L II CUARESMA

Leccionario II
PARA LAS FERIAS DE CUARESMA

TIEMPO DE CUARESMA

SEMANA CENIZA

1a SEMANA CUARESMA

2a SEMANA CUARESMA

3a SEMANA CUARESMA

4a SEMANA CUARESMA

5a SEMANA CUARESMA

SEMANA SANTA





SEMANA DE CENIZA

Miércoles de Ceniza

Jueves después de Ceniza

Viernes después de Ceniza

Sábado después de Ceniza

Versículos antes del Evangelio en las ferias de Cuaresma

Aclamaciones para el tiempo de Cuaresma



PRIMERA SEMANA DE CUARESMA

Lunes de la I semana de Cuaresma

Martes de la I semana de Cuaresma

Miércoles de la I semana de Cuaresma

Jueves de la I semana de Cuaresma

Viernes de la I semana de Cuaresma

Sábado de la I semana de Cuaresma



SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

Lunes de la II semana de Cuaresma

Martes de la II semana de Cuaresma

Miércoles de la II semana de Cuaresma

Jueves de la II semana de Cuaresma

Viernes de la II semana de Cuaresma

Sábado de la II semana de Cuaresma



TERCERA SEMANA DE CUARESMA

Misa de libre elección

Lunes de la III semana de Cuaresma

Martes de la III semana de Cuaresma

Miércoles de la III semana de Cuaresma

Jueves de la III semana de Cuaresma

Viernes de la III semana de Cuaresma

Sábado de la III semana de Cuaresma



CUARTA SEMANA DE CUARESMA

Misa de libre elección

Lunes de la IV semana de Cuaresma

Martes de la IV semana de Cuaresma

Miércoles de la IV semana de Cuaresma

Jueves de la IV semana de Cuaresma

Viernes de la IV semana de Cuaresma

Sábado de la IV semana de Cuaresma



QUINTA SEMANA DE CUARESMA

Misa de libre elección

Lunes de la V semana de Cuaresma

Martes de la V semana de Cuaresma

Miércoles de la V semana de Cuaresma

Jueves de la V semana de Cuaresma

Viernes de la V Semana de Cuaresma

Sábado de la V semana de Cuaresma



SEMANA SANTA

Lunes Santo

Martes Santo

Miércoles Santo

Jueves Santo: Misa Crismal





TIEMPO DE CUARESMA

SEMANA DE CENIZA

MIÉRCOLES DE LA CENIZA

La bendición e imposición de las cenizas puede hacerse también fuera de la Misa. En este caso se permite la liturgia de la Palabra empleando estas mismas lecturas.


PRIMERA LECTURA

Jl 2, 12-18

Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos.

Lectura de la profecía de Joel.

AHORA —oráculo del Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.

¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!

Tocad la trompeta en Sión,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.

Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:

«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».

¿Por qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?

Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 50, 3-4. 5-6ab. 12-13. 14 y 17 (R.: cf. 3a)

R. Misericordia, Señor, hemos pecado.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R.

V. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

V. Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.


SEGUNDA LECTURA

2 Cor 5, 20 – 6, 2

Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:

Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.

Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice:

«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».

Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.


Palabra de Dios.

Versículo antes del Evangelio

En el tiempo de Cuaresma puede emplearse alguna de las aclamaciones propuestas, y se dice antes y después del versículo antes del Evangelio.

Cf. Sal 94, 8ab. 7d

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.

En lugar del versículo antes del Evangelio propuesto para cada feria de Cuaresma se puede escoger alguno de los siguientes versículos.


EVANGELIO

Mt 6, 1-6. 16-18

Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».


Palabra del Señor.


JUEVES DESPUÉS DE CENIZA


PRIMERA LECTURA

Dt 30, 15-20

Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición.

Lectura del libro del Deuteronomio.

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5ab)

R. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.

V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

V. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.


Versículo antes del Evangelio

Mt 4, 17

Convertíos —dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.


EVANGELIO

Lc 9, 22-25

El que pierda su vida por mi causa la salvará.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Entonces decía a todos:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».


Palabra del Señor.


VIERNES DESPUÉS DE CENIZA


PRIMERA LECTURA

Is 58, 1-9a

Éste es el ayuno que yo quiero.

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor Dios:

«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.

Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.

Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.

“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”.
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.

No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ése el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?

Éste es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.

Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.

Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 50, 3-4. 5-6ab. 18-19 (R.: cf. 19cd)

R. Un corazón quebrantado y humillado,
oh, Dios, tú no lo desprecias.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Am 5, 14

Buscad el bien, no el mal, y viviréis;
y el Señor estará con vosotros.


EVANGELIO

Mt 9, 14-15

Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».

Jesús les dijo:

«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».


Palabra del Señor.


SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA


PRIMERA LECTURA

Is 58, 9b-14

Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo, brillará tu luz en las tinieblas.

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor:

«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.

El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan.

Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,
volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;
te llamarán “reparador de brechas”,
“restaurador de senderos”,
para hacer habitable el país.

Si detienes tus pasos el sábado,
para no hacer negocios en mi día santo,
y llamas al sábado “mi delicia”
y lo consagras a la gloria del Señor;
si lo honras, evitando viajes,
dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,
entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país
y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 85, 1b-2. 3-4. 5-6 (R.: 11ab)

R. Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad.

V. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R.

V. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R.

V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.


Versículo antes del Evangelio

Ez 33, 11

No me complazco en la muerte del malvado
—dice el Señor—,
sino en que se convierta y viva.


EVANGELIO

Lc 5, 27-32

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

«Sígueme».

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:

«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».

Jesús les respondió:

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».


Palabra del Señor.



PRIMERA SEMANA DE CUARESMA

LUNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Lev 19, 1-2. 11-18

Juzga con justicia a tu prójimo

Lectura del libro del Levítico.

EL Señor habló así a Moisés:

«Di a la comunidad de los hijos de Israel:

“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.

