SEPTIEMBRE

MES DE SEPTIEMBRE.

4 SEMANAS SALTERIO TIEMPO ORDINARIO.

| – 1a | – 2a | – 3a | – 4a |

OFICIOS COMUNES de SANTOS.

SANTORAL de SEPTIEMBRE.




SANTORAL de SEPTIEMBRE.

3 – sept: San Gregorio Magno, papa y doctor de la Iglesia.

3 – sept: Beato Gabriel de la Magdalena, religioso y mártir.

6 – sept: Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe.

7 – sept: Beato Félix Gómez-Pinto Piñero, religioso y mártir.

7 – sept: Beato Tirso de Jesús María Sánchez Sancho, religioso y mártir.

8 – sept: La Natividad de la Stma. V. María.
LAUDES | VÍSPERAS

(Nuestra Señora del Prado: Domingo siguiente al 8 – sept).

9 – sept: San Pedro Claver, presbítero.

10- sept: Beatos Francisco López-Gasco Fernández-Lago y Miguel Beato Sánchez, presbíteros y mártires.

12 – sept: Dulce Nombre de María.

12 – sept: Beata María de Jesús López Rivas, virgen.

12 – sept: Beato Francisco Maqueda López, mártir.

13 – sept: San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia.

14 – sept: La Exaltación de la Santa Cruz. | LAUDES | II VÍSPERAS

15 – sept: Ntra Sra la Virgen de los Dolores:
| LAUDES | VÍSPERAS

16 – sept: San Cornelio, papa, y san Cipriano, obispo, mártires.

17 – sept: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia.

19 – sept: San Alonso de Orozco, presbítero.

19 – sept: San Jenaro, obispo y mártir.

20 – sept: Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, y Pablo Chong Hasang y compañeros mártires.

21 – sept: San Mateo, apóstol y evangelista.

23 – sept: San Pío de Pietrelcina.

24- sept: Bienaventurada Virgen María de la Merced.

24- sept: Beato Juan de la Virgen del Castellar Joya Corralero, religioso y mártir.

25 – sept: San Cristóbal, mártir.

26 – sept: San Cosme y san Damián, mártires.

27 – sept: San Vicente de Paúl, presbítero.

28 – sept: San Wenceslao, mártir.

28 – sept: San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires.

29 – sept: Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
LAUDES
| VÍSPERAS

30 – sept: San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia.






San Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia.

(3 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Santos Pastores, o de Doctores de la Iglesia, excepto las antífonas del Benedictus y Magníficat y la Oración.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Himno:

Experiencia de Dios fue vuestra ciencia,
su Espíritu de verdad os dio a beberla
en la revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.

Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.

Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.

En nuestro corazón de criaturas,
nos encendió la luz para esconderla,
que poco puede andar quien anda a oscuras
por sendas de verdad sin poder verla.

Demos gracias a Dios humildemente
y al Hijo, su Verdad que a todos guía;
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Sabiduría 7, 13-14.

Aprendí la sabiduría, sin envidia la comparto y no escondo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se ganan la amistad de Dios, pues los dones de la instrucción los recomienda.

Responsorio breve:

V. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

V. Y que la asamblea pregone su alabanza.

R. La sabiduría de los santos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

Antífona Benedictus: Gregorio, pastor eximio, nos dejó un modelo y una regla de vida pastoral.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Gregorio, pastor eximio, nos dejó un modelo y una regla de vida pastoral.

Preces:

Demos gracias a Cristo, el Buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,

haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues siendo el único Pastor de tu pueblo,

no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,

haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

Señor Jesucristo, que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,

haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo diriges con amor, por intercesión del papa san Gregorio Magno concede el espíritu de sabiduría a quienes confiaste la misión de gobernar, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de los pastores. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Gregorio Magno.

Himno:

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
por la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de la Virgen hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y los pueblos, sed su guía. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta de Santiago 3, 17-18.

La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.

Responsorio breve:

V. En la asamblea Le da la palabra.

R. En la asamblea Le da la palabra.

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.

R. Le da la palabra.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. En la asamblea Le da la palabra.

Antífona Magníficat: San Gregorio traducía en obras lo que enseñaba en sus sermones; por eso, fue un ejemplo de doctrina espiritual.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: San Gregorio traducía en obras lo que enseñaba en sus sermones; por eso, fue un ejemplo de doctrina espiritual.

Preces:

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,

haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,

santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,

llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu Sangre esté alejado de ti.

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a las ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,

salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo diriges con amor, por intercesión del papa san Gregorio Magno concede el espíritu de sabiduría a quienes confiaste la misión de gobernar, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de los pastores. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beato Gabriel de la Magdalena, religioso y mártir.
(3 septiembre).

En Sonseca: Memoria obligatoria.

Del Común de Un/a Mártir, o de Santos Varones: para los religiosos.

Oración:

Oh Dios, fortaleza de todos los santos, que has llamado al beato Gabriel de la Magdalena a la vida eterna por medio de la cruz; concédenos, por su intercesión, mantener con vigor, hasta la muerte, la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo.


SANTA MARÍA DE GUADALUPE.
(6 septiembre).

Solemnidad en Guadalupe.
Fiesta en parroquias extremeñas.
Memoria obligatoria en la archidiócesis de Toledo.

LAUDES | SEGUNDAS VÍSPERAS

PRIMERAS VÍSPERAS.
(Se rezan cuando esta fiesta coincide con un domingo).

Himno:

Dios te salve, mujer de gracia llena.
El ángel se arrodilla reverente,
tu palabra es un cántico aserente
y Dios se encierra en tu humildad serena.

La dorada casita nazarena
de quince soles se hace confidente;
y el niño besa en la impoluta frente
que discuten la rosa y la azucena.

Aquí otro Nazaret la fe ha labrado
al que reyes y pueblos peregrinan
dominando el fragor en la montaña.

Guadalupe te brinda un nuevo estrado,
donde los hijos del dolor se inclinan
para ofrendarte el corazón de España. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me establecí.

Salmo 112.
Alabado sea el nombre del Señor.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: En la santa morada, en su presencia ofrecí culto y en Sión me establecí.

Antífona 2. Yo poseo el buen consejo y el acierto, son mías la prudencia y el valor.

Salmo 147.
Acción de gracias por la restauración de Jerusalén.

Ven acá, voy a mostrarte a la novia,
a la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

Hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2. Yo poseo el buen consejo y el acierto, son mías la prudencia y el valor.

Antífona 3. Dios te salve, templo lleno del Espíritu Santo, que el Padre eligió para su Hijo.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3. Dios te salve, templo lleno del Espíritu Santo, que el Padre eligió para su Hijo.

Lectura breve: Cantar de los cantares 2, 14

Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura.

Responsorio breve:

V. Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí. Ya brotan flores en la vega, y la viña en flor difunde perfume.

R. Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí. Ya brotan flores en la vega, y la viña en flor difunde perfume.

V. Se deja oír en los campos el arrullo de la tórtola.

R. Ya brotan flores en la vega, y la viña en flor difunde perfume.

V. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo

R. Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí. Ya brotan flores en la vega, y la viña en flor difunde perfume.

Antífona Magníficat: Elegí y santifiqué este lugar para que en él sea invocado mi nombre, morar en él por siempre y tenerlo siempre ante mis ojos, en mi corazón.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Elegí y santifiqué este lugar para que en él sea invocado mi nombre, morar en él por siempre y tenerlo siempre ante mis ojos, en mi corazón.

Preces:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.

O bien:

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Tú que hiciste de María la Madre de misericordia,

haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,

haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo,

levanta y robustece la esperanza de los decaídos.

Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel,

por su intercesión, haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh Dios, tú nos has dado como madre a la Madre de tu Hijo amado: concédenos que siguiendo los preceptos de Cristo, bajo la protección de la Virgen María, vivamos según tu voluntad y merezcamos entrar en el Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.


LAUDES
SANTA MARÍA DE GUADALUPE.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Celebremos con gozo la festividad de Santa María y adoremos a su Hijo, Cristo nuestro Señor.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 |

Antífona Invitatorio: Celebremos con gozo la festividad de Santa María y adoremos a su Hijo, Cristo nuestro Señor.

