L II PASCUA

Leccionario II

PARA LAS FERIAS DEL TIEMPO PASCUAL


TIEMPO PASCUAL

OCTAVA PASCUA

2a SEMANA DE PASCUA

3a SEMANA DE PASCUA

4a SEMANA DE PASCUA

5a SEMANA DE PASCUA

6a SEMANA DE PASCUA

7a SEMANA DE PASCUA

 

 

OCTAVA DE PASCUA

·     Lunes de la Octava de Pascua

·     Martes de la Octava de Pascua

·     Miércoles de la Octava de Pascua

·     Jueves de la Octava de Pascua

·     Viernes de la Octava de Pascua

·     Sábado de la Octava de Pascua

SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la II semana de Pascua

·     Martes de la II semana de Pascua

·     Miércoles de la II semana de Pascua

·     Jueves de la II semana de Pascua

·     Viernes de la II semana de Pascua

·     Sábado de la II semana de Pascua

TERCERA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la III semana de Pascua

·     Martes de la III semana de Pascua

·     Miércoles de la III semana de Pascua

·     Jueves de la III semana de Pascua

·     Viernes de la III semana de Pascua

·     Sábado de la III semana de Pascua

CUARTA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la IV semana de Pascua

·     Martes de la IV semana de Pascua

·     Miércoles de la IV semana de Pascua

·     Jueves de la IV semana de Pascua

·     Viernes de la IV semana de Pascua

·     Sábado de la IV semana de Pascua

QUINTA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la V semana de Pascua

·     Martes de la V semana de Pascua

·     Miércoles de la V semana de Pascua

·     Jueves de la V semana de Pascua

·     Viernes de la V semana de Pascua

·     Sábado de la V semana de Pascua

SEXTA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la VI semana de Pascua

·     Martes de la VI semana de Pascua

·     Miércoles de la VI semana de Pascua

·     Jueves de la VI semana de Pascua

·     Viernes de la VI semana de Pascua

·     Sábado de la VI semana de Pascua

SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA

·     Lunes de la VII semana de Pascua

·     Martes de la VII semana de Pascua

·     Miércoles de la VII semana de Pascua

·     Jueves de la VII semana de Pascua

·     Viernes de la VII semana de Pascua

·     Sábado de la VII semana de Pascua

APÉNDICES

·     Textos comunes para el canto del salmo responsorial

·     Aleluya en las ferias del tiempo pascual antes de la Ascensión

·     Aleluya en las ferias del tiempo pascual después de la Ascensión






TIEMPO PASCUAL


OCTAVA DE PASCUA


LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 2, 14. 22-33

A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EL día de Pentecostés, Pedro, poniéndose en pie junto con los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:

«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras. Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros sabéis, a éste, entregado conforme el plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que ésta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:

“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.

Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”.

A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 15, 1b-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (R.: 1b)

R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

O bien:

R. Aleluya.

V. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.

V. Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

V. Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R.

V. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.

 

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Mt 28, 8-15

Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.

+

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:

«Alegraos».

Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.

Jesús les dijo:

«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:

«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».

Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.


Palabra del Señor.


MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 2, 36-41

Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EL día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos:

«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».

Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:

«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».

Pedro les contestó:

«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».

Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:

«Salvaos de esta generación perversa».

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 (R.: 5b)

R. La misericordia del Señor llena la tierra.

O bien:

R. Aleluya.

V. La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

V. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

V. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

 

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Jn 20, 11-18

He visto al Señor y ha dicho esto.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?».

Ella contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice.

«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro».

María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 3, 1-10

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada«Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:

«Míranos».

Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:

«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».

Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9 (R.: 3b)

R. Que se alegren los que buscan al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a todos los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R.

V. Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R.

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R.

V. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R.

 

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Lc 24, 13-35

Lo reconocieron al partir el pan.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

AQUEL mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».

Él les dijo:

«¿Qué?».

Ellos le contestaron:

«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:

«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 3, 11-26

Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.

Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:

«Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a éste con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.

Por la fe en su nombre, éste, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros.

Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Moisés dijo: “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”. Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días.

Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”. Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 8, 2a y 5. 6-7. 8-9 (R.: 2ab)

R. ¡Señor, Dios nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

O bien:

R. Aleluya.

V. Señor, Dios nuestro,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R.

V. Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R.

V. Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.

 

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Lc 24, 35-48

Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.

+

Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?».

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Y les dijo:

«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 4, 1-12

No hay salvación en ningún otro.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, junto con el sumo sacerdote Anás, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos:

«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?».

Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:

«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a (R.: 22)

R. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

O bien:

R. Aleluya.

V. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.

V. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

V. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.

 

SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Jn 21, 1-14

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:

«Me voy a pescar».

Ellos contestan:

«Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:

«Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:

«No».

Él les dice:

«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:

«Es el Señor».

Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.