No robaréis ni defraudaréis ni os engañaréis unos a otros.

No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.

No explotarás a tu prójimo ni le robarás. No dormirá contigo hasta la mañana siguiente el jornal del obrero.

No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezo al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.

No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu prójimo.

No andarás difamando a tu gente, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.

No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.

No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63)

R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes. R.

V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

V. Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío. R.


Versículo antes del Evangelio

2 Co 6, 2b

Ahora es tiempo favorable,
ahora es el día de la salvación.


EVANGELIO

Mt 25, 31-46

Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.

Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha:

“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Entonces los justos le contestarán:

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.

Y el rey les dirá:

“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Entonces dirá a los de su izquierda:

“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.

Entonces también éstos contestarán:

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.

Él les replicará:

“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de éstos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.

Y éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Is 55, 10-11

Mi palabra cumplirá mi deseo.

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor:

«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19 (R.: cf. 18b)

R. Dios libra a los justos de sus angustias.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

V. Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R.

V. Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R.

Versículo antes del Evangelio

Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Mt 6, 7-15

Vosotros orad así.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:

“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jon 3, 1-10

Los ninivitas habían abandonado el mal camino.

Lectura de la profecía de Jonás.

EL Señor dirigió la palabra a Jonás:

«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».

Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:

«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».

Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.

La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros:

«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!».

Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 50, 3-4. 12-13. 18-19 (R.: 19cd)

R. Un corazón quebrantado y humillado,
oh, Dios, tú no lo desprecias.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jl 2, 12-13

Ahora —dice el Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.


EVANGELIO

Lc 11, 29-32

A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:

«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.

La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Est 4, 17k. l-z

No tengo más defensor que tú.

Lectura del libro de Ester.

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.

Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:

«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.

Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.

Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 137, 1bcd-2a. 2bcd-3. 7c-8 (R.: 3a)

R. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

V. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.

V. Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.

V. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.


Versículo antes del Evangelio

Sal 50, 12a. 14a

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro;
y devuélveme la alegría de tu salvación.


EVANGELIO

Mt 7, 7-12

Todo el que pide recibe.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?

Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues ésta es la Ley y los Profetas».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Ez 18, 21-28

¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva?

Lectura de la profecía de Ezequiel.

ESTO dice el Señor Dios:

«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?

Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.

Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?

Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 (R.: 3)

R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?

V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R.

V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R.

V. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Ez 18, 31

Apartad de vosotros todos vuestros delitos
—dice el Señor—,
renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.


EVANGELIO

Mt 5, 20-26

Vete primero a reconciliarte con tu hermano.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.

Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA I SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Dt 26, 16-19

Serás el pueblo santo del Señor, tu Dios.

Lectura del libro del Deuteronomio.

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.

Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.

Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 118, 1-2. 4-5. 7-8 (R.: 1b)

R. Dichoso el que camina en la ley del Señor.

V. Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R.

V. Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos. R.

V. Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones. R.


Versículo antes del Evangelio

2 Cor 6, 2b

Ahora es tiempo favorable,
ahora es el día de la salvación.


EVANGELIO

Mt 5, 43-48

Sed perfectos como vuestro Padre celestial.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».


Palabra del Señor.



SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

LUNES DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Dan 9, 4b-10

Hemos pecado, hemos cometido crímenes.

Lectura de la profecía de Daniel.

¡AY, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que lo aman y cumplen sus mandamientos!

Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti.

Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti.

Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 78, 8. 9. 11. 13 (R.: cf. Sal 102, 10a)

R. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

V. No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.

V. Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.

V. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. R.

V. Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas
de generación en generación. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.


EVANGELIO

Lc 6, 36-38

Perdonad, y seréis perdonados.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Is 1, 10. 16-20

Aprended a hacer el bien, buscad la justicia.

Lectura del libro de Isaías.

OÍD la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma,
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.

«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.

Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos
—dice el Señor—.

Aunque vuestros pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como lana.

Si sabéis obedecer,
comeréis de los frutos de la tierra;
si rehusáis y os rebeláis,
os devorará la espada
—ha hablado la boca del Señor—».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23 (R.: 23cd)

R. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

V. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R.

V. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R.

V. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Ez 18, 31

Apartad de vosotros todos vuestros delitos
—dice el Señor—,
renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.


EVANGELIO

Mt 23, 1-12

Ellos dicen, pero no hacen.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:

«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.

No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

El primero entre vosotros será vuestro servidor.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jer 18, 18-20

Venga, vamos a hablar mal de él.

Lectura del libro de Jeremías.

ELLOS dijeron:

«Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».

Hazme caso, Señor,
escucha lo que dicen mis oponentes.

¿Se paga el bien con el mal?,
¡pues me han cavado una fosa!

Recuerda que estuve ante ti,
pidiendo clemencia por ellos,
para apartar tu cólera.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 30, 5-6. 14. 15-16 (R.: 17b)

R. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

V. Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás. R.

V. Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida. R.

V. Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tus manos están mis azares:
líbrame de los enemigos que me persiguen. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.


EVANGELIO

Mt 20, 17-28

Lo condenarán a muerte.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:

«¿Qué deseas?».

Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:

«Podemos».

Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jer 17, 5-10

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor.

Lectura del libro de Jeremías.

ESTO dice el Señor:

«Maldito quien confía en el hombre,
y busca el apoyo de las criaturas,
apartando su corazón del Señor.

Será como cardo en la estepa,
que nunca recibe la lluvia;
habitará en un árido desierto,
tierra salobre e inhóspita.

Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.

Será un árbol plantado junto al agua,
que alarga a la corriente sus raíces;
no teme la llegada del estío,
su follaje siempre está verde;
en año de sequía no se inquieta,
ni dejará por eso de dar fruto.

Nada hay más falso y enfermo
que el corazón: ¿quién lo conoce?