Himno:

Dios te salve, santísima doncella.
El universo atónito murmura
letanías de amor a tu hermosura
y, embelesado, gira en torno de ella.

El Creador, pensando hacerte bella,
soñó una eternidad con tu figura
y te forjó, con su aliento, pura,
toda luz, toda niña, toda estrella.

Allá en el despertar del Medioevo,
quisiste cincelar un hombre nuevo
que asombrara en olor de maravilla.

Guadalupe se ungió tu nuevo nombre,
y tendió puentes entre Dios y el hombre
allá en la Extremadura de Castilla.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

Salmodia: (Cuando se celebra como Memoria obligatoria en la Archidiócesis de Toledo, se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente):

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Salmodia: (Si se celebra como Solemnidad o como Fiesta en tierra de Extremadura):

Antífona 1: El Altísimo te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Altísimo te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra.

Antífona 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza.

Antífona 3: En ti se bendecirán todas las razas de la tierra, y todas las naciones te llamarán bienaventurada.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: En ti se bendecirán todas las razas de la tierra, y todas las naciones te llamarán bienaventurada.

Lectura breve: Cf. Isaías 61, 10-11.

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Responsorio breve:

V. Venid a mí los que me amáis, Y saciaos de mis frutos.

R. Venid a mí los que me amáis, Y saciaos de mis frutos.

V. Porque mi nombre es más dulce que la miel y mi herencia mejor que los panales.

R. Y saciaos de mis frutos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Venid a mí los que me amáis, Y saciaos de mis frutos.

Antífona Benedictus: El Señor ha santificado su santuario, porque ésta es la casa de su Madre; acuden a ella todos los pueblos, invocando su nombre.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: El Señor ha santificado su santuario, porque ésta es la casa de su Madre; acuden a ella todos los pueblos, invocando su nombre.

Preces:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,

haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,

líbranos de la corrupción del pecado.

Salvador nuestro, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,

por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,

haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh Dios, tú nos has dado como madre a la Madre de tu Hijo amado: concédenos que, siguiendo los preceptos de Cristo, bajo la protección de la Virgen María, vivamos según tu voluntad y merezcamos entrar en el Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEGUNDAS VÍSPERAS
SANTA MARÍA DE GUADALUPE.

Himno:

Dios te salve, santísima doncella.
El universo atónito murmura
letanías de amor a tu hermosura
y, embelesado, gira en torno de ella.

El Creador, pensando hacerte bella,
soñó una eternidad con tu figura
y te forjó, con su aliento, pura,
toda luz, toda niña, toda estrella.

Allá en el despertar del Medioevo,
quisiste cincelar un hombre nuevo
que asombrara en olor de maravilla.

Guadalupe se ungió tu nuevo nombre,
y tendió puentes entre Dios y el hombre
allá en la Extremadura de Castilla.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.

Salmodia: (Cuando se celebra como Memoria obligatoria en la Archidiócesis de Toledo, se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente):

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Salmodia: (Si se celebra como Solemnidad o como Fiesta en tierra de Extremadura):

Antífona 1: Virgen Madre de Dios, el que no cabe en todo el mundo, se encerró en tu seno para hacerse hombre.

Salmo 121.
La ciudad santa de Jerusalén.

Os habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo. (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Virgen Madre de Dios, el que no cabe en todo el mundo, se encerró en tu seno para hacerse hombre.

Antífona 2: Gloriosa eres Santa María, mujer nueva, de ti nació Jesucristo, el hombre nuevo.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Gloriosa eres Santa María, mujer nueva, de ti nació Jesucristo, el hombre nuevo.

Antífona 3: Oh dichosa Virgen que diste a luz al Señor, oh dichoso trono de la sabiduría, que avivas en nosotros el Espíritu de tu Hijo.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Oh dichosa Virgen que diste a luz al Señor, oh dichoso trono de la sabiduría, que avivas en nosotros el Espíritu de tu Hijo.

Lectura breve: Judit 15, 9b-10b.

Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el orgullo de Israel, tú eres el honor de nuestro pueblo. Lo has hecho todo con tu mano. Has devuelto la dicha a Israel, y Dios se muestra complacido. La bendición del Señor todopoderoso te acompañe por todos los siglos.

Responsorio breve:

V. Dichosa eres, Santa María, Madre de la gracia y reina de la misericordia.

R. Dichosa eres, Santa María, Madre de la gracia y reina de la misericordia.

V. De ti nació Cristo, nuestro mediador y salvador.

R. Madre de la gracia y reina de la misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Dichosa eres, Santa María, Madre de la gracia y reina de la misericordia.

Antífona Magníficat: Levanta la vista en torno, mira: todos esos se han reunido, vienen a ti; tus hijos vienen de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Levanta la vista en torno, mira: todos esos se han reunido, vienen a ti; tus hijos vienen de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Preces:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.

Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,

y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste a María la llena de gracia,

concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,

y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh Dios, tú nos has dado como madre a la Madre de tu Hijo amado: concédenos que, siguiendo los preceptos de Cristo, bajo la protección de la Virgen María, vivamos según tu voluntad y merezcamos entrar en el Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beato Félix Gómez-Pinto Piñero, religioso y mártir.
(7 septiembre).

Memoria libre en la Torre de Esteban Hambrán.

Del Común de Un Mártir.

Oración: (del común de un mártir).


Beato Tirso de Jesús María Sánchez Sancho, religioso y mártir.
(7 septiembre).

Memoria libre en Toledo.

Del Común de Un Mártir.

Oración: (del común de un mártir).


LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA.
(8 de septiembre).

Fiesta.

LAUDES | VÍSPERAS

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Celebremos el nacimiento de la Virgen María; adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 |

Antífona Invitatorio: Celebremos el nacimiento de la Virgen María; adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Himno:

Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale su luz clara y digna
de ser pura eternamente:

el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:

nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Hoy es el nacimiento de la gloriosa Virgen María, descendiente de Abrahán, de la tribu de Judá y de la noble estirpe de David.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Hoy es el nacimiento de la gloriosa Virgen María, descendiente de Abrahán, de la tribu de Judá y de la noble estirpe de David.

Antífona 2: Cuando nació la santísima Virgen, el mundo se iluminó; ¡dichosa estirpe, raíz santa, bendito su fruto!

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Cuando nació la santísima Virgen, el mundo se iluminó; ¡dichosa estirpe, raíz santa, bendito su fruto!

Antífona 3: Celebremos con gozo el nacimiento de santa María, para que interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Celebremos con gozo el nacimiento de santa María, para que interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.

Lectura breve: Isaías 11, 1-3a.

Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor.

Responsorio breve:

V. El Señor la eligió Y la predestinó.

R. El Señor la eligió Y la predestinó.

V. La hizo morar en su templo santo.

R. Y la predestinó.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor la eligió Y la predestinó.

Antífona Benedictus: Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría a todo el mundo. De ti nació el Sol de la justicia, Cristo, nuestro Señor, que, borrando la maldición, nos trajo la bendición, y, triunfando de la muerte, nos dio la vida eterna.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría a todo el mundo. De ti nació el Sol de la justicia, Cristo, nuestro Señor, que, borrando la maldición, nos trajo la bendición, y, triunfando de la muerte, nos dio la vida eterna.

Preces:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,

haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,

líbranos de la corrupción del pecado.

Salvador nuestro, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,

por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,

haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Concede, Señor, a tus servidores el don de la gracia del cielo, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la bienaventurada Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
Natividad Virgen María.

Himno:

Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Canten hoy, pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Digan, Señora, de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Y nosotros, que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu del Altísimo.

Salmo 121.
La ciudad santa de Jerusalén.

Os habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo. (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu del Altísimo.

Antífona 2: Hoy es el nacimiento de santa María Virgen, en cuya belleza y humildad Dios se ha complacido.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Hoy es el nacimiento de santa María Virgen, en cuya belleza y humildad Dios se ha complacido.

