pulos lo siguieron.

En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecí­a entre las olas; él dormí­a. Se acercaron los discí­pulos y lo despertaron, gritándole:

«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».

Él les dice:

«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

Los hombres se decí­an asombrados:

«¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 5, 14-15. 21-24

Aparta de mí­ el estrépito de tus canciones, y fluya la justicia como arroyo perenne.

Lectura de la profecí­a de Amós.

BUSCAD el bien, no el mal, y viviréis,
y así­ el Señor, Dios del universo,
estará con vosotros, como pretendéis.

Odiad el mal y amad el bien,
instaurad el derecho en el tribunal.
Tal vez el Señor, Dios del universo,
tenga piedad del Resto de José.

Aborrezco y rechazo vuestras fiestas,
no acepto vuestras asambleas.

Aunque me presentéis holocaustos y ofrendas,
no me complaceré en ellos,
ni miraré las ofrendas pací­ficas
con novillos cebados.

Aparta de mí­ el estrépito de tus canciones;
no quiero escuchar la melodí­a de tus cí­taras.

Que fluya como agua el derecho
y la justicia como arroyo perenne».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 49, 7. 8-9. 10-11. 12-13. 16bc-17 (R.: 23cd)

R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. Escucha, pueblo mí­o, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
yo, Dios, tu Dios. R.

V. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí­.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R.

V. Pues las fieras de la selva son mí­as,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos. R.

V. Si tuviera hambre, no te lo dirí­a:
pues el orbe y cuanto lo llena es mí­o.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos? R.

V. «¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?». R.


Aleluya

Sant 1, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Por propia iniciativa el Padre nos engendró
con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas. R.


EVANGELIO

Mt 8, 28-34

¿Has venido aquí­ a atormentar a los demonios antes de tiempo?

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos.

Desde los sepulcros dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atreví­a a transitar por aquel camino.

Y le dijeron a gritos:

«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí­ a atormentarnos antes de tiempo?».

A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron:

«Si nos echas, mándanos a la piara».

Jesús les dijo:

«Id».

Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y murieron en las aguas.

Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.

Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su paí­s.


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 7, 10-17

Ve, profetiza a mi pueblo.

Lectura de la profecí­a de Amós.

EN aquellos dí­as, Amasí­as, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel:

«Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El paí­s no puede ya soportar sus palabras. Esto es lo que dice Amós: Jeroboán morirá a espada, e Israel será deportado de su tierra».

Y Amasí­as dijo a Amós:

«Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí­ podrás ganarte el pan, y allí­ profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino».

Pero Amós respondió a Amasí­as:

«Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicómoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel.

Pues bien, escucha la palabra del Señor: Tú me dices: No profetices sobre Israel y no vaticines contra la casa de Isaac.

Por eso, esto dice el Señor:

Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad,
tus hijos y tus hijas caerán por la espada,
tu tierra será repartida a cordel,
tu morirás en un paí­s impuro
e Israel será deportado de su tierra».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 18, 8. 9. 10. 11 (R.: 10cd)

R. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R.

V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es lí­mpida
y da luz a los ojos. R.

V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

V. Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.


Aleluya

2 Cor 5, 19ac

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. R.


EVANGELIO

Mt 9, 1-8

La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralí­tico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tení­an, dijo al paralí­tico:

«¡ínimo, hijo!, tus pecados te son perdonados».

Algunos de los escribas se dijeron:

«Éste blasfema».

Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:

«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y echa a andar? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados entonces dice al paralí­tico: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa».

Se puso en pie y se fue a su casa.

Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 8, 4-6. 9-12

Enviaré hambre al paí­s, no de pan, sino de escuchar las palabras del Señor.

Lectura de la profecí­a de Amós.

ESCUCHAD esto, los que pisoteáis al pobre
y elimináis a los humildes del paí­s,
diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva,
para vender el grano,
y el sábado, para abrir los sacos de cereal
reduciendo el peso y aumentando el precio,
y modificando las balanzas con engaño
para comprar al indigente por plata
y al pobre por un par de sandalias,
para vender hasta el salvado del grano?».

Aquel dí­a —oráculo del Señor Dios—
haré que el sol se oculte a mediodí­a,
y oscureceré la tierra en pleno dí­a.
Transformaré vuestras fiestas en duelo,
y todas vuestras canciones en elegí­a.
Pondré arpillera sobre toda espalda
y dejaré rapada toda cabeza.
Será como el duelo por un hijo único,
y el final como un dí­a de amargura.

Vienen dí­as —oráculo del Señor Dios—
en que enviaré hambre al paí­s:
no hambre de pan, ni sed de agua,
sino de escuchar las palabras del Señor.
Andarán errantes de mar a mar
y de septentrión a oriente deambularán
buscando la palabra del Señor,
pero no la encontrarán.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 118, 2. 10. 20. 30. 40. 131 (R.: Mt 4, 4)

R. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

V. Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

V. Te busco de todo corazón,
no consientas que me desví­e de tus mandamientos. R.

V. Mi alma se consume, deseando
continuamente tus mandamientos. R.

V. Escogí­ el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R.

V. Mira cómo ansí­o tus mandatos:
dame vida con tu justicia. R.

V. Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R.


Aleluya

Mt 11, 28

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Venid a mí­ todos los que estáis cansados y agobiados dice el Señor,
y yo os aliviaré. R.


EVANGELIO

Mt 9, 9-13

No tienen necesidad de médico los sanos; misericordia quiero y no sacrificios.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

«Sí­gueme».

Él se levantó y lo siguió.

Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habí­an acudido, se sentaban con Jesús y sus discí­pulos.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discí­pulos:

«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».

Jesús lo oyó y dijo:

«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa Misericordia quiero y no sacrificio: que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Am 9, 11-15

Repatriaré a los desterrados de mi pueblo y los plantaré en su tierra.

Lectura de la profecí­a de Amós.

ESTO dice el Señor:

«Aquel dí­a levantaré la cabaña caí­da de David,
repararé sus brechas, restauraré sus ruinas
y la reconstruiré como antaño,
para que posean el resto de Edón
y todas las naciones sobre las cuales
fue invocado mi nombre
—oráculo del Señor— que hace todo esto.

Vienen dí­as —oráculo del Señor—
cuando se encontrarán el que ara con el que siega,
y el que pisa la uva con quien esparce la semilla;
las montañas destilarán mosto
y las colinas se derretirán.

Repatriaré a los desterrados de mi pueblo Israel;
ellos reconstruirán ciudades derruidas y las habitarán,
plantarán viñas y beberán su vino,
cultivarán huertos y comerán sus frutos.

Yo los plantaré en su tierra,
que yo les habí­a dado,
y ya no serán arrancados de ella
dice el Señor, tu Dios».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 84, 9. 11-12. 13-14 (R.: 9bc)

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

V. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón». R.

V. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

V. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz dice el Señor,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Mt 9, 14-17

¿Es que pueden guardar luto mientras el esposo está con ellos?

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, los discí­pulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discí­pulos no ayunan?».

Jesús les dijo:

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?

Llegarán dí­as en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.

Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.

Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así­ las dos cosas se conservan».


Palabra del Señor.



SEMANA XIV (Año Par)

LUNES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Os 2, 16. 17b-18. 21-22

Me desposaré contigo para siempre.

Lectura de la profecí­a de Oseas.

ESTO dice el Señor:

«Yo la persuado,
la llevo al desierto, le hablo al corazón.

Allí­ responderá como en los dí­as de su juventud,
como el dí­a de su salida de Egipto.

Aquel dí­a —oráculo del Señor—
me llamarás esposo mí­o,
y ya no me llamarás mi amo.

Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 144, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 8a)

R. El Señor es clemente y misericordioso.

V. Dí­a tras dí­a, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R.

V. Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R.

V. Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R.

V. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.


Aleluya

Cf. 2 Tm 1, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.


EVANGELIO

Mt 9, 18-26

Mi hija acaba de morir. Pero ven tú y vivirá.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judí­os que se arrodilló ante él y le dijo:

«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».

Jesús se levantó y lo siguió con sus discí­pulos.

Entre tanto, una mujer que sufrí­a flujos de sangre desde hací­a doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curarí­a.

Jesús se volvió y, al verla le dijo:

«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado».

Y en aquel momento quedó curada la mujer.

Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:

«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».

Se reí­an de él.

Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se levantó.

La noticia se divulgó por toda aquella comarca.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Os 8, 4-7. 11-13

Siembran viento, cosecharán tempestades.

Lectura de la profecí­a de Oseas.

ESTO dice el Señor:

«Han constituido reyes en Israel, sin contar conmigo,
autoridades, y yo no sabí­a nada.
Con su plata y con su oro
se hicieron í­dolos para establecer pactos.

¡Tu becerro te ha rechazado, Samarí­a!
Mi ira se inflamó contra ellos.
¿Hasta cuándo serán culpables
de la suerte de Israel?
¡Un artesano lo ha hecho,
pero eso no es un Dios!
Sí­, terminará hecho pedazos
el becerro de Samarí­a.

Puesto que siembran viento,
cosecharán tempestades;
espiga sin brote no produce harina.
Tal vez la produzca,
pero la devorarán extranjeros.

Efraí­n multiplicó los altares de pecado,
y fueron para él altares de pecado.

Para él escribo todos mis preceptos,
son considerados cosa de otros.

¡Sacrificios de carne asada!
Sacrificaron la carne y se la comieron.
El Señor no los acepta.
Tiene presente su perversión
y castiga sus pecados:
deberán retornar a Egipto».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 113B, 3-4. 5-6. 7ab-8. 9-10 (R.: 9a)

R. Israel confí­a en el Señor.

V. Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus í­dolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R.

V. Tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen. R.

V. Tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan.
Que sean igual los que los hacen,
cuantos confí­an en ellos. R.

V. Israel confí­a en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confí­a en el Señor:
él es su auxilio y su escudo. R.


Aleluya

Jn 10, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el buen Pastor dice el Señor,
que conozco a mis ovejas, y las mí­as me conocen. R.


EVANGELIO

Mt 9, 32-38

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decí­a admirada:

«Nunca se ha visto en Israel cosa igual».

En cambio, los fariseos decí­an:

«Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Jesús recorrí­a todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Al ver a las muchedumbres, se compadecí­a de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».

Entonces dice a sus discí­pulos:

«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Os 10, 1-3. 7-8. 12

Es tiempo de consultar al Señor.

Lectura de la profecí­a de Oseas.

UNA viña arrasada es Israel,
el fruto es como ella.
Por la abundancia de sus frutos,
multiplicó sus altares.

Cuanto más rica era su tierra,
más adornaban sus estelas.
Su corazón es inconstante,
así­ pues, pagarán.
Él mismo hará pedazos sus altares,
demolerá sus estelas.
Entonces dirán: «no tenemos rey
porque no tuvimos temor del Señor…,
y el rey ¿qué harí­a por nosotros?».

Ha desaparecido el rey de Samarí­a,
como una rama de la superficie del agua.
Serán destruidos los altozanos de la Iniquidad,
¡pecado de Israel!
Espino y maleza crecerán sobre sus altares.
Dirán a las montañas: «Cubridnos»,
y a las colinas: «Caed sobre nosotros».

Sembrad con justicia,
recoged con amor.
Poned al trabajo un terreno virgen.
Es tiempo de consultar al Señor,
hasta que venga y haga llover
sobre vosotros la justicia.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 104, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 4b)

R. Buscad continuamente el rostro del Señor.

V. Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas,
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R.

V. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.


Aleluya

Mc 1, 15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Está cerca el reino de Dios dice el Señor;
convertí­os y creed en el Evangelio. R.


EVANGELIO

Mt 10, 1-7

Id a las ovejas descarriadas de Israel.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús llamó a sus doce discí­pulos y les dio autoridad para expulsar espí­ritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samarí­a, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Os 11, 1-4. 8c-9

Mi corazón está perturbado.

Lectura de la profecí­a de Oseas.

ESTO dice el Señor:

«Cuando Israel era joven lo amé
y de Egipto llamé a mi hijo.
Cuanto más los llamaba,
más se alejaban de mí­:
sacrificaban a los baales,
ofrecí­an incienso a los í­dolos.

Pero era yo quien habí­a criado a Efraí­n,
tomándolo en mis brazos;
y no reconocieron que yo los cuidaba.
Con lazos humanos los atraje,
con ví­nculos de amor.
Fui para ellos como quien alza
un niño hasta sus mejillas.
Me incliné hacia él
para darle de comer.

Mi corazón está perturbado,
se conmueven mis entrañas.
No actuaré en el ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraí­n,
porque yo soy Dios,
y no hombre;
santo en medio de vosotros,
y no me dejo llevar por la ira».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 79, 2ac y 3b. 15-16 (R.: 4b).

R. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve.

V. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece,
despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

V. Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fí­jate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R.


Aleluya

Mc 1, 15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Está cerca el reino de Dios;
convertí­os y creed en el Evangelio. R.


EVANGELIO

Mt 10, 7-15

Gratis habéis recibido, dad gratis.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.

Gratis habéis recibido, dad gratis.

No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí­ de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.

Si alguno no os recibe o no escucha vuestras palabras, al salir de su casa o de la ciudad, sacudid el polvo de los pies.

En verdad os digo que el dí­a del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Os 14, 2-10

No llamaremos ya «nuestro Dios» a la obra de nuestras manos.

Lectura de la profecí­a de Oseas.

ESTO dice el Señor:

Vuelve, Israel, al Señor tu Dios,
porque tropezaste por tu falta.
Tomad vuestras promesas con vosotros,
y volved al Señor.
Decidle: «Tú quitas toda falta,
acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará,
no volveremos a montar a caballo,
y no llamaremos ya nuestro Dios
a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión».

«Curaré su deslealtad,
los amaré generosamente,
porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocí­o,
florecerá como el lirio,
echará sus raí­ces como los cedros del Lí­bano.
Brotarán sus retoños
y será su esplendor como el olivo,
y su perfume como el del Lí­bano.

Regresarán los que habitaban a su sombra,
revivirán como el trigo,
florecerán como la viña,
será su renombre como el del vino del Lí­bano.