Yo, el Señor, examino el corazón,
sondeo el corazón de los hombres
para pagar a cada cual su conducta
según el fruto de sus acciones».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5ab)

R. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.

V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.

V. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Lc 8, 15

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia.


EVANGELIO

Lc 16, 19-31

Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:

“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.

Pero Abrahán le dijo:

“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.

Él dijo:

“Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.

Abrahán le dice:

“Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.

Pero él le dijo:

“No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.

Abrahán le dijo:

“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Gén 37, 3-4. 12-13a. 17b-28

Ahí viene el soñador; vamos a matarlo.

Lectura del libro del Génesis.

ISRAEL amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.

Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:

«Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos».

José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros:

«Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños».

Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo:

«No le quitemos la vida».

Y añadió:

«No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él».

Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.

Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua.

Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos:

«¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra».

Los hermanos aceptaron.

Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Éstos se llevaron a José a Egipto.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 104, 16-17. 18-19. 20-21 (R.: 5a)

R. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

V. Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo. R.

V. Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R.

V. El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.


EVANGELIO

Mt 21, 33-43. 45-46

Éste es el heredero: venid, lo matamos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchad otra parábola:

“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.

Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.

Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”».

Le contestan:

«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».

Y Jesús les dice:

«¿No habéis leído nunca en la Escritura:

“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.

Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA II SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Miq 7, 14-15. 18-20

Arrojará nuestros pecados a lo hondo del mar.

Lectura de la profecía de Miqueas.

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado,
al rebaño de tu heredad,
que anda solo en la espesura,
en medio del bosque;
que se apaciente como antes
en Basán y Galaad.

Como cuando saliste de Egipto,
les haré ver prodigios.

¿Qué Dios hay como tú,
capaz de perdonar el pecado,
de pasar por alto la falta
del resto de tu heredad?

No conserva para siempre su cólera,
pues le gusta la misericordia.

Volverá a compadecerse de nosotros,
destrozará nuestras culpas,
arrojará nuestros pecados
a lo hondo del mar.

Concederás a Jacob tu fidelidad
y a Abrahán tu bondad,
como antaño prometiste a nuestros padres.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 102, 1bc-2. 3-4. 9-10. 11-12 (R.: 8a)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

V. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R.

V. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.

V. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.


Versículo antes del Evangelio

Lc 15, 18

Me levantaré, me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.


EVANGELIO

Lc 15, 1-3. 11-32

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:

«Ése acoge a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo esta parábola:

«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:

“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.

El padre les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.

Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.

Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.

Recapacitando entonces, se dijo:

“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.

Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Su hijo le dijo:

“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.

Pero el padre dijo a sus criados:

“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.

Y empezaron a celebrar el banquete.

Su hijo mayor estaba en el campo.

Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.

Éste le contestó:

“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.

Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.

Entonces él respondió a su padre:

“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.

El padre le dijo:

“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».


Palabra del Señor.


TERCERA SEMANA DE CUARESMA

MISA DE LIBRE ELECCIÓN

Esta Misa puede emplearse en cualquier feria de la III semana de Cuaresma, principalmente en los años B y C, cuando el EVANGELIO de la samaritana no se lee en el III Domingo.


PRIMERA LECTURA

Éx 17, 1-7

Saldrá agua para que beba el pueblo.

Lectura del libro del Éxodo.

EN aquellos días, toda la comunidad de los hijos de Israel se marchó del desierto de Sin, por etapas, según la orden del Señor, y acampó en Refidín, donde el pueblo no encontró agua que beber. El pueblo se querelló contra Moisés y dijo:

«Danos agua que beber».

Él les respondió:

«¿Por qué os querelláis contra mí?, ¿por qué tentáis al Señor?».

Pero el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo:

«¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».

Clamó Moisés al Señor y dijo:

«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean».

Respondió el Señor a Moisés:

«Pasa al frente del pueblo y toma contigo algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha. Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo».

Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:

«¿Está el Señor entre nosotros o no?».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9 (R.: cf. 7d-8a)

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».

V. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

V. Entrad, postrémonos por tierra
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

V. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jn 4, 42. 15

Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva, así no tendré más sed.


EVANGELIO

Jn 4, 5-42

Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.

Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.

Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:

«Dama de beber».

Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.

La samaritana le dice:

«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).

Jesús le contestó:

«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva».

La mujer le dice:

«Señor, si no tienes el cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».

Jesús le contestó:

«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dará nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».

La mujer le dice:

«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».

Él le dice:

«Anda, llama a tu marida y vuelve».

La mujer contesta:

«No tengo marido».

Jesús le dice:

«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad».

La mujer le dice:

«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».

Jesús le dice:

«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad».

La mujer le dice:

«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».

Jesús le dice:

«Soy yo, el que habla contigo».

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué hablas?».

La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:

«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?».

Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían:

«Maestro, come».

Él les dijo:

«Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis».

Los discípulos comentaban entre ellos:

«¿Le habrá traído alguien de comer?».

Jesús les dice:

«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.

¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.

Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y entrasteis en el fruto de sus trabajos».

Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le regaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer.

«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».


Palabra del Señor.


LUNES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

2 Re 5, 1-15a

Muchos leprosos había en Israel; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el Sirio.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

EN aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria.

Pero, siendo un gran militar, era leproso.

Unas bandas de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la mujer de Naamán. Dijo ella a su señora:

«Ah, si mi señor pudiera presentarse ante el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra».

Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo:

«Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel».

Y el rey de Siria contestó:

«Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel».

Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez vestidos nuevos y una carta al rey de Israel que decía:

«Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».

Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo:

«¿Soy yo Dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos cuenta y veréis que está buscando querella contra mí».

Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:

«¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».

Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Envió éste un mensajero a decirle:

«Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio».

Naamán se puso furioso y se marchó diciendo:

«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio».

Dándose la vuelta, se marchó furioso. Sus servidores se le acercaron para decirle:

«Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!».

Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio.

Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:

«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4 (R.: cf. 41, 3)

R. Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?

V. Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma
te busca a ti, Dios mío. R.

V. Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.

V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.

V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Sal 129, 5. 7bc

Espero en el Señor, espero en su palabra;
porque de él viene la misericordia,
la redención copiosa.


EVANGELIO

Lc 4, 24-30

Jesús, al igual que Elías y Eliseo, no fue enviado sólo a los judíos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

HABIENDO llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Dan 3, 25. 34-43

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde.

Lectura de la profecía de Daniel.

EN aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo:

«Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo;
por Israel, tu consagrado;
a quienes prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.

Que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos, y buscamos tu rostro;
no nos defraudes, Señor;
trátanos según tu piedad,
según tu gran misericordia.

Líbranos con tu poder maravilloso
y da gloria a tu nombre, Señor».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 24, 4-5a. 6 y 7cd. 8-9 (R.: 6a)

R. Recuerda, Señor, tu ternura.

V. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.

V. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.

V. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jl 2, 12-13

Ahora —dice el Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.


EVANGELIO

Mt 18, 21-35

Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:

«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le contesta:

«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.

Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:

“Págame lo que me debes”.

El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:

“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.

Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:

“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”.

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Dt 4, 1. 5-9

Observad los mandatos y cumplidlos.

Lectura del libro del Deuteronomio.

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Observadlos y cumplidlos, pues ésa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:

“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.

Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 147, 12-13. 15-16. 19-20 (R.: 12a)

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

V. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

V. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R.

V. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.


Versículo antes del Evangelio

Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.


EVANGELIO

Mt 5, 17-19

Quien los cumpla y enseñe será grande.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jer 7, 23-28

Ésta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios.

Lectura del libro de Jeremías.

ESTO dice el Señor:

«Ésta fue la orden que di a mi pueblo:

“Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien”.

Pero no escucharon ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.

Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso. Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.

Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás:

“Ésta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca”».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9 (R.: cf. 7d-8a)

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».

V. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

V. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

V. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jl 2, 12-13

Ahora —dice el Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.


EVANGELIO

Lc 11, 14-23

El que no está conmigo está contra mí.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.

Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:

«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:

«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.

El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Os 14, 2-10

No llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos.

Lectura de la profecía de Oseas.

ESTO dice el Señor:

«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios,
porque tropezaste por tu falta.
Tomad vuestras promesas con vosotros,
y volved al Señor.

Decidle: “Tú quitas toda falta,
acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará,
no volveremos a montar a caballo,
y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’
a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión”.

“Curaré su deslealtad,
los amaré generosamente,
porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio,
echará sus raíces como los cedros del Líbano.

Brotarán sus retoños
y será su esplendor como el olivo,
y su perfume como el del Líbano.

Regresarán los que habitaban a su sombra,
revivirán como el trigo,
florecerán como la viña,
será su renombre como el del vino del Líbano.

Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde,
de mí procede tu fruto”.

¿Quién será sabio, para comprender estas cosas,
inteligente, para conocerlas?

Porque los caminos del Señor son rectos:
los justos los transitan,
pero los traidores tropiezan en ellos».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17 (R.: cf. 11, 9a)

R. Yo soy el Señor, Dios tuyo;
escucha mi voz.

V. Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R.

V. Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R.

V. No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R.

V. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre». R.


Versículo antes del Evangelio

Mt 4, 17

Convertíos —dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.


EVANGELIO

Mc 12, 28b-34

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás.

+

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:

«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».

Respondió Jesús:

«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó:

«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:

«No estás lejos del reino de Dios».

Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA III SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Os 6, 1-6

Quiero misericordia, y no sacrificios.

Lectura de la profecía de Oseas.

VAMOS, volvamos al Señor.
Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.

En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.

Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».

¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?
Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.

Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.
Mi juicio se manifestará como la luz.

Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab (R.: Os 6, 6a)

R. Quiero misericordia, y no sacrificio.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R.

V. Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Sal 94, 8a. 7d

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.


EVANGELIO

Lc 18, 9-14

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

“¡Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


Palabra del Señor.



CUARTA SEMANA DE CUARESMA

MISA DE LIBRE ELECCIÓN

Esta Misa puede emplearse en cualquier feria de la IV semana de Cuaresma, principalmente en los años B y C, cuando el EVANGELIO del ciego de nacimiento no se lee en el IV Domingo.


PRIMERA LECTURA

Miq 7, 7-9

Me levantaré; si vivo en tinieblas, el Señor es mi luz.

Lectura de la profecía de Miqueas.

YO aguardaré al Señor,
esperaré en el Dios que me salva.
Mi Dios me escuchará.

No te alegres por mi causa, enemiga mía,
pues si caí me levantaré;
si vivo en tinieblas,
el Señor es mi luz.

Cargaré con la cólera del Señor,
pues pequé contra él,
hasta que se vea mi causa
y se proclame mi sentencia;
me hará salir a la luz
y veré su justicia.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 26, 1bcde. 7-8ab. 8c-9abcd- 13-14 (R.: 1b)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

V. Escúchame, Señor,
que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro». R.

V. Tu rostro buscaré, Señor.
No me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.

V. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.


Versículo antes del Evangelio.

Cf. Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—,
el que me sigue tendrá la luz de la vida.


EVANGELIO

Jn 9, 1-41

Él fue, se lavó, y volvió con vista.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.

Y sus discípulos le preguntaron:

«Maestro, ¿qué pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?».

Jesús contestó:

«Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo».

Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:

«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

«¿No es ése el que se sentaba a pedir?».

Unos decían:

«El mismo».

Otros decían:

«No es él, pero se le parece».

Él respondía.

«Soy yo».

Y le preguntaban:

«¿Y cómo se te han abierto los ojos?».

Él contestó:

«Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé y empecé a ver».

Le preguntaron:

«¿Dónde está él?».

Contestó:

«No lo sé».

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

Él les contestó:

«Me puso barro en los ojos, me lavé y veo».