Antífona 3: Bendita y venerable eres tú, Virgen María, Madre de Dios, cuyo nacimiento celebramos; intercede por nosotros ante el Señor.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Bendita y venerable eres tú, Virgen María, Madre de Dios, cuyo nacimiento celebramos; intercede por nosotros ante el Señor.

Lectura breve: cf. Carta a los Romanos 9, 4-5.

A los israelitas pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.

Responsorio breve:

V. Alégrate, María, llena de gracia, El Señor está contigo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, El Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, El Señor está contigo.

Antífona Magníficat: Celebremos el nacimiento santo de la gloriosa Virgen María; el Señor miró su humildad, y por el anuncio del ángel concibió al Redentor del mundo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Celebremos el nacimiento santo de la gloriosa Virgen María; el Señor miró su humildad, y por el anuncio del ángel concibió al Redentor del mundo.

Preces:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Tú que hiciste de María la Madre de misericordia,

haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,

haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo,

levanta y robustece la esperanza de los decaídos.

Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel,

por su intercesión, haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Concede, Señor, a tus servidores el don de la gracia del cielo, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la bienaventurada Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.


Nuestra Sra. del Prado, en Talavera de la Reina.
(Domingo siguiente al 8 de septiembre).

Solemnidad.

LAUDES | SEGUNDAS VÍSPERAS

PRIMERAS VÍSPERAS.

Himno:

Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.

Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.

El tesoro divinal
en tu vientre se encerró,
tan precioso, que libró
todo el linaje humanal.

Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tú pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.

¡Oh clara virginidad,
fuente de toda virtud!,
no ceses de dar salud
a toda la cristiandad. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Salmo 112.
Alabado sea el nombre del Señor.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Antífona 2: Soy todo tuyo y todas mis cosas son tuyas, Virgen Gloriosa.

Salmo 147.
Acción de gracias por la restauración de Jerusalén.

Ven acá, voy a mostrarte a la novia,
a la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

Hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Soy todo tuyo y todas mis cosas son tuyas, Virgen Gloriosa.

Antífona 3: Has escogido y santificado esta casa para que en ella permanezca tu nombre.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Has escogido y santificado esta casa para que en ella permanezca tu nombre.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 10, 5-7.

Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos y víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”».

Responsorio breve:

V. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

R. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

Antífona Magníficat: Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.

Preces:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.

Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,

y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste a María la llena de gracia,

concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,

y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, que has concedido en la gloriosa Madre de tu Hijo un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por intercesión de Santa María del Prado, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.


LAUDES
Ntra. Sra. del Prado de Talavera de la Reina.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona invitatorio: Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona invitatorio: Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.

Himno:

Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer;
quién sabrá tan bien loarte
que no le falte saber;
pues que para nos valer
tanto vales,
da remedio a nuestros males.

¡Oh Madre de Dios y hombre!
¡Oh concierto de concordia!
Tú que tienes por renombre
Madre de misericordia;
pues para quitar discordia
tanto vales,
da remedio a nuestros males.

Tú que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conoció,
si nos vales,
fenecerán nuestros males.

Tú que eres flor de las flores,
tú que del cielo eres puerta,
tú que eres olor de olores,
tú que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de vientre.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de vientre.

Antífona 2: Dichosa tú que has creído, porque cuanto te he dicho se cumplirá.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Dichosa tú que has creído, porque cuanto te he dicho se cumplirá.

Antífona 3: Desde tu santo trono, lugar bendito, guías, bendices y proteges a tu pueblo.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Desde tu santo trono, lugar bendito, guías, bendices y proteges a tu pueblo.

Lectura breve: 1o Crónicas 7, 15-16.

Mantendré los ojos y los oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar. Elijo y consagro este templo para que esté en él mi Nombre eternamente. Mi corazón y mis ojos estarán siempre en él.

Responsorio breve:

V. Señor la eligió, Y la predestinó.

R. Señor la eligió, Y la predestinó.

V. La hizo morar en su templo santo.

R. Y la predestinó.

V. Gloria al Padre, y al Hijo Y al Espíritu Santo.

R. Señor la eligió, Y la predestinó.

Antífona Benedictus: Ella escogió este lugar para estar siempre con nosotros, donde todos puedan recibir una mirada de consuelo.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Ella escogió este lugar para estar siempre con nosotros, donde todos puedan recibir una mirada de consuelo.

Preces:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador del mundo, que con la eficacia de tu redención, preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,

líbranos a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,

haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Verbo eterno del Padre, que enseñaste a María a escoger la mejor parte,

ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Rey de reyes, que elevaste contigo al cielo en cuerpo y alma a tu Madre,

haz que aspiremos siempre a los bienes del cielo.

Señor del cielo y de la tierra, que colocaste a tu derecha a María Reina,

danos un día el gozo de tener parte en la gloria.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, que has concedido en la gloriosa Madre de tu Hijo un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por intercesión de Santa María del Prado, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEGUNDAS VÍSPERAS
Ntra. Sra. del Prado de Talavera de la Reina.

Himno:

María, pureza en vuelo,
Virgen de vírgenes, danos
la gracia de ser humanos
sin olvidarnos del cielo.

Enséñanos a vivir;
ayúdenos tu oración;
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria.
Y gloria por esta gloria
que alegra la cristiandad. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

Salmo 121.
La ciudad santa de Jerusalén.

Os habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo. (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

Antífona 2: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Antífona 3: Porque he sido pequeña me felicitarán todas las generaciones.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Porque he sido pequeña me felicitarán todas las generaciones.

Lectura breve: Carta a los Gálatas 4, 4-5.

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Responsorio breve:

V. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

R. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate María, llena de gracia, El Señor está contigo.

Antífona Magníficat: Dichosa tú, María siempre Virgen, templo del Señor, eres la antorcha de nuestra fe, eres la luz que nos guía.

O bien: María del Prado, guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Dichosa tú, María siempre Virgen, templo del Señor, eres la antorcha de nuestra fe, eres la luz que nos guía.

O bien: María del Prado, guía para el camino, columna para la esperanza, luz para la vida.

Preces:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.

Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,

y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste a María la llena de gracia,

concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,

y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, que has concedido en la gloriosa Madre de tu Hijo un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por intercesión de Santa María del Prado, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Pedro Claver, presbítero.
(9 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Santos Pastores, o de Santos Varones:que han practicado obras de misericordia.

Oración:

Oh, Dios, que hiciste a san Pedro Claver esclavo de los esclavos y, para ayudarlos, lo fortaleciste con admirable caridad y paciencia, concédenos, por su intercesión, procurar cumplir el mandato de Jesucristo amando al prójimo con obras y de verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beatos Francisco López-Gasco Fernández-Lago y Miguel Beato Sánchez, presbíteros y mártires.
(10 septiembre).

Memoria libre en La Villa de Don Fadrique, Villacañas, Toledo y Cuerva.

Del Común de Varios Mártires.

Oración: (del común de varios mártires).


Dulce Nombre de María.
(12 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Santa María Virgen.

Oración:

Concédenos, Dios todopoderoso, que santa María Virgen nos obtenga los beneficios de tu misericordia a cuantos celebramos su nombre glorioso. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beata María de Jesús López Rivas, virgen.
(12 septiembre).

Memoria obligatoria en Toledo y Cuerva.

Del Común de Santas Vírgenes:

Oración:

Oh Dios, que concediste a la beata María de Jesús, el don de la contemplación de los misterios de tu Hijo hasta reflejar en sí misma la imagen de su amor; concédenos, por su intercesión, una fe que busque en todos a Jesús, y un amor que le haga presente entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beato Francisco Maqueda López, mártir.
(12 septiembre).

Memoria libre en Villacañas, Dos Barrios y Seminario Menor.

Del Común de Un Mártir.

Oración: (del común de un mártir


San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia.
(13 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Santos Pastores, o de Doctores de la Iglesia.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Himno:

Experiencia de Dios fue vuestra ciencia,
su Espíritu de verdad os dio a beberla
en la revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.

Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.

Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.

En nuestro corazón de criaturas,
nos encendió la luz para esconderla,
que poco puede andar quien anda a oscuras
por sendas de verdad sin poder verla.

Demos gracias a Dios humildemente
y al Hijo, su Verdad que a todos guía;
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Sabiduría 7, 13-14.

Aprendí la sabiduría, sin envidia la comparto y no escondo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se ganan la amistad de Dios, pues los dones de la instrucción los recomienda.

Responsorio breve:

V. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

V. Y que la asamblea pregone su alabanza.

R. La sabiduría de los santos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

Antífona Benedictus: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.

Preces:

Demos gracias a Cristo, el Buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,

haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues siendo el único Pastor de tu pueblo,

no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,

haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

Señor Jesucristo, que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,

haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, fortaleza de los que en ti esperan, que has hecho brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su fortaleza en la tribulación, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos fortalezca el ejemplo de su invencible paciencia. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Juan Crisóstomo.

Himno:

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
por la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de la Virgen hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y los pueblos, sed su guía. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta de Santiago 3, 17-18.

La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.

Responsorio breve:

V. En la asamblea Le da la palabra.

R. En la asamblea Le da la palabra.

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.

R. Le da la palabra.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. En la asamblea Le da la palabra.

Antífona Magníficat: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Juan Crisóstomo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Juan Crisóstomo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Preces:

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,

haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,

santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,

llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu Sangre esté alejado de ti.

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a las ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,

salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, fortaleza de los que en ti esperan, que has hecho brillar al obispo san Juan Crisóstomo por su admirable elocuencia y su fortaleza en la tribulación, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos fortalezca el ejemplo de su invencible paciencia. Por nuestro Señor Jesucristo.


LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.
(14 de septiembre).

Fiesta.

LAUDES | SEGUNDAS VÍSPERAS

PRIMERAS VÍSPERAS.
(Se rezan cuando coincide en Domingo).

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: «¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!»
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.

¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.

En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.

Salmo 146.
Poder y bondad de Dios.

A ti, oh Dios, te alabamos;
a ti, Señor, te reconocemos.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.

Antífona 2: En medio de la ciudad santa de Jerusalén está el árbol de la vida, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Aleluya.

Salmo 147.
Acción de gracias por la restauración de Jerusalén.

Ven acá, voy a mostrarte a la novia,
a la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

Hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: En medio de la ciudad santa de Jerusalén está el árbol de la vida, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Aleluya.

Antífona 3: Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Cántico de Filipenses 2, 6-11.
Cristo, Siervo de Dios, en su misterio pascual.

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Antífona 3: Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Lectura breve: 1a Carta a los Corintios 1, 23-24.

Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Responsorio breve:

V. Esta señal brillará en el cielo Cuando venga el Señor.

R. Esta señal brillará en el cielo Cuando venga el Señor.

V. Alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

R. Cuando venga el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Esta señal brillará en el cielo Cuando venga el Señor

Antífona Magníficat: Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara de entre los muertos para entrar en su gloria.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara de entre los muertos para entrar en su gloria.

Preces:

Invoquemos a nuestro Redentor, que nos ha redimido por su cruz, y digámosle:
Por tu cruz, llévanos a tu reino.

Cristo, tú que te despojaste de tu rango y tomaste la condición de esclavo, pasando por uno de tantos,

haz que los miembros de la Iglesia imitemos tu humildad.

Cristo, tú que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte, y una muerte de cruz,

otórganos, a tus siervos, sumisión y paciencia.

Cristo, tú que fuiste levantado sobre todo por Dios, que te concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»,

concede a tus fieles la perseverancia hasta el fin.

Cristo, a cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo,

infunde la caridad en los hombres, para que te adoren en la paz.

Cristo, a quien toda lengua proclamará Señor, para gloria de Dios Padre,

recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la felicidad eterna.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que para salvar al género humano has querido que tu Unigénito soportara la cruz, concede, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo.


LAUDES
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.

V. Señor, ábreme los labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos a Cristo Rey, elevado por nosotros en la cruz.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos a Cristo Rey, elevado por nosotros en la cruz.

Himno:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.

Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.

Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Murió en la santa cruz el que venció al infierno. Ceñido de poder, resucitó al tercer día.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Murió en la santa cruz el que venció al infierno. Ceñido de poder, resucitó al tercer día.

Antífona 2: ¡Cómo brilla la cruz, de la que colgó Dios en carne humana y en la que, con su sangre, lavó nuestras heridas!

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: ¡Cómo brilla la cruz, de la que colgó Dios en carne humana y en la que, con su sangre, lavó nuestras heridas!

Antífona 3: Resplandece la santa cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh cruz que vences!, ¡cruz que reinas!, ¡cruz que limpias de todo pecado! Aleluya.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Resplandece la santa cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh cruz que vences!, ¡cruz que reinas!, ¡cruz que limpias de todo pecado! Aleluya.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 2, 9b-10.

A Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos. Convenía que aquel, para quien y por quien existe todo, llevara muchos hijos a la gloria perfeccionando mediante el sufrimiento al jefe que iba a guiarlos a la salvación.

Responsorio breve:

V. Te adoramos, oh Cristo, Y te bendecimos.

R. Te adoramos, oh Cristo, Y te bendecimos.

V. Porque con tu cruz has redimido el mundo.

R. Y te bendecimos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Te adoramos, oh Cristo, Y te bendecimos.

Antífona Benedictus: Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al mundo entero.

Preces:

Invoquemos a nuestro Redentor, que nos ha redimido por su cruz, y digámosle:
Por tu cruz, sálvanos, Señor.

Hijo de Dios, que por la señal de la serpiente de bronce, sanaste al pueblo de Israel,

protégenos hoy de la mordedura del pecado.

Hijo del hombre, que fuiste elevado en la cruz, como Moisés elevó la serpiente en el desierto,

elévanos a la felicidad de tu reino.

Hijo unigénito del Padre, que fuiste dado al mundo para que todo el que crea en ti no perezca,

concede la vida eterna a los que buscamos tu rostro.

Hijo amado del Padre, que has sido enviado al mundo, no para condenarlo, sino para que se salve por ti,

da la fe a nuestros parientes para que no perezcan.

Hijo eterno del Padre, que viniste a prender fuego en el mundo y deseaste intensamente que estuviera ya ardiendo,

haz que realicemos la verdad y nos acerquemos así a la luz.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que para salvar al género humano has querido que tu Unigénito soportara la cruz, concede, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEGUNDAS VÍSPERAS
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre. Aleluya.

Himno:

I

En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

En la cruz está el Señor
de cielo y tierra,
y el gozar de mucha paz,
aunque haya guerra;
todos los males destierra
en este suelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

Es una oliva preciosa
la santa cruz,
que, con su aceite, nos unta
y nos da luz.
Hermano, toma la cruz,
con gran consuelo,
que ella sola es el camino
para el cielo.

El alma que a Dios está
toda rendida,
y muy de veras del mundo
desasida,
la cruz le es árbol de vida
y de consuelo,
y un camino deleitoso
para el cielo.

Después que se puso en cruz
el Salvador,
en la cruz está la gloria
y el amor,
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

II

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: «¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!».
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.

¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.

En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: ¡Oh gran obra del amor! La muerte murió cuando en el árbol murió la Vida.

Salmo 109, 1-5. 7.
El Mesías, Rey y Sacerdote.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios
haga de sus enemigos estrado
de sus pies. (1 Cor 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré como rocío
antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente;
por eso, levantará la cabeza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: ¡Oh gran obra del amor! La muerte murió cuando en el árbol murió la Vida.

Antífona 2: Adoramos tu cruz, Señor, recordamos tu gloriosa pasión; ten compasión de nosotros, tú que moriste por nosotros.

Salmo 115.
Acción de gracias en el templo.

Por medio de Jesús ofrezcamos
continuamente a Dios un sacrificio
de alabanza. (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos».

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Adoramos tu cruz, Señor, recordamos tu gloriosa pasión; ten compasión de nosotros, tú que moriste por nosotros.