Efraí­n, ¿qué tengo que ver con los í­dolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde,
de mí­ procede tu fruto».

¿Quién será sabio, para comprender estas cosas,
inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos:
los justos los transitan,
pero los traidores tropiezan en ellos.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 50, 3-4. 8-9. 12-13. 14y 17 (R.: 17b)

R. Mi boca proclamará tu alabanza.

V. Misericordia, Dios mí­o, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabidurí­a.
Rocí­ame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve. R.

V. Oh, Dios, crea en mí­ un corazón puro,
renuévame por dentro con espí­ritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espí­ritu. R.

V. Devuélveme la alegrí­a de tu salvación,
afiánzame con espí­ritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.


Aleluya

Jn 16, 13a; 14 26d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Cuando venga el Espí­ritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad plena,
y os irá recordando todo lo que os he dicho. R.


EVANGELIO

Mt 10, 16-23

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espí­ritu de vuestro Padre.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«Mirad que yo os enví­o como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.

Pero ¡cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espí­ritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.

Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.

En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 6, 1 -8

Yo, hombre de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo.

Lectura del libro de Isaí­as.

EN el año de la muerte del rey Ozí­as, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.

Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrí­an el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo:

«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».

Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.

Yo dije:

«¡Ay de mí­, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».

Uno de los seres de fuego voló hacia mí­ con un ascua en la mano, que habí­a tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:

«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».

Entonces escuché la voz del Señor, que decí­a:

«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».

Contesté:

«Aquí­ estoy, mándame».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 92, 1ab. 1c-2. 5 (R.: 1a)

R. El Señor reina, vestido de majestad.

V. El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

V. Así­ está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R.

V. Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por dí­as sin término. R.


Aleluya

1 Pe 4, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros,
porque el Espí­ritu de Dios reposa sobre vosotros. R.


EVANGELIO

Mt 10, 24-33

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«Un discí­pulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discí­pulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados!

No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido que no llegue a saberse.

Lo que os digo en la oscuridad decidlo a la luz, y lo que os digo al oí­do, pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna.

¿No se venden un par de gorriones por unos céntimos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.

A quien se declare por mí­ ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».


Palabra del Señor.



SEMANA XV (Año Par)

LUNES DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 1, 10-17

Lavaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones.

Lectura del libro de Isaí­as.

OÍD la palabra del Señor,
prí­ncipes de Sodoma,
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.

«¿Qué me importa la abundancia de vuestros sacrificios?
dice el Señor.
Estoy harto de holocaustos de carneros,
de grasa de cebones;
la sangre de toros, de corderos y chivos
no me agrada.

Cuando vení­s a visitarme,
¿quién pide algo de vuestras manos
para que vengáis a pisar mis atrios?

No me traigáis más inútiles ofrendas,
son para mí­ como incienso execrable.
Novilunios, sábados y reuniones sagradas:
no soporto iniquidad y solemne asamblea.

Vuestros novilunios y solemnidades
los detesto;
se me han vuelto una carga
que no soporto más.

Cuando extendéis las manos
me cubro los ojos;
aunque multipliquéis las plegarias,
no os escucharé.
Vuestras manos están llenas de sangre.

Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23 (R.: 23cd)

R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí­.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R.

V. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

V. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios. R.


Aleluya

Mt 5, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.


EVANGELIO

Mt 10, 34 11, 1

No he venido a sembrar paz, sino espada.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí­ no es digno de mí­; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí­ no es digno de mí­; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí­. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí­, la encontrará.

El que os recibe a vosotros, me recibe a mí­, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discí­pulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discí­pulos, partió de allí­ para enseñar y predicar en sus ciudades.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 7, 1-9

Si no creéis no subsistiréis.

Lectura del libro de Isaí­as.

CUANDO reinaba en Judá Ajaz, hijo de Jotán, hijo de Ozí­as, subieron a atacar Jerusalén Rasí­n, rey de Siria, y Pécaj, hijo de Romelí­as, rey de Israel, pero no lograron conquistarla.

Se lo comunicaron a la casa de David:

«Los arameos han acampado en Efraí­n», y se agitó su corazón y el corazón del pueblo como se agitan los árboles del bosque con el viento.

Entonces el Señor dijo a Isaí­as:

«Ve al encuentro de Ajaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la alberca de arriba, junto a la calzada del campo del batanero, y dile: “Conserva la calma, no temas y que tu corazón no desfallezca ante esos dos restos de tizones humeantes: la ira ardiente de Rasí­n y Siria, y del hijo de Romelí­as.

Porque, aunque Siria y Efraí­n y el hijo de Romelí­as tramen tu ruina, diciendo: ‘Marchemos contra Judá, aterroricémosla, entremos en ella y pongamos como rey al hijo de Tabeel’, así­ ha dicho el Señor:

‘Ni ocurrirá ni se cumplirá:

Damasco es capital de Siria, y a la cabeza de Damasco está Rasí­n. (Dentro de sesenta y cinco años, Efraí­n, destruido, dejará de ser un pueblo). Samarí­a es capital de Efraí­n, y a la cabeza de Samarí­a está el hijo de Romelí­as. Si no creéis, no subsistiréis’”».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 47, 2-3a. 3b-4. 5-6. 7-8 (R.: 33)

R. Dios ha fundado su ciudad para siempre.

V. Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegrí­a de toda la tierra. R.

V. El monte Sión, confí­n del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R.

V. Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos. R.

V. Allí­ los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis. R.


Aleluya

Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor. R.


EVANGELIO

Mt 11, 20-24

El dí­a del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«¡Ay de ti, Corozaí­n, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrí­an convertido, cubiertas de sayal y ceniza.

Pues os digo que el dí­a del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.

Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habrí­a durado hasta hoy.

Pues os digo que el dí­a del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 10, 5-7. 13-16

¿Se enorgullece el hacha contra quien corta con ella?

Lectura del libro de Isaí­as.

ESTO dice el Señor:

«¡Ay de Asiria, vara de mi ira!
¡Mi furor es bastón entre sus manos!

Lo enví­o contra una nación impí­a,
lo mando contra el pueblo que provoca mi cólera,
para saquearlo y despojarlo,
para hollarlo como barro de las calles.

Pero él no lo entiende así­,
no es eso lo que piensa en su corazón,
sino exterminar, aniquilar naciones numerosas.

Se decí­a:

“Con la fuerza de mi mano lo he hecho,
con mi saber, porque soy inteligente.
He borrado las fronteras de las naciones,
he saqueado sus tesoros
y, como un héroe, he destronado a sus señores.

Mi mano ha alcanzado a las riquezas de los pueblos, como si fueran un nido;
como quien recoge huevos abandonados,
recogí­ toda su tierra.
Ninguno batió el ala,
ninguno abrió el pico para piar”.

¿Se enorgullece el hacha contra quien corta con ella?
¿Se glorí­a la sierra contra quien la mueve?
¡Como si el bastón moviera a quien lo sostiene,
o la vara sostuviera a quien no es de madera!

Por eso, el Señor, Dios del universo,
debilitará a los hombres vigorosos
y bajo su esplendor
encenderá un fuego abrasador».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 93, 5-6. 7-8. 9-10. 14-15 (R.: 14a).

R. El Señor no rechaza a su pueblo.

V. Trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad;
asesinan a viudas y forasteros,
degüellan a los huérfanos. R.

V. Y comentan: «Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera».
Enteraos, los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis? R.

V. El que plantó el oí­do ¿no va a oí­r?
El que formó el ojo ¿no va a ver?
El que educa a los pueblos ¿no va a castigar?
El que instruye al hombre ¿no va a saber? R.

V. Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo retornará a la justicia
y la seguirán todos los rectos de corazón. R.


Aleluya

Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.


EVANGELIO

Mt 11, 25-27

Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a los pequeños.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí­, Padre, así­ te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 26, 7-9. 12. 16-19

Despertarán jubilosos los que habitan en el polvo.

Lectura del libro de Isaí­as.

LA senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos
ansiando tu nombre y tu recuerdo.

Mi alma te ansí­a de noche,
mi espí­ritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden la justicia los habitantes del orbe.

Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.

Señor, en la angustia acudieron a ti,
susurraban plegarias cuando los castigaste.

Como la embarazada cuando le llega el parto
se retuerce y grita de dolor,
así­ estábamos en tu presencia, Señor:
concebimos, nos retorcimos, dimos a luz viento;
nada hicimos por salvar el paí­s,
ni nacieron habitantes en el mundo.

¡Revivirán tus muertos,
resurgirán nuestros cadáveres,
despertarán jubilosos los que habitan en el polvo!
Pues rocí­o de luz es tu rocí­o,
que harás caer sobre la tierra de las sombras.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 101, 13-14 y 15.16-18. 19-21. (R.: 8)

R. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.

V. Tú permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas. R.

V. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.

V. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.


Aleluya

Mt 11, 28

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Venid a mí­ todos los que estáis cansados y agobiados
dice el Señor, y yo os aliviaré. R.


EVANGELIO

Mt 11, 28-30

Soy manso y humilde de corazón.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Venid a mí­ todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí­, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Is 38, 1-6. 21-22. 7-8

He escuchado tu oración y visto tus lágrimas.

Lectura del libro de Isaí­as.

EN aquellos dí­as, el rey Ezequí­as enfermó mortalmente. El profeta Isaí­as, hijo de Amós, vino a decirle:

«Esto dice el Señor: “Pon orden en tu casa, porque vas a morir y no vivirás”».

Ezequí­as volvió la cara a la pared y oró al Señor:

«¡Ah, Señor!, recuerda que he caminado ante ti con sinceridad y corazón í­ntegro; que he hecho lo que era recto a tus ojos».

Y el rey se deshizo en lágrimas.

Le llegó a Isaí­as una palabra del Señor en estos términos:

«Ve y di a Ezequí­as: “Esto dice el Señor, el Dios de tu padre David: He escuchado tu plegaria y visto tus lágrimas. Añadiré otros quince años a tu vida y te libraré, a ti y a esta ciudad, de la mano del rey de Asiria y extenderé mi protección sobre esta ciudad”».

Isaí­as dijo:

«Que traigan un emplasto de higos y lo apliquen a la herida, para que se cure».

Ezequí­as dijo:

«¿Cuál es la prueba de que podré subir a la casa del Señor?».

Respondió Isaí­as:

«La señal que el Señor te enví­a de que cumplirá lo prometido será ésta:

Haré retroceder diez gradas la sombra en la escalera de Ajaz, que se habí­a alargado por efecto del sol».

Y el sol retrocedió las diez gradas que habí­a avanzado sobre la escalera.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Is 38, 10. 11. 12abcd. 16bcd (R.: cf. 17b)

R. Tú, Señor, detuviste mi alma para que no pereciese.

V. Yo pensé: «En medio de mis dí­as
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años». R.

V. Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo». R.

V. Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor, devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama. R.

V. ¡Señor, en ti espera mi corazón!,
que se reanime mi espí­ritu;
Me has curado, me has hecho revivir. R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz dice el Señor,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Mt 12, 1-8

El Hijo del hombre es señor del sábado.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, atravesó Jesús en sábado un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.

Los fariseos, al verlo, le dijeron:

«Mira, tus discí­pulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado».

Les replicó:

«¿No habéis leí­do lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes.

¿Y no habéis leí­do en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?

Pues os digo que aquí­ hay uno que es más que el templo.

Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenarí­ais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Miq 2, 1-5

Si no creéis no subsistiréis.

Lectura de la profecí­a de Miqueas.

¡AY de los que traman el crimen
y planean pérfidas acciones en sus camas!
En cuento apunta el dí­a las ejecutan,
porque tienen poder.

Desean campos y los roban,
casas, y se apoderan de ellas;
oprimen al cabeza de familia
y a los suyos,
explotan al ciudadano y sus bienes.

Por tanto, esto dice el Señor:
Yo también tramo
contra estas gentes un mal
del que no podréis apartar el cuello
y no andaréis con la cabeza alta,
pues serán malos tiempos aquéllos.

Aquel dí­a os dedicarán una sátira,
se cantará una elegí­a que diga:
«Estamos totalmente perdidos,
pues se reparte el lote de mi pueblo;
¿cómo se volverá hacia mí­
para restituir nuestros campos
que ahora está repartiendo?».

Por ello, no tendrás quien te eche a suertes
un lote en la asamblea del Señor.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 9, 22-23. 24-25. 28-29. 35

R. No te olvides de los humildes, Señor.

V. ¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto?
En su soberbia el impí­o oprime al infeliz
y lo enreda en las intrigas que ha tramado. R.

V. El malvado se glorí­a de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El malvado dice con insolencia:
«No hay Dios que me pida cuentas». R.

V. Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de fraudes;
su lengua encubre maldad y opresión;
en el zaguán se sienta al acecho,
para matar a escondidas al inocente. R.

V. Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano. R.


Aleluya

2 Cor 5, 19ac

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. R.


EVANGELIO

Mt 12, 14-21

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran.
Así­ se cumplió lo dicho por medio del profeta.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Pero Jesús se enteró, se marchó de allí­ y muchos lo siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así­ se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaí­as:

«Mirad a mi siervo, mi elegido,
mi amado, en quien me complazco.
Sobre él pondré mi espí­ritu
para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará,
nadie escuchará su voz por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará,
hasta llevar el derecho a la victoria;
en su nombre esperarán las naciones».


Palabra del Señor.



SEMANA XVI (Año Par)

LUNES DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Miq 6, 1-4. 6-8

Hombre, se te ha hecho saber lo que el Señor quiere de ti.

Lectura de la profecí­a de Miqueas.

ESCUCHAD lo que dice el Señor,
el pleito del Señor con su pueblo.

En pie, pleitea con las montañas,
que escuchen tu voz las colinas.

Escuchad, montañas, el pleito del Señor,
vosotros, inalterables cimientos de la tierra:
el Señor pleitea con su pueblo,
con Israel se querella.

Pueblo mí­o, ¿qué te he hecho?,
¿en qué te he molestado?
¡Respóndeme!