Jesús les dice:

«Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice:

«Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 4, 13-21

No podemos menos de contar lo que hemos visto y oído.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, viendo la seguridad de Pedro y Juan, y notando que eran hombres sin letras ni instrucción, estaban sorprendidos. Reconocían que habían sido compañeros de Jesús, pero, viendo de pie junto a ellos al hombre que había sido curado, no encontraban respuesta. Les mandaron salir fuera del Sanedrín y se pusieron a deliberar entre ellos, diciendo:

«¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente que todo Jerusalén conoce el milagro realizado por ellos, no podemos negarlo; pero, para evitar que se siga divulgando, les prohibiremos con amenazas que vuelvan a hablar a nadie de ese nombre».

Y habiéndolos llamado, les prohibieron severamente predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les replicaron diciendo:

«¿Es justo ante Dios que os obedezcamos a vosotros más que a él? Juzgadlo vosotros. Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído».

Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 117, 1 y 14-15. 16-18. 19-21 (R.: 21a)

R. Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.

O bien:

R. Aleluya.

V. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
El Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos: R.

V. «La diestra del Señor es poderosa.
La diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R.

V. Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R.


SECUENCIA (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?».
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.


EVANGELIO

Mc 16, 9-15

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

+

Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

JESÚS, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.

También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.

Y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».


Palabra del Señor.



2a SEMANA DE PASCUA


LUNES DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 4, 23-31

Al terminar la oración, los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la Palabra de Dios.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pedro y Juan, puestos en libertad, volvieron a los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.

Al oírlo, todos invocaron a una a Dios en voz alta, diciendo:

«Señor, tú que hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; tú que por el Espíritu Santo dijiste, por boca de nuestro padre David, tu siervo:

“¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos planean proyectos vanos? Se presentaron los reyes de la tierra, los príncipes conspiraron contra el Señor y contra su Mesías”.

Pues en verdad se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste, para realizar cuanto tu mano y tu voluntad habían determinado que debía suceder. Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía; extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús».

Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 2, 1-3. 4-6. 7-9 (R.: cf. 12e)

R. Dichosos los que se refugian en ti, Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. ¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo». R.

V. El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo». R.

V. Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo:
te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás con jarro de loza». R.


Aleluya

Col 3, 1

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. R.


En lugar del Aleluya propuesto para cada feria del tiempo pascual antes de la Ascensión se puede escoger alguno de los que se proponen.


EVANGELIO

Jn 3, 1-8

El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

HABÍA un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:

«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».

Jesús le contestó:

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».

Nicodemo le pregunta:

«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».

Jesús le contestó:

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo lo que ha nacido del Espíritu».


Palabra del Señor.



MARTES DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 4, 32-37

Un solo corazón y una sola alma.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.

José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 92, 1ab. 1c-2. 5 (R.: 1a)

R. El Señor reina, vestido de majestad.

O bien:

R. Aleluya.

V. El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R.

V. Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R.

V. Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R.


Aleluya

Jn 3, 14b-15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna. R.


EVANGELIO

Jn 3, 7b-15

Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Nicodemo le preguntó:

«¿Cómo puede suceder eso?».

Le contestó Jesús:

«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».


Palabra del Señor.



MIÉRCOLES DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 5, 17-26

Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:

«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».

Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:

«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».

Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:

«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».

Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 7ab)

R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

O bien:

R. Aleluya.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

V. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

V. El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.


Aleluya

Cf. Jn 3, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R.


EVANGELIO

Jn 3, 16-21

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Éste es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.


Palabra del Señor.



JUEVES DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 5, 27-33

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:

«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen».

Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 33, 2 y 9. 17-18. 19-20 (R.: 7ab)

R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

O bien:

R. Aleluya.

V. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

V. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.

V. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R.


Aleluya

Jn 20, 29

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Porque me has visto, Tomás,
has creído, dice el Señor;
bienaventurados los que crean sin haber visto. R.


EVANGELIO

Jn 3, 31-36

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EL que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 5, 34-42

Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo:

«Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. Hace algún tiempo se levantó Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, se dispersaron todos sus secuaces y todo acabó en nada.

Más tarde, en los días del censo, surgió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y se disgregaron todos sus secuaces.

En el caso presente, os digo: no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios».

Le dieron la razón y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando la buena noticia acerca del Mesías Jesús.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 26, 1bcde. 4. 13-14 (R.: cf. 4ac)

R. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.

O bien:

R. Aleluya.

V. El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.

V. Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.

V. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.


Aleluya

Mt 4, 4b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.


EVANGELIO

Jn 6, 1-15

Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.

Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.

Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».

Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe le contestó:

«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».

Jesús dijo:

«Decid a la gente que se siente en el suelo».

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».

Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

«Éste es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».

Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA II SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 6, 1-7

Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.

Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:

«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.

La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 (R.: 22)

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

O bien:

R. Aleluya.

V. Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

V. La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

V. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.


Aleluya

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Ha resucitado Cristo,
que creó todas las cosas,
y se ha compadecido del género humano. R.


EVANGELIO

Jn 6, 16-21

Vieron a Jesús caminando sobre el mar.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:

«Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.


Palabra del Señor.



3a SEMANA DE PASCUA

LUNES DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 6, 8-15

No lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Entonces indujeron a unos que asegurasen:

«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».

Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:

«Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés».

Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 118, 23-24. 26-27. 29-30 (R.: 1b)

R. Dichoso el que camina en la ley del Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos;
tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R.

V. Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos;
instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R.

V. Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R.


Aleluya

Mt 4, 4b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios. R.


EVANGELIO

Jn 6, 22-29

Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

DESPUÉS de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:

«La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado».


Palabra del Señor.



MARTES DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 7, 51 – 8, 1a

Señor Jesús, recibe mi espíritu.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, dijo Esteban al pueblo y a los ancianos y escribas:

«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la ley por mediación de ángeles y no la habéis observado».

Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:

«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios».

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:

«Señor Jesús, recibe mi espíritu».

Luego, cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo:

«Señor, no les tengas en cuenta este pecado».

Y, con estas palabras, murió.

Saulo aprobaba su ejecución.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 30. 3cd-4. 6 y 7b y 8a. 17 y 21ab (R.: 6a)

R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

O bien:

R. Aleluya.

V. Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R.

V. A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R.

V. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas. R.


Aleluya

Jn 6, 35ab

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el pan de vida dice el Señor;
el que viene a mí no tendrá hambre. R.


EVANGELIO

Jn 6, 30-35

No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:

«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer».

Jesús les replicó:

«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:

«Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».


Palabra del Señor.

MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 8, 1b-8

Iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

AQUEL día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría.

Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.

Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.

Los que habían sido dispersados iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 65, 1b-3a. 4-5. 6-7a (R.: 1b)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.

O bien:

R. Aleluya.

V. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R.

V. «Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre».
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.

V. Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna eternamente. R.


Aleluya

Cf. Jn 6, 40

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Todo el que cree en el Hijo
tiene vida eterna —dice el Señor—;
y yo lo resucitaré en el último día. R.


EVANGELIO

Jn 6, 35-40

Ésta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.

Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.

Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 8, 26-40

Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo:

«Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».

Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo el profeta Isaías.

El Espíritu dijo a Felipe:

«Acércate y pégate a la carroza».

Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:

«¿Entiendes lo que estás leyendo?».

Contestó:

«¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?».

E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era éste:

«Como cordero fue llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
así no abre su boca.
En su humillación no se le hizo justicia.
¿Quién podrá contar su descendencia?
Pues su vida ha sido arrancada de la tierra».

El eunuco preguntó a Felipe:

«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».

Felipe se puso a hablarle y, tomando pie de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:

«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?».

Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.

Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 65, 8-9. 16-17. 20 (R.: 1b)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.

O bien:

R. Aleluya.

V. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies. R.

V. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. R.

V. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R.


Aleluya

Jn 6, 51

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el pan vivo
que ha bajado del cielo —dice el Señor—;
el que coma de este pan
vivirá para siempre. R.


EVANGELIO

Jn 6, 44-51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 9, 1-20

Ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a los pueblos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres.

Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:

«Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?».

Dijo él:

«¿Quién eres, Señor?».

Respondió:

«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».

Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión:

«Ananías».

Respondió él:

«Aquí estoy, Señor».

El Señor le dijo:

«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».

Ananías contestó:

«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».

El Señor le dijo:

«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:

«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».

Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado. Comió, y recobró las fuerzas.

Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

O bien:

R. Aleluya.

V. Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.

V. Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.


Aleluya

Jn 6, 56

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El que come mi carne y bebe mi sangre
—dice el Señor—
habita en mí y yo en él. R.


EVANGELIO

Jn 6, 52-59

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:

«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA III SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 9, 31-42

Se iba construyendo la Iglesia, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.

Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.

Pedro le dijo:

«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».

Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.

Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.

Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:

«No tardes en venir a nosotros».

Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:

«Tabita, levántate».

Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.

Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 115, 12-13. 14-15. 16-17 (R.: 12)

R. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?

O bien:

R. Aleluya.

V. ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R.

V. Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R.

V. Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R.


Aleluya

Cf. Jn 6, 63c. 68c

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna. R.


EVANGELIO

Jn 6, 60-69

¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:

«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».

Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:

«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».


Palabra del Señor.



4a SEMANA DE PASCUA

LUNES DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 11, 1-18

Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la Palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche:

«Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos».

Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo:

«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí: “De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura”. Pero la voz del cielo habló de nuevo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano”. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.

En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: “Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa”.

En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».

Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:

«Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 41, 2-3; 42, 3. 4 (R.: cf. Sal 41, 3a)

R. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.

O bien:

R. Aleluya.

V. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.

V. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.

V. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.


Aleluya

Jn 10, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—,
que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. R.


En el año A, para no repetir el EVANGELIO que se lee el IV Domingo (
Jn 10, 1-10), se puede leer el que se propone como opcional (Jn 10, 11-18).


EVANGELIO

Jn 10, 1-10

Yo soy la puerta de las ovejas.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».


Palabra del Señor.

EVANGELIO (opcional para el año A)

Jn 10, 11-18

El buen pastor da su vida por las ovejas.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 11, 19-26

Se pusieron a hablar a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.

Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 86, 1b-3, 4-5. 6-7 (R.: 116, 1a)

R. Alabad al Señor, todas las naciones.

O bien:

R. Aleluya.

V. Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R.

V. «Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R.

V. El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Jn 10, 22-30

Yo y el Padre somos uno.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:

«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 12, 24 – 13, 5a

Apartadme a Bernabé y a Saulo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba.

Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.

En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.

Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:

«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.

Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8 (R.: 4)

R. Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

O bien:

R. Aleluya.

V. Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.

V. Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R.

V. Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R.


Aleluya

Cf. Jn 8, 12b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.


EVANGELIO

Jn 12, 44-50

Yo he venido al mundo como luz.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:

«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.

Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 13, 13-25

Dios sacó de la descendencia de David un salvador: Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

PABLO y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Juan los dejó y se volvió a Jerusalén; ellos, en cambio, continuaron y desde Perge llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron a unos que les dijeran:

«Hermanos, si tenéis una palabra de exhortación para el pueblo, hablad».

Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo:

«Israelitas y los que teméis a Dios, escuchad: El Dios de este pueblo, Israel, eligió a nuestros padres y multiplicó al pueblo cuando vivían como forasteros en Egipto. Los sacó de allí con brazo poderoso; unos cuarenta años “los cuidó en el desierto”, “aniquiló siete naciones en la tierra de Canaán y les dio en herencia” su territorio; todo ello en el espacio de unos cuatrocientos cincuenta años. Luego les dio jueces hasta el profeta Samuel. Después pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, durante cuarenta años. Lo depuso y les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo: “Encontré a David”, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”.

Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies”».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 88, 2-3. 21-22. 25 y 27 (R.: cf. 2a)

R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R.

V. Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

V. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.


Aleluya

Cf. Ap 1, 5

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Jesucristo, eres el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos;
nos amaste y nos has librado de nuestros pecados
con tu sangre. R.


EVANGELIO

Jn 13, 16-20

El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

CUANDO Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 13, 26-33

Dios ha cumplido la promesa resucitando a Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:

«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación.

En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.

También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 2, 6-7. 8-9. 10-11 y 12a (R.: 7bc)

R. Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

O bien:

R. Aleluya.

V. «Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy. R.

V. Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R.

V. Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R.


Aleluya

Jn 14, 6bc

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida
—dice el Señor—;
nadie va al Padre, sino por mí. R.


EVANGELIO

Jn 14, 1-6

Yo soy el camino y la verdad y la vida.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».

Tomás le dice:

«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».

Jesús le responde:

«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA IV SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 13, 44-52

Sabed que nos dedicamos a los gentiles.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EL sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor.

Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:

«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra».

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.

Éstos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4 (R.: 3cd)

R. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.

O bien:

R. Aleluya.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

V. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

V. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.


Aleluya

Jn 8, 31b-32

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si permanecéis en mi palabra —dice el Señor—
seréis de verdad discípulos míos
y conoceréis la verdad. R.


EVANGELIO

Jn 14, 7-14

Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».


Palabra del Señor.


5a SEMANA DE PASCUA

LUNES DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 14, 5-18

Os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, cuando en Iconio se produjeron conatos de violencia de parte de los gentiles y de los judíos, con sus autoridades, para maltratar a Pablo y a Bernabé y apedrearlos; al darse cuenta de la situación, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y alrededores, donde se pusieron a predicar el Evangelio.

Había en Listra, sentado, un hombre impedido de pies; cojo desde el seno de su madre, nunca había podido andar. Estaba escuchando las palabras de Pablo, y éste, fijando en él la vista y viendo que tenía una fe capaz de obtener la salud, le dijo en voz alta:

«Levántate, ponte derecho sobre tus pies».

El hombre dio un salto y echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de Licaonia:

«Los dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos».

A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad trajo a las puertas toros y guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.

Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron por medio del gentío, gritando y diciendo:

«Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición; os anunciamos esta Buena Noticia: que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que contienen. En las generaciones pasadas, permitió que cada pueblo anduviera por su camino; aunque no ha dejado de dar testimonio de sí mismo con sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia».

Con estas palabras, a duras penas disuadieron al gentío de que les ofrecieran un sacrificio.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 113 B, 1-2. 3-4. 15-16 (R.: 1ab)

R. No a nosotros, Señor,
sino a tu nombre da la gloria.

O bien:

R. Aleluya.

V. No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»? R.

V. Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas. R.

V. Benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres. R.


Aleluya

Jn 14, 26

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo
y os vaya recordando todo lo que os he dicho. R.


EVANGELIO

Jn 14, 21-26

El Paráclito, que enviará el Padre, será quien os lo enseñará todo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Le dijo Judas, no el Iscariote:

«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?».

Respondió Jesús y le dijo:

«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 14, 19-28

Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente; apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, dándole ya por muerto. Entonces lo rodearon los discípulos; él se levantó y volvió a la ciudad.