Antífona 3: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido el mundo.

Cántico de Apocalipsis 4, 11; 5, 9. 10. 12.
Himno de los redimidos.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido el mundo.

Lectura breve: 1a Carta a los Corintios 1, 23-24.

Nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o griegos—, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Responsorio breve:

V. Oh cruz gloriosa, En ti ha triunfado el Rey de los ángeles.

R. Oh cruz gloriosa, En ti ha triunfado el Rey de los ángeles.

V. Y con su Sangre ha lavado nuestras heridas.

R. En ti ha triunfado el Rey de los ángeles.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Oh cruz gloriosa, En ti ha triunfado el Rey de los ángeles.

Antífona Magníficat: ¡Oh victoria de la cruz y admirable signo! Haz que alcancemos el triunfo del cielo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: ¡Oh victoria de la cruz y admirable signo! Haz que alcancemos el triunfo del cielo.

Preces:

Invoquemos a nuestro Redentor, que nos ha redimido por su cruz, y digámosle:
Por tu cruz, llévanos a tu reino.

Cristo, tú que te despojaste de tu rango y tomaste la condición de esclavo, pasando por uno de tantos,

haz que los miembros de la Iglesia imitemos tu humildad.

Cristo, tú que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte, y una muerte de cruz,

otórganos, a tus siervos, sumisión y paciencia.

Cristo, tú que fuiste levantado sobre todo por Dios, que te concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»,

concede a tus fieles la perseverancia hasta el fin.

Cristo, a cuyo nombre se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo,

infunde la caridad en los hombres, para que te adoren en la paz.

Cristo, a quien toda lengua proclamará Señor, para gloria de Dios Padre,

recibe a nuestros hermanos difuntos en el reino de la felicidad eterna.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que para salvar al género humano has querido que tu Unigénito soportara la cruz, concede, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo.


BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LOS DOLORES.
(15 de septiembre).

Memoria obligatoria.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

Himno:

La Madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh cuán triste y cuán aflicta
se vio la Madre bendita,
de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
Hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y, por que a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu Corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
por que su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que de su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
por que me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
por que, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

Antífona 2: Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Antífona 3: Quiso Dios reconciliar consigo todos los seres por la sangre de Cristo.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Quiso Dios reconciliar consigo todos los seres por la sangre de Cristo.

Lectura breve: Carta a los Colosenses 1, 24-25.

Me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios.

Responsorio breve:

V. Por ti, Virgen María, Obtenemos la salvación.

R. Por ti, Virgen María, Obtenemos la salvación.

V. De las llagas de Cristo.

R. Obtenemos la salvación.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Por ti, Virgen María, Obtenemos la salvación.

Antífona Benedictus: Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tantos sufrimientos, gozas ya de la gloria celestial, sentada junto al Hijo como Reina del universo.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tantos sufrimientos, gozas ya de la gloria celestial, sentada junto al Hijo como Reina del universo.

Preces: Tomadas del Común de santa María Virgen.

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,

haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,

líbranos de la corrupción del pecado.

Salvador nuestro, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,

por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,

haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviera la Madre dolorosa; concede a tu Iglesia, que, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar en su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
Virgen de los Dolores.

Himno:

¡Ay, dolor, dolor, dolor,
por mi Hijo y mi Señor!

Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermanos, oíd
la gran desventura mía!
A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.

Decid, hombres que corréis
por la vida mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.
Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con gemidos,
si es que mejor no podéis.

Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar cuyos pecados
mataron al Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?

Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta está mi alegría.
Y, pues os dejan sin Hijo,
dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar,
aunque os amen mucho menos!

Salmodia:

Antífona 1: Cristo es nuestra paz, y por su cruz nos reconcilió con Dios.

Salmo 121.
La ciudad santa de Jerusalén.

Os habéis acercado al monte Sión,
ciudad del Dios vivo,
Jerusalén del cielo. (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Cristo es nuestra paz, y por su cruz nos reconcilió con Dios.

Antífona 2: Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Salmo 126.
El esfuerzo humano es inútil sin Dios.

Sois edificio de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Acerquémonos a la ciudad del Dios vivo y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Antífona 3: Por la sangre de Cristo hemos recibido la redención.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Por la sangre de Cristo hemos recibido la redención.

Lectura breve: 2a Carta a Timoteo 2, 10-12a.

Lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús. Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él.

Responsorio breve:

V. Estaba santa María, Reina del cielo y Señora del mundo, Junto a la cruz del Señor.

R. Estaba santa María, Reina del cielo y Señora del mundo, Junto a la cruz del Señor.

V. Feliz ella que, sin morir, mereció la palma del martirio.

R. Junto a la cruz del Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Estaba santa María, Reina del cielo y Señora del mundo, Junto a la cruz del Señor.

Antífona Magníficat: Jesús, al ver junto a la cruz a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Jesús, al ver junto a la cruz a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».

Preces: Tomadas del Común de santa María Virgen.

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle, diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
O bien:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.

Tú que hiciste de María la Madre de misericordia,

haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,

haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de gozo en la resurrección de su Hijo,

levanta y robustece la esperanza de los decaídos.

Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava fiel,

por su intercesión, haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu Hijo.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviera la Madre dolorosa; concede a tu Iglesia, que, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar en su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Cornelio, papa, y san Cipriano, obispo, mártires.
(16 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Varios Mártires.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

Himno:

Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.

Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.

Palabras de luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.

Corona inmortal
de Cristo total,
mártires santos. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: 2a Carta a los Corintios 1, 3-5.

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios! Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo.

Responsorio breve:

V. Los justos Viven eternamente.

R. Los justos Viven eternamente.

V. Reciben de Dios su recompensa.

R. Viven eternamente.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Los justos Viven eternamente.

Antífona Benedictus: Oh muerte preciosa, que compra la inmortalidad al precio de su sangre.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Oh muerte preciosa, que compra la inmortalidad al precio de su sangre.

Preces:

Celebremos, amados hermanos, a nuestro Salvador, el testigo fiel, y, al recordar hoy a los santos mártires que murieron a causa de la palabra de Dios, aclamémoslo, diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.

Por la intercesión de los santos mártires, que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,

concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.

Por la intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,

concédenos, Señor, la integridad y la constancia de la fe.

Por la intercesión de los santos mártires, que, soportando la cruz, siguieron tus pasos,

concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.

Por la intercesión de los santos mártires, que lavaron su manto en la sangre del Cordero,

concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires invencibles a los santos Cornelio y Cipriano, concédenos, por su intercesión, ser fortalecidos en la fe y en la constancia para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
Santos Cornelio y Cipriano.

Himno:

Espíritus sublimes, ¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan en las batallas recias,
que alcancen la victoria y eterno galardón.

¡Oh mártires gloriosos de rojas vestiduras,
que brillan con eternos fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses se cubra ya en sazón. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: 1a Carta de Pedro 4, 13-14.

Queridos hermanos, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Responsorio breve:

V. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

R. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

V. Aclamadlo, los de corazón sincero.

R. Y gozad con el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

Antífona Magníficat: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Preces:

A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias, diciendo:
Te glorificamos, Señor.

Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor.

Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los premios de tu reino:
Te glorificamos, Señor.

Porque has dado a la Iglesia, como sacrificio, la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor.

Porque con tu gracia nos has dado perseverancia en la fe durante el día que ahora termina:
Te glorificamos, Señor.

Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que has puesto al frente de tu pueblo como abnegados pastores y mártires invencibles a los santos Cornelio y Cipriano, concédenos, por su intercesión, ser fortalecidos en la fe y en la constancia para trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia.
(17 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Santos Pastores, o de Doctores de la Iglesia.

Oración:

Oh, Dios, que dotaste a san Roberto Belarmino, obispo, de admirable sabiduría y santidad para defender la fe de tu Iglesia, concede a tu pueblo, por su intercesión, alegrarse siempre en la integridad de esta misma fe. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Alonso de Orozco.
(19 septiembre).