Yo te saqué de Egipto
y te libré de la servidumbre.
Yo te envié a Moisés,
Aarón y Marí­a.

«¿Con qué me presentaré al Señor
y me inclinaré ante el Dios excelso?
¿Me presentaré con holocaustos,
con terneros de un año?

¿Le agradarán al Señor mil bueyes,
mirí­adas de rí­os de aceite?
¿Le ofreceré mi primogénito por mi falta,
el fruto de mis entrañas por mi pecado?».

Hombre, se te ha hecho saber lo que es bueno,
lo que el Señor quiere de ti:
tan sólo practicar el derecho,
amar la bondad,
y caminar humildemente con tu Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 49, 5-6. 8-9. 16bc-17. 21 y 23 (R.: 23cd)

R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. «Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio».
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R.

V. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí­.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R.

V. «¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

V. Esto haces, ¿y me voy callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios».
R.


Aleluya

Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No endurezcáis vuestro corazón;
Escuchad la voz del Señor. R.


EVANGELIO

Mt 12, 38-42

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús:

«Maestro, queremos ver un milagro tuyo».

Él les contestó:

«Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres dí­as y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres dí­as y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra.

Los hombres de Ní­nive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí­ hay uno que es más que Jonás.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabidurí­a de Salomón, y aquí­ hay uno que es más que Salomón».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Miq 7, 14-15. 18-20

Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos.

Lectura de la profecí­a de Miqueas.

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado,
al rebaño de tu heredad,
que anda solo en la espesura,
en medio del bosque;
que se apaciente como antes
en Basán y Galaad.

Como cuando saliste de Egipto,
les haré ver prodigios.

¿Qué Dios hay como tú,
capaz de perdonar el pecado,
de pasar por alto la falta
del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera,
pues le gusta la misericordia.

Volverá a compadecerse de nosotros,
destrozará nuestras culpas,
arrojará nuestros pecados
a lo hondo del mar.

Concederás a Jacob tu fidelidad
y a Abrahán tu bondad,
como antaño prometiste a nuestros padres.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 84, 2-4. 5-6. 7-8 (R.: 7a)

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira. R.

V. Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? R.

V. ¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación. R.


Aleluya

Cf. Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El que me ama guardará mi palabra dice el Señor,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.


EVANGELIO

Mt 12, 46-50

Extendiendo su mano hacia sus discí­pulos, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos».

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.

Uno se lo avisó:

«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».

Pero él contestó al que le avisaba:

«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».

Y, extendiendo su mano hacia sus discí­pulos, dijo:

«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 1, 1. 4-10

Te constituí­ profeta de las naciones.

Lectura del libro de Jeremí­as.

PALABRAS de Jeremí­as, hijo de Jilquí­as, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamí­n.

El Señor me dirigió la palabra:

«Antes de formarte en el vientre, te elegí­; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí­ profeta de las naciones».

Yo repuse:

«¡Ay, Señor, Dios mí­o! Mira que no sé hablar, que sólo soy un niño».

El Señor me contestó:

«No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te enví­e y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte —oráculo del Señor—».

El Señor extendió la mano, tocó mi boca y me dijo:

«Voy a poner mis palabras en tu boca. Desde hoy te doy poder sobre pueblos y reinos para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (R.: 15a)

R. Mi boca contará tu justicia, Señor.

V. A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, lí­brame y ponme a salvo,
inclina a mí­ tu oí­do y sálvame. R.

V. Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mí­o, lí­brame de la mano perversa. R.

V. Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostení­as. R.

V. Mi boca contará tu justicia,
y todo el dí­a tu salvación.
Dios mí­o, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.


Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre. R.


EVANGELIO

Mt 13, 1-9

Cayó en tierra buena y dio fruto.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

AQUEL dí­a salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló muchas cosas en parábolas:

«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.

Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tení­a tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raí­z se secó.

Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron.

Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.

El que tenga oí­dos, que oiga».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 2, 1-3. 7-8. 12-13

Me abandonaron a mí­, fuente de agua viva, y se cavaron aljibes agrietados.

Lectura del libro de Jeremí­as.

EL Señor me dirigió la palabra:

Esto dice el Señor:
Recuerdo tu cariño juvenil,
el amor que me tení­as de novia,
cuando ibas tras de mí­ por el desierto,
por tierra que nadie siembra.

Israel era sagrada para el Señor,
fruto primero de su cosecha:
quien probaba de ella lo pagaba,
la desgracia caí­a sobre él
—oráculo del Señor—.

Os traje a una tierra de huertos,
para comer sus frutos deliciosos;
pero entrasteis y profanasteis mi tierra,
hicisteis abominable mi heredad.

Los sacerdotes no preguntaban:
«¿Dónde está el Señor?».
Los expertos en leyes no me reconocí­an;
los pastores se rebelaban contra mí­,
los profetas profetizaban por Baal,
fueron tras í­dolos que no sirven de nada.

Espantaos, cielos, de ello,
horrorizaos y temblad aterrados
—oráculo del Señor—,
pues una doble maldad
ha cometido mi pueblo:
me abandonaron a mí­,
fuente de agua viva,
y se cavaron aljibes,
aljibes agrietados
que no retienen agua».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 35, 6-7ab. 8-9. 10-11 (R.: 10a)

R. En ti, Señor, está la fuente viva.

V. Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes;
tu justicia es como las altas cordilleras,
tus juicios son como el océano inmenso. R.

V. ¡Qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!,
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias. R.

V. Porque en ti está la fuente viva,
y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu misericordia con los que te reconocen
tu justicia con los rectos de corazón. R.


Aleluya

Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.


EVANGELIO

Mt 13, 10-17

A vosotros se os ha dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:

«¿Por qué les hablas en parábolas?».

Él les contestó:

«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oí­r ni entender. Así­ se cumplirá en ellos la profecí­a de Isaí­as:

“Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure”.

Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oí­dos porque oyen.

En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oí­r lo que oí­s y no lo oyeron».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 3, 14-17

Os daré pastores, según mi corazón; y todas las naciones se incorporarán a Jerusalén.

Lectura del libro de Jeremí­as.

VOLVED, hijos apóstatas —oráculo del Señor—, que yo soy vuestro dueño. Os iré reuniendo a uno de cada ciudad, a dos de cada tribu, y os traeré a Sión. Os daré pastores, según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia.

Os multiplicaréis y creceréis en el paí­s. Y en aquellos dí­as —oráculo del Señor— ya no se hablará del Arca de la Alianza del Señor: no se recordará ni se mencionará; nadie la echará de menos, ni se volverá a construir otra.

En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono del Señor».

Todas las naciones se incorporarán a ella en el nombre de «El Señor que está en Jerusalén», y ya no se dejarán guiar por su corazón perverso y obstinado.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Jer 31, 10. 11-12ab. 13 (R.: Cf. 10d)

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

V. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño». R.

V. «Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.
R.

V. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R.


Aleluya

Cf. Lc 8, 15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.


EVANGELIO

Mt 13, 18-23

El que escucha la palabra y la entiende, ése dará fruto.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros, pues, oí­d lo que significa la parábola del sembrador: si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón.

Esto significa lo sembrado al borde del camino.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que escucha la palabra y la acepta enseguida con alegrí­a; pero no tiene raí­ces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumbe.

Lo sembrado entre abrojos significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y se queda estéril.

Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XVI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 7, 1-11

¿Creéis que es una cueva de bandidos el templo dedicado a mi nombre?

Lectura del libro de Jeremí­as.

PALABRA que el Señor dirigió a Jeremí­as:

«Ponte a la puerta del templo y proclama allí­ lo siguiente: ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por esas puertas para adorar al Señor!

Así­ dice el Señor del universo, Dios de Israel:

Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor.

Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguí­s a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tanto tiempo y para siempre.

Mirad: Vosotros os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada. ¿De modo que robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguí­s a dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí­ en este templo, dedicado a mi nombre, y os decí­s: Estamos salvos, para seguir cometiendo esas abominaciones?

¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo dedicado a mi nombre? Atención, que yo lo he visto» —oráculo del Señor—.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11 (R.: 2)

R. ¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!

V. Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

V. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
y la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mí­o y Dios mí­o. R.

V. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza;
caminan de baluarte en baluarte. R.

V. Vale más un dí­a en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R.


Aleluya

Sant 1, 21bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Acoged con docilidad la palabra,
que ha sido injertada en vosotros
y es capaz de salvar vuestras vidas. R.


EVANGELIO

Mt 13, 24-30

Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormí­an, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?.

Él les dijo:

Un enemigo lo ha hecho.

Los criados le preguntaron:

¿Quieres que vayamos a arrancarla?.

Pero él les respondió:

No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero».


Palabra del Señor.



SEMANA XVII (Año Par)

LUNES DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 13, 1-11

El pueblo será como ese cinturón, que ya no sirve para nada.

Lectura del libro del Jeremí­as.

ESTO me dijo el Señor:

«Ve, cómprate un cinturón de lino y rodéate con él la cintura; pero no lo metas en agua».

Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí­. El Señor me dirigió la palabra por segunda vez:

«Toma el cinturón que has comprado y que llevas ceñido; ponte en marcha hacia el rí­o Éufrates y lo escondes allí­, entre las hendiduras de las piedras».

Fui y lo escondí­ en el Éufrates, según me habí­a mandado el Señor. Tiempo después me dijo el Señor:

«Vete al rí­o Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí­».

Fui al Éufrates, cavé y recogí­ el cinturón del sitio donde lo habí­a escondido: estaba estropeado, no serví­a para nada. Entonces el Señor me habló así­:

«Esto dice el Señor: Del mismo modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adorarlos, será como ese cinturón que ya no sirve para nada.

Porque del mismo modo que se ajusta el cinturón a la cintura del hombre, así­ hice yo que se ajustaran a mí­ la casa de Judá y la casa de Israel —oráculo del Señor— para que fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza y mi honor. Pero no me escucharon».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Dt 32, 18-19. 20. 21 (R.: cf. 18a)

R. Despreciaste al Dios que te engendró.

V. Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor,
e irritado rechazó a sus hijos e hijas. R.

V. Pensando: «Les esconderé mi rostro
y veré en qué acaban,
porque son una generación pervertida,
unos hijos desleales». R.

V. «Me han dado celos con un dios que no es dios,
me han irritado con sus í­dolos vací­os;
pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré». R.


Aleluya

Sant 1, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Por propia iniciativa el Padre nos engendró con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas. R.


EVANGELIO

Mt 13, 31-35

El grano de mostaza se hace un árbol hasta el punto de que los pájaros del cielo anidan en sus ramas.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío:

«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».

Les dijo otra parábola:

«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que todo fermenta».

Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta:

«Abriré mi boca diciendo parábolas,
anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 14, 17-22

Recuerda, Señor, y no rompas tu alianza con nosotros.

Lectura del libro del Jeremí­as.

MIS ojos se deshacen en lágrimas,
de dí­a y de noche no cesan:
por la terrible desgracia que padece
la doncella, hija de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el paí­s.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Reconocemos, Señor, nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

¿Tienen los gentiles í­dolos de la lluvia?
¿Dan los cielos de por sí­ los aguaceros?
¿No eres tú, Señor, Dios nuestro;
tú, que eres nuestra esperanza,
porque tú lo hiciste todo?


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 78, 8. 9. 11 y 13 (R.: 9bc)

R. Por el honor de tu nombre lí­branos, Señor.

V. No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.

V. Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
lí­branos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.

V. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.
Nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R.


Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre. R.


EVANGELIO

Mt 13, 36-43

Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así­ será al final de los tiempos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.

Los discí­pulos se le acercaron a decirle:

«Explí­canos la parábola de la cizaña en el campo».

Él les contestó:

«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos, y los segadores los ángeles.

Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así­ será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí­ será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oí­dos, que oiga».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 15, 10. 16-21

¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga? Si vuelves, estarás a mi servicio.

Lectura del libro del Jeremí­as.

¡AY de mí­, madre mí­a, me has engendrado
para discutir y pleitear por todo el paí­s!
Ni presté ni me han prestado,
en cambio, todos me maldicen.

Si encontraba tus palabras, las devoraba:
tus palabras me serví­an de gozo,
eran la alegrí­a de mi corazón,
y tu nombre era invocado sobre mí­,
Señor Dios del universo.

No me junté con la gente
amiga de la juerga y el disfrute;
me forzaste a vivir en soledad,
pues me habí­as llenado de tu ira.

¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga,
enconada e incurable mi herida?
Te has vuelto para mí­ arroyo engañoso
de aguas inconstantes.

Entonces respondió el Señor: 

«Si vuelves, te dejaré volver,
y así­ estarás a mi servicio;
si separas la escoria del metal,
yo hablaré por tu boca.
Ellos volverán a ti,
pero tú no vuelvas a ellos.

Haré de ti frente al pueblo
muralla de bronce inexpugnable:
lucharán contra ti,
pero no te podrán,
porque yo estoy contigo
para librarte y salvarte
—oráculo del Señor—.

Te libraré de manos de los malvados,
te rescataré del puño de los violentos».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 58, 2-3. 4-5a. 10-11. 17. 18 (R.: 17d)

R. Dios es mi refugio en el peligro.

V. Lí­brame de mi enemigo, Dios mí­o;
protégeme de mis agresores,
lí­brame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R.

V. Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. R.

V. Por ti velo, fortaleza mí­a,
que mi alcázar es Dios.
Que tu favor se me adelante, Dios mí­o,
y me haga ver la derrota de mi enemigo. R.

V. Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana proclamaré tu misericordia;
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro. R.

V. Y tañeré en tu honor, fuerza mí­a,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar,
Dios mí­o, misericordia mí­a. R.


Aleluya

Jn 15, 15b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. A vosotros os llamo amigos dice el Señor,
porque todo lo que he oí­do a mi Padre os lo he dado a conocer. R.


EVANGELIO

Mt 13, 44-46

Vende todo lo que tiene y compra el campo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegrí­a, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 18, 1-6

Lo mismo que está el barro en manos del alfarero, así­ estáis vosotros en mi mano.

Lectura del libro del Jeremí­as.