Al día siguiente, salió con Bernabé para Derbe. Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y de ganar bastantes discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. Se quedaron allí bastante tiempo con los discípulos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 114, 10-11. 12-13ab. 21 (R.: cf. 12)

R. Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.

O bien:

R. Aleluya.

V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.

V. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R.

V. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás. R.


Aleluya

Cf. Lc 24, 46. 26

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Era necesario que el Mesías padeciera
y resucitara de entre los muertos,
y entrara así en su gloria. R.


EVANGELIO

Jn 14, 27-31a

Mi paz os doy.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 15, 1-6

Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia. Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos.

Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron, diciendo:

«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».

Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4c-5 (R.: cf. 1bc)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.

V. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R.

V. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.


Aleluya

Jn 15, 4a. 5b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Permaneced en mí, y yo en vosotros, —dice el Señor—;
el que permanece en mí da fruto abundante. R.


EVANGELIO

Jn 15, 1-8

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 15, 7-21

A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, después de una larga discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros:

«Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».

Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron de hablar, Santiago tomó la palabra y dijo:

«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado cómo Dios por primera vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

“Después de esto volveré
y levantaré de nuevo la choza caída de David;
levantaré sus ruinas y la pondré en pie,
para que los demás hombres busquen al Señor,
y todos los gentiles
sobre los que ha sido invocado mi nombre:
lo —dice el Señor—, el que hace que esto sea conocido desde antiguo”.

Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10 (R.: cf. 3)

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

O bien:

R. Aleluya.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

V. Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

V. Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R.


Aleluya

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen. R.


EVANGELIO

Jn 15, 9-11

Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 15, 22-31

Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas llamado Barsabás y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:

«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».

Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la comunidad y entregaron la carta. Al leerla, se alegraron mucho por aquellas palabras alentadoras.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 56, 8-9. 10-12 (R.: 10a)

R. Te daré gracias ante los pueblos, Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R.

V. Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R.


Aleluya

Jn 15, 15b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. A vosotros os llamo amigos —dice el Señor—,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer. R.


EVANGELIO

Jn 15, 12-17

Esto os mando: que os améis unos a otros.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA V SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 16, 1-10

Pasa a Macedonia y ayúdanos.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.

Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.

Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.

Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».

Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 99, 1-2. 3. 5 (R.: 1)

R. Aclama al Señor, tierra entera.

O bien:

R. Aleluya.

V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R.

V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.

V. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.


Aleluya

Col 3, 1

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. R.


EVANGELIO

Jn 15, 18-21

No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.

Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.

Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».


Palabra del Señor.



6a SEMANA DE PASCUA

LUNES DE LA VI SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 16, 11-15

El Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

NOS hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días.

El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Se bautizó con toda su familia y nos invitó:

«Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa».

Y nos obligó a aceptar.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 149, 1bc-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)

R. El Señor ama a su pueblo.

O bien:

R. Aleluya.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R.

V. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R.

V. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles. R.


Aleluya

Jn 16, 26b. 27a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Espíritu de la verdad
dará testimonio de mí —dice el Señor—;
y vosotros daréis testimonio. R.


EVANGELIO

Jn 15, 26 – 16, 4a

El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.

Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.

Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA VI SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 16, 22-34

Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que les arrancaran los vestidos y que los azotaran con varas; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.

A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban. De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo:

«No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».

El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó fuera y les preguntó:

«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?».

Le contestaron:

«Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».

Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.

A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos; los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 137, 1bcd-2a. 2bc-3. 7c-8 (R.: 7c)

R. Tu derecha me salva, Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R.

V. Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.

V. Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.


Aleluya

Cf. Jn 16, 7. 13

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Os enviaré el Espíritu de la verdad —dice el Señor—;
él os guiará hasta la verdad plena. R.


EVANGELIO

Jn 16, 5-11

Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA VI SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 17, 15. 22 – 18, 1

Eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, los que conducían a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen con él cuanto antes.

Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo:

«Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”.

Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que contiene, siendo como es Señor de cielo y tierra, no habita en templos construidos por manos humanas, ni lo sirven manos humanas, como si necesitara de alguien, él que a todos da la vida y el aliento, y todo.

De uno solo creó el género humano para que habitara la tierra entera, determinando fijamente los tiempos y las fronteras de los lugares que habían de habitar, con el fin de que lo buscasen a él, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos; así lo han dicho incluso algunos de vuestros poetas: “Somos estirpe suya”.

Por tanto, si somos estirpe de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a imágenes de oro o de plata o de piedra, esculpidas por la destreza y la fantasía de un hombre. Así pues, pasando por alto aquellos tiempos de ignorancia, Dios anuncia ahora en todas partes a todos los humanos que se conviertan. Porque tiene señalado un día en que juzgará el universo con justicia, por medio del hombre a quien él ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos».

Al oír «resurrección de entre los muertos», unos lo tomaban a broma, otros dijeron:

«De esto te oiremos hablar en otra ocasión».

Así salió Pablo de en medio de ellos. Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos.

Después de esto, dejó Atenas y se fue a Corinto.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 148, 1bc-2. 11-12. 13. 14 (R.: cf. Is 6, 3c)

R. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

O bien:

R. Aleluya.

V. Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos. R.

V. Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños. R.

V. Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R.

V. Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R.


Aleluya

Jn 14, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito,
que esté siempre con vosotros. R.


EVANGELIO

Jn 16, 12-15

El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.

Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA VI SEMANA DE PASCUA


Cuando la Ascensión del Señor se celebra el VII Domingo de Pascua hoy se emplean las siguientes lecturas:

PRIMERA LECTURA

Hch 18, 1-8

Se quedó a vivir y trabajar en su casa, y discutía en la sinagoga.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.

Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías.

Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:

«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».

Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 97, 1bcde. 2-3ab. 3cd-4 (R.: cf. 2b)

R. El Señor revela a las naciones su salvación.

O bien:

R. Aleluya.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.

V. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.

V. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.


Aleluya

Jn 14, 18. 28; 16, 22

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. No os dejaré huérfanos —dice el Señor—;
me voy y vuelvo a vuestro lado,
y se alegrará vuestro corazón. R.


EVANGELIO

Jn 16, 16-20

Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».

Comentaron entonces algunos discípulos:

«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».

Y se preguntaban:

«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:

«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA VI SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 18, 9-18

Tengo un pueblo numeroso en esta ciudad.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

CUANDO estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:

«No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta ciudad».

Se quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

 Pero, siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo:

«Éste induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».

Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos:

«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».

Y les ordenó despejar el tribunal.

Entonces agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.

Pablo se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria con Priscila y Áquila. En Cencreas se había hecho rapar la cabeza, porque había hecho un voto.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 46, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 8a)

R. Dios es el rey del mundo.

O bien:

R. Aleluya.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R.

V. Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado. R.

V. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R.


Aleluya

Cf. Lc 24, 46. 26

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Era necesario que el Mesías
padeciera y resucitara de entre los muertos;
y entrara así en su gloria. R.


Cuando la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la VI semana de Pascua, en lugar del Aleluya propuesto para cada feria del tiempo pascual después de la Ascensión se puede escoger alguno de los siguientes.


EVANGELIO

Jn 16, 20-23a

Nadie os quitará vuestra alegría.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.

También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA VI SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 18, 23-28

Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

PASADO algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.

Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.

Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 46, 2-3. 8-9. 10 (R.: 8a)

R. Dios es el rey del mundo.

O bien:

R. Aleluya.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R.

V. Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.

V. Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso. R.


Aleluya

Cf. Lc 24, 46. 26

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Salí del Padre y he venido al mundo,
otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. R.


EVANGELIO

Jn 16, 23b-28

El Padre os quiere porque vosotros me queréis y creéis.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.

Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.

Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.

Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».


Palabra del Señor.



7a SEMANA DE PASCUA


LUNES DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 19, 1-8

¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

MIENTRAS Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó la meseta y llegó a Éfeso. Allí encontró unos discípulos y les preguntó:

«¿Recibisteis el Espíritu Santo al aceptar la fe?».

Contestaron:

«Ni siquiera hemos oído hablar de un Espíritu Santo».

Él les dijo:

«Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido?».

Respondieron:

«El bautismo de Juan».

Pablo les dijo:

«Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que iba a venir después de él, es decir, en Jesús».

Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús; cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en lenguas extrañas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses hablaba con toda libertad del reino de Dios, dialogando con ellos y tratando de persuadirlos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 67, 2-3. 4-5ac. 6-7ab (R.: 33a)

R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

O bien:

R. Aleluya.

V. Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,
huyen de su presencia los que lo odian;
como el humo se disipa, se disipan ellos;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecen los impíos ante Dios. R.

V. En cambio, los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor. R.

V. Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.


Aleluya

Col 3, 1

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. R.

Cuando la Ascensión del Señor se celebra el VII Domingo de Pascua, en lugar del Aleluya propuesto para cada feria del tiempo pascual después de la Ascensión se puede escoger alguno de los siguientes.


EVANGELIO

Jn 16, 29-33

Tened valor: yo he vencido al mundo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús:

«Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios».

Les contestó Jesús:

«¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».


Palabra del Señor.


MARTES DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 20, 17-27

Completo mi carrera y consumo el ministerio que recibí del Señor Jesús.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:

«Vosotros habéis comprobado cómo he procedido con vosotros todo el tiempo que he estado aquí, desde el primer día en que puse el pie en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, con lágrimas y en medio de las pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos; cómo no he omitido por miedo nada de cuanto os pudiera aprovechar, predicando y enseñando en público y en privado, dando solemne testimonio tanto a judíos como a griegos, para que se convirtieran a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús.

Y ahora, mirad, me dirijo a Jerusalén, encadenado por el Espíritu.

No sé lo que me pasará allí, salvo que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me da testimonio de que me aguardan cadenas y tribulaciones. Pero a mí no me importa la vida, sino completar mi carrera y consumar el ministerio que recibí del Señor Jesús: ser testigo del Evangelio de la gracia de Dios.