Archidiócesis de Toledo: Memoria obligatoria.
Oropesa: Solemnidad.

Del Común de Santos Pastores, o de Santos Varones: para los religiosos.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

O bien: Aclamemos al Señor en esta celebración de san Alonso de Orozco.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Himno:

Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.
Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío;
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.

A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.
Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta a los Romanos 12, 1-2.

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es vuestro culto espiritual. Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Responsorio breve:

V. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

R. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

V. Y sus pasos no vacilan.

R. La ley de su Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

Antífona Benedictus (para religiosos): «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

O bien:

Antífona Benedictus (para religiosos): Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus (para religiosos): «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

O bien:

Antífona Benedictus (para religiosos): Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.

Preces:

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémoslo, diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,

compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,

danos el progresar por caminos de santidad.

Señor Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo,

ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,

haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,

haz que en la gloria contemplemos tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Señor, que confiaste a san Alonso de Orozco el Evangelio para que lo declarase a los fieles; concédenos que, por su intercesión, siguiendo su ejemplo, sepamos compartir con toda la comunidad eclesial lo que te dignas obrar en cada uno de nosotros y en nuestra comunidad. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Alonso de Orozco.

Himno:

Dichosos los que oísteis la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
dichosos cuando puso su mirada
y os quiso para amigo y compañero.

Dichosos si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
marchando por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del perdón dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta a los Romanos 8, 28-30.

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Responsorio breve:

V. El Señor es justo Y ama la justicia.

R. El Señor es justo Y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.

R. Y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor es justo Y ama la justicia.

Antífona Magníficat (para religiosos): Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna.

O bien:

Antífona Magníficat (para religiosos): En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat (para religiosos): Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna.

O bien:

Antífona Magníficat (para religiosos): En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo.

Preces:

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que, con la intercesión y el ejemplo de los santos, nos impulse a una vida santa, y digamos:
Haznos santos, Señor, porque tú eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,

haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,

ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,

guárdanos en tu nombre, para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,

haz que, comiendo el pan que ha bajado del cielo, alcancemos la perfección del amor.

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos,

y admite a los difuntos en tu reino, para que puedan contemplar tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Señor, que confiaste a san Alonso de Orozco el Evangelio para que lo declarase a los fieles; concédenos que, por su intercesión, siguiendo su ejemplo, sepamos compartir con toda la comunidad eclesial lo que te dignas obrar en cada uno de nosotros y en nuestra comunidad. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Jenaro, obispo y mártir.
(19 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de un/a Mártir.

Oración:

Oh, Dios, que nos permites venerar la memoria de tu mártir san Jenaro, concédenos gozar de su compañía en la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Andrés Kim Taegon, y san Pablo Chong Hasang y compañeros, mártires.
(20 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Varios Mártires.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

Himno:

Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.

Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.

Palabras de luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.

Corona inmortal
de Cristo total,
mártires santos. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: 2a Carta a los Corintios 1, 3-5.

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios! Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo.

Responsorio breve:

V. Los justos Viven eternamente.

R. Los justos Viven eternamente.

V. Reciben de Dios su recompensa.

R. Viven eternamente.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Los justos Viven eternamente.

Antífona Benedictus: Oh muerte preciosa, que compra la inmortalidad al precio de su sangre.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Oh muerte preciosa, que compra la inmortalidad al precio de su sangre.

Preces:

Celebremos, amados hermanos, a nuestro Salvador, el testigo fiel, y, al recordar hoy a los santos mártires que murieron a causa de la palabra de Dios, aclamémoslo, diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.

Por la intercesión de los santos mártires, que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,

concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.

Por la intercesión de los santos mártires, que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,

concédenos, Señor, la integridad y la constancia de la fe.

Por la intercesión de los santos mártires, que, soportando la cruz, siguieron tus pasos,

concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.

Por la intercesión de los santos mártires, que lavaron su manto en la sangre del Cordero,

concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que te has dignado multiplicar los hijos de adopción en todo el orbe de la tierra, e hiciste que la sangre de los santos mártires Andrés y compañeros fuera semilla fecunda de cristianos, concédenos que, fortalecidos por su ayuda, avancemos continuamente siguiendo su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros.

Himno:

Espíritus sublimes, ¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan en las batallas recias,
que alcancen la victoria y eterno galardón.

¡Oh mártires gloriosos de rojas vestiduras,
que brillan con eternos fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses se cubra ya en sazón. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: 1a Carta de Pedro 4, 13-14.

Queridos hermanos, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

Responsorio breve:

V. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

R. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

V. Aclamadlo, los de corazón sincero.

R. Y gozad con el Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Alegraos, justos, Y gozad con el Señor.

Antífona Magníficat: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh dichosa Iglesia nuestra, ennoblecida por la gloriosa sangre de los mártires de Cristo.

Preces:

A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias, diciendo:
Te glorificamos, Señor.

Porque nos amaste hasta el extremo, Salvador nuestro, principio y origen de todo martirio:
Te glorificamos, Señor.

Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos para los premios de tu reino:
Te glorificamos, Señor.

Porque has dado a la Iglesia, como sacrificio, la sangre de la alianza nueva y eterna, derramada para el perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor.

Porque con tu gracia nos has dado perseverancia en la fe durante el día que ahora termina:
Te glorificamos, Señor.

Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos:
Te glorificamos, Señor.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que te has dignado multiplicar los hijos de adopción en todo el orbe de la tierra, e hiciste que la sangre de los santos mártires Andrés y compañeros fuera semilla fecunda de cristianos, concédenos que, fortalecidos por su ayuda, avancemos continuamente siguiendo su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Mateo, apóstol y evangelista.
(21 septiembre).

Fiesta.

Tomado todo del común de Santos Apóstoles, excepto las antífonas del Benedictus y del Magníficat y la oración.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona invitatorio: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

Himno:

Vosotros que escuchasteis la llamada
de viva voz que Cristo os dirigía,
abrid nuestro vivir y nuestra alma
al mensaje de amor que él nos envía.

Vosotros que invitados al banquete
gustasteis el sabor del nuevo vino,
llenad el vaso, del amor que ofrece,
al sediento de Dios en su camino.

Vosotros que tuvisteis tan gran suerte
de verle dar a muertos nueva vida,
no dejéis que el pecado y que la muerte
nos priven de la vida recibida.

Vosotros que lo visteis ya glorioso,
hecho Señor de gloria sempiterna,
haced que nuestro amor conozca el gozo
de vivir junto a él la vida eterna. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Antífona 2: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Antífona 3: «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando», dice el Señor.

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando», dice el Señor.

Lectura breve: Carta a los Efesios 2, 19-22.

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Responsorio breve:

V. Los nombrarás príncipes Sobre toda la tierra.

R. Los nombrarás príncipes Sobre toda la tierra.

V. Harán memorable tu nombre, Señor.

R. Sobre toda la tierra.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.

Antífona Benedictus: Vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.

Preces:

Queridos hermanos, habiendo recibido de los apóstoles la herencia de los elegidos, demos gracias a nuestro Padre por todos sus dones, diciendo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la mesa de tu Cuerpo y de tu Sangre, que nos transmitieron los apóstoles,

con la cual nos alimentamos y vivimos:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la mesa de tu palabra, que nos transmitieron los apóstoles,

con la cual se nos comunica la luz y el gozo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por tu Iglesia santa, edificada sobre el fundamento de los apóstoles,

por la cual nos integramos en la unidad:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la purificación del bautismo y de la penitencia, confiada a los apóstoles,

con la cual quedamos limpios de todos los pecados:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que te dignaste elegir a san Mateo con inefable misericordia, para convertirlo de publicano en apóstol, concédenos que, fortalecidos con su ejemplo e intercesión, te sigamos y permanezcamos firmemente unidos a ti. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Mateo

Himno:

Benditos son los pies de los que llegan
para anunciar la paz que el mundo espera,
apóstoles de Dios que Cristo envía,
voceros de su voz, grito del Verbo.

De pie en la encrucijada del camino
del hombre peregrino y de los pueblos,
es el fuego de Dios el que los lleva
como cristos vivientes a su encuentro.