Algunos de los fariseos comentaban:

«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».

Otros replicaban:

«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?».

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?».

Él contestó:

«Que es un profeta».

Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzada a ver, hasta que llamaron a sus padres y le preguntaron:

«¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?».

Sus padres contestaron:

«Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse».

Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él».

Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:

«Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es una pecador».

Contestó él:

«Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo».

Le preguntan de nuevo:

«¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?».

Les contestó:

«Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos».

Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:

«Discípulo de ese lo será tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló dios, pero ese no sabemos de dónde viene».

Replicó él:

«Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder».

Le replicaron:

«Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?».

Y lo expulsaron.

Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

«¿Crees tú en el Hijo del hombre?».

Él contestó:

«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dijo:

«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es».

Él dijo:

«Creo, Señor».

Y se postró ante él.

Dijo Jesús:

«Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos».

Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:

«¿También nosotros estamos ciegos?».

Jesús les contestó:

«Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece».


Palabra del Señor.


LUNES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Is 65, 17-21

Ya no se oirá ni llanto ni gemido.

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor:

«Mirad: voy a crear un nuevo cielo
y una nueva tierra:
de las cosas pasadas
ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.

Regocijaos, alegraos por siempre
por lo que voy a crear:
yo creo a Jerusalén “alegría”,
y a su pueblo, “júbilo”.

Me alegraré por Jerusalén
y me regocijaré con mi pueblo,
ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido;
ya no habrá allí niño
que dure pocos días,
ni adulto que no colme sus años,
pues será joven quien muera a los cien años,
y quien no los alcance se tendrá por maldito.

Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán los frutos».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b (R.: 2a)

R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

V. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

V. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.

V. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Am 5, 14

Buscad el bien, no el mal, y viviréis;
y el Señor estará con vosotros.


EVANGELIO

Jn 4, 43-54

Anda, tu hijo vive.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:

«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo:

«Si no veis signos y prodigios, no creéis».

El funcionario insiste:

«Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta:

«Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:

«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Ez 47, 1-9. 12

Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente.

Lectura de la profecía de Ezequiel.

EN aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.

De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.

Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.

El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.

Entonces me dijo:

«¿Has visto, hijo de hombre?».

Después me condujo por la ribera del torrente.

Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:

«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal. Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.

En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 8)

R. El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

V. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.

V. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.

V. El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.


Versículo antes del Evangelio

Sal 50, 12a. 14a

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro;
y devuélveme la alegría de tu salvación.


EVANGELIO

Jn 5, 1-16

Al momento aquel hombre quedó sano.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

SE celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.

Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:

«¿Quieres quedar sano?».

El enfermo le contestó:

«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Jesús le dice:

«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.

Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:

«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».

Él les contestó:

«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».

Ellos le preguntaron:

«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:

«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.

Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Is 49, 8-15

Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país.

Lectura del libro de Isaías.

ESTO dice el Señor:

«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.

Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.

Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.

Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente,
y los otros de la tierra de Sin.

Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados».

Sión decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».

¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?

Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 144, 8-9. 13cd-14. 17-18 (R.: 8a)

R. El Señor es clemente y misericordioso.

V. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.

V. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.

V. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.


Versículo antes del Evangelio

Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida —dice el Señor—;
el que cree en mí no morirá para siempre.


EVANGELIO

Jn 5, 17-30

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».

Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.

Jesús tomó la palabra y les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro.

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.

En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.

Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Éx 32, 7-14

Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

Lectura del libro del Éxodo.

EN aquellos días, el Señor dijo a Moisés:

«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».

Y el Señor añadió a Moisés:

«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».

Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:

«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».

Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 105, 19-20. 21-22. 23 (R.: cf. 4ab)

R. Acuérdate de mí, Señor,
por amor a tu pueblo.

V. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.

V. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.

V. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.


EVANGELIO

Jn 5, 31-47

Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:

«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése sí lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Sab 2, 1a. 12-22

Lo condenaremos a muerte ignominiosa.

Lectura del libro de la Sabiduría.

SE decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida;
presume de conocer a Dios
y se llama a sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios,
su sola presencia nos resulta insoportable.
Lleva una vida distinta de todos los demás
y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.
Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad lo que dice,
comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».

Así discurren, pero se equivocan,
pues los ciega su maldad.
Desconocen los misterios de Dios,
no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 33, 17-18. 19-20. 21 y 23 (R.: 19a)

R. El Señor está cerca de los atribulados.

V. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

V. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R.

V. Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.


Versículo antes del Evangelio.

Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Jn 7, 1-2. 10. 25-30

Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:

«¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:

«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.


Palabra del Señor.



SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jer 11, 18-20

Yo, como manso cordero, era llevado al matadero.

Lectura del libro de Jeremías.

EL Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.

Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».

Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 7, 2-3. 9bc-10. 11-12 (R.: 2a)

R. Señor, Dios mío, a ti me acojo.

V. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R.

V. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R.

V. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R.


Versículo antes del Evangelio.

Cf. Lc 8, 15

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia.


EVANGELIO

Jn 7, 40-53

¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:

«Éste es de verdad el profeta».

Otros decían:

«Éste es el Mesías».

Pero otros decían:

«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».

Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.

Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron:

«¿Por qué no lo habéis traído?».

Los guardias respondieron:

«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».

Los fariseos les replicaron:

«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».

Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:

«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».

Ellos le replicaron:

«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».

Y se volvieron cada uno a su casa.


Palabra del Señor.



QUINTA SEMANA DE CUARESMA

MISA DE LIBRE ELECCIÓN

Esta Misa puede emplearse en cualquier feria de la V semana de Cuaresma, principalmente los años B y C, cuando el EVANGELIO de Lázaro no se lee en el V Domingo.


PRIMERA LECTURA

2 Re 4, 18b-21. 32-37

Manteniéndose recostado sobre él la carne del niño iba entrando en calor.

Lectura del segundo libro de los Reyes.