PALABRA que el Señor dirigió a Jeremí­as:

«Anda, baja al taller del alfarero, que allí­ te comunicaré mi palabra».

Bajé al taller del alfarero, que en aquel momento estaba trabajando en el torno. Cuando le salí­a mal una vasija de barro que estaba torneando (como suele ocurrir al alfarero que trabaja con barro), volví­a a hacer otra vasija, tal como a él le parecí­a. Entonces el Señor me dirigió la palabra en estos términos:

«¿No puedo yo trataros como este alfarero, casa de Israel? —oráculo del Señor—.

Pues lo mismo que está el barro en manos del alfarero, así­ estáis vosotros en mi mano, casa de Israel».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 145, 1b-2. 3-4. 5-6 (R.: 5a)

R. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob.

V. Alaba, alma mí­a, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R.

V. No confiéis en los prí­ncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espí­ritu y vuelven al polvo,
ese dí­a perecen sus planes. R.

V. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R.


Aleluya

Cf. Hch 16, 14b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.


EVANGELIO

Mc 13, 47-53

Reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí­ será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Habéis entendido todo esto?».

Ellos le responden:

«Sí­».

Él les dijo:

«Pues bien, un escriba que se ha hecho discí­pulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí­.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 26, 1-9

El pueblo se arremolinó en torno a Jeremí­as en el templo del Señor.

Lectura del libro de Jeremí­as.

AL comienzo del reinado de Joaquí­n, hijo de Josí­as, rey de Judá, recibió Jeremí­as esta palabra de parte del Señor:

«Así­ dice el Señor:

Ponte en el atrio del templo y, cuando los ciudadanos de Judá entren en él para adorar, les repites a todos las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola.

A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y así­ me arrepentiré del mal que tengo pensado hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás:

Esto dice el Señor: Si no me obedecéis y cumplí­s la ley que os promulgué, si no escucháis las palabras de mis siervos los profetas, que os he enviado sin cesar (a pesar de que no hací­ais caso), trataré a este templo como al de Siló, y haré de esta ciudad fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra».

Los profetas, los sacerdotes y todos los presentes oyeron a Jeremí­as pronunciar estas palabras en el templo del Señor.

Cuando Jeremí­as acabó de transmitir cuanto el Señor le habí­a ordenado decir a la gente, los sacerdotes, los profetas y todos los presentes lo agarraron y le dijeron:

«Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo acabará como el de Siló, y que esta ciudad quedará en ruinas y deshabitada?».

Y el pueblo se arremolinó en torno a Jeremí­as en el templo del Señor.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 68, 5. 8-10. 14 (R.: 14c)

R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.

V. Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
numerosos los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R.

V. Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí­. R.

V. Mi oración se dirige a ti,
Señor, el dí­a de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R.


Aleluya

1 Pe 1, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra el Señor permanece para siempre;
pues ésa es la palabra del Evangelio que se os anunció. R.


EVANGELIO

Mc 13, 54-58

¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.

La gente decí­a admirada:

«¿De dónde saca éste esa sabidurí­a y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre Marí­a, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí­ todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».

Y se escandalizaban a causa de él.

Jesús les dijo:

«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».

Y no hizo allí­ muchos milagros, por su falta de fe.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 26, 11-16. 24

Es cierto que el Señor me ha enviado para que os comunique estas palabras.

Lectura del libro de Jeremí­as.

EN aquellos dí­as, los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a la gente:

«Este hombre es reo de muerte, pues ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis podido oí­r vosotros mismos».

Jeremí­as respondió a los magistrados y a todos los presentes:

«El Señor me ha enviado a profetizar contra este templo y esta ciudad todo lo que acabáis de oí­r.

Ahora bien, si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones y escucháis la voz del Señor vuestro Dios, el Señor se arrepentirá de la amenaza que ha pronunciado contra vosotros.

Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí­ lo que mejor os parezca.

Pero, sabedlo bien: si me matáis, os haréis responsables de sangre inocente, que caerá sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque es cierto que el Señor me ha enviado para que os comunique personalmente estas palabras».

Los magistrados del pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas:

«Este hombre no es reo de muerte, pues nos ha hablado en nombre del Señor nuestro Dios».

Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremí­as para que no lo entregaran al pueblo y le dieran muerte.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34

R. En el dí­a de la gracia, escúchame, Señor.

V. Arráncame del cieno, que no me hunda;
lí­brame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí­. R.

V. Yo soy un pobre malherido;
Dios mí­o, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.

V. Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R.


Aleluya

Mt 5, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.


EVANGELIO

Mt 14, 1-12

Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discí­pulos fueron a contárselo a Jesús.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:

«Ése es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».

Es que Herodes habí­a mandado prender a Juan y lo habí­a metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodí­as, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decí­a que no le era lí­cito vivir con ella. Querí­a mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tení­a por profeta.

El dí­a del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodí­as danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera.

Ella, instigada por su madre, le dijo:

«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».

El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.

Sus discí­pulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.


Palabra del Señor.


SEMANA XVIII (Año Par)

LUNES DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 28, 1-17

Jananí­as, el Señor no te ha enviado, y tú has inducido al pueblo a una falsa confianza.

Lectura del libro de Jeremí­as.

EL mismo año, el año cuarto de Sedecí­as, rey de Judá, el quinto mes, Jananí­as, hijo de Azur, profeta de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:

«Esto dice el Señor del universo, Dios de Israel:

«He roto el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar el ajuar del templo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar para llevárselo a Babilonia. A Jeconí­as, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que marcharon a Babilonia, yo mismo los haré volver a este lugar oráculo del Señor cuando rompa el yugo del rey de Babilonia»».

El profeta Jeremí­as respondió al profeta Jananí­as delante de los sacerdotes y de toda la gente que estaba en el templo.

Le dijo así­ el profeta Jeremí­as:

«¡Así­ sea; así­ lo haga el Señor! Que el Señor confirme la palabra que has profetizado y devuelva de Babilonia a este lugar el ajuar del templo y a todos los que están allí­ desterrados. Pero escucha la palabra que voy a pronunciar en tu presencia y ante toda la gente aquí­ reunida: Los profetas que nos precedieron a ti y a mí­, desde tiempos antiguos, profetizaron a paí­ses numerosos y a reyes poderosos guerras, calamidades y pestes. Si un profeta profetizaba prosperidad, sólo era reconocido como profeta auténtico enviado por el Señor cuando se cumplí­a su palabra».

Entonces Jananí­as arrancó el yugo del cuello del profeta Jeremí­as y lo rompió.

Después dijo Jananí­as a todos los presentes:

«Esto dice el Señor:

«De este modo romperé del cuello de todas las naciones el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, antes de dos años»».

El profeta Jeremí­as se marchó.

Vino la palabra del Señor a Jeremí­as después de que Jananí­as hubo roto el yugo del cuello del profeta Jeremí­as. El Señor le dijo:

«Ve y dile a Jananí­as:

«Esto dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, pero yo haré un yugo de hierro. Porque esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: Pondré un yugo de hierro al cuello de todas estas naciones para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y se le sometan. Le entregaré hasta los animales salvajes»».

El profeta Jeremí­as dijo al profeta Jananí­as:

«Escúchame, Jananí­as: El Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por tanto, esto dice el Señor:

«Voy a hacerte desaparecer de la tierra; este año morirás porque has predicado rebelión contra el Señor»».

Y el profeta Jananí­as murió aquel mismo año, el séptimo mes.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 118, 29. 43. 79. 80. 95. 102 (R.: 68b)

R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

V. Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley. R.

V. No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R.

V. Vuelvan a mí­ los que te temen
y hacen caso de tus preceptos. R.

V. Sea mi corazón perfecto en tus decretos,
así­ no quedaré avergonzado. R.

V. Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos. R.

V. No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R.


Aleluya

Mc 4, 4b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.


El año A, en que este evangelio se ha leí­do el domingo precedente, se lee Mt 14, 22-36.

EVANGELIO (años B y C)

Mt 14, 13-21

Alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discí­pulos; los discí­pulos se los dieron a la gente.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista se marchó de allí­ en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados. 

Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos.

Como se hizo tarde, se acercaron los discí­pulos a decirle:

«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».

Jesús les replicó:

«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».

Ellos le replicaron:

«Si aquí­ no tenemos más que cinco panes y dos peces».

Les dijo:

«Traédmelos».

Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discí­pulos; los discí­pulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


Palabra del Señor.


EVANGELIO

Mt 14, 22-36

Mándame ir hacia ti andando sobre el agua.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

DESPUÉS que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discí­pulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedí­a a la gente.

Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí­ solo.

Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discí­pulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.

Jesús les dijo enseguida:

«¡ínimo, soy yo, no tengáis miedo!».

Pedro le contestó:

«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua».

Él le dijo:

«Ven».

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:

«Señor, sálvame».

Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».

En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.

Los de la barca se postraron ante él, diciendo:

«Realmente eres Hijo de Dios».

Terminada la travesí­a, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le trajeron a todos los enfermos.

Le pedí­an tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.


Palabra del Señor.



MARTES DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 30, 1-2. 12b-15. 18-22

Por todos tus numerosos pecados te he tratado de ese modo. Cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob.

Lectura del libro de Jeremí­as.

PALABRAS que recibió Jeremí­as de parte del Señor:

«Esto dice el Señor, Dios de Israel:

Escribe en un libro todas las palabras que he dicho:

Tu fractura es incurable,
tu herida está infectada;
tu llaga no tiene remedio,
no hay medicina que la cierre.

Tus amantes te han olvidado,
ya no preguntan por ti,
pues te herí­ como un enemigo,
te di un escarmiento cruel.

Y todo por tus muchos crí­menes,
por la gran cantidad de tus pecados.

¿Por qué gritas por tu herida?
Tu haga es incurable.
Por tantos y tantos crí­menes,
por todos tus numerosos pecados
te he tratado de ese modo.

Pero esto dice el Señor:

Cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob,
voy a compadecerme de sus moradas;
reconstruirán la ciudad sobre sus ruinas,
su palacio se asentará en su puesto.

De allí­ saldrán alabanzas,
voces con aire de fiesta.

Haré que crezcan y no mengüen,
que sea reconocida su importancia,
que no sean despreciados.

Serán sus hijos como antaño,
su asamblea, estable en mi presencia;
yo castigaré a sus opresores.

De entre ellos surgirá un prí­ncipe,
su gobernante saldrá de entre ellos;
lo acercaré y estará junto a mí­,
pues ¿quién arriesgarí­a su vida
por ponerse cerca de mí­?
—oráculo del Señor—.

Y vosotros seréis mí­ pueblo,
y yo seré vuestro Dios».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23 (R.: cf. 17)

R. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria.

V. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.

V. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.

V. Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R.


Aleluya

Jn 1, 49b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Rabí­, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel. R.


El año A, en que este evangelio se ha leí­do del dí­a anterior, puede leerse Mt 15, 1-2. 10-14.

EVANGELIO (Opción 1, para todos los años)

Mt 14, 22-36

Mándame ir a ti sobre el agua.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

DESPUÉS QUE LA GENTE se hubo saciado, Jesús apremió a sus discí­pulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedí­a a la gente.

Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí­ solo.

Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discí­pulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.

Jesús les dijo en seguida:

«¡ínimo, soy yo, no tengáis miedo!».

Pedro le contestó:

«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua».

Él le dijo:

«Ven».

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:

«Señor, sálvame».

En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».

En cuanto subieron a la barca, amainó el viento.

Los de la barca se postraron ante él, diciendo:

«Realmente eres Hijo de Dios».

Terminada la travesí­a, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos. Le pedí­an tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.


Palabra del Señor.


___________________________________________

EVANGELIO (Opción 2 para el año A)

Mt 15, 1-2. 10-14

La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raí­z.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«¿Por qué tus discí­pulos quebrantan la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?».

Y, llamando a la gente, les dijo:

«Escuchad y entended: no mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».

Se acercaron los discí­pulos y le dijeron:

«¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oí­rte?».

Respondió él:

«La planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raí­z. Dejadlos, son ciegos, guí­as de ciegos. Y si un ciego guí­a a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 31, 1-7

Con amor eterno te amé.

Lectura del libro de Jeremí­as.

EN aquel tiempo —oráculo del Señor—,
seré el Dios de todas las tribus de Israel,
y ellas serán mi pueblo.

Esto dice el Señor:

«Encontró mi favor en el desierto
el pueblo que escapó de la espada;
Israel camina a su descanso.

El Señor se le apareció de lejos:
Con amor eterno te amé,
por eso prolongué mi misericordia para contigo.

Te construiré, serás reconstruida,
doncella capital de Israel;
volverás a llevar tus adornos,
bailarás entre corros de fiesta.

Volverás a plantar viñas
allá por los montes de Samarí­a;
las plantarán y vendimiarán.

Es de dí­a gritarán los centinelas
arriba, en la montaña de Efraí­n:
En marcha, vayamos a Sión,
donde está el Señor nuestro Dios».

Porque esto dice el Señor:
«Gritad de alegrí­a por Jacob,
regocijaos por la flor de los pueblos;
proclamad, alabad y decid:
¡El Señor ha salvado a su pueblo,
ha salvado al resto de Israel!».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Jer 31, 10. 11-12ab. 13 (R.: cf. 10d)

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

V. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño». R.

V. «Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

V. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R.


Aleluya

Lc 7, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R.


EVANGELIO

Mt 15, 21-28

Mujer, qué grande es tu fe.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

«Ten compasión de mí­, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».

Él no le respondió nada. Entonces los discí­pulos se le acercaron a decirle:

«Atiéndela, que viene detrás gritando».

Él les contestó:

«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

Ella se acercó y se postró ante él diciendo:

«Señor, ayúdame».

Él le contestó:

«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

Pero ella repuso:

«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Jesús le respondió:

«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

En aquel momento quedó curada su hija.


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Jer 31, 31-34

Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados.

Lectura del libro de Jeremí­as.

LLEGAN dí­as —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—.