Abrid, pueblos, la puerta a su llamada,
la verdad y el amor son don que llevan;
no temáis, pecadores, acogedlos,
el perdón y la paz serán su gesto.

Gracias, Señor, que el pan de tu palabra
nos llega por tu amor, pan verdadero;
gracias, Señor, que el pan de vida nueva
nos llega por tu amor, partido y tierno. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas.

Salmo 115.
Acción de gracias en el templo.

Por medio de Jesús ofrezcamos
continuamente a Dios un sacrificio
de alabanza. (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos».

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas.

Antífona 2: Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Salmo 125.
Dios, alegría y esperanza.

Si sois compañeros en el sufrir,
también lo sois en el buen ánimo.
(2 Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Antífona 3: Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Cántico de Efesios 1, 3-10.
El Dios Salvador.

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Lectura breve: Carta a los Efesios 4, 11-13.

Cristo ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Responsorio breve:

V. Contad a los pueblos La gloria del Señor.

R. Contad a los pueblos La gloria del Señor.

V. Sus maravillas a todas las naciones.

R. La gloria del Señor.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Contad a los pueblos La gloria del Señor.

Antífona Magníficat: «Misericordia quiero y no sacrificios —dice el Señor—: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: «Misericordia quiero y no sacrificios —dice el Señor—: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Preces:

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,

haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,

haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,

danos también a nosotros sembrar la semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara al mundo contigo,

haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,

admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que te dignaste elegir a san Mateo con inefable misericordia, para convertirlo de publicano en apóstol, concédenos que, fortalecidos con su ejemplo e intercesión, te sigamos y permanezcamos firmemente unidos a ti. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Pío de Pietrelcina.
(23 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Santos Pastores, o de Santos Varones: para los religiosos.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

O bien: Aclamemos al Señor en esta celebración de san Pío de Pietrelcina.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Himno:

Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.
Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío;
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.

A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.
La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.
Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me ha encontrado la muerte
sin nada más que el amor. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta a los Romanos 12, 1-2.

Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es vuestro culto espiritual. Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Responsorio breve:

V. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

R. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

V. Y sus pasos no vacilan.

R. La ley de su Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Lleva en el corazón La ley de su Dios.

Antífona Benedictus (para religiosos): «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

O bien:

Antífona Benedictus (para religiosos): Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus (para religiosos): «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

O bien:

Antífona Benedictus (para religiosos): Mi porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.

Preces:

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémoslo, diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,

compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,

danos el progresar por caminos de santidad.

Señor Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo,

ilumina nuestras vidas con tu propia luz.

Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,

haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,

haz que en la gloria contemplemos tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío, presbítero, la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que, asociados siempre a los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Pío de Pietrelcina.

Himno:

Dichosos los que oísteis la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
dichosos cuando puso su mirada
y os quiso para amigo y compañero.

Dichosos si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
marchando por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del perdón dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta a los Romanos 8, 28-30.

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

):Responsorio breve:

V. El Señor es justo Y ama la justicia.

R. El Señor es justo Y ama la justicia.

V. Los buenos verán su rostro.

R. Y ama la justicia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor es justo Y ama la justicia.

Antífona Magníficat (para religiosos): Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna.

O bien:

Antífona Magníficat (para religiosos): En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat (para religiosos): Vosotros, los que lo habéis dejado todo y me habéis seguido, recibiréis cien veces más, y heredaréis la vida eterna.

O bien:

Antífona Magníficat (para religiosos): En donde se reúnen los hermanos para glorificar a Dios, allí el Señor bendecirá a su pueblo.

Preces:

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que, con la intercesión y el ejemplo de los santos, nos impulse a una vida santa, y digamos:
Haznos santos, Señor, porque tú eres santo.

Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,

haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,

ayúdanos a dar fruto de buenas obras.

Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,

guárdanos en tu nombre, para que todos seamos uno.

Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,

haz que, comiendo el pan que ha bajado del cielo, alcancemos la perfección del amor.

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos,

y admite a los difuntos en tu reino, para que puedan contemplar tu rostro.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a san Pío, presbítero, la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo, y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia, concédenos, por su intercesión, que, asociados siempre a los sufrimientos de Cristo, lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.


Bienaventurada Virgen María de la Merced.
(24 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Santa María Virgen.

Oración:

Dios Padre de misericordia, que enviaste al mundo a tu Hijo, Redentor de los hombres, concede, a cuantos invocamos a su Madre con el título de la Merced, mantenernos fielmente en la verdadera libertad de los hijos que Cristo, el Señor, nos mereció con su sacrificio, y promoverla también entre todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.


Beato Juan de la Virgen del Castellar Joya Corralero, religioso y mártir.
(24 septiembre).

Memoria libre en Villarrubia de Santiago.

Del Común de un/a Mártir.

Oración: (del común de un mártir).


San Cristóbal, mártir.
(25 septiembre).

Memoria obligatoria en La Guardia (Toledo).

Del Común de un/a Mártir.

Oración:

Oh Dios, que de un modo admirable hiciste llegara ti al santo niño Cristóbal por el camino de la inocencia y de la cruz, concédenos propicio que, por sus oraciones y méritos, podamos imitar la humildad y muerte de tu Hijo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.


San Cosme y san Damián, mártires.
(26 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Varios Mártires.

Oración:

Proclame tu grandeza, Señor, la admirable memoria de tus santos Cosme y Damián, porque a ellos les diste la gloria eterna y a nosotros nos proteges con tu maravillosa providencia. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Vicente de Paúl.
(27 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Santos Pastores, o de Santos Varones: para los que se han consagrado a una actividad caritativa, excepto las antífonas del Benedictus y del Magníficat y la Oración.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Himno:

Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
le armó guerrero y le nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.

Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta a los Hebreos 13, 7-9a.

Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.

Responsorio breve:

V. Sobre tus murallas, Jerusalén, He colocado centinelas.

R. Sobre tus murallas, Jerusalén, He colocado centinelas.

V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.

R. He colocado centinelas.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Sobre tus murallas, Jerusalén, He colocado centinelas.

Antífona Benedictus: San Vicente fue consuelo para los que sufren, defensor de los huérfanos y protector de las viudas.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: San Vicente fue consuelo para los que sufren, defensor de los huérfanos y protector de las viudas.

Preces:

Demos gracias a Cristo, el Buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,

haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues siendo el único Pastor de tu pueblo,

no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,

haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

Señor Jesucristo, que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,

haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que llenaste de virtudes apostólicas al presbítero san Vicente de Paúl para la salvación de los pobres y la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, enardecidos por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Vicente de Paúl.

Himno:

Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: 1a Carta de Pedro 5, 1-4.

A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.

Responsorio breve:

V. Éste es el que ama a sus hermanos, El que ora mucho por su pueblo.

R. Éste es el que ama a sus hermanos, El que ora mucho por su pueblo.

V. El que entregó su vida por sus hermanos.

R. El que ora mucho por su pueblo.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Éste es el que ama a sus hermanos, El que ora mucho por su pueblo.

Antífona Magníficat: «Lo que hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis», dice el Señor.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: «Lo que hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis», dice el Señor.

Preces:

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu iglesia,

haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,

santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,

llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu Sangre esté alejado de ti.

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a las ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,

salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que llenaste de virtudes apostólicas al presbítero san Vicente de Paúl para la salvación de los pobres y la formación del clero, concédenos, te rogamos, que, enardecidos por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos sus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Wenceslao, mártir.
(28 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de un/a Mártir.

Oración:

Oh, Dios, que enseñaste al mártir san Wenceslao a preferir el reino de los cielos antes que el de este mundo, concédenos, por sus ruegos, negarnos a nosotros mismos para seguirte a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Lorenzo Ruiz y compañeros mártires.
(28 septiembre).

Memoria libre.

Del Común de Varios Mártires.

Oración:

Concédenos, Señor y Dios nuestro, la paciencia de tus santos mártires Lorenzo y compañeros en el servicio a ti y al prójimo, porque los perseguidos por causa de la justicia alcanzan la felicidad en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.


Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
(29 septiembre).

Fiesta.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

Himno:

Miguel, Gabriel y Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

«¿Quién como Dios?» es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el « sí » de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y los querubines y serafines proclaman tres veces santo.

Salmo 62, 2-9.
El alma sedienta de Dios.

Madruga por Dios todo el que
rechaza las obras de las tinieblas.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y los querubines y serafines proclaman tres veces santo.

Antífona 2: Ángeles del Señor, bendecid al Señor eternamente.

Cántico de Daniel 3, 57-88. 56.
Toda la creación alabe al Señor.

Alabad al Señor,
sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor,
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor,
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor,
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor,
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor,
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor,
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor,
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor,
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Ángeles del Señor, bendecid al Señor eternamente.

Antífona 3: Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una sola voz: «Oh Dios, tú mereces un himno».

Salmo 149.
Alegría de los santos.

Los hijos de la Iglesia,
nuevo pueblo de Dios,
se alegran por su Rey,
Cristo, el Señor. (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una sola voz: «Oh Dios, tú mereces un himno».

Lectura breve: Génesis 28, 12-13a.

Tuvo Jacob un sueño: una escalinata, apoyada en la tierra, con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac».

Responsorio breve:

V. Un ángel se puso Junto al altar del templo.

R. Un ángel se puso Junto al altar del templo.

V. Con un incensario de oro en su mano.

R. Junto al altar del templo.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Un ángel se puso Junto al altar del templo.

Antífona Benedictus: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Preces:

Confesemos, queridos hermanos, al Señor, a quien asisten millares de ángeles, y aclamémosle gozosos:
Bendecid al Señor, ángeles suyos.

Oh Dios, que a tus ángeles has dado órdenes para que nos guarden en nuestros caminos,

condúcenos sin tropiezo por tus sendas.

Padre, cuyo rostro están siempre viendo nuestros ángeles en el cielo,

haz que busquemos continuamente tu rostro.

Oh Dios, cuyos hijos serán como ángeles del cielo,

danos la castidad del corazón y del cuerpo.

Oh Dios, envía a Miguel, príncipe supremo, en auxilio de tu pueblo,

a fin de que lo defienda en las batallas contra Satanás y sus ángeles.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración

Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

Himno:

Miguel, Gabriel y Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

«¿Quién como Dios?» es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el « sí » de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.

Salmo 8.
Majestad del Señor y dignidad del hombre.

Todo lo puso bajo sus pies,
y lo dio a la Iglesia, como cabeza,
sobre todo. (Ef 1, 22)

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Ensalzaste tu majestad sobre los cielos, Rey de los ángeles.

Antífona 2: Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

Salmo 137.
Acción de gracias.

Los reyes de la tierra llevarán
a la ciudad santa su esplendor.
(cf. Ap 21, 24)

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2: Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

Antífona 3: Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

Cántico de Colosenses 1, 12-20.
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos.

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

Lectura breve: Apocalipsis 1, 4b-5.

Gracia y paz a vosotros de parte del que es, el que era y ha de venir; de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono; y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre.

Responsorio breve:

V. Subió el humo de los perfumes A la presencia de Dios.

R. Subió el humo de los perfumes A la presencia de Dios.

V. Por manos del ángel.

R. A la presencia de Dios.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Subió el humo de los perfumes A la presencia de Dios.

Antífona Magníficat: El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús».

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús».

Preces:

Pidamos al Señor que, como los ángeles, poderosos ejecutores de sus órdenes, seamos siempre prontos a la voz de su palabra. Implorémosle, diciendo:
Te rogamos, óyenos.

Para que por manos de los ángeles suban a tu presencia nuestras oraciones

como el humo de los perfumes,
Te rogamos, óyenos.

Para que nuestras ofrendas sean llevadas a tu presencia,

hasta el altar del cielo por manos de tu ángel,
Te rogamos, óyenos.

Para que, con la legión del ejército celestial, podamos proclamar la gloria de Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor,
Te rogamos, óyenos.

Para que, al fin de nuestra vida, los ángeles nos reciban

y nos lleven a la patria del paraíso,
Te rogamos, óyenos.

Para que san Miguel, el abanderado, introduzca en la luz sagrada

las almas de los fieles difuntos,
Te rogamos, óyenos.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y de los hombres, concédenos, por tu bondad, que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia.
(30 septiembre).

Memoria obligatoria.

Del Común de Doctores de la Iglesia.

LAUDES | VÍSPERAS

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

| Invitatorio 94 | Invitatorio 99 |

| Invitatorio 66 | Invitatorio 23 |

Antífona Invitatorio: Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

Himno:

Experiencia de Dios fue vuestra ciencia,
su Espíritu de verdad os dio a beberla
en la revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.

Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.

Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.

En nuestro corazón de criaturas,
nos encendió la luz para esconderla,
que poco puede andar quien anda a oscuras
por sendas de verdad sin poder verla.

Demos gracias a Dios humildemente
y al Hijo, su Verdad que a todos guía;
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Sabiduría 7, 13-14.

Aprendí la sabiduría, sin envidia la comparto y no escondo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se ganan la amistad de Dios, pues los dones de la instrucción los recomienda.

Responsorio breve:

V. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

V. Y que la asamblea pregone su alabanza.

R. La sabiduría de los santos.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Que todos los pueblos proclamen La sabiduría de los santos.

Antífona Benedictus: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.

Cántico Benedictus: Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Benedictus: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.

Preces:

Demos gracias a Cristo, el Buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,

haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues siendo el único Pastor de tu pueblo,

no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,

haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

Señor Jesucristo, que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,

haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.


VÍSPERAS
San Jerónimo.

Himno:

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
por la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de la Virgen hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y los pueblos, sed su guía. Amén.

Salmodia: Se rezan los salmos de la semana y el día correspondiente:

| Semana 1a | Semana 2a |

| Semana 3a | Semana 4a |

Lectura breve: Carta de Santiago 3, 17-18.

La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.

Responsorio breve:

V. En la asamblea Le da la palabra.

R. En la asamblea Le da la palabra.

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.

R. Le da la palabra.

V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. En la asamblea Le da la palabra.

Antífona Magníficat: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Jerónimo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Cántico Magníficat: Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona Magníficat: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado San Jerónimo, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

Preces:

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios, has hecho resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,

haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor.

Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés, perdonaste los pecados del pueblo,

santifica, por su intercesión, a tu Iglesia con una purificación continua.

Tú que, en medio de los fieles, consagraste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los dirigiste,

llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo.

Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu Sangre esté alejado de ti.

Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida eterna a las ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,

salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.

Oración:

Oh, Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.




INVITATORIO:

Salmo 94.
Venid, aclamemos al Señor.

Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3, 13)

Se anuncia la antífona.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Se repite la antífona.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Se repite la antífona.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Se repite la antífona.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

Se repite la antífona.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso».

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

También se pueden pronunciar éstos salmos, en lugar del Salmo 94.

Salmo 99.
Alegría de los que entran en el templo.

El Señor manda que
los redimidos entonen
un himno de victoria. (S. Atanasio)

Se anuncia la antífona.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Se repite la antífona.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Se repite la antífona.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

Se repite la antífona.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades».

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Salmo 66.
Que todos los pueblos alaben al Señor.

Sabed que la salvación de Dios
se envía a los gentiles. (Hch 28, 28)

Se anuncia la antífona.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Se repite la antífona.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.

Se repite la antífona.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Se repite la antífona.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 23.
Entrada solemne de Dios en el templo.

Se anuncia la antífona.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Se repite la antífona.

— ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

Se repite la antífona.

— El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Se repite la antífona.

— Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

Se repite la antífona.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos;
él es el Rey de la gloria.

Se repite la antífona.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


CÁNTICO EVANGÉLICO PARA LAUDES:

— BENEDICTUS —

Lucas 1, 68-79
El Mesías y su Precursor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos
,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo;
Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.


CÁNTICO EVANGÉLICO PARA VÍSPERAS:

— MAGNÍFICAT —

Lucas 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

















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