UN día, el hijo de la sunamita fue adonde estaba su padre con los segadores, y se quejó:

«¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!».

El padre ordenó a un criado:

«Llévalo a su madre».

El criado tomó al niño y lo llevó a su madre. Estuvo sentado en las rodillas maternas hasta el mediodía y luego murió.

Entonces ella lo subió y lo acostó sobre el lecho del hombre de Dios. Cerró la puerta.

Eliseo entró en la casa; allí estaba el niño, muerto, acostado en su lecho.

Entró, cerró la puerta con ellos dos dentro y oró al Señor. Luego subió al lecho, se tumbó sobre el niño, boca con boca, ojos con ojos, manos con manos. Manteniéndose recostado sobre él la carne del niño iba entrando en calor. Pasado un rato, bajó Eliseo y se puso a caminar por la casa de acá para allá. Volvió a subirse y se recostó sobre él. Entonces el niño estornudó y abrió los ojos. Llamó a Guejazí y le dijo:

«Llama a la sunamita», y la llamó.

Al entrar, él le dijo:

«Toma a tu hijo».

Y ella se echó a sus pies postrada en tierra. Luego, tomando a su hijo, salió.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 16, 1bcde. 6-7. 8 y 15 (R.: 15b)

R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

V. Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R.

V. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R.

V. Guárdame como a las niñas de tu ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.


Versículo antes del Evangelio.

Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida —dice el Señor—;
el que cree en mí no morirá para siempre.


EVANGELIO

Jn 11, 1-45

Yo soy la resurrección y la vida.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.

Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:

«Señor, el que tú amas está enfermo».

Jesús, al oírlo, dijo:

«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.

Sólo entonces dijo a sus discípulos:

«Vamos otra vez a Judea».

Los discípulos le replicaron:

«Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?».

Jesús contestó:

«¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él».

Dicho esto, añadió:

«Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo».

Entonces le dijeron sus discípulos:

«Señor, se duerme, se salvará».

Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.

Entonces Jesús les replicó claramente:

«Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro».

Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:

«Vamos también nosotros y muramos con él».

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.

Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:

«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo:

«Tu hermano resucitará».

Marta respondió:

«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo:

«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mía, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó:

«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:

«El Maestro está ahí y te llama».

Apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él. porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judío que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:

«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano».

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:

«¿Dónde lo habéis enterrado?».

Le contestaron:

«Señor, ven a verlo».

Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:

«¡Cómo lo quería!».

Pero algunos dijeron:

«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que éste muriera?».

Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:

«Quitad la losa».

Marta, la hermana del muerto, le dijo:

«Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».

Jesús le replicó:

«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?».

Entonces quitaron la losa.

Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:

«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».

Y dicho esto, gritó con voz potente:

«Lázaro, sal afuera».

El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:

«Desatadlo y dejadlo andar».

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.


Palabra del Señor.



LUNES DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA (forma larga).

Dan 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62

Ahora tengo que morir, siendo inocente.

Lectura de la profecía de Daniel.

EN aquellos días, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y temerosa del Señor.

Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín junto a su casa; y como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí.

Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo:

«En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo».

Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.

A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear, y sintieron deseos de ella.

Pervirtieron sus pensamientos y desviaron los ojos para no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.

Sucedió que, mientras aguardaban ellos el día conveniente, salió ella como los tres días anteriores sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el jardín, porque hacía mucho calor. No había allí nadie, excepto los dos ancianos escondidos y acechándola.

Susana dijo a las criadas:

«Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del jardín mientras me baño».

Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron:

«Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas».

Susana lanzó un gemido y dijo:

«No tengo salida: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar delante del Señor».

Susana se puso a gritar, y los dos ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar contra ella. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del jardín.

Al oír los gritos en el jardín, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron:

«Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».

Fueron a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes.

Toda su familia y cuantos la veían lloraban.

Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.

Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.

Los ancianos declararon:

«Mientras paseábamos nosotros solos por el jardín, salió ésta con dos criadas, cerró la puerta del jardín y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.

Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros, y, abriendo la puerta, salió corriendo.

En cambio, a ésta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello».

Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó y la condenó a muerte.

Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

Y el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y éste dio una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de ésta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«¿Qué es lo que estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad».

Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

Él contestó:

«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. el ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.


Palabra de Dios.


PRIMERA LECTURA (forma breve).

Dan 13, 41c-62

Ahora tengo que morir, siendo inocente.

Lectura de la profecía de Daniel.

EN aquellos días, la asamblea condenó a Susana a muerte. Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

Y el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y éste dio una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de ésta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«¿Qué es lo que estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad».

Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

Él contestó:

«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 22, 1b-3a. 3bc-4. 5. 6 (R.: 4ab)

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.

V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.

V. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.

V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mí copa rebosa. R.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.


Versículo antes del Evangelio.

Ez 33, 11

No me complazco en la muerte del malvado
—dice el Señor—,
sino en que se convierta y viva.

En el año C, para no repetir el Evangelio que se ha leído el V Domingo (Jn 8, 1-11), se puede emplear el que se propone como opcional (Jn 8, 12-20).


EVANGELIO

Jn 8, 1-11

El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedó sólo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».

Ella contestó:

«Ninguno, Señor».

Jesús dijo:

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


Palabra del Señor.



EVANGELIO (opcional para el año C).

Jn 8, 12-20

Yo soy la luz del mundo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo:

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Le dijeron los fariseos:

«Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».

Jesús les contestó:

«Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre».

Ellos le preguntaban:

«¿Dónde está tu Padre?».

Jesús contestó:

«Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre».

Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


Palabra del Señor.



MARTES DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Núm 21, 4-9

Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce.

Lectura del libro de los Números.

EN aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.

El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:

«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».

El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.

Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:

«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».

Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:

«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, éste miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 101, 2-3. 16-18. 19-21 (R.: 2)

R. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti.

V. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R.

V. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.

V. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.


Versículo antes del Evangelio.