Ésta será la alianza que haré con ellos después de aquellos dí­as —oráculo del Señor—: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: «Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor —oráculo del Señor—, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: 12a)

R. Oh, Dios, crea en mí­ un corazón puro.

V. Oh, Dios, crea en mí­ un corazón puro,
renuévame por dentro con espí­ritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espí­ritu. R.

V. Devuélveme la alegrí­a de tu salvación,
afiánzame con espí­ritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrí­as.
El sacrificio agradable a Dios
es un espí­ritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R.


Aleluya

Mt 16, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará. R.


EVANGELIO

Mt 16, 13-23

Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

Ellos contestaron:

«Unos que Juan Bautista, otros que Elí­as, otros que Jeremí­as o uno de los profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decí­s que soy yo?».

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

«Tú eres el Mesí­as, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le respondió:

«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos».

Y les mandó a los discí­pulos que no dijesen a nadie que él era el Mesí­as.

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discí­pulos que tení­a que ir a Jerusalén y padecer allí­ mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tení­a que ser ejecutado y resucitar al tercer dí­a. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí­, Satanás! Eres para mí­ piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Nah 2, 1, 3; 3, 1-3, 6-7

Ay de la ciudad sanguinaria.

Lectura de la profecí­a de Nahúm.

HE aquí­ sobre los montes
los pies del mensajero
que proclama la paz.

Celebra tus fiestas, Judá,
cumple tus votos,
que no pasará más por ti el perverso;
se acabó la destrucción.

Pues restaura el Señor
la dignidad de Jacob y de Israel:
los desoladores los habí­an asolado
habí­an destrozado sus sarmientos.

¡Ay de la ciudad sanguinaria,
toda ella mentira,
llena de rapiña,
insaciable de botí­n!

Ruido de látigo,
estrépito de ruedas,
galope de caballos,
brincos de carros,
asalto de caballerí­a,
brillo de espadas,
fulgor de lanzas,
heridos sin cuento,
montones de muertos,
cadáveres sin fin,
tropiezan en cadáveres.

Echaré sobre ti inmundicias,
te deshonraré públicamente.
Todo el que te vea
huirá de ti diciendo:
«¡Ní­nive está devastada!
¿Quién se compadecerá?
¿Dónde encontraré quien te consuele?».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Dt 32, 35cd-36ab. 39abcd. 41 (R.: 39c)

R. Yo doy la muerte y la vida.

V. El dí­a de su ruina se acerca,
y se precipita su destino.
El Señor hará justicia a su pueblo,
y tendrá piedad de sus siervos. R.

V. Pero ahora mirad: soy yo, solo yo,
y no hay dios fuera de mí­.
Yo doy la muerte y la vida,
yo hiero y yo curo. R.

V. Cuando afile el rayo de mi espada,
y empuñe en mi mano el juicio,
tomaré venganza de mis enemigos
y daré su paga a los que me aborrecen. R.


Aleluya

Mc 5, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.


EVANGELIO

Mt 16, 24-28

¿Qué podrá dar un hombre para recobrar su alma?

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«Si alguno quiere venir en pos de mí­, que se niegue a sí­ mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí­, la encontrará.

¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

En verdad os digo que algunos de los aquí­ presentes no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XVIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Hab 1, 12 2, 4

El justo por su fe vivirá.

Lectura del libro de Habacuc.

SEÑOR, ¿no eres, desde siempre, mi Dios?

¡Oh, Santo, que no muramos!
Señor, lo pusiste para sentenciar;
¡oh, Roca!, lo estableciste para juzgar.

Tus ojos, puros para contemplar el mal,
no soportan ver la opresión.

¿Por qué, pues, ves a los traidores y callas,
cuando el malvado se traga al justo?

Tratas a los hombres como a peces del mar,
como a reptiles sin dueño.

Los atrapa a todos con su anzuelo,
los arrastra con su red;
los amontona en su barca
contento y alegre.

Por eso ofrecen sacrificios a su red
e incienso a su barca,
pues en ellos tienen su sustento,
su ración y comida abundante.

¿Seguirá vaciando su red,
asesinando pueblos sin compasión?

Aguantaré de pie en mi guardia,
me mantendré erguido en la muralla
y observaré a ver qué me responde,
cómo replica a mi demanda.

Me respondió el Señor:

«Escribe la visión y grábala
en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo,
pero llegará a su término sin defraudar.

Si se atrasa, espera en ella,
pues llegará y no tardará.

Mira, el altanero no triunfará;
pero el justo por su fe vivirá».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 9, 8-9. 10-11. 12-13 (R.: 11b)

R. No abandonas a los que te buscan, Señor.

V. Dios está sentado por siempre
en el trono que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R.

V. Él será refugio del oprimido,
su refugio en los momentos de peligro.
Confiarán en ti los que conocen tu nombre,
porque no abandonas a los que te buscan. R.

V. Tañed en honor del Señor, que reside en Sión;
narrad sus hazañas a los pueblos;
él venga la sangre, él recuerda
y no olvida los gritos de los humildes. R.


Aleluya

Cf. 2 Tim 1, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.


EVANGELIO

Mt 17, 14-20

Si tuvierais fe, nada os serí­a imposible.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traí­do a tus discí­pulos, y no han sido capaces de curarlo».

Jesús tomó la palabra y dijo:

«¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».

Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.

Los discí­pulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:

«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?».

Les contestó:

«Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le dirí­ais a aquel monte: Trasládate desde ahí­ hasta aquí­, y se trasladarí­a. Nada os serí­a imposible».


Palabra del Señor.


SEMANA XIX (Año Par)

LUNES DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 1, 2-5. 24-28c

Era la apariencia visible de la Gloria del Señor.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

EL cinco del mes era el año quinto de la deportación del rey Jeconí­as vino la palabra del Señor sobre Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del rí­o Quebar. Allí­ se posó sobre él la mano del Señor.

Vi un viento huracanado que vení­a del norte: una gran nube y un fuego zigzagueante con un resplandor en torno, y desde el centro del fuego como un resplandor de ámbar, y en el centro de todo la figura de cuatro seres vivientes.

Éste era su aspecto: tení­an forma humana.

Y oí­ el rumor de sus alas cuando se moví­an, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, como griterí­o de multitudes, como estruendo de tropas. Cuando se detení­an, replegaban sus alas. También se oyó un estruendo sobre la bóveda que estaba encima de sus cabezas; cuando se detení­an, replegaban sus alas.

Y por encima de la bóveda, que estaba sobre sus cabezas, habí­a una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalí­a una figura que parecí­a un hombre.

Y vi un brillo como de ámbar (algo así­ como fuego lo enmarcaba) de lo que parecí­an sus caderas para arriba, y de lo que parecí­an sus caderas para abajo vi algo así­ como fuego, rodeado de resplandor, como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Tal era la apariencia del resplandor en torno.

Era la apariencia visible de la Gloria del Señor.

Al contemplarla, caí­ rostro en tierra.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 148, 1bc-2. 11-12. 13. 14 (R.: cf. Is 6, 3c)

R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

O bien:

R. Aleluya.

V. Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles,
alabadlo, todos sus ejércitos. R.

V. Reyes del orbe y todos los pueblos,
prí­ncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños. R.

V. Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R.

V. Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.


Aleluya

Cf. 2 Tes 2, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios nos llamó por medio del Evangelio,
para que lleguemos a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.


EVANGELIO

Mt 17, 22-27

Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos de impuestos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer dí­a».

Ellos se pusieron muy tristes.

Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:

«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?».

Contestó:

«Sí­».

Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:

«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».

Contestó:

«A los extraños».

Jesús le dijo:

«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí­ y por ti».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 2, 8 – 3, 4

Me dio a comer el volumen, y me supo en la boca dulce como la miel.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ESTO dice el Señor:

«Ahora, hijo de hombre, escucha lo que te digo: ¡No seas rebelde, como este pueblo rebelde! Abre la boca y come lo que te doy».

Vi entonces una mano extendida hacia mí­, con un documento enrollado. Lo desenrolló ante mí­: estaba escrito en el anverso y en el reverso; tení­a escritas elegí­as, lamentos y ayes.

Entonces me dijo:

«Hijo de hombre, come lo que tienes ahí­; cómete este volumen y vete a hablar a la casa de Israel».

Abrí­ la boca y me dio a comer el volumen, diciéndome:

«Hijo de hombre, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este volumen que te doy».

Lo comí­ y me supo en la boca dulce como la miel.

Me dijo:

«Hijo de hombre, anda, vete a la casa de Israel y diles mis palabras».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 118, 14. 24. 72. 103. 111. 131 (R.: 103a)

R. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!

V. Mi alegrí­a es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R.

V. Tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R.

V. Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R.

V. ¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R.

V. Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegrí­a de mi corazón. R.

V. Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R.


Aleluya

Mt 11, 29ab

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tomad mi yugo sobre vosotros dice el Señor,
y aprended de mí­, que soy manso y humilde de corazón. R.


EVANGELIO

Mt 18, 1-5. 10. 12-14

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».

Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:

«En verdad os digo que, si no os convertí­s y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí­. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial.

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habí­an extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 9, 1-7; 10, 18-22

Marca en la frente a los que se lamentan por las acciones detestables de Jerusalén.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

Oí­d al Señor que exclamaba con voz potente:

«¡Ha llegado el juicio de la ciudad! Que cada uno empuñe su arma destructora».

Entonces aparecieron seis hombres por el camino de la puerta de arriba, la que da al norte. Cada uno empuñaba una maza. En medio de ellos estaba un hombre vestido de lino, con los aví­os de escribano a la cintura. Al llegar se detuvieron junto al altar de bronce.

La Gloria del Dios de Israel se habí­a levantado del querubí­n en que se apoyaba, dirigiéndose al umbral del templo.

Llamó al hombre vestido de lino, que tení­a los aví­os de escribano a la cintura.

El Señor le dijo:

«Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén, y marca en la frente a los que gimen y se lamentan por las acciones detestables que en ella se cometen».

A los otros le dijo en mi presencia:

«Recorred la ciudad detrás de él, golpeando sin compasión y sin piedad. A viejos, jóvenes y doncellas, a niños y mujeres, matadlos, acabad con ellos; pero no os acerquéis a ninguno de los que tiene la señal. Comenzaréis por mi santuario».

Y comenzaron por los ancianos que estaban frente al templo.

Luego les dijo:

«Profanad el templo, llenando sus atrios de cadáveres, y salid a matar por la ciudad».

La Gloria del Señor salió levantándose del umbral del templo y se colocó sobre los querubines. Los querubines desplegaron sus alas y se elevaron sobre la tierra ante mis ojos. Junto con ellos partieron también las ruedas y se detuvieron a la entrada de la puerta oriental del templo del Señor. La Gloria del Dios de Israel estaba por encima de ellos.

Eran los mismos seres que habí­a visto bajo el Dios de Israel junto al rí­o Quebar, y comprendí­ que eran querubines.

Cada uno tení­a cuatro rostros y cuatro alas, y bajo las alas una especie de mano humana. El aspecto de sus rostros era el de los rostros que habí­a visto junto al rí­o Quebar. Todos ellos iban de frente.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 112, 1b-2. 3-4. 5-6 (R.: cf. 4b)

R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.

O bien:

R.   Aleluya.

V. Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.

V. De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R.

V. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R.


Aleluya

2 Cor 5, 19ac

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo,
y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. R.


EVANGELIO

Mt 18, 15-20

Si te hace caso, has salvado a tu hermano.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, dí­selo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.

Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí­ estoy yo en medio de ellos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 12, 1-12

Emigra en pleno dí­a, a la vista de todos.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde:

Tienen ojos para ver, y no ven; tienen oí­dos para oí­r, y no oyen, porque son un pueblo rebelde.

Así­ pues, tú, hijo de hombre, prepara tu equipaje para el destierro, y emigra en pleno dí­a, a la vista de todos; a la vista de todos emigra a otro sitio. Tal vez así­ comprendan que son un pueblo rebelde.

Sacarás tu equipaje de deportado en pleno dí­a, a la vista de todos; partirás al atardecer, a la vista de todos, como quien va al destierro.

A la vista de todos abre una brecha en el muro y saca por allí­ tu equipaje.

Cárgalo al hombro a la vista de todos, sácalo en la oscuridad. Cúbrete la cara para no ver la tierra, porque hago de ti un signo para la casa de Israel».

Yo hice todo lo que me habí­a ordenado. Saqué mi equipaje como quien va al destierro, en pleno dí­a; al atardecer abrí­ una brecha en el muro con las manos, lo saqué en la oscuridad y me lo cargué al hombro, a la vista de todos.

A la mañana siguiente me fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, la casa rebelde, qué es lo que hací­as?

Pues respóndeles:

Esto dice el Señor Dios: Este oráculo toca al prí­ncipe en Jerusalén y a toda la casa de Israel que vive allí­.

Di: Yo soy un signo para vosotros: como yo he hecho, así­ harán con ellos. Serán deportados, irán al destierro.

El prí­ncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el equipaje, en la oscuridad saldrá por una brecha que abrirán en el muro para sacarlo, se cubrirá la cara para no ver su tierra con sus propios ojos».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 77, 56-57. 58-59. 61-62 (R.: cf. 7b)

R. ¡No olvidéis las acciones del Señor!

V. Ellos tentaron al Dios Altí­simo y se rebelaron,
negándose a guardar sus preceptos;
desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso. R.

V. Con sus altozanos lo irritaban,
con sus í­dolos provocaban sus celos.
Dios lo oyó y se indignó,
y rechazó totalmente a Israel. R.

V. Abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad. R.


Aleluya

Sal 118, 135

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos. R.


EVANGELIO

Mt 18, 21 – 19, 1

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debí­a diez mil talentos. Como no tení­a con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así­.

El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debí­a cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:

«Págame lo que me debes».

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:

«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debí­a.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debí­as tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA (opción 1)

Ez 16, 1-15. 60. 63

Eras perfecta con los ataví­os que yo habí­a puesto sobre ti; y te prostituiste.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, hazle conocer sus acciones detestables a Jerusalén.