Y ahora, mirad: sé que ninguno de vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino, volverá a ver mi rostro. Por eso testifico en el día de hoy que estoy limpio de la sangre de todos: pues no tuve miedo de anunciaros enteramente el plan de Dios».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 67, 10-11. 20-21 (R.: 33a)

R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

O bien:

R. Aleluya.

V. Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobres. R.

V. Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva,
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.


Aleluya

Jn 14, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito,
que esté siempre con vosotros. R.


EVANGELIO

Jn 17, 1-11a

Padre, glorifica a tu Hijo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:

«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.

Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.

He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.

Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».


Palabra del Señor.


MIÉRCOLES DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 20, 28-38

Os recomiendo a Dios, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso:

«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.

Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.

Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados. De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”».

Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que, no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d (R.: 33a)

R. Reyes de la tierra, cantad a Dios.

O bien:

R. Aleluya.

V. Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R.

V. Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa:
«Reconoced el poder de Dios». R.

V. Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R.


Aleluya

Cf. Jn 17, 17b.a

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad. R.


EVANGELIO

Jn 17, 11b-19

Padre, glorifica a tu Hijo.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:

«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».


Palabra del Señor.


JUEVES DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 22, 30; 23, 6-11

Tienes que dar testimonio en Roma.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, queriendo el tribuno conocer con certeza los motivos por los que los judíos acusaban a Pablo, mandó desatarlo, ordenó que se reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno y, bajando a Pablo, lo presentó ante ellos.

Pablo sabía que una parte eran fariseos y otra saduceos y gritó en el Sanedrín:

«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, se me está juzgando por la esperanza en la resurrección de los muertos».

Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección ni ángeles ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas). Se armó un gran griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando:

«No encontramos nada malo en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o un ángel?».

El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo, mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.

La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo:

«¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio en Jerusalén de lo que a mí se refiere, tienes que darlo en Roma».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 15, 1b-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (R.: 1b)

R. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.

O bien:

R. Aleluya.

V. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R.

V. Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.

V. Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R.

V. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha R.


Aleluya

Jn 17, 21

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Que todos sean uno —dice el Señor—,
como tú, Padre, en mí, y yo en ti,
para que el mundo crea que tú me has enviado. R.


EVANGELIO

Jn 17, 20-26

Que sean completamente uno.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:

«No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.

Padre, éste es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».


Palabra del Señor.


VIERNES DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 25, 13b-21

De un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea para cumplimentar a Festo. Como se quedaron allí bastantes días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:

«Tengo aquí un hombre a quien Félix ha dejado preso y contra el cual, cuando fui a Jerusalén, presentaron acusación los sumos sacerdotes y los ancianos judíos, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana entregar a un hombre arbitrariamente; primero, el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse de la acusación. Vinieron conmigo, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre.

Pero, cuando los acusadores comparecieron, no presentaron ninguna acusación de las maldades que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su propia religión y de un tal Jesús, ya muerto, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí de esto. Pero, como Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel para que decida el Augusto, he dado orden de que se le custodie hasta que pueda remitirlo al César».


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 102, 1bc-2. 11-12. 19-20ab (R.: 19a)

R. El Señor puso en el cielo su trono.

O bien:

R. Aleluya.

V. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.

V. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que le temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R.

V. El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes. R.


Aleluya

Jn 14, 26

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo
y os vaya recordando todo lo que os he dicho. R.


EVANGELIO

Jn 21, 15-19

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

HABIÉNDOSE aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».

Él le contestó:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis corderos».

Por segunda vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».

Él le contesta:

«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Él le dice:

«Pastorea mis ovejas».

Por tercera vez le pregunta:

«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:

«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Jesús le dice:

«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:

«Sígueme».


Palabra del Señor.


SÁBADO DE LA VII SEMANA DE PASCUA


PRIMERA LECTURA

Hch 28, 16-20. 30-31

Permaneció en Roma, predicando el reino de Dios.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

CUANDO llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con el soldado que lo vigilaba.

Tres días después, convocó a los judíos principales y, cuando se reunieron, les dijo:

«Yo, hermanos, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las tradiciones de nuestros padres, fui entregado en Jerusalén como prisionero en manos de los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, me vi obligado a apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo, pues, os he llamado para veros y hablar con vosotros; pues por causa de la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas».

Permaneció allí un bienio completo en una casa alquilada, recibiendo a todos los que acudían a verlo, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 10, 4. 5 y 7 (R.: cf. 7b)

R. Los buenos verán tu rostro, Señor.

O bien:

R. Aleluya.

V. El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R.

V. El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R.


Aleluya

Cf. Jn 16, 7. 13

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Os enviaré el Espíritu de la verdad —dice el Señor—;
él os guiará hasta la verdad plena. R.


EVANGELIO

Jn 21, 20-25

Éste es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero.

+

Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».

Al verlo, Pedro dice a Jesús:

«Señor, y éste, ¿qué?».

Jesús le contesta:

«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».

Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».

Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.

Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir.


Palabra del Señor.