La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre.


EVANGELIO

Jn 8, 21-30

Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que «Yo soy».

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».

Y los judíos comentaban:

«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».

Y él les dijo:

«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados».

Ellos le decían:

«¿Quién eres tú?».

Jesús les contestó:

«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.

Y entonces dijo Jesús:

«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».

Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.


Palabra del Señor.



MIÉRCOLES DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Dan 3, 14-20. 91-92. 95

Envió un ángel a salvar a sus siervos.

Lectura de la profecía de Daniel.

EN aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:

«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».

Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:

«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».

Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.

Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:

«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».

Le respondieron:

«Así es, majestad».

Preguntó:

«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».

Nabucodonosor, entonces, dijo:

«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Dn 3, 52a y c. 53a. 54a. 55a. 56a (R.: 52b)

R. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

V. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R.

V. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

V. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

V. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R.

V. Bendito eres en la bóveda del cielo. R.


Versículo antes del Evangelio.

Cf. Lc 8, 15

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia.


EVANGELIO

Jn 8, 31-42

Si el Hijo os hace libres, sois realmente libres.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:

«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».

Le replicaron:

«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».

Ellos replicaron:

«Nuestro padre es Abrahán».

Jesús les dijo:

«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».

Le replicaron:

«Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».

Jesús les contestó:

«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».


Palabra del Señor.



JUEVES DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Gén 17, 3-9

Serás padre de muchedumbre de pueblos.

Lectura del libro del Génesis.

EN aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:

«Por mi parte, ésta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.

Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.

Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».

El Señor añadió a Abrahán:

«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 104, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 8a)

R. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

V. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R.

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

V. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.


Versículo antes del Evangelio

Cf. Sal 94, 8a. 7d

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.


EVANGELIO

Jn 8, 51-59

Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».

Los judíos le dijeron:

«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».

Jesús contestó:

«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».

Los judíos le dijeron:

«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».

Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.


Palabra del Señor.



VIERNES DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Jer 20, 10-13

El Señor es mi fuerte defensor.

Lectura del libro de Jeremías.

OÍA la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».

Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.

Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!

Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7 (R.: cf. 7)

R. En el peligro invoqué al Señor,
y él me escuchó.

V. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R.

V. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R.

V. Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R.

V. En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R.


Versículo antes del Evangelio.

Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.


EVANGELIO

Jn 10, 31-42

Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.

Él les replicó:

«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».

Los judíos le contestaron:

«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».

Jesús les replicó:

«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!”, porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.

Muchos acudieron a él y decían:

«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad».

Y muchos creyeron en él allí.


Palabra del Señor.



SÁBADO DE LA V SEMANA DE CUARESMA


PRIMERA LECTURA

Ez 37, 21-28

Los haré una sola nación.

Lectura de la profecía de Ezequiel.

ESTO dice el Señor Dios:

«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.

No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.

Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Jer 31, 10. 11-12ab. 13 (R.: cf. 10d)

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

V. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla a las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R.

V. Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R.

V. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R.


Versículo antes del Evangelio.

Cf. Ez 18, 31

Apartad de vosotros todos vuestros delitos
—dice el Señor—,
renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.


EVANGELIO

Jn 11, 45-57

Para reunir a los hijos de Dios dispersos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:

«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:

«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:

«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.


Palabra del Señor.


 

VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO
EN LAS FERIAS DE CUARESMA

Estos textos pueden usarse en lugar de los que se hallan cada día antes del Evangelio en las ferias de Cuaresma.

1.

Sal 50, 12a. 14a

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro;
y devuélveme la alegría de tu salvación.

2.

Cf. Sal 94, 8a. 7d

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchas la voz del Señor.

3.

Cf. Sal 129, 5. 7bc

Espero en el Señor, espero en su palabra;
porque de él viene la misericordia,
la redención copiosa.

4.

Cf. Ez 18, 31

Apartad de vosotros todos vuestros delitos
—dice el Señor—,
renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.

5.

Ez 33, 11

No me complazco en la muerte del malvado
—dice el Señor—,
sino en que se convierta y viva.

6.

Cf. Jl 2, 12-13

Ahora —dice el Señor—,
convertíos a mí de todo corazón,
porque soy compasivo y misericordioso.

7.

Cf. Am 5, 14

Buscad el bien, no el mal, y viviréis;
y el Señor estará con vosotros.

8.

Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sala de la boca de Dios.

9.

Mt 4, 17

Convertíos —dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.

10.

Cf. Lc 8, 15

Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia.

11.

Lc 15, 18

Me levantaré, me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

12.

Cf. Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.

13.

Cf. Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

14.

Cf. Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

15.

Jn 11, 25a. 26

Yo soy la resurrección y la vida —dice el Señor—;
el que cree en mí no morirá para siempre.

16.

2 Cor 6, 2b

Ahora es el tiempo favorable,
ahora es el día de la salvación.

17.

La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre.


ACLAMACIONES
PARA EL TIEMPO DE CUARESMA

En el tiempo de Cuaresma, puede emplearse alguna de estas aclamaciones, y se dice antes y después del versículo antes del Evangelio.

1. Gloria y alabanza a ti, Cristo.

2. Gloria a ti, Cristo, Sabiduría de Dios Padre.

3. Gloria a ti, Cristo, Palabra de Dios.

4. Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.

5. Alabanza y honor a ti, Señor Jesús.

6. Alabanza a ti, Cristo, rey de gloria eterna.

7. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor.

8. La salvación y la gloria y el poder son del Señor Jesucristo.


SEMANA SANTA

LUNES SANTO


PRIMERA LECTURA

Is 42, 1-7

No gritará, no voceará por las calles.

Lectura del libro de Isaías.

MIRAD a mi siervo,
a quien sostengo;
mi elegido,
en quien me complazco.

He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.

No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.

Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas.