Di: Esto dice el Señor Dios, a Jerusalén. Por tu origen y tu nacimiento eres cananea: tu padre era amorreo y tu madre hitita. Así­ fue tu nacimiento: El dí­a en que naciste, no te cortaron el cordón, no te lavaron con agua para purificarte, ni te friccionaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti ni hizo por compasión nada de todo esto, sino que por aversión te arrojaron a campo abierto el dí­a que naciste.

Yo pasaba junto a ti y te vi revolviéndote en tu sangre, y te dije:

Sigue viviendo, tú que yaces en tu sangre, sigue viviendo.

Te hice crecer como un brote del campo. Tú creciste, te hiciste grande, llegaste a la edad del matrimonio. Tus senos se afirmaron y te brotó el vello, pero continuabas completamente desnuda.

Pasé otra vez a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí­ mi manto sobre ti para cubrir tu desnudez. Con juramento hice alianza contigo —oráculo del Señor Dios— y fuiste mí­a.

Te lavé con agua, te limpié la sangre que te cubrí­a y te ungí­ con aceite. Te puse vestiduras bordadas, te calcé zapatos de cuero fino, te ceñí­ de lino, te revestí­ de seda.

Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar en tu cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en tus orejas y una magní­fica diadema en tu cabeza.

Lucí­as joyas de oro y plata, vestidos de lino, seda y bordado; comí­as flor de harina, miel y aceite; estabas cada vez más bella y llegaste a ser como una reina.

Se difundió entre las naciones paganas la fama de tu belleza, perfecta con los ataví­os que yo habí­a puesto sobre ti —oráculo del Señor Dios—. Pero tú, confiada en tu belleza, te prostituiste; valiéndote de tu fama, prodigaste tus favores y te entregaste a todo el que pasaba.

Con todo, yo me acordaré de mi alianza contigo en los dí­as de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas nunca más a abrir la boca por tu oprobio, cuando yo te perdone todo lo que hiciste —oráculo del Señor Dios—».


Palabra de Dios.


PRIMERA LECTURA (opción 2)

Ez 16, 59-63

Me acordaré de mi alianza contigo, y tú te avergonzarás.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ESTO dice el Señor:

«Actuaré contigo, Jerusalén, conforme a tus acciones, pues menospreciaste el juramento y quebrantaste la alianza. Con todo, yo me acordaré de mi alianza contigo en los dí­as de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna.

Te acordarás de tu conducta y te avergonzarás al acoger a tus hermanas mayores y a las menores, pues yo te las daré como hijas, pero no en virtud de tu alianza.

Yo estableceré mi alianza contigo y reconocerás que yo soy el Señor, para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas nunca más a abrir la boca por tu oprobio, cuando yo te perdone todo lo que hiciste —oráculo del Señor Dios—».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6 (R.: 1c)

R. Ha cesado tu ira y me has consolado.

V. «Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

V. «Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R.

V. Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel. R.


Aleluya

Cf. 1 Tes 2, 13

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Acoged la palabra de Dios, no como palabra humana,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios. R.


EVANGELIO

Mt 19, 3-12

Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así­.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:

«¿Es lí­cito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».

Él les respondió:

«¿No habéis leí­do que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.

Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».

Ellos insistieron:

«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?».

Él les contestó:

«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así­. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer no hablo de unión ilegí­tima y se casa con otra, comete adulterio».

Los discí­pulos le replicaron:

«Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».

Pero él les dijo:

«No todos entienden esto, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así­ del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».


Palabra del Señor.



SÁBADO DE LA XIX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 18, 1-10. 13b. 30-32

Os juzgaré a cada uno según su proceder.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«¿Por qué andáis repitiendo este refrán en la tierra de Israel?: “Los padres comieron agraces y los hijos tuvieron dentera”.

Por mi vida —oráculo del Señor Dios— que nadie volverá a repetir ese refrán en Israel, porque todas las vidas son mí­as: la vida del padre como la del hijo. El que peque, ese morirá. Si un hombre es inocente y se comporta recta y justamente; si no come en los montes ni levanta sus ojos a los í­dolos de la casa de Israel; si no deshonra a la mujer de su prójimo ni se une a su mujer durante la menstruación; si no oprime a nadie, si devuelve la prenda empeñada; si no despoja a nadie de lo suyo, si da de su pan al hambriento y viste al desnudo; si no presta con usura ni acepta intereses; si se mantiene lejos de la injusticia y aplica con equidad el derecho entre las personas; si se comporta según mis preceptos y observa mis leyes, cumpliéndolas fielmente: ese hombre es justo, y ciertamente vivirá —oráculo del Señor Dios—.

Si ese hombre engendra un hijo violento y sanguinario, que comete contra su prójimo alguna de estas malas acciones, ciertamente no vivirá. Por haber cometido todas esas acciones detestables, morirá irremediablemente y será responsable de su propia muerte.

Pues bien, os juzgaré, a cada uno según su proceder, casa de Israel —oráculo del Señor Dios—.

Arrepentí­os y convertí­os de vuestros delitos, y no tropezaréis en vuestra culpa. Apartad de vosotros los delitos que habéis cometido, renovad vuestro corazón y vuestro espí­ritu. ¿Por qué habrí­ais de morir, casa de Israel?

Yo no me complazco en la muerte de nadie —oráculo del Señor Dios—. Convertí­os y viviréis».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: 12a)

R. Oh, Dios, crea en mí­ un corazón puro.

V. Oh, Dios, crea en mí­ un corazón puro,
renuévame por dentro con espí­ritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espí­ritu. R.

V. Devuélveme la alegrí­a de tu salvación,
afiánzame con espí­ritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrí­as.
El sacrificio agradable a Dios
es un espí­ritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R.


Aleluya

Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.


EVANGELIO

Mt 19, 13-15

No impidáis a los niños acercarse a mí­; de los que son como ellos es el reino de los cielos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.

Jesús dijo:

«¡Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí­; de los que son como ellos es el reino de los cielos!».

Les impuso las manos y se marchó de allí­.


Palabra del Señor.


SEMANA XX (Año Par)

LUNES DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 24, 15-24

Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, voy a arrebatarte el encanto de tus ojos, pero tú no entones una lamentación, no hagas duelo, no llores, no derrames lágrimas. Suspira en silencio, no hagas ningún rito fúnebre. Ponte el turbante y cálzate las sandalias; no te cubras la barba ni comas el pan del duelo».

Yo habí­a hablado a la gente por la mañana, y por la tarde murió mi mujer. Al dí­a siguiente hice lo que se me habí­a ordenado.

Entonces me dijo la gente:

«¿Quieres explicarnos qué significa lo que estás haciendo?».

Les respondí­:

«He recibido esta palabra del Señor:

Di a la casa de Israel: Esto dice el Señor Dios: “Voy a profanar mi santuario, el baluarte del que estáis orgullosos, encanto de vuestros ojos, esperanza de vuestra vida. Los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén caerán a espada.

Entonces haréis lo que yo he hecho: no os cubriréis la barba ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies; no entonaréis una lamentación ni lloraréis; os consumiréis por vuestras culpas y gemiréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho.

Y, cuando suceda, comprenderéis que yo soy el Señor Dios”».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Dt 32, 18-19. 20. 21 (R.: cf. 18a)

R. Despreciaste al Dios que te engendró.

V. Despreciaste la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R.

V. Y dijo: «Les ocultaré mi rostro,
y veré cuál es su suerte,
porque son una generación pervertida,
unos hijos desleales». R.

V. «Me han dado celos con un dios que no es dios,
me han irritado con sus í­dolos vací­os;
pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo,
con una nación fatua los irritaré». R.


Aleluya

Mt 5, 3

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los pobres en el espí­ritu,
porque de ellos es el reino de los cielos. R.


EVANGELIO

Mt 19, 16-22

Si quieres ser perfecto, vende tus bienes, así­ tendrás un tesoro en el cielo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:

«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».

Jesús le contestó:

«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».

Él le preguntó:

«¿Cuáles?».

Jesús le contestó:

«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».

El joven le dijo:

«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».

Jesús le contestó:

«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres así­ tendrás un tesoro en el cielo y luego ven y sí­gueme».

Al oí­r esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 28, 1-10

Eres hombre y no dios; pusiste tu corazón como el corazón de Dios.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, di al prí­ncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios:

Se enalteció tu corazón y dijiste:
“Soy un dios
y estoy sentado en el trono de los dioses en el corazón del mar”.

Tú que eres hombre, y no dios,
pusiste tu corazón como el corazón de Dios.
Te dijiste: “¡Si eres más sabio que Daniel,
ningún enigma se te resiste!
Con tu sabidurí­a e inteligencia
te has hecho una fortuna;
acumulaste tesoros de oro y plata”.

Con tu gran habilidad para el comercio
acrecentaste tu fortuna;
y por tu fortuna te llenaste de presunción.
Por ello, así­ dice el Señor Dios:

“Por haber puesto tu corazón como el corazón de Dios,
por eso, haré venir contra ti extranjeros,
los más feroces de entre los pueblos.
Desenvainarán sus espadas
contra tu brillante sabidurí­a,
y profanarán tu belleza.
Te hundirán en la fosa
y perecerás de muerte violenta
en el corazón del mar.

¿Podrás seguir diciendo delante de tus verdugos:
‘Soy un dios’? Serás un hombre, y no un dios,
en mano de los que te apuñalen.
Morirás con muerte de incircunciso,
a manos de gentes extrañas.
Porque lo he dicho yo”
—oráculo del Señor—».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Dt 32, 26-27ab. 27cd-28. 30. 35cd-36ab (R.: 39c)

R. Yo doy la muerte y la vida.

V. Me dije: «Los aniquilarí­a,
y borrarí­a su memoria entre los hombres».
Si no temiese las burlas del enemigo,
y la mala interpretación del adversario. R.

V. No sea que digan: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien ha hecho todo esto».
Porque es gente que ha perdido el juicio,
y que carece de inteligencia. R.

V. ¿Cómo puede uno perseguir a mil,
y dos poner en fuga a diez mil,
si no fuera porque los ha vendido su Roca
y el Señor los ha entregado? R.

V. El dí­a de su ruina se acerca,
y se precipita su destino.
El Señor hará justicia a su pueblo,
y tendrá piedad de sus siervos. R.


Aleluya

2 Co 8, 9

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
para enriquecernos con su pobreza. R.


EVANGELIO

Mt 19, 23-30

Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«En verdad os digo que difí­cilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».

Al oí­rlo, los discí­pulos dijeron espantados:

«Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».

Entonces dijo Pedro a Jesús:

«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».

Jesús les dijo:

«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Todo el que por mí­ deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 34, 1-11

Libraré mi rebaño de sus fauces, para que no les sirva de alimento.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ME fue dirigida esta palabra del Señor:

«Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza y diles:

“¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí­ mismos! ¿No deben los pastores apacentar las ovejas?

Os coméis las partes mejores, os vestí­s con su lana; matáis las más gordas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis robustecido a las débiles, ni curado a la enferma, ni vendado a la herida; no habéis recogido a la descarriada, ni buscado a la que se habí­a perdido, sino que con fuerza y violencia las habéis dominado.

Sin pastor, se dispersaron para ser devoradas por las fieras del campo. Se dispersó mi rebaño y anda errante por montes y altos cerros; por todos los rincones del paí­s se dispersó mi rebaño y no hay quien lo siga ni lo busque.

Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: ¡por mi vida! —oráculo del Señor Dios—; porque mi rebaño ha sido expuesto al pillaje, y a ser devorado por las fieras del campo por falta de pastor; porque mis pastores no cuidaron mi rebaño, y se apacentaron a sí­ mismos pero no apacentaron mi rebaño, por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor:

Esto dice el Señor Dios: Me voy a enfrentar con los pastores: Les reclamaré mi rebaño, dejarán de apacentar el rebaño, y ya no podrán apacentarse a sí­ mismos. Libraré mi rebaño de sus fauces, para que no les sirva de alimento”».

Porque esto dice el Señor Dios:

«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1b)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

V. Me guí­a por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

V. Preparas una mesa ante mí­,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los dí­as de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.


Aleluya

Heb 4, 12ad

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.


EVANGELIO

Mt 20, 1-16

¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.

Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:

“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.

Ellos fueron.

Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.

Le respondieron:

“Nadie nos ha contratado”.

Él les dijo:

“Id también vosotros a mi viña”.

Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:

“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.

Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:

“Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.

Él replicó a uno de ellos:

“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.

Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 36, 23-28

Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espí­ritu.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

ESTO dice el Señor:

«Manifestaré la santidad de mi gran nombre, profanado entre los gentiles, porque vosotros lo habéis profanado en medio de ellos.

Reconocerán las naciones que yo soy el Señor —oráculo del Señor Dios—, cuando por medio de vosotros les haga ver mi santidad.

Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los paí­ses y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrí­as os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espí­ritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espí­ritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19 (R.: Ez 36, 25)

R. Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará de todas vuestras inmundicias.

V. Oh Dios, crea en mí­ un corazón puro,
renuévame por dentro con espí­ritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espí­ritu. R.

V. Devuélveme la alegrí­a de tu salvación,
afiánzame con espí­ritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrí­as.
El sacrificio agradable a Dios
es un espí­ritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias R.


Aleluya

Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor. R.


EVANGELIO

Mt 22, 1-14

A todos los que encontréis, llamadlos a la boda.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, volvió a hablarles Jesús en parábolas, diciendo:

«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:

Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda.

Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:

La boda está preparada, pero los convidados no se la merecí­an. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda.

Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:

Amigo, ¿cómo has entrado aquí­ sin el vestido de boda?.

El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:

Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí­ será el llanto y el rechinar de dientes.

Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 37, 1-14

Huesos secos, escuchad la palabra del Señor. Os sacaré de vuestros sepulcros, casa de Israel.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

EN aquellos dí­as, la mano del Señor se posó sobre mí­.

El Señor me sacó en espí­ritu y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran muchí­simos en el valle y estaban completamente secos.

Me preguntó:

«Hijo de hombre: ¿podrán revivir estos huesos?».

Yo respondí­:

«Señor, Dios mí­o, tú lo sabes».