 

ALELUYA
EN LAS FERIAS DEL TIEMPO PASCUAL
ANTES DE LA ASCENSIÓN

Estos textos pueden usarse en lugar de los que se hallan cada día antes del EVANGELIO en las ferias del tiempo pascual antes de la Ascensión.

1.

Mt 4, 4b

No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

2.

Cf. Lc 24, 46. 26

Era necesario que el Mesías padeciera
y resucitara de entre los muertos;
y entrara así en su gloria.

3.

Jn 3, 14b-15

Tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

4.

Cf. Jn 3, 16

Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.

5.

Jn 6, 35ab

Yo soy el pan de vida —dice el Señor—,
el que viene a mí no tendrá hambre.

6.

Cf. Jn 6, 40

Todo el que cree en el Hijo
tiene vida eterna —dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

7.

Jn 6, 51

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

8.

Jn 6, 56

El que come mi carne
y bebe mi sangre —dice el Señor—
habita en mí y yo en él.

9.

Cf, Jn 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

10.

Cf. Jn 8, 12b

Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

11.

Jn 8, 31b-32

Si permanecéis en mi palabra —dice el Señor—,
seréis de verdad discípulos míos,
y conoceréis la verdad.

12.

Jn 10, 14

Yo soy el Buen Pastor —dice el Señor—,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.

13.

Jn 10, 27

Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.

14.

Jn 14, 6bc

Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—;
nadie va al Padre sino por mí.

15.

Jn 15, 4a. 5b

Permaneced en mí, y yo en vosotros —dice el Señor—;
el que permanece en mí da fruto abundante.

16.

Jn 15, 15b

A vosotros os llamo amigos —dice el Señor—,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.

17.

Jn 20, 29

Porque me has visto, Tomás, has creído
—dice el Señor—;
bienaventurados los que crean sin haber visto.

18.

Rom 6, 9

Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más;
la muerte ya no tiene dominio sobre él.

19.

Col 3, 1

Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.

20.

Cf. Ap 1, 5

Jesucristo, eres el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos;

21.

Sabemos que Cristo verdaderamente ha resucitado
de entre los muertos;
tú, Rey vencedor, apiádate de nosotros.

22.

El Señor ha resucitado del sepulcro,
el que por nosotros colgó del madero.

23.

Cristo resucitó y nos iluminó,
y nos redimió con su sangre.

24.

Ha resucitado Cristo, que creó todas las cosas,
y se ha compadecido del género humano.

 

ALELUYA
EN LAS FERIAS DEL TIEMPO PASCUAL
DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN

Estos textos pueden usarse en lugar de los que se hallan cada día antes del EVANGELIO en las ferias del tiempo pascual después de la Ascensión.

1.

Mt 28, 19a-20b

Id y haced discípulos a todos los pueblos
—dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el final de los tiempos.

2.

Jn 14, 16

Le pediré al Padre que dé otro Paráclito,
que esté siempre con vosotros.

3.

Cf. Jn 14, 18. 28; 16, 22

Nos os dejaré huérfanos —dice el Señor—;
me voy y vuelvo a vuestro lado,
y se alegrará vuestro corazón.

4.

Jn 14, 26

El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo
y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

5.

Jn 15, 26b. 27a

El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí
—dice el Señor—;
y vosotros daréis testimonio.

6.

Cf. Jn 16, 7. 13

Os enviaré el Espíritu de la verdad —dice el Señor—;
él os guiará hasta la verdad plena.

7.

Jn 16, 28

Salí del Padre y he venido al mundo,
otra vez dejo el mundo y me voy al Padre.

8.

Cf. Jn 17, 17b. a

Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad.

9.

Jn 17, 21

Que todos sean uno —dice el Señor—,
como tú, Padre, en mí, y yo en ti,
para que el mundo crea que tú me has enviado.

10.

Col 3, 1

Si habéis resucitado con Cristo,
buscad los bienes de allá arriba,
donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.




APÉNDICES

TEXTOS COMUNES
PARA EL CANTO DEL SALMO RESPONSORIAL

El Salmo responsorial ha de responder a cada lectura y ha de tomarse, por lo general, del Leccionario.

Con el fin de que el pueblo pueda decir más fácilmente la respuesta salmódica, pueden emplearse algunos textos de respuesta y de salmos que se han seleccionado según los diversos tiempos o según los distintos grupos de santos, en lugar de los textos correspondientes a la lectura, cada vez que se canta el salmo.

 

RESPUESTAS

Tiempo Pascual: Aleluya, aleluya, aleluya.

SALMOS

TIEMPO PASCUAL

Opción 1

Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23 (R.: 24)

R. Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

V. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.

V. «La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R.

V. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.

 

Opción 2

Sal 65, 1b-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20 (R.: 1b)

R. Aclamad al Señor, tierra entera. Aleluya.

V. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R.

V. «Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre».
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.

V. Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna enteramente. R.

V. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R.

 

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 (R.: 6a)

R. Dios asciende entre aclamaciones.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R.

V. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R.

V. Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.













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