Esto dice el Señor, Dios,
que crea y despliega los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación,
da el respiro al pueblo que la habita
y el aliento a quienes caminan por ella:

«Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 26, 1bcde. 2. 3. 13-14 (R.: 1b)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

V. Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen. R.

V. Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

V. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.


Versículo antes del Evangelio.

Salve, Rey nuestro,
sólo tú te has compadecido de nuestros errores.


EVANGELIO

Jn 12, 1-11

Para reunir a los hijos de Dios dispersos.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

SEIS días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:

«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».

Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.

Jesús dijo:

«Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».

Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.

Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.


Palabra del Señor.



MARTES SANTO


PRIMERA LECTURA

Is 49, 1-6

No gritará, no voceará por las calles.

Lectura del libro de Isaías.

ESCUCHADME, islas; atended, pueblos lejanos:

El Señor me llamó desde el vientre materno,
de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel,
por medio de ti me glorificaré».

Y yo pensaba: «En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas».

En realidad el Señor defendía mi causa,
mi recompensa la custodiaba Dios.

Y ahora dice el Señor,
el que me formó desde el vientre como siervo suyo,
para que le devolviese a Jacob,
para que le reuniera a Israel;
he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:

«Es poco que seas mi siervo
para restablecer las tribus de Jacob
y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (R.: cf. 15ab)

R. Mi boca contará tu salvación, Señor.

V. A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

V. Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

V. Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

V. Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.


Versículo antes del Evangelio.

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre;
fuiste llevado a la crucifixión,
como manso cordero a la matanza.


EVANGELIO

Jn 13, 21-33. 36-38

Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:

«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».

Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.

Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.

Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

«Señor, ¿quién es?».

Le contestó Jesús:

«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».

Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:

«Lo que vas a hacer, hazlo pronto».

Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.

Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.

Cuando salió, dijo Jesús:

«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:

“Donde yo voy no podéis venir vosotros”».

Simón Pedro le dijo:

«Señor, ¿adónde vas?».

Jesús le respondió:

«Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».

Pedro replicó:

«Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».

Jesús le contestó:

«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».


Palabra del Señor.



MIÉRCOLES SANTO


PRIMERA LECTURA

Is 50, 4-9a

No escondí el rostro ante ultrajes.

Lectura del libro de Isaías.

EL Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;
para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los discípulos.

El Señor Dios me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

El Señor Dios me ayuda,
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.

Mi defensor está cerca,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos,
¿quién me acusará?
Que se acerque.
Mirad, el Señor Dios me ayuda,
¿quién me condenará?


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34 (R.: 14c y b)

R. Señor, que me escuche tu gran bondad
el día de tu favor.

V. Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R.

V. La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre. R.

V. Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.
Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R.


Versículo antes del Evangelio (opción 1).

Salve, Rey nuestro,
sólo tú te has compadecido de nuestros errores.

Versículo antes del Evangelio (opción 2).

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre;
fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.


EVANGELIO

Mt 26, 14-25

El Hijo del hombre se va como está escrito; pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

«¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?».

Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?».

Él contestó:

«Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle:

“El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”».

Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

«En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».

Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

«¿Soy yo acaso, Señor?».

Él respondió:

«El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!».

Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

«¿Soy yo acaso, Maestro?».

Él respondió:

«Tú lo has dicho».


Palabra del Señor.



JUEVES SANTO


MISA CRISMAL


PRIMERA LECTURA

Is 61, 1-3a. 6a. 8b-9

El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, y darles un perfume de fiesta.

Lectura del libro de Isaías.

EL Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.

Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza de nuestro Dios,
para consolar a los afligidos,
para dar a los afligidos de Sión
una diadema en lugar de cenizas,
perfume de fiesta en lugar de duelo,
un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.

Vosotros os llamaréis: «Sacerdotes del Señor»,
dirán de vosotros: «Ministros de nuestro Dios».

Les daré su salario fielmente
y haré con ellos un pacto perpetuo.

Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 88, 21-22. 25 y 27 (R.: cf. 2a)

R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

V. Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

V. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.


SEGUNDA LECTURA

Ap 1, 5-8

Nos ha hecho un reino y sacerdotes para Dios Padre.

Lectura del libro del Apocalipsis.

GRACIA y paz a vosotros
de parte de Jesucristo,
el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos,
el príncipe de los reyes de la tierra.

Al que nos ama,
y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,
y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.
A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.

Sí, amén.

Dice el Señor Dios:

«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso».


Palabra de Dios.


Versículo antes del Evangelio.

Cf. Sal 94, 8ab. 7d

El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado a evangelizar a los pobres.


EVANGELIO

Lc 4, 16-21

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».


Palabra del Señor.






APÉNDICES

TEXTOS COMUNES
PARA EL CANTO DEL SALMO RESPONSORIAL

El Salmo responsorial ha de responder a cada lectura y ha de tomarse, por lo general, del Leccionario.

Con el fin de que el pueblo pueda decir más fácilmente la respuesta salmódica, pueden emplearse algunos textos de respuesta y de salmos que se han seleccionado según los diversos tiempos o según los distintos grupos de santos, en lugar de los textos correspondientes a la lectura, cada vez que se canta el salmo.


RESPUESTAS

Tiempo de Cuaresma: Acuérdate, Señor, de tu fidelidad y tu misericordia.


SALMOS TIEMPO DE CUARESMA

Opción 1

Sal 50, 3-4. 5-6ab. 12-13. 14 y 17 (R.: cf. 3a)

R. Misericordia, Señor, hemos pecado.

V. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

V. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R.

V. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

V. Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.


Opción 2

Sal 90, 1-2. 10-11. 12-13. 14-16

R. Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.

V. Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti». R.

V. No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R.

V. Te llevará en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R.

V. «Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré». R.


Opción 3

Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 (R.: 7cd)

R. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.

V. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.

V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R.

V. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R.

V. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.


SEMANA SANTA

Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.: 2ab)

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

V. Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere». R.

V. Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.

V. Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.

V. Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
«Los que teméis al Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel». R.


















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