Él me dijo:

«Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: «¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Esto dice el Señor Dios a estos huesos: Yo mismo infundiré espí­ritu sobre vosotros y viviréis. Pondré sobre vosotros los tendones, haré crecer la carne, extenderé sobre ella la piel, os infundiré espí­ritu y viviréis. Y comprenderéis que yo soy el Señor»».

Yo profeticé como me habí­a ordenado, y mientras hablaba se oyó un estruendo y los huesos se unieron entre sí­. Vi sobre ellos los tendones, la carne habí­a crecido y la piel la recubrí­a; pero no tení­an espí­ritu.

Entonces me dijo:

«Conjura al espí­ritu, conjúralo, hijo de hombre, y di al espí­ritu: «Esto dice el Señor Dios: ven de los cuatro vientos, espí­ritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan»».

Yo profeticé como me habí­a ordenado; vino sobre ellos el espí­ritu y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable.

Y me dijo:

«Hijo de hombre, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: «Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, ha perecido, estamos perdidos».

Por eso profetiza y diles: «Esto dice el Señor Dios: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mí­o, y os llevaré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de ellos, pueblo mí­o, comprenderéis que soy el Señor. Pondré mi espí­ritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestra tierra y comprenderéis que yo, el Señor, lo digo y lo hago» —oráculo del Señor—».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 106, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 1)

R. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

V. Que lo confiesen los redimidos por el Señor,
los que él rescató de la mano del enemigo,
los que reunió de todos los paí­ses:
oriente y occidente, norte y sur. R.

V. Erraban por un desierto solitario,
no encontraban el camino de ciudad habitada;
pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida. R.

V. Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Los guió por un camino derecho,
para que llegaran a una ciudad habitada. R.

V. Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.
Calmó el ansia de los sedientos,
y a los hambrientos los colmó de bienes. R.


Aleluya

Sal 24, 4bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios mí­o, instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad. R.


EVANGELIO

Mt 22, 34-40

Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».

Él le dijo:

«Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente.

Éste mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Ez 43, 1-7a

La gloria del Señor entró en el templo.

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

EL ángel me condujo al pórtico oriental.

Vi la Gloria del Dios de Israel que vení­a de Oriente, con un estruendo de aguas caudalosas. La tierra se iluminó con su Gloria. Esta visión fue como la visión que habí­a contemplado cuando vino a destruir la ciudad, y como la visión que habí­a contemplado a orillas del rí­o Quebar.

Caí­ rostro en tierra.

La Gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental.

Entonces me arrebató el espí­ritu y me llevó al atrio interior.

La Gloria del Señor llenaba el templo.

Entonces oí­ a uno que me hablaba desde el templo, mientras aquel hombre seguí­a de pie a mi lado, y me decí­a:

«Hijo de hombre, éste es el sitio de mi trono, el sitio donde apoyo mis pies, y donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14 (R.: cf. 10b)

R. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.

V. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que le temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.

V. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.

V. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.


Aleluya

Mt 23, 9b. 10b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesí­as. R.


EVANGELIO

Mt 23, 1-12

No hacen lo que dicen.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

Lí­an fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabbí­.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabbí­, porque Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque Uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

No os dejéis llamar maestros, porque Uno solo es vuestro maestro, el Mesí­as.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


Palabra del Señor.


SEMANA XXI (Año Par)

LUNES DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Tes 1, 1-5. 11b-12

El nombre del Señor será glorificado en vosotros y vosotros en él.

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.

PABLO, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.

A vosotros gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente y sigue aumentando el amor mutuo de todos y cada uno de vosotros.

Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando.

Así­ se pone de manifiesto el justo juicio divino, de manera que lleguéis a ser dignos del reino de Dios, por el cual padecéis.

Nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 95, 1-2a. 2b-3. 4-5 (R.: cf. 3)

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

V. Proclamad dí­a tras dí­a su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

V. Porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz dice el Señor,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Mt 23, 13-22

¡Ay de vosotros, guí­as ciegos!

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguí­s, lo hacéis digno de la gehenna el doble que vosotros!

¡Ay de vosotros, guí­as ciegos, que decí­s: Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí­ obliga! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?

O también: Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí­ obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Tes 2, 1-3a. 14-17

Conservad las tradiciones que habéis aprendido.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses.

OS rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el dí­a del Señor estuviera encima.

Que nadie en modo alguno os engañe. Dios os llamó por medio de nuestro Evangelio para que lleguéis a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así­, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.

Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 95, 10. 11-12a. 12b-13 (R.: 13b)

R. Llega el Señor a regir la tierra.

V. Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R.

V. Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. R.

V. Aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R.


Aleluya

Hb 4, 12

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.


EVANGELIO

Mt 23, 23-26

Esto es lo que habrí­a que practicar, aunque sin descuidar aquello.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús dijo:

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aní­s y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que habrí­a que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guí­as ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así­ quedará limpia también por fuera».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

2 Tes 3, 6-10. 16-18

Si alguno no quiere trabajar, que no coma.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses.

EN nombre del Señor Jesucristo, os mandamos, hermanos, que os apartéis de todo hermano que lleve una vida desordenada y no conforme con la tradición que recibió de nosotros.

Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo:

No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, dí­a y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros. No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.

Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.

Que el mismo Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros.

El saludo va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 127, 1bc-2. 4-5 (R.: cf. 1b)

R. Dichosos los que temen al Señor.

V. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.

V. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los dí­as de tu vida. R.


Aleluya

1 Jn 2, 5

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Quien guarda la palabra de Cristo,
ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. R.


EVANGELIO

Mt 23, 27-32

Sois hijos de los que asesinaron a los profetas.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús dijo:

«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresí­a y crueldad.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habrí­amos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 1, 1-9

En él habéis sido enriquecidos en todo.

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

PABLO, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el dí­a de nuestro Señor Jesucristo.

Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 144, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: cf. 1b)

R. Bendeciré tu nombre por siempre, Señor.

V. Dí­a tras dí­a, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R.

V. Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R.

V. Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tu justicia. R.


Aleluya

Mt 24, 42a. 44

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. R.


EVANGELIO

Mt 24, 42-51

Estad preparados.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Estad en vela, porque no sabéis qué dí­a vendrá vuestro Señor.

Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estarí­a en vela y no dejarí­a que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?

Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así­. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.

Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el dí­a y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas. Allí­ será el llanto y el rechinar de dientes».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 1, 17-25

Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabidurí­a de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabidurí­a de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.

Pues el mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.

Pues está escrito:

«Destruiré la sabidurí­a de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabidurí­a del mundo?

Y puesto que, en la sabidurí­a de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabidurí­a, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.

Pues los judí­os exigen signos, los griegos buscan sabidurí­a; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judí­os, necedad para los gentiles; pero para los llamados judí­os o griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabidurí­a de Dios.

Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 32, 1-2. 4-5. 10-11 (R.: cf. 5b)

R. La misericordia del Señor llena la tierra.

V. Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cí­tara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

V. La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

V. El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad. R.


Aleluya

Lc 21, 36

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre. R.


EVANGELIO

Mt 25, 1-13

¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«Se parecerá el reino de los cielos a diez ví­rgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.

Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».

Entonces se despertaron todas aquellas ví­rgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes:

«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».

Pero las prudentes contestaron:

«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras ví­rgenes, diciendo:

«Señor, señor, ábrenos».

Pero él respondió:

«En verdad os digo que no os conozco».

Por tanto, velad, porque no sabéis el dí­a ni la hora».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XXI SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 1, 26-31

Lo débil del mundo lo ha escogido Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

FIJAOS en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.

Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.

A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabidurí­a de parte de Dios, justicia, santificación y redención.

Y así­ como está escrito: «El que se glorí­e, que se glorí­e en el Señor».


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 32, 12-13. 18-19. 20-21 (R.: cf. 12)

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

V. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

V. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.


Aleluya

Jn 13, 34

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Os doy un mandamiento nuevo dice el Señor:
que os améis unos a otros, como yo os he amado. R.


EVANGELIO

Mt 25, 14-30

Has sido fiel en lo poco, pasa al gozo de tu Señor.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.

Se acercó el que habí­a recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:

«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».

Su señor le dijo:

«Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».

Se acercó luego el que habí­a recibido dos talentos y dijo:

«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».

Su señor le dijo:

«¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».

Se acercó también el que habí­a recibido un talento y dijo:

«Señor, sabí­a que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí­ tienes lo tuyo».

El señor le respondió:

«Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabí­as que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debí­as haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mí­o con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí­ será el llanto y rechinar de dientes»».


Palabra del Señor.


SEMANA XXII (Año Par)

LUNES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 2, 1-5

Os anuncié a Cristo crucificado.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

YO, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabidurí­a, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.

También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabidurí­a humana, sino en la manifestación y el poder del Espí­ritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabidurí­a de los hombres, sino en el poder de Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 118, 97. 98. 99. 100. 101. 102 (R.: 97a)

R. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!

V. ¡Cuánto amo tu ley!:
todo el dí­a la estoy meditando. R.

V. Tu mandato me hace más sabio
que mis enemigos,
siempre me acompaña. R.

V. Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos. R.

V. Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R.

V. Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra. R.

V. No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R.


Aleluya

Cf. Lc 4, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Espí­ritu del Señor está sobre mí­;
me ha enviado a evangelizar a los pobres. R.


EVANGELIO

Lc 4, 16-30

Me ha enviado a evangelizar a los pobres… Ningún profeta es aceptado en su pueblo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espí­ritu del Señor está sobre mí­,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tení­a los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oí­r».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salí­an de su boca.

Y decí­an:

«¿No es éste el hijo de José?».

Pero Jesús les dijo:

«Sin duda me diréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo», haz también aquí­, en tu pueblo, lo que hemos oí­do que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel habí­a muchas viudas en los dí­as de Elí­as, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el paí­s; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elí­as sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habí­a en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán el sirio».

Al oí­r esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguí­a su camino.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 2, 10b-16

El hombre natural no capta lo que es propio del Espí­ritu de Dios; en cambio, el hombre espiritual lo juzga todo.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

El Espí­ritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. Pues, ¿quién conoce lo í­ntimo del hombre, sino el espí­ritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo í­ntimo de Dios lo conoce sólo el Espí­ritu de Dios.

Pero nosotros hemos recibido un Espí­ritu que no es del mundo; es el Espí­ritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos.

Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espí­ritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espí­ritu.

Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espí­ritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espí­ritu.

En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14 (R.: 17a)

R. El Señor es justo en todos sus caminos.

V. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.

V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.  R.

V. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R.

V. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.


Aleluya

Lc 7, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo. R.


EVANGELIO

Lc 4, 31-37

Sé quién eres: el Santo de Dios.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.

Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.

Habí­a en la sinagoga un hombre poseí­do por un espí­ritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:

«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús le increpó diciendo:

«¡Cállate y sal de él!».

Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí­:

«¿Qué clase de palabra es ésta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espí­ritus inmundos, y salen».

Y su fama se difundí­a por todos los lugares de la comarca.


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 3, 1-9

Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Por eso, en vez de alimento sólido, os di a beber leche, pues todaví­a no estabais para más. Aunque tampoco lo estáis ahora, pues seguí­s siendo carnales. En efecto, mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, ¿no es que seguí­s siendo carnales y que os comportáis al modo humano? Pues si uno dice «yo soy de Pablo» y otro, «yo de Apolo», ¿no os comportáis al modo humano?

En definitiva, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Servidores a través de los cuales accedisteis a la fe, y cada uno de ellos como el Señor le dio a entender. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; de modo que, ni el que planta es nada, ni tampoco el que riega; sino Dios, que hace crecer. El que planta y el que riega son una misma cosa, si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificio de Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 32, 12-13. 14-15. 20-21 (R.: cf. 12)

R. Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad.

V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.

V. Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R.

V. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R.


Aleluya

Lc 4, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad. R.


EVANGELIO

Lc 4, 38-44

Es necesario que evangelice también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tení­an enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salí­an también demonios, que gritaban y decí­an:

«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabí­an que él era el Mesí­as.

Al hacerse de dí­a, salió y se fue a un lugar desierto.

La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 3, 18-23

Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabidurí­a de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:

«Él caza a los sabios en su astucia».

Y también:

«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».

Así­, pues, que nadie se glorí­e en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R.: 1b)

R. Del Señor es la tierra y cuanto la llena.

V. Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los rí­os. R.

V. ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confí­a en los í­dolos. R.

V. Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Ésta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R.


Aleluya

Mt 4, 19

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Venid en pos de mí­ dice el Señor,
y os haré pescadores de hombres. R.


EVANGELIO

Lc 5, 1-11

Dejándolo todo, lo siguieron.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la Palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo:

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundí­an. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:

«Señor, apártate de mí­, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se habí­a apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habí­an recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón:

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 4, 1-5

Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí­ lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.

Así­, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 36, 3-4. 5-6. 27-28. 39-40 (R.: 39a)

R. El Señor es quien salva a los justos.

V. Confí­a en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R.

V. Encomienda tu camino al Señor,
confí­a en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodí­a. R.

V. Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá. R.

V. El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva
porque se acogen a él. R.


Aleluya

Jn 8, 12b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy la luz del mundo dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.


EVANGELIO

Lc 5, 33-39

Llegarán dí­as en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:

«Los discí­pulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les dijo:

«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán dí­as en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos dí­as».

Les dijo también una parábola:

«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: El añejo es mejor».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 4, 6b-15

Pasamos hambre y sed y falta de ropa.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Aprended de Apolo y de mí­ a jugar limpio y no os engriáis el uno contra el otro. A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado?

Ya tenéis todo lo que ansiabais, ya sois ricos, habéis conseguido un reino sin nosotros. ¿Qué más quisiera yo? Así­ reinarí­amos juntos. Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; como condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros unos locos por Cristo, vosotros, sensatos en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros célebres, nosotros despreciados; hasta ahora pasamos hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; nos insultan y les deseamos bendiciones; nos persiguen y aguantamos; nos calumnian y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del mundo, el desecho de la humanidad; y así­ hasta el dí­a de hoy.

No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros. Porque os quiero como a hijos; ahora que estáis en Cristo tendréis mil tutores, pero padres no tenéis muchos; por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 144, 17-18. 19-20. 21 (R.: 18a)

R. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.

V. Satisface los deseos de los que lo temen,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados. R.

V. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R.


Aleluya

Jn 14, 6bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el camino y la verdad y la vida dice el Señor;
nadie va al Padre sino por mí­. R.


EVANGELIO

Lc 6, 1-5

¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

UN sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discí­pulos arrancaban y comí­an espigas, frotándolas con las manos.

Unos fariseos dijeron:

«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».

Respondiendo Jesús, les dijo:

«¿No habéis leí­do lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».

Y les decí­a:

«El Hijo del hombre es señor del sábado».


Palabra del Señor.


SEMANA XXIII (Año Par)

LUNES DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 5, 1-8

Barred la levadura vieja; porque ha sido inmolada nuestra ví­ctima pascual: Cristo.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Se oye decir en todas partes que hay entre vosotros un caso de inmoralidad; y una inmoralidad tal que no se da ni entre los gentiles: uno convive con la mujer de su padre.

¿Y vosotros seguí­s tan ufanos?

Estarí­a mejor ponerse de luto y expulsar de entre vosotros al que ha hecho eso.

Pues lo que es yo, ausente en el cuerpo, pero presente en espí­ritu, ya he tomado una decisión como si estuviera presente: reunidos vosotros en el nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espí­ritu, con el poder de nuestro Señor Jesús entregar al que ha hecho eso en manos de Satanás; para destrucción de la carne, a fin de que el espí­ritu se salve en el dí­a del Señor.

Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser.

¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos.

Porque ha sido inmolada nuestra ví­ctima pascual: Cristo.

Así­, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 5, 5-6a. 6b-7. 12 (R.: 9a)

R. Señor, guí­ame con tu justicia.

V. Tú no eres un Dios que ame la maldad,
 ni el malvado es tu huésped,
 ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R.

V. Detestas a los malhechores,
 destruyes a los mentirosos;
 al hombre sanguinario y traicionero
 lo aborrece el Señor. R.

V. Que se alegren los que se acogen a ti,
 con júbilo eterno;
 protégelos, para que se llenen de gozo
 los que aman tu nombre. R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz dice el Señor,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Lc 6, 6-11

Estaban al acecho para ver si curaba en sábado.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

UN sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Habí­a allí­ un hombre que tení­a la mano derecha paralizada.

Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocí­a sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:

«Levántate y ponte en medio».

Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo:

«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:

«Extiende tu mano».

Él lo hizo y su mano quedó restablecida.

Pero ellos, ciegos por la cólera, discutí­an qué habí­a que hacer con Jesús.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 6, 1-11

Un hermano tiene que estar en pleito con otro y además entre gentiles.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

¿Hay alguien entre vosotros que, teniendo un pleito con otro, se atreve a llevarlo a juicio ante los impí­os y no ante los santos?

¿Habéis olvidado que los santos juzgarán el universo? Pues si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no estaréis a la altura de juzgar minucias?

Recordad que juzgaremos a ángeles; cuánto más, asuntos de la vida ordinaria.

De manera que para juzgar los asuntos ordinarios dais jurisdicción a gente que en la Iglesia no cuenta.

¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos?

No señor, un hermano tiene que estar en pleito con otro y además entre gentiles.

Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros.

¿No estarí­a mejor sufrir la injusticia? ¿No estarí­a mejor dejarse robar?

En cambio, sois vosotros los injustos y los ladrones, y eso con hermanos vuestros.

¿No sabéis que ningún malhechor heredará el reino de Dios? No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así­ erais algunos antes.

Pero fuisteis lavados, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espí­ritu de nuestro Dios.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 149, 1bc-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)

R. El Señor ama a su pueblo.

O bien:

R.   Aleluya.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
 resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
 que se alegre Israel por su Creador,
 los hijos de Sión por su Rey. R.

V. Alabad su nombre con danzas,
 cantadle con tambores y cí­taras;
 porque el Señor ama a su pueblo
 y adorna con la victoria a los humildes. R.

V. Que los fieles festejen su gloria
 y canten jubilosos en filas:
 con ví­tores a Dios en la boca.
 Es un honor para todos sus fieles. R.


Aleluya

Cf. Jn 15, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo os he elegido del mundo dice el Señor,
para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. R.


EVANGELIO

Lc 6, 12-19

Pasó la noche orando. Escogió a doce, a los que también nombró apóstoles.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.

Cuando se hizo de dí­a, llamó a sus discí­pulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discí­pulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Vení­an a oí­rlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espí­ritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salí­a de él una fuerza que los curaba a todos.


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 7, 25-31

¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.

Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así­.

¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.

¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela.

Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)

R. Escucha, hija, mira: inclina el oí­do.

V. Escucha, hija, mira: inclina el oí­do,
 olvida tu pueblo y la casa paterna;
 prendado está el rey de tu belleza:
 póstrate ante él, que él es tu Señor. R.

V. Ya entra la princesa, bellí­sima,
 vestida de perlas y brocado;
 la llevan ante el rey, con séquito de ví­rgenes,
 la siguen sus compañeras. R.

V. Las traen entre alegrí­a y algazara,
 van entrando en el palacio real.
 «A cambio de tus padres, tendrás hijos,
 que nombrarás prí­ncipes por toda la tierra». R.


Aleluya

Lc 6, 23ab

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Alegraos y saltad de gozo dice el Señor,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo. R.


EVANGELIO

Lc 6, 20-26

Bienaventurados los pobres. ¡Ay de vosotros, los ricos!

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:

«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese dí­a y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hací­an vuestros padres con los profetas.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reí­s, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hací­an con los falsos profetas».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 8, 1b-7. 11-13

Turbando la conciencia insegura de los hermanos, pecáis contra Cristo.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

El conocimiento engrí­e, mientras que el amor edifica. Si alguno cree conocer algo, eso significa que aún no conoce como es debido. Si alguno ama a Dios, ese tal es conocido por él.

Sobre el hecho de comer lo sacrificado a los í­dolos, sabemos que en el mundo un í­dolo no es nada y que no hay más Dios que uno; pues aunque están los que son dioses en el cielo y en la tierra, de manera que resultan numerosos los dioses y numerosos los señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede todo y para el cual somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe todo y nosotros por medio de él.

Sin embargo, no todos tienen este conocimiento: algunos, acostumbrados a la idolatrí­a hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al í­dolo, y como su conciencia está insegura, se mancha.

Así­ por tu conocimiento se pierde el inseguro, un hermano por quien Cristo murió. Al pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra Cristo. Por eso, si por una cuestión de alimentos peligra un hermano mí­o, nunca volveré a comer carne, para no ponerlo en peligro.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 138, 1-3. 13-14ab. 23-24 (R.: 24b

R. Guí­ame, Señor, por el camino eterno.

V. Señor, tú me sondeas y me conoces.
 Me conoces cuando me siento o me levanto,
 de lejos penetras mis pensamientos;
 distingues mi camino y mi descanso,
 todas mis sendas te son familiares. R.

V. Tú has creado mis entrañas,
 me has tejido en el seno materno.
 Te doy gracias, porque me has plasmado portentosamente,
 porque son admirables tus obras.  R.

V. Sondéame, oh, Dios, y conoce mi corazón,
 ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
 mira si mi camino se desví­a,
 guí­ame por el camino eterno. R.


Aleluya

1 Jn 4, 12

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. R.


EVANGELIO

Lc 6, 27-38

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altí­simo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 9, 16-19. 22b-27

Me he hecho todo a todos, para ganar a algunos.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

El hecho de predicar no es para mí­ motivo de orgullo.

No tengo más remedio y, ¡ay de mí­ si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo serí­a mi paga.

Pero, si lo hago a pesar mí­o, es que me han encargado este oficio.

Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles.

Me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

¿No sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio? Pues corred así­: para ganar.

Pero un atleta se impone toda clase de privaciones; ellos para ganar una corona que se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita.

Por eso corro yo, pero no al azar; lucho, pero no contra el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto, no sea que, habiendo predicado a otros, quede yo descalificado.


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 83, 3. 4. 5-6. 12 (R.:2)

R. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!

V. Mí­ alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R.

V. Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mí­o y Dios mí­o. R.

V. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
y tienen tus caminos en su corazón. R.

V. Porque el Señor Dios es sol y escudo,
el Señor da la gracia y la gloria;
y no niega sus bienes
a los de conducta intachable. R.


Aleluya

Cf. Jn 17, 17ba

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tu palabra, Señor, es verdad;
santifí­canos en la verdad. R.


EVANGELIO

Lc 6, 39-42

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:

«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discí­pulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: Hermano, déjame que te saque la mota del ojo, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA XXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

1 Cor 10, 14-22

Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios.

QUERIDOS hermanos, huid de la idolatrí­a. Os hablo como a personas sensatas; juzgad vosotros lo que digo.

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?

Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan. Considerad al Israel según la carne: ¿los que comen de las ví­ctimas no se unen al altar?

¿Qué quiero decir? ¿Que las ví­ctimas sacrificadas a los í­dolos son algo o que los í­dolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios; y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber del cáliz del Señor y del cáliz de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O vamos a provocar los celos del Señor? ¿Acaso somos más fuertes que él?


Palabra de Dios.


Salmo responsorial

Sal 115, 12-13. 17-18 (R.: 17a)

R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

V. ¿Cómo pagaré al Señor
 todo el bien que me ha hecho?
 Alzaré la copa de la salvación,
 invocando el nombre del Señor. R.

V. Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
 invocando el nombre del Señor.
 Cumpliré al Señor mis votos
 en presencia de todo el pueblo. R.


Aleluya   

Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El que me ama guardará mi palabra dice el Señor,
y mi Padre lo amará y vendremos a él. R.


EVANGELIO

Lc 6, 43-49

¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:

«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.

El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.

¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?

Todo el que se viene a mí­, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el rí­o contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.

El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el rí­o, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».


Palabra del Señor.




APÉNDICE I: Aleluya para las ferias del tiempo ordinario


APÉNDICE I:
ALELUYA
PARA LAS FERIAS DEL TIEMPO ORDINARIO


Estos textos pueden usarse en lugar de los que se hallan cada domingo antes del Evangelio.


1.

1 Sam 3, 9c; Jn 6, 68c

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Habla, Señor, que tu siervo te escucha;
tú tienes palabras de vida eterna. R.


2.

Cf. Sal 18, 9

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tus palabras, Señor, alegran el corazón;
tu enseñanza da luz a los ojos. R.


3.

Sal 24, 4bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios mí­o, instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad. R.


4.

Sal 26, 11ab

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Señor, enséñame tu camino,
guí­ame por la senda llana. R.


5.

Cf. Sal 94, 8a. 7d

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor. R.


6.

Sal 110, 7b-8a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Todos tus preceptos, Señor, merecen confianza,
son estables para siempre jamás. R.


7.

Sal 118, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. íbreme los ojos, Señor,
y contemplare las maravillas de tu voluntad. R.


8.

Sal 118, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Instrúyeme en el camino de tus mandatos
y meditaré tus maravillas. R.


9.

Cf. Sal 118, 34

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Enséñame a cumplir tu ley, Señor,
y a guardarla de todo corazón. R.


10.

Cf. Sal 118, 36a. 29b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Inclina mi corazón a tus preceptos, Señor,
y dame la gracia de tu voluntad. R.


11.

Sal 118, 88

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca. R.


12.

Sal 118, 105

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero. R.


13.

Sal 118, 135

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes. R.


14.

Cf. Sal 129, 5

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Espero en el Señor,
espero en su palabra. R.


15.

Sal 144, 13cd

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones. R.


16.

Sal 147, 12a. 15a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Glorifica al Señor, Jerusalén;
él enví­a su mensaje a la tierra. R.


17.

Mt 4, 4b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.


18.

Cf. Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.


19.

Cf. Lc 8, 15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.


20.

Cf. Jn 6, 63c. 68c

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tus palabras, Señor, son espí­ritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna. R.


21.

Cf. Jn 8, 12b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy la luz del mundo dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.


22.

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz dice el Señor,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


23.

Jn 14, 6bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el camino y la verdad y la vida dice el Señor;
nadie va al Padre sino por mí­. R.


24.

Cf. Jn 14, 23

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El que me ama guardará mi palabra dice el Señor,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.


25.

Jn 15, 15b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. A vosotros os llamo amigos dice el Señor,
porque todo lo que he oí­do a mi Padre
os lo he dado a conocer. R.


26.

Cf. Jn 17, 17b. a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tu palabra, Señor, es verdad;
santifí­canos en la verdad. R.


27.

Cf. Hch 16, 14b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.


28.

2 Cor 5, 19

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios estaba en Cristo reconociendo al mundo consigo,
y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. R.


29.

Cf. Ef 1, 17-18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama. R.


30.

Flp 2, 15d-16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Brilláis como lumbreras del mundo,
manteniendo firma la palabra de la vida. R.


31.

Cf. Col 3, 16a. 17c

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza,
dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo. R.


32.

Cf. 1 Tes 2, 13

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Acoged la palabra de Dios, no como palabra humana,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios. R.


33.

Cf. 2 Tes 2, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios nos llamó por medio del Evangelio
para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.


34.

Cf. 2 Tm 1, 10

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.


35.

Hb 4, 12ad

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón. R.


36.

Sant 1, 18

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Padre, por propia iniciativa,
nos engendró con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas. R.


37.

Sant 1, 21bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Acoged con docilidad la palabra,
que ha sido injertada en vosotros
y es capaz de salvar vuestras vidas. R.


38.

Cf. 1 Pe 1, 25

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. La palabra del Señor permanece para siempre;
esta es la palabra del Evangelio que ha sido anunciada. R.


39.

1 Jn 2, 5

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Quien guarda la palabra de Cristo,
ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. R.

Para la última semana:


1.

Mt 24, 42a. 44

Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos penséis
viene el Hijo del hombre.


2.

Lc 21, 28

Levantaos, alzad la cabeza:
se acerca vuestra liberación.


3.

Lc 21, 36

Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.


4.

Ap 2, 10c

Sé fiel hasta la muerte dice el Señor
y te daré la corona de la vida